Por Alejandro Aldana*
¿Quién es ese hombre de la barba florida? Para Luz y Emiliano Las cinco etapas del pensamiento de Paulo Freire El pensamiento de Paulo Freire se puede esquematizar en cinco etapas, las cuales son las siguientes: el oprimido, la esperanza, la autonomía, la indignación y la tolerancia. Es interesante como se reorganiza el contenido de un pensamiento que a través de los años se fue corrigiendo, alimentando de lecturas y experiencias. La filosofía de Freire es en sí misma un diálogo con sigo misma, pero también con la realidad vista como un espacio histórico. Para Freire la actualidad es un producto histórico, no surge de manera espontánea, tiene un devenir, una relación dialéctica. Aquí sin duda se alimenta del pensamiento de Hegel, muy probablemente filtrada por la obra de Carlos Marx. Los estadios del tiempo se corresponden a la diversidad de relaciones de la vida material, la economía y las estructuras económicas repercuten en las nuevas estructuras de las sociedades, sin perder de vista que esa producción se desarrolla en un contexto cultural, la convivencia espiritual forma parte de esa nueva realidad. Entendiendo lo espiritual como la manifestación de lo propiamente humano, y la educación es parte sustancial para la expresión del mundo espiritual de la humanidad. Una sociedad deshumanizada es una sociedad sin espiritualidad, el ser humano es un ser espiritual, el único ser que posee esa cualidad. En el pensamiento de Freire es fundamental ubicar el modelo económico en el que se experimenta el proceso pedagógico, sabe que los pueblos que viven en la pobreza se encuentran regidos por estructuras económicas especificas. El capitalismo genera una situación social, política y económica propia de las relaciones dialécticas de dicho sistema económico. La escasez, la pobreza, la violación a los derechos humanos, la negación de garantías jurídicas, la deshumanización de las sociedades son resultado de un sistema que prioriza la generación de riqueza económica por encima de todo lo demás. Generar plusvalor es la urgencia de los mecanismos sociales y políticos. Acapara el excedente económico el objetivo único. Esta situación lleva a las sociedades a deshumanizarse, ya que la persona humana se convierte en un instrumento de una maquinaria que lo reemplaza sin ningún problema. A partir del estudio de los mecanismos y las contradicciones del capitalismo, que hoy vive una crisis que se extiende en el tiempo, poco a poco el neoliberalismo va dejando de ser la supuesta respuesta a los problemas de la humanidad, hoy hasta los liberales comienzan a tomar distancia del neoliberalismo, se va desligitimando; pero inmediatamente comienza a remplazarse con otras estructuras económicas que de manera sistemática contraviene el espíritu humano. Freire comprende que desde esta situación de crisis se debe plantear una nueva forma pedagógica. Entiende que en esa relación compleja es menester ubicar al opresor. La definición de este actor es fundamental, se convierte en una necesaria brújula que permitirá situarnos en la actualidad y su contexto. Este opresor intentara deshumanizar al oprimido. No es casual que el opresor en su gran mayoría es detentador de los medios y modos de producción, además de controlar y disponer del capital. Y el oprimido posee únicamente su fuerza de trabajo, vive en la escasez, no cuenta con los mecanismo viables para salir de ese circulo vicioso que es la explotación misma. Freire reflexiona desde la filosofía y la historia, entiende que una salida a ese circulo puede ser la educación, pero no la educación diseñada desde la mirada y los medios de los opresores. Una educación diseñada desde el opresor tiene un objetivo básico y es que el oprimido siga cada vez más oprimido. En el mejor de los casos es generar mano de obra barata, permitiéndole a este vivir medianamente cómodo. Freire propone una educación popular, y este concepto tiene una ría importante, el pueblo entendido como ese conglomerado de desposeídos. Una educación que mediante el dialogo de saberes el educando pueda convertirse en actor que transforme su realidad. La educación desde el pueblo es liberadora, y para transformar la realidad es menester