Parábolas del uroboro. 8. Verdad oculta en la ironía. Ilse Ibarra Baumann

Por Ilse Ibarra Bauman

“Yo no entiendo de esas cosas;

sólo sé que aquí me vine 

porque, si es que soy mujer,

ninguno lo verifique.”

Sor Juana Inés de la Cruz 

La estructura irónica

La lógica de un comentario irónico se adquiere por las capacidades al reconocer los símbolos semánticos y sintácticos del enunciado. También es necesario advertir las habilidades del ironista descubriendo su actitud y las emociones que en ello siembra.

En el Diccionario de retórica y poética de Helena Beristáin publicado en el 2006 define a la ironía como:

“Figura retórica de pensamiento porque afecta a la lógica ordinaria de la expresión. Consiste en oponer, para burlarse, el significado a la forma de las palabras en oraciones, declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda comprender otra, contraria (aunque para algunos es antífrasis la frase que significa lo contrario de lo que expresa: “¡bonita respuesta!”). Cuando lo que se invierte es el sentido de palabras próximas, la ironía es un tropo  de dicción (un metasemema ) y no de pensamiento (metalogismo ); a este tipo de conversión semántica o contraste implícito han llamado algunos antífrasis  sobre todo cuando alude a cualidades opuestas a las que un objeto posee, es decir, se refiere implícitamente (y al explícito le llaman oxímoron ). Se trata del empleo de una frase en un sentido opuesto al que posee ordinariamente, y alguna señal de advertencia en el co-texto (o contexto lingüístico próximo), revela su existencia y permite interpretar su verdadero sentido. Así, las marcas que permiten rescatar ese verdadero sentido pueden ser, tanto los significados de las palabras correlacionadas, como los de las frases, como el contexto situacional.” (Beristáin, 2006, p. 277)

La ironía trata de confundir la lógica y crea una ruptura entre las isotopías (línea temática con redundancia en la significación de una palabra). Digamos que el lector, si no conoce el contexto no captará el juego lúdico del irónico. 

            La lógica compete tres figuras claves que forman un silogismo (presentar tres pruebas o razonamientos, el último deduce las dos anteriores). La estructura se podría ejemplificar de una manera sencilla:

•          Premisa universal: Las esposas viejas aburren al marido.

•          Premisa particular: Mi esposa es vieja.

•          Conclusión: Mi esposa me aburre.

La lógica permite pensar de forma coherente. La idea o la cosa se colocan dentro de la mente en un contexto determinado, se compara, y se sabe que de acuerdo al tiempo y al espacio puede adquirir una idea determinada sin transgredir en todo su existencia. Es decir, las ideas se constituyen dentro de una identidad y no varían dentro de la existencia momentánea, o sea, dentro del presente.

El rompimiento de fidelidad en la conciencia del individuo se entrecruza dentro de sus conocimientos y termina operando como una contradicción. El simple hecho de escribir “rompimiento”, como lo expresa el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua es: “separar con más o menos violencia las partes de un todo, deshaciendo su unión” nos indica un hecho contrario a la armonía, quizás la añoranza de ese estado, Schoentjes nos dice:

Todo irónico es un idealista en tanto en cuanto en la perfectibilidad del hombre; en el momento mismo en que marca un rechazo, expresa simultáneamente su adhesión a un mundo perfecto al que aspira y del que siente nostalgia (…) El doble movimiento de distancia y de fe, del que el rechazo por la alabanza es la forma más marcada, aparece como primordial. (Schoentjes, 2003, p. 76-77)

Si se habla de que el irónico parte de una representación mental para después buscar su perfección partiendo de un rechazo, entonces podría estar cayendo en un acto de soberbia, porque al involucrar a un individuo en su juego demostrando que el contexto que habita es erróneo y él, sólo él, es capaz de darse cuenta, ha perdido toda humildad para decir de manera positiva ese equívoco, 

Sin embargo hará uso de la ironía para ridiculizar, hará una “burla a lo lógico” pero no se da cuenta que dentro de ese juego quedan impregnados todos sus anhelos, todo su mundo perfecto al que es imposible llegar. 

En ese momento el irónico se valoriza por encima de los demás. Ha sobreestimado la ingenuidad como un rasgo de ignorancia. Lo más absurdo es que el irónico necesita del ingenuo para sobrevivir irónicamente, ¡bonita respuesta!

            Theodor Reik fue uno de los discípulos de Freud al que Pierre Schoentjes citó como de los más brillantes y del que notó que la ironía representa este ideal siempre ausente. Ésta hipótesis, ha sido omitida y Pierre Schoentjes la rescata en La poética de la ironía:

Un acontecimiento o un pensamiento reaviva en una fracción de segundos la antigua ilusión o los sentimientos de confianza, de consideración, respeto, veneración, afecto o admiración que conscientemente, tuvieron lugar en un tiempo anterior. (…) Sólo cuando se manifiesta, por espacio de un instante la tentación de probar las cosas de la misma manera que en los tiempos olvidados, el recuerdo de la decepción o de la desilusión retornan y vuelve a sentir. La contradicción y el contraste entre una actitud antigua y otra nueva y los sentimientos que con ella se asocian, componen el fenómeno del que surge la ironía.

