Parábolas del uroboro. 7. Verdad oculta en la ironía. Ilse Ibarra Baumann

Por Ilse Ibarra Bauman

“Yo no entiendo de esas cosas;

sólo sé que aquí me vine 

porque, si es que soy mujer,

ninguno lo verifique.”

Sor Juana Inés de la Cruz 

Ironía

El siguiente capítulo se basa en el análisis de Pierre Schoentjes sobre la ironía La poética de la ironía, (2003), Ediciones Cátedra. Madrid.

De generación en generación

Al pretender el origen de la ironía se ha llegado a varias posibilidades de su significación. Se relacionó con el vocablo griego eironeía ya que eíron pudo ser el que interroga y eiró el que declara. 

Pero se está en un hilo sumamente delgado para dar legalidad a su formación. Ya que, como nombra Pierre Schoentjes en su libro La poética de la ironía publicado en el 2003 por la editorial Cátedra en el capítulo dos, para Aristófanes (450-385 a.C.) eíron se aplicó a personas no recomendables como también a un tipo de comedia antigua. 

Pero no importa cuál sea el más convincente de los términos, ya que éstos se bifurcan en el significado final de la palabra. 

Porque la ironía actúa como una burla que es declarada por alguien. Así que no representa respetabilidad una persona que ha tomado a un individuo para hacer uso de sus defectos o en todo caso de su ignorancia para ridiculizarlo. “La Retórica presenta al eíron como una persona a la que hay que someter por su hipocresía (…) y que puede excitar la cólera para su carácter despectivo (…) el irónico busca su propio placer; el bufón, el de los demás” (Schoentjes, 2003, p. 33).

            El irónico no busca agradar a los demás, sino que siente un placer lúdico ante la sombra que impera al descubrir la flaqueza del suceso o del individuo. No se da cuenta que esa flaqueza representa una verdad añorada.

            Aristóteles tomó como clave para el eíron el hecho de fingir. Pero al aparentar sabiduría se está muy cerca de la duda, aunque sea un poco. Sin embargo Sócrates aparece como un ignorante ante sus discípulos con los que dialoga haciendo preguntas de lo que él estaba consciente, esta ironía socrática únicamente compete a la dialéctica por lo tanto tiene lugar en las pláticas con sus alumnos. 

Como dice Schoentjes, “era irónico cuando decía que no sabía nada” (2003, p. 38). Así ante este análisis, cita a Fernando Pessoa, quien toma a la ignorancia de Sócrates como algo consciente: “La ironía es el primer indicio de que la conciencia se ha tornado consciente. (…) Desconocerse conscientemente, he ahí el camino. El desconocerse concienzudamente es el empleo activo de la ironía” (Schoentjes, 2003, p.38).

            El disimulo es una parte esencial de la ironía, es este disfraz del que se hace uso. Pero para que complete el círculo el artificio lúdico de la ironía, es necesario que sea descubierta. Al reconocerse, se vuelve sincera pero únicamente personifica el triunfo del irónico. 

Este doblez podría tomarse como uno de los ejemplos que da Octavio Paz de ahogo ante las formas y el sometimiento de la realidad en El laberinto de la soledad “una lucha entre formas y fórmulas en que se pretende encerrar a nuestro ser y las explosiones con que nuestra espontaneidad se venga” (Paz, Octavio, 1972, p. 29). 

Sin embargo, al hacer estos juegos entre una revelación de lo que es y de lo que se pretende que no sea, existe una duplicidad. Hay una verdad literal y una verdad subjetiva. René Schaerer, citado en el libro de La poética de la ironía, dice que: 

“… para que haya ironía, es preciso que un mismo objeto suscite dos opiniones contrarias (…) el dualismo fundamental de la ironía, dualismo en el que busca encontrar las implicaciones examinando los juegos de inversión que conducen a la paradoja y al equívoco” (Schoentjes, 2003, p. 40) 

La paradoja también es una figura de pensamiento que afecta la lógica. Reune dos ideas contrarias. Se aproxima al oxímoron, sin embargo, éste último actúa afectando dos palabras que son los antónimos. La paradoja es afectada por dos contraposiciones más amplias e ilógicas.

El irónico pretende ser lo que no es y sus hechos inciden en improvisar dentro de su sentido consciente elaborado a base de verdades y mentiras, de una contradicción, deslumbrar a su adversario. No se da cuenta que muchas veces al reflejar estas verdades ocultas se muestran las carencias o los apegos. 

(Continúa en la siguiente entrega…)

Fotografía: cottonbro

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