La cuarta pared. 6. Colibrí

Colibrí

(Minificción)

Por Bibiana López

«Mucha fe mero le tengo, porque él a mí me lo avisa todo, él me dice cada cosa, cada cosa, que nadie se puede imaginar«

EnraizArte en Audiolibro Cantadora de historias.

-–¿Has escuchado o leído la leyenda del colibrí? –preguntó Amaranta a su amiga mientras subían la montaña.

–Sí, una leyenda maya… creo, dicen que cuando te visita uno es porque un ser querido fallecido te está visitando.

–Exacto, aunque dicen que las aves son las portadoras de mensajes del más allá… ¿tú crees esas cosas?

-–No creo, no sé, no me ha pasado.

–Algo como los milagros, no crees en ellos hasta que te ocurren.

Después se tomaron un tiempo para dejar correr el silencio de sus voces y escuchar la naturaleza a su alrededor, era una caminata pesada, pero les habían dicho que llegar a la cima valía la pena.

Los señalamientos decían que estaban a aproximadamente 30 metros de llegar, pero Amaranta decía no poder más, se sentó en una piedra y le dijo a Martha que siguiera sola, ella la esperaría ahí, después de unos instantes de conflicto Martha siguió. Amaranta tenia un mundo en su cabeza, de pronto de algún lugar llegó un colibrí, imaginó que le decía: vamos, tu puedes

Impulsada por renovadas energías se levantó, parecía que aquel colibrí la escoltaba al frente; pasó a lado de Martha dejándola unos cuantos metros atrás, cuando llego a la cima, en efecto, valía la pena.

Photo by Pixabay on Pexels.com
Fotografía: BBLA. 

Sobre la autora*
Bibiana B. López Álvarez
Comitán de Domínguez, estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), fue estudiante de intercambio en la Universidad Católica del Salvador (UNICAES) en Santa Ana, El Salvador.
Tallerista de teatro universitario. 
Fue parte de la creación de la obra "Caites o el destiempo de oficios a olvidar".

La cuarta pared. 5. Gatuna

Gatuna

Por Bibiana López

«El Génesis lo calla pero el gato debe de haber sido el primer animal sobre la tierra..

José Emilio Pacheco en «Biografía del gato».

…Cuando escogí tu nombre no sabía lo que sé hoy, supongo que de alguna manera mi ser en el fondo sabía que tenías que llamarte así porque te convertirías en una leyenda.

Las personas que tenemos animales en casa creamos tal vez otro tipo de amor, uno muy sincero e inexplicable. Cualquiera que te veía apreciaba tu belleza, mi Ching y chang, divino por tu pelaje negro y blanco, me acuerdo mucho que mi papá siempre me decía que le comprara cremas o algún producto a mi cabello para que se viera bien y yo hacia lo mismo contigo tratando de que tuvieras el mejor alimento para que tu pelaje luciera.

Aun puedo sentir tu cabeza en mis manos aquella noche, cuando te fuiste de esta vida, siento no haber podido hacer más por ti, ahora añoro despertar contigo en mis piernas, verte jugar, que nos acompañes a comer, ir a traerte por las mañanas cuando ya no podías cruzar tú sola el patio, tus ataques hacia mí en forma de juego y otros porque seguramente algo te había molestado, cuando regreso de algún mandado no estás esperándome en la puerta de la casa y sólo trato de ver tu ojos y escuchar tu maullido.

Ahora asimilo que terminó nuestro tiempo y que dejaste en mí una huella inconfundible.

Tu nombre es una leyenda porque te hiciste reconocible y destacada, mi amada y siempre tú: Rambo.

PD. En un mundo paralelo estamos juntas corriendo en el patio.

Fotografía: BBLA. 

Sobre la autora*
Bibiana B. López Álvarez
Comitán de Domínguez, estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), fue estudiante de intercambio en la Universidad Católica del Salvador (UNICAES) en Santa Ana, El Salvador.
Tallerista de teatro universitario. 
Fue parte de la creación de la obra "Caites o el destiempo de oficios a olvidar".

