Obra de Juan José Arreola
Por Ilse Ibarra Bauman
Hablar de la obra de Juan José Arreola es penetrar en los sentimientos del hombre. Él escribe desde una posición personal que está arraigada a sus costumbres pero con efecto innovador. Incorpora lo arbitrario (como primer plano) a la razón, a través de la ironía. Revela, desde una percepción más intuitiva, la fatalidad del hombre desde un fondo muy divertido con dejos crueles. Hacer reír al lector común y se salvaguarda a través de la burla sin que éste perciba el trasfondo melancólico del origen.
Entre sus primeras obras dramáticas están: La sombra de la sombra, Rojo y negro y Tierra de Dios (con esta obra sufrió años por la irreverencia que tuvo hacia los asuntos religiosos). En el teatro no se consideró célebre, estas piezas son inéditas. Las que sí se editaron: La hora de todos y Tercera llamada, ¡Tercera! las considera fracasos. Actuó Becado por el Instituto Francés de América Latina.
Sueño de navidad es el primer cuento de Arreola. Lo toma como una de sus primeras y pocas pruebas de sentimentalismo, se editó en el periódico de su pueblo: El vigía, y nunca más se volvió a editar.
En la conferencia que dio en la Universidad de Granada en 1993 lo nombró como El barco, inspirado en un cuento de Leónidas Andréiev (queda claro el hecho intertextual que existe en el cuento El silencio: “Oía a la gente salir de la iglesia, oía cantar a los sochantres ante el ataúd, e intentaba levantar la mano para hacer la señal de la cruz. Pero la mano no le obedecía. Quería decir: «¡Adiós, Vera!» Pero tenía la lengua pesada como una masa inerte.”).
El cuento de Arreola trata de un niño que le da una cachetada a un compañero en el recreo unos días antes de navidad. No puede dormir porque su mano está entre entumida y culpable, no haya qué hacer. La mete entre las sábanas, debajo de la almohada, quisiera quitársela y arrojarla. Esto que el niño siente es el remordimiento, está arrepentido por hacer, pero si no lo hacer también estaría agobiado. De este cuento recuerda una de sus primeras frases literarias: “se arrancaba torpemente con las manos girones de sueño”.
Su primer libro fue Varia invención que se editó en 1949. Este primer libro lo coloca como gran escritor.
El trabajo que realiza en el Fondo de Cultura Económica como corrector le abrió la puerta a gran parte de la forma de su obra “encontré en la brevedad de la solapa el camino de la concisión literaria. De las solapas del Fondo nace probablemente mi vocación de crear cuentos breves.” (Carballo, 1994, p. 442).
Pero, sobre todo, sus conocimientos literarios se ensanchan. Corrigió dos veces Las grandes culturas de la humanidad de Turner, gracias a este libro organizó dentro de su biblioteca cerebral toda la información que poseía; tenían un orden.
Confabulario fue editado en 1952 por el Fondo de Cultura Económica. Esta recopilación de cuentos fue modificada en 1961 y 1971. Arreola no estuvo dispuesto a dejar sus historias en camisa de fuerza, así que en las ediciones que le siguieron a la primera trató de limpiar la individualidad de sus textos para dejarlos más pulimentados, además agregó nuevos. Confabulario es el resultado de sus sentimientos.
La formación de Bestiario, textos que se entregaron en diciembre de 1958, fue una obra prácticamente dictada como lo menciona José Emilio Pacheco “los escribí con pluma Sheaffers de tinta verde y luego los pasé a máquina Royal para que Arreola los revisase”. Christopher Domínguez Michael en la Antología de la narrativa mexicana del siglo XXrecuerda y le da el epíteto de “amanuense de Arreola” a José Emilio Pacheco.
Para el 15 de diciembre de ese año, Arreola debería entregar los textos a la Universidad Nacional Autónoma de México, si no lo hacía la Universidad haría uso de sus abogados para que Arreola devolviera el adelanto.
Ya no recuerdo si la idea fue mía o de Vicente Leñero, Eduardo Lizalde o el propio Fernando del Paso, a quien treinta y cinco años después Arreola iba a dictarle en Guadalajara el primer tomo de sus Memorias. Sea como fuere, el 7 de diciembre, ya con el agua al cuello, me presenté en Elba y Lerma a las ocho de la mañana, hice que Arreola se arrojara en un catre, me senté a la mesa de pino, saqué papel, pluma y tintero y le dije: me dicta o me dicta.