que se identifique una comunidad. El individuo pierde parte de su consustancialidad para fundirse en su ser social, ya que el individuo también tiene un ser social, ya que proviene de una sociedad que le permite vivir y desarrollarse en un conglomerado de personas que permiten la viabilidad de la vida humana. La transformación de la realidad solamente es necesario en comunidad. La educación por lo tanto debe pugnar por construir comunidad, fundar la vida en común, situación que el capitalismo se empeña en romper o quebrar. Para el capitalismo la formación de comunidad es un problema, ya que el individuo aislado, cosificado, incomunicado es mucho más fácil de controlar. Esta primera etapa es sumamente importante porque ubica los actores de la relación: el opresor y el oprimido. Establece una pregunta medular: ¿quemes una educación opresora o libertadora? Al resolver ese cuestionamiento estaríamos delineando las cualidades y contenidos de la educación. La escuela, por lo tanto, puede convertirse en un brazo operador del opresor o propiciador de la liberación. Opresor busca desde su paradigma educativo negar al oprimido toda posibilidad de realización humana, y es por ello que le quita la mínima posibilidad de que se observe como parte de una historia, se promueve una desvinculación con la comunidad, con la economía, con la historia. Al quitarle la posibilidad de tener un pasado, una raíz, el oprimido se pierde en una cápsula abstracta que flota en la nada, y es por ello que tiene menos posibilidades para ser consciente de sus problemas más inmediatos y de esta manera se imposibilita los mecanismo para la acción transformadora. Para cambiar la realidad es sumamente importante saber en qué lugar nos encontramos, cual es nuestro devenir y cuales son las condiciones objetivas y subjetivas que nos han llevado a la situación en la que nos encontramos. Conocernos a nosotros mismo como comunidad permitirá una acción libertadora más eficaz. La segunda etapa es lo referente al conocimiento como lucha. El conocimiento desde el pensamiento de Freire es un todo complejo, multifactorial e integral. El conocimiento no se reduce a la mera información, es por ello que está en contra de una educación bancaria, donde el profesor deposita datos en el educando sin tener una relación crítica con esa información. La información se convierte en conocimiento cuando se realiza una aprehensión crítica, esto implica una reflexión más profunda, comparar los datos, contrastarlos, identificar sus contradicciones, llegar a conclusiones y posibles resoluciones a problemas reales. El conocimiento tendrá una verdadera praxis revolucionaria, es decir lograra incidir en la transformación de la realidad, cuando se piense y se organice desde su propia integralidad. Es importante conocer desde la epistemología, pero además es menester contextualizar ese conocimiento. Uno es el conocimiento que se genera en los cubículos universitarios y se quedan en dichos recinto a alejados de una realidad práctica. El conocimiento que le interesa a Freire es uno muy diferente, este puede nacer en la calle, los mercados, la milpa, el mar, y también en las universidades. Ese conocimiento nace en el pueblo y se relaciona directamente con el pueblo. El saber no se genera en una cápsula de abstracción, eso sucede en algunas ramas epistémicas como las matemáticas, la física, la física cuántica, etc. Pero los demás saberes son producidos desde la comunalidad. El conocimiento tiene por tanto una misión transformadora, despreciar al conocimiento es la peor falla en un proceso revolucionario. No basta tener muchas intenciones de liberarse, sino se conoce las circunstancias objetivas y subjetivas, la historia del territorio y la sociedad, las maneras den que se han desarrollado las relaciones de producción, et, etc, nos llevara a un desperdicio de tiempo, esfuerzo y en muchas ocasiones de vidas. Paulo Freire nos invita a aprender todo el tiempo, jamás detener los procesos de aprendizaje; pero también debemos atraernos a generar conocimiento. Es necesario que en nuestro proceso educativo seamos conscientes de nuestra ardua tarea, ¿qué tipo de profesores somos?, ¿qué mundo queremos construir?, ¿con