La cuarta pared. 4. Lluvia. Bibiana López

Lluvia

Por Bibiana López

«Llueve en silencio, que esta lluvia es muda

y no hace ruido sino con sosiego…»

Fernando Pessoa , fragmento

En la tarde lluviosa pasan pensamientos comunes como el de si hay ropa que se pueda mojar, si están cerradas todas las ventanas, si no dejaste expuesto algo sensible a la lluvia… y algunas otras personas tienen sentimientos nostálgicos o de felicidad por amor a la tormenta.

–¡La ropa!

–Ay, ay, las gotas están enormes.

–Ten, llévate esto de mientras.

Así es, la lluvia nos trae para los hogares algunos infortunios, como las goteras, ¡qué mal!

–Oye, ¿has ido al desierto? –preguntó alguien a su amigo mientras se protegían de la lluvia en un techito– qué frio hizo con esta agua y yo que no traje suéter.

–Tienes frio y piensas en el desierto

–Es que… debe ser gloriosa la lluvia ahí.

Mientras tanto en la casa otras dos personas doblaban y tienden sus prendas para que se terminen de secar dentro.

Fotografía: Gabriela López. 

Sobre la autora*
Bibiana B. López Álvarez
Comitán de Domínguez, estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), fue estudiante de intercambio en la Universidad Católica del Salvador (UNICAES) en Santa Ana, El Salvador.
Tallerista de teatro universitario. 
Fue parte de la creación de la obra "Caites o el destiempo de oficios a olvidar".

La cuarta pared. 3. Inspiración. Bibiana López

Inspiración

Por Bibiana López

Cuando menos lo espero mi mejor amigo llama y siempre al finalizar la llamada nos decimos te quiero, no hablamos tan seguido y nos vemos muy pocas veces al año, pero sé que está ahí.

Sé también que están esas otras personas con espíritu inspirado por la yoga, por el arte, por el bordado, por la cocina… por muchas otras cosas, aquellas que me dicen “estoy orgulloso/a de ti”, “A seguir caminando”, “Eres fuerte”, “Sé que puedes hacer algo que me sorprenda”, “Eres importante”. Nadie más que la persona que recibe esas palabras sabe cuan especiales son esos comentarios. ¿Por qué no hacerlo más seguido? 

Una grata sorpresa como el te quiero de mi mejor amigo a kilómetros de distancia, cuando es inesperado, mejor.

Pero, ¿por qué no nos lo decimos a nosotros mismos?

Cuándo fue la ultima vez en la que me abracé a mi misma. Cuándo te abrazaste a ti y te reconociste por haber llegado hasta donde estas. Tú sabes lo que te costó superar cada obstáculo y si hay otro, sabes que lo superarás.

Detente un momento: ¿ya te reconociste, hoy?

Fotografía: B. B. L. A. 

Sobre la autora*
Bibiana B. López Álvarez
Comitán de Domínguez, estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), fue estudiante de intercambio en la Universidad Católica del Salvador (UNICAES) en Santa Ana, El Salvador.
Tallerista de teatro universitario. 
Fue parte de la creación de la obra "Caites o el destiempo de oficios a olvidar".

La cuarta pared. 2. El sombrero. Bibiana López

El sombrero

Por Bibiana López

«En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre…»

Jorge Luis Borges en «El puñal»

Hay ciertos rasgos que nos hacen distinguir de los demás, alguna manía, fanatismo, vestimenta o cualquier gusto que refleje la alteridad.

A mi padre le gustaban mucho los cuchillos, las plantas, los animales y los sombreros. Siempre o casi siempre andaba con un sombrero, recuerdo un día que hubo una especie de tianguis en el parque central de la ciudad, yo iba a hacer un mandado por ahí y mi papá trabajaba cerca, nos habíamos visto por la mañana cuando yo desperté y el salía hacia su trabajo.

Nos encontramos muy cerca del inicio de aquel bazar, como si hubiesen pasado meses de la última vez que nos vimos, nos saludamos:

–¡Hola! ¿Cómo estás?