Arreola se tumbó de espaldas en el catre, se tapó los ojos con la almohada y me preguntó:
–¿Por cuál empiezo?
Dije lo primero que se me ocurrió:
–Por la cebra.
Entonces, como si estuviera leyendo un texto invisible, el Bestiario empezó a fluir de sus labios:… (“Amanuense de Arreola. Historia del Bestiario. José Emilio Pacheco.” en la revista Tierra Adentro, agosto-septiembre de 1998).
Esta obra no fue hecha por un experto en fisiología, sino por un observador del comportamiento humano y animal con alta dosis de matiz cristiano y fantástico. Al comparar a los animales con los hombres no es del todo halagador, desprestigia al segundo y utiliza la carnada (el animal en esta ocasión tiene una doble acepción) para ridiculizar la condición humana. El animal no sólo cumple el modelo del hombre, sino también se revela como lo sobrehumano.
En 1963, periodo de convalecencia, acomoda sus papeles y se encuentra con un gran número de textos que ha escrito de su tierra natal, esto dará inicio a su única novela: La feria que es la historia de su pueblo. Es una novela donde convergen gran variedad de géneros: la minificción, el cuento, la canción, la pieza de teatro, el poema, la parábola, citas bíblicas, la oratoria, la crónica, el ensayo entre otros. La primera edición se realizó en 1963. Estos años son también años de esplendor para Gabriel García Márquez, Mario Vargas llosa, Juan Rulfo entre otros. Por lo cual no tuvo una buena crítica.
Publica Palindroma en 1971, que es un género de textos legibles de izquierda a derecha y viceversa. También conocidos como verso sotádico, o verso jánico, o verso cáncrico, o frase capicúa, o frase retroactiva (como los llamaba Antonio Alatorre). “Are cada Venus su nevada cera”, Juan José Arreola.
Arreola aprovechó cualquier anécdota intrascendente para expresar la vida humana y sus avatares. Cita a Montaigne: “Yo soy la materia de mi libro” (Arreola, 2012, p. 686). Fue estricto con sus textos aunque todos pertenecen a una confesión.
Su obra está sujeta a una comedia que no suprime escenas trágicas. Rompe las reglas de los hábitos, afectos e intereses relacionados con su formación y, sobre todo, con el amor ilimitado de una mujer. Decir ilimitado como sinónimo de lo absoluto es contra lo que él lucha. Contra la construcción perene de un sentimiento que jamás podrá permanecer inmobil, sujeto a un estado fijo pese a que la humanidad declare: te amaré por siempre.
A sus personajes los ve en diagonal. Primero los presenta en línea recta creados con necesidades y compromisos sociales verdaderos. Después los quebranta y conflictúa en su existencia poniéndolos en situaciones penosas e irreales pero con un trasfondo que pertenece a los altibajos de su vida personal. Elaboró una literatura, como dice, acrisolada que puede encerrarse en una sóla cuartilla y abarca las pesadumbres más estrechas del ser humano.
(Continúa en la siguiente entrega…)
- Absenta
- Alejandro Aldana Sellschopp
- Antonio Florido
- Bibiana López
- Cajón de rubores
- Cotidianidades
- Damaris Disner
- David Andrade
- Erik García Briones
- Escritor invitado
- Filosofía
- Guiño a la pared
- Héctor Cortés Mandujano
- Ilse Ibarra Bauman
- Ilse Ibarra Baumann
- Jorge Abarca
- Líneas de desnudo
- Lufloro Panadero
- Luis Antonio Rincón García
- Luis Flores Romero
- Luz Helena Horita Pérez
- Manuel Pérez Petit
- Manuel Pérez-Petit
- Maria Gabriela López
- Miguel Ángel Carballo
- Nota rimada
- Paso de Fuego
- Poesía
- Polvo del camino
- Rafael Corzo Espinosa
- Roger Octavio Gómez Espinosa
- Sin categoría
- Teoría en pocos minutos
- Trabajo en alturas
- Universo breve
- Voces ensortijadas
Foto: Breakingpic