Líneas de desnudo/ 120
Del miedo al triunfo (1)
Por Manuel Pérez-Petit
La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida.
Octavio Paz, El laberinto de la soledad
Estoy vivo. Con eso respondo a una pregunta que, en días posteriores a mi infarto del pasado 26 de agosto del presente –que compartí en mis ‘El ángel que siempre va conmigo’ y ‘No hay descanso para mí’–, me formuló con cierta estupidez e insensibilidad un viejo y muy querido alumno al cual hoy ya ni reconozco, y que aunque me es indiferente me genera una profunda compasión.
Otrosí: Este sábado 1 de diciembre y a raíz del anuncio de mi nueva encomienda al frente de Almuzara México, el buen Antonio Florido (1965), fabuloso escritor de altos vuelos y plumas de cañones recortados, me recordaba el artículo que publicó el 28 de febrero de 2021 en su columna El acento del medio digital español periodistadigital.com titulado ‘Manuel Pérez-Petit: El hombre voluntad’, en el cual, entre otras cosas, decía: La lucha de Manuel es como la de Sísifo: eterna, ciega, absurda, pero inmanente a su forma de entender el caos, y desarrollaba toda una especie de teoría en que, además, elogiaba lo que a su parecer y no sin razón es definitorio en mí: mi amor por la vida. Yo, que no persigo ni perseguí nunca notoriedad alguna, convencido como vivo de que lo único que hay que hacer es darse, ruborizado, le contesté en este mi Líneas de desnudo con ‘Hombre-Voluntad’, publicado el 3 de marzo de ese año y al que añadí como epígrafe aquellas otras palabras que me dedicara hace más de un decenio mi también querido amigo, el poeta y crítico hispano-argentino Marcos-Ricardo Barnatán (1946) en su generoso prólogo a mi ‘Creo en los milagros, antología personal 1985-2009’, que tuvo en 2010 hasta dos ediciones diferentes: Manuel Pérez-Petit es un personaje atípico. Poeta antes que nada, pero también animador cultural, un hombre de insaciable curiosidad y vasta cultura, de muchas lecturas pero también de muchas músicas y artes, con una irrefrenable tentación por la vanguardia allí donde esté naciendo, pero con esa pulsión clásica que deja que el idioma respire por los metros de la memoria (...).
Otrosí: Octavio Paz (1914-1998), que se negó siempre a dirigir talleres y a tener alumnos, tuvo uno en su departamento de la calle Río Guadalquivir, en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México, teniendo como uno de sus muy escogidos alumnos a la extraordinaria poeta Maricruz Patiño (1950), por quien conocí la génesis de ‘El laberinto de la soledad’, el problema que supuso su creación para el Nobel mexicano, y que ella cuenta con especial elocuencia –escuchen la entrevista que le hice a la poeta el pasado 7 de abril del presente en Temas y +temas, el programa de mi amigo querido y gran periodista mexicano Miguel Bárcena, del cual me honro en ser colaborador–. En ‘El laberinto de la soledad’, Paz acuñó esa famosa frase que da arranque a este artículo: La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida, oración quizá genial y en todo caso fruto indudable de la inspiración, pero de la cual disiento de manera radical. Aunque español de nacimiento, soy por decisión propia y convencida mexicano y ante lo que no siento indiferencia, por el hecho irrefutable de serlo, es ante la vida.
(Continuará…)
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Nota del autor
Comienzo con este texto una serie de tres artículos que publicaré cada dos días en esta penúltima semana de un 2023 que comenzó como la chingada y termina bien chido, lleno de luz, quizá porque he perdido mi empecinado miedo al triunfo de siempre.

Fuente de la imagen: https://almuzaralibros.com/noticia.php?noticia=358
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Periodista, editor, escritor, docente y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.