El creador de la ironía está tentado por un instante de recaer en la antigua creencia, de abandonarse otra vez a una ilusión superada. La emergencia de la memoria inconsciente parece reavivar el dolor y el desencanto, como sí, con la ilusión, la rebelión y la desesperanza que acompañaron al desencanto, se renovaran también. (…) En la expresión irónica, las antiguas ilusiones y los viejos desencantos se reavivan, así como también la indignación y la amargura, que se vuelven a sentir tan fuertemente como la fe antigua que un día se adoptó con profunda sinceridad. (Schoentjes, 2003, p. 77-78)    

Dice Octavio Paz en su ensayo “Analogía e ironía” que se encuentra en su obra La casa de la presencia (1994) que: para los románticos lo que redime a la vida monótona, subrayándola como “horror”, es ser un sueño; el sueño, para los románticos, se ve como una “segunda vida” y además como el puente que permite llegar a la verdadera vida, la vida del principio. ¿No ven así los irónicos cada uno de sus actos de burla que se presentan en lapsos de pocos segundos viviendo constantemente en su interior y que se personifican (como el sueño) dentro de un pudo ser, pero no lo es? Calderón de la Barca diría con respecto a esta ilusión tan verosímil:

Sueña el rico en su riqueza,

que más cuidado le ofrece;

sueña el pobre que padece

su miseria y su pobreza;

sueña el que a medrar empieza,

sueña el que afana y pretende,

sueña el que agravia y ofende,

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende. 

(Calderón, 2014, p. 95)

De una manera general, Calderón de la Barca atribuye el acto de soñar a la humanidad en general, por tanto se habla de un hecho colectivo. Las experiencias parten de repeticiones del pasado que han trascendido como las acciones primarias del hombre. Todo conocimiento es el cúmulo de experiencias que se forma con el conjunto de hechos e ideas que comparte un mismo contexto histórico. 

Con el paso del tiempo se toman notas estadísticas para conocer la influencia de estos estilos y modos de vida. “La ironía es la puesta en relieve del carácter artificial de cualquier ficción más allá de su deseo de realismo (…) El arte se propone hacer posible una visión renovada de la realidad” (Schoentjes, 2003, p. 94). La ironía no viviría si no existieran los ideales.

Así, la ironía se asienta en pensamientos que han tenido un largo camino de prueba y error, analiza las particularidades sociales que rodean al individuo y que han impactado en su conciencia pudiendo ser algunos acontecimientos traumáticos como la crisis económica, la estrechez de las religiones, la manipulación política, los desastres naturales… El saberse afectados por tales o cuáles sucesos, en un determinado momento, son asimilados y reconstruidos dentro de cada persona. 

Cada evento ha ocupado su sitio en la memoria y han creado la conciencia o han quedados cubiertos (“protegidos”) en el inconsciente que representa un terreno frágil. La información que compete a cada ser es el almacenamiento del pasado que formula los recuerdos y advierte las decisiones del presente: lo somete. En Los abusos de la memoria, Todorov afirma: “no hay razón para erigir un culto a la memoria por la memoria; sacralizar la memoria es otro modo de hacerla estéril” (Todorov, 2000, p. 33). 

Por tanto, dentro de esta capacidad cognitiva con que cuenta la memoria, se asume que la ironía representa un juicio crítico que ha sido fermentado en base a su pasado. La memoria ya sea empleada para principios morales o por la libertad o vinculando ambas en procesos imaginarios, constituye la construcción de cada individuo dentro de su realidad social.

Pierre Schoentjes establece que “si la ironía es un modo de escritura, es también un modo de lectura. La dinámica de pensamiento de la ironía no existe en el poema nada más que a condición que el lector participe activamente en la constitución de un sentido” (Schoentjes, 2003, p. 92).  

Al conocer la ironía, duele. No suprime, hace inoportuna su existencia. Cada lector es una interpretación personal, elabora un mundo perfecto, obtenido a base de una realidad social que participa de forma subjetiva. La verdad molesta y obstaculiza la armonía hacia el que la recibe, sólo, cuando el ironizado tiende a actuar de forma recíproca y sabe defenderse ante esta habilidad de palabras y de pensamiento, suele manifestarse satisfacción y muchas veces, revancha. Si la ironía aparece en un texto, el ironizado, consciente de la burla, disfruta el juego. 

Al ver el anhelo hecho trizas surge la crítica. Por esta razón, cuando hablamos de ironía también hablamos de distancia. Los acontecimientos del pasado han formado parte de las prácticas sociales; al observar desde un presente en retrospectiva con anhelos hacia el futuro se crea una ilusión, cuando los deseos se ven frustrados los episodios en el intercambio verbal o escrito muchas veces se pueden volver crueles. 

Se habla de un tiempo pasado que viene a desestructurar una situación. Pierre Schoentjes dice: 

La ironía rompe el fluir previsible del discurso, como lo sobrenatural rompe el del mundo: en un nivel superior, se puede afirmar que la ironía y lo fantástico marcan ambos una ruptura con la lógica. (…) La ironía y lo fantástico se caracterizan por la ambigüedad y por la indecisión; lejos de constituir tendencias contrarias (…), nacen de un mismo foco. (Schoentjes, 2003, p. 104)   

Por lo tanto, el lector o el oyente tendrán que llenar los espacios vacíos que existen en el discurso y darle un sentido al significado que pretendió dar el irónico. Estos significados contarán con  una doble valorización que se encuentra en ambos polos. 

Uno de los ejemplos de Umberto Eco en Entre mentira e ironía es sobre las acciones que desempeñan el Gordo y el Flaco en sus películas; muchas veces se dan pastelazos en la cara y observamos el comportamiento de pausa del que lo recibe: no es el pastelazo en sí lo que aviva la inquietud del espectador, sino esa espera entre la provocación y la respuesta. Es el tiempo que se toma el Gordo en quitarse el merengue de la cara. La burla se ha tirado, ahora falta ver la reacción de ese futuro inmediato que es ignorado.

(Continúa en la siguiente entrega…)

Fotografía: cottonbro

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