Líneas de desnudo. 20. El elegido 1: Neo, un caso contradictorio. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 20

El elegido 1: Neo, un caso contradictorio

Por Manuel Pérez-Petit

 El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define la voz ‘elegido’ como “predestinado”, y aclara “(II para lograr la gloria)”... Debo confesar que me quedé patidifuso al comprobar la “bondad” de nuestro diccionario de referencia, al cual no puedo excusar por el hecho de que ya no es “español”, o sea, de la Real Academia Española, sino de la Asale (Asociación de Academias de la Lengua Española), gracias a Dios, porque a día de hoy el español de España, con toda su riqueza, está, con mucha probabilidad, más cerca de la cola que de la cabeza en la lista de los “españoles”. No sé si España liderará algún día la fortaleza del idioma español en el mundo, pero es indudable que a fecha de hoy está muy lejos de que se cumpla esa posibilidad, y yo, que he viajado a lo largo y ancho del continente americano, puedo atestiguarlo. Será tema de otro Líneas de desnudo nuevo en este proyecto fabuloso de Letras, ideaYvoz del que espero ser digno algún día y del que de momento acepto con humildad la oportunidad que me ofrece.
            Decía que me quedé patidifuso cuando fui a comprobar la definición de ‘elegido’ en el DRAE, y verán por qué. Si buscamos en el mismo DRAE la entrada ‘gloria’ nos encontraremos con catorce acepciones, además de once formas compuestas con esa palabra. De las acepciones, llaman la atención –si nos atenemos a lo que nos atañe– la primera, la tercera y la cuarta (“Reputación, fama y honor extraordinarios que resultan de las buenas acciones y grandes cualidades de una persona”, “Persona o cosa que ennoblece o ilustra en gran manera a otra u otras –poniendo como ejemplo “Ramón y Cajal es gloria de España”– y “Majestad, esplendor, magnificencia”), siendo las demás irrelevantes a nuestra tarea de este momento. Se puede deducir que, a la luz del DRAE, un ‘elegido’ es un predestinado para lograr reputación, fama y honor extraordinarios que resulten de sus buenas acciones y grandes cualidades, o para lograr ennoblecer a los demás, o para lograr majestad, esplendor, magnificencia o que posee dichas cualidades o que puede poseerlas. Dicotomía es –como diría el maestro Yoda–. Descarta el DRAE, en sentido estricto, que pueda darse todo ello en uno solo, y no hace referencia alguna al grado de conciencia de la persona respecto al hecho de ser un –o el– elegido. Tampoco olvidemos que el instrumento regulador de la riqueza lingüística del español debe ir, por su propio estatuto, un paso atrás en relación a la realidad del idioma, a fin de evitar, por ejemplo, incorporar voces que pudieran ser pasajeras o fruto de la moda –un dato importante es saber que la moda es lo que pasa de moda– y, por lo tanto, ser efímeras y no quedarse al final en el acervo de la lengua viva, para tener mayor claridad a la hora de limpiar, fijar y dar esplendor al idioma…
            En Matrix, trilogía de películas escrita y dirigida por las hermanas Wachowski que comenzó su andadura en 1999 y cuyas secuelas fueron de 2003 (The Matrix Reloaded y The Matrix Revolutions), Neo (interpretado por Keanu Reeves), un informático con doble vida –durante el día es programador y por la noche, jácker– es el elegido, según Morfeo (Laurence Fishburne), líder de los que podríamos denominar rebeldes, para terminar con la guerra que tiene sumido al mundo en una realidad virtual, sometido todo ser humano –o casi todo– a una esclavitud total por parte de inteligencias artificiales, en un futuro que se corresponde –curioso dato– con el final del siglo XX. Los rebeldes, que son los pocos que han conseguido librarse del dominio de las máquinas y la dictadura de la realidad virtual, viven en la ciudad de Zion y son sometidos a un brutal acoso continuo por parte de los agentes, liderados por Smith (Hugo Weaving), un siniestro personaje que aunque muere al final de la primera entrega de la saga –a manos de Neo– continúa vivo en las siguientes –no hay que olvidar que todo es virtual–. Morfeo –un auténtico héroe, capitán de la nave Nabucodonosor/Nebicaneser– está tan convencido de la condición de elegido de Neo que no duda, por ejemplo, en una emboscada de los agentes, en entregarse a éstos para que Neo pueda escapar, convirtiendo a partir de entonces en una misión fundamental para éste su rescate. A qué decir que Neo es un tipo miserable y en nada su perfil se corresponde con el arquetipo del héroe –y ni siquiera con el de antihéroe–. No alcanza reputación ni honor extraordinarios –el concepto de fama merece consideración aparte–, y mucho menos ennoblece a otras personas o  es capaz de lograr majestad, esplendor o magnificencia. Es, por no abundar, un delincuente –ya no un pirata sino un capitán pirata– que adquiere cualidades –por el asombroso, extraordinario e insoportable entrenamiento que recibe– en el mundo en que le toca vivir y las emplea en la búsqueda de su interés particular o del interés del grupo que representa. Como si tuviera una concentración excepcional de “midiclorianos” –formas de vida microscópicas inteligentes que, originadas desde la base de la vida, en el centro de la galaxia, dotan de La Fuerza, como veremos en el artículo que tengo preparado acerca de los Skywalker, padre e hijo, elegidos en diferente sentido, pero elegidos, en Star Wars–, Neo resulta ser un ser dotado de manera excepcional para la lucha contra el sistema, con una cualidades que, potenciadas de manera adecuada le convertirán en el “héroe” que –toma ya–, según una profecía, acabaría con las máquinas que lo gobiernan todo, la Matrix