–Hola, bien y, ¿tú cómo estás? ¿Cómo esta tu mamá? Hace tiempo que no te veía

Y entre unas cuantas risas nos abrazamos, me pregunto que estaba haciendo por ahí, tuvimos una pequeña charla mientras me tomaba de la mano y recorríamos los puestos. Había de todo un poco, desde collares y ropa hasta café y productos de cocina, nos detuvimos en unos cuantos hasta llegar a uno donde había sombreros, a él le había gustado uno color camel. No lo compró y no me ofrecí a comprarlo tampoco, me despedí de él diciéndole que seguramente mi mamá iba a decir que había tardado.

–Te veo en la casa

No lo tengo muy claro, una tarde tal vez, uno o dos días después, lo vi con aquel sombrero camel.

–Sí te lo compraste

–¡Claro!

No lo utilizó muchas veces, sus pertenencias las cuidaba mucho pero agradecida estoy de que al menos en vida le pedí un sombrero de palma para un personaje. Me lo regaló. 

Será acaso que, como los cuchillos de Borges… ¿Algún secreto guardarán los sombreros?

Fotografía: pixabay

Sobre la autora*
Bibiana B. López Álvarez
Comitán de Domínguez, estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), fue estudiante de intercambio en la Universidad Católica del Salvador (UNICAES) en Santa Ana, El Salvador.
Tallerista de teatro universitario. 
Fue parte de la creación de la obra "Caites o el destiempo de oficios a olvidar".

La cuarta pared. 1. Puerta vaivén. Bibiana López

Puerta vaivén

Por Bibiana López

Hace un rato que tengo el título de «la puerta vaivén», siempre me han llamado la atención por que en las casas en que he vivido siempre hay una de ellas.

La he relacionado con la existencia del ser humano, con la vida… cómo es que a veces va y viene de diferentes circunstancias, unas veces más caóticas, otras veces más en calma; siempre en movimiento aunque a veces sea tan leve que no nos damos cuenta que el tiempo avanza.

Pienso que hay que disfrutar y dejarnos sentir sea cuál sea el momento por el que se esté pasando. Cuando la vida se pone «complicada» empezamos a valorar más los pequeños detalles de la vida. Mi directora de teatro, una gran persona de la cual espero escribir también, cita mucho: «en los detalles está Dios», porque siempre los detalles son lo que hacen sobresalir la obra (sea teatral o no). Ahora entiendo un poco más esa idea, son en los pequeños pero más importantes detalles cuando recuerdas a las personas, sus frases, sus ideas, sus conocimientos, su acciones diarias y sus sentimientos.

La puerta vaivén me recuerda que un momento estás sonriendo y en otro estás llorando, pero, es eso, un momento. Y saldrás y regresarás a él cuando tenga que ser.

Leí la columna «La presencia del cenzontle», de una querida persona, y cuando lo hice espere y le dije a ella misma que ojalá la vida me regalara mensajes misteriosos.

Por la tarde del miércoles, a mi madre y a mí nos visitó un ser, y con el corazón deseé que fuera uno de esos «mensajes misteriosos»:

Sentadas en el mismo sillón un pequeño pajarito nos visitó.

–Mamá: ábrele la ventana para que pueda salir.

Me paré y abrí la puerta por si éste se iba hacia allá, mas voló hacia una ventana, nos volteó a ver por un instante y desapareció. La ventana estaba cerrada, no habría podido atravesarla. Lo buscamos, no dejó rastro.Alguna corriente de aire, no sé, la puerta vaivén de mi casa rechinó como si me recordara que ese era uno de esos momentos, instantes, que hay que valorar, vivir.

Fotografía:  Harrison Haines

Sobre la autora*
Bibiana B. López Álvarez
Comitán de Domínguez, estudiante de la licenciatura de Comunicación Intercultural en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), fue estudiante de intercambio en la Universidad Católica del Salvador (UNICAES) en Santa Ana, El Salvador.
Tallerista de teatro universitario. 
Fue parte de la creación de la obra "Caites o el destiempo de oficios a olvidar".