qué herramientas cuento?, etc, etc. El proceso del conocimiento es dinámico, no necesariamente se presenta en una forma lineal, unidireccional, autoritaria, inmovilizadora, acrítica, ahistórica. En su dinamismo se implica una relación dialéctica, dicha forma se establece desde la ubicación y cualificación de las contradicciones del fenómeno pedagógico. Si la movilidad es dialéctica es importante observar la manera como se mueven dichos fenómenos. Las contradicciones establecen sus cargas positivas y negativas, se conduce a una tesis, la antítesis y la síntesis. La síntesis supera las contradicciones, pero no se instituye en verdad incuestionable, esa síntesis vuelve a su dinámica dialéctica. Freire nos dice que para conseguirlo necesitamos estar abiertos a todos los elementos de la construcción del conocimiento. Por lo tanto, se establece una relación dialógica, el profesor aprende tanto como el alumno, el alumno con los demás alumnos. Es importante escuchar, generar convivencia libre y democrática. La tercera parte es Sueños y utopia. Soñar es una acción política, entendido el sueño como un proyecto, implica una posición frente al mundo, conlleva un método, un camino a seguir. El sueño es un concepto que Freire utiliza con frecuencia, pero el sueño es al mismo tiempo responsabilidad. Cuidado con lo que sueñas, ya que se puede hacer realidad. Esto nos lleva a pensar que en muchos procesos revolucionarios mediante la vía violenta, finalmente llegaron a triunfar en la optación del poder; pero ya sin armas, sin uniformes verde olivo, sin vivir en la clandestinidad, esos movimientos no supieron qué hacer con la revolución triunfante. Todo parece indicar que los grupos guerrilleros de izquierda desarrollaron excelentes maneras de luchar contra un gobierno opresor; pero jamás soñaron qué sucedería cuando ya dirigieran al país, y los fracasos son numerosos, dolorosos y frustrante. La utopía y el sueño van de la mano, soñar y construir una utopia se retroalimentan. Freire hace hincapié sobre la relación de la lectura, es decir cuando se lee la palabra, también se realiza la lectura del mundo. Cuando leemos al mismo tiempo nos leemos. El acto de leer es abierto, el texto escrito no es cerrado, no es concluyente, al paso del tiempo el texto a perdido su intención autoritaria, la relación de lectura es dialógica, el lector participa directamente en la construcción del texto, el mensaje que se decodifica. Leer el mundo es leer la vida en una retroalimentación constante. Como señalamos con anterioridad la relación es dialéctica. Al leer y releer el mundo estamos reescribiendo el mundo. Esto quiere decir una cosa importante, la lectura no es una práctica pasiva, por el contrario mueve el quehacer de la comunidad y del individuo. La reescritura de la vida no es más que el momento en que el sujeto lector deja su estatus pasiva y pasa a una actividad más directa con la comunidad, es actuar sobre la realidad. El sujeto se activa, no se conforma con contemplar el mundo, sino que se realiza en su ser precisamente en su acción comunitaria. Nuevamente la comuniladidad es consustancial a dicha escritura. El individuo en su mismisidad, en su autonomía como miembro aislado y cosificado impide la reescritura del mundo. La persona en su carácter de individuo no puede transforma la realidad, pensar que el sujeto cambiara el mundo siendo buen ciudadano es por decir lo menos un absurdo, ya que el mundo no es resultado de su acción individual, por el contrario el mundo se construye socialmente y por lo tanto su transformación es posiblemente solamente si la acción liberadora se hace de manera social, colectiva. Las etapas cuatro y cinco son: La esperanza y la autonomía. Es importante tener claro que las etapas se interrelacionan, se comunican, se retroaliemntan, no tienen fronteras cerradas, por el contrario son porosas, tienen un sinnúmero de vasos comunicantes, por ello de nada servirá cumplir con alguna o algunas etapas pero dejar de hacer otras. Esto se ha realizado en algunos lugares, donde se edulcora el pensamiento de Freire, quitándole su contenido político, lo cual equivale a quitarle el espíritu del modelo de la educación popular. No se trata de una visión religiosa, propiamente católica de la educación, donde el proceso se reduce el modelo a un cúmulo de buenas intensiones, que trata de evitar la confrontación de los actores fundamentales de la relación, me refiero al oprimido y el opresor. La esperanza se nutre de los sueños, ya que es importante la proyección del modelo, respecto a que tipo de sociedad queremos, para después configurar el modelo pedagógico que nos servirá para lograr construir esa sociedad. Pensar en una educación que no se vincule a las formas económicas y políticas que imperan en la realidad sería un nuevo absurdo, ya que el educar se convertiría simplemente en instruir. Lo hemos dicho con anterioridad, educar no es generar mano de obra barata, producir piezas acríticas que se insertan en la maquinaria de producción capitalista. EL sueño, la utopia y la esperanza van de la mano, se interrelacionan, se nutren. Solamente podremos tener esperanza en un proceso, siempre y cuando ya hemos soñado un orden de cosas, sabemos que queremos, tenemos trazado el camino hacia donde queremos ir. La esperanza nace y se refuerza con el conocimiento, mediante la ignorancia no se lograra formular un sueño posible, de nada serviría proyectar mundos imposibles, ya que la frustración no solamente afecta a las generaciones inmediatas al fenómeno, sino que alcanza varias generaciones más. Nada es tan perjudicial en el proceso revolucionario que una revolución derrotada. Y para soñar, formular una utopía y tener esperanza es necesario realizarlo desde la autonomía. El proceso autonómico nos permite mirarnos a nosotros mismos como los sujetos reales del cambio o transformación. La autonomía implica libertad, pero la libertad no es posible sin responsabilidad. El sujeto del cambio seremos directamente nosotros, no vendrá otro u otros que cambien nuestra situación. La libertad produce temor ya que siempre será más cómodo que otro realice las acciones fundamentales de nuestras vidas, aun que esto implique nuestra sujeción a un aparato ideológico que nada tiene que ver con nosotros. La esperanza es el trabajo direccionado, la disciplina con camino claro. La autonomía nos implica directamente, pero nos permite construir la vida que realmente buscamos y para ello es necesario una educación que contribuya a obtener ese objetivo. Freire nos proporciona esa educación. Un mecanismo fundamental en el proceso, ya que el educando podrá pensarse como el actor principal en la construcción de su historia. Los pueblos solamente podrán vivir de acuerdo a sus necesidades políticas, económicas, sociales, culturales, siempre y cuando viva en autonomía. No depender de otro u otros en ningún sentido. LOs pueblos podrán establecer relaciones con otros pueblos o países desde sus propias autonomías, es decir, desde su propio ser nacional. No someterse a la hegemonía de un imperio o economía más poderosa. La educación que educa para la libertad, refiere que debemos configurarnos desde la autonomía. Libertad sin autonomía y viceversa es un nuevo absurdo. Un socio político y económico respeta nuestra propia forma cultural o política, sin embargo, al perder autonomía al mismo tiempo perdemos libertad. La esperanza se nutre de todos estos elementos fundamentales, no existe otra forma de lograrlo y la educación es una piedra angular en esa relación, pues es aquello que nos prepara para hacer frente a nuestra realidad y vernos en el espejo de nuestro propio ser. (Continua en la siguiente entrega)...

Fotografía: Skully MBa , por Pexels
Sobre Alejandro Aldana Sellschopp
Investigador, promotor cultural, editor, ensayista y narrador.
Ha sido becario de: FOESCA (Emisiones 1999-2000 y 2000-2001), PACMYC, fue becario del FONCA (2003-2004) en el programa de Jóvenes Creadores en la modalidad de novela. Está incluido en la antología del FONCA – Jóvenes Creadores generación 2003-2004.
Ha publicado: Tiempo a Contrapunto (UNAM- Espacio Cultural Jaime Sabines), Nudo de Serpientes (Novela). Su cuento Diario de un lobo está incluido en la antología Inventa la memoria (Alfaguara). La novela en Chiapas, antología (Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas en el 2018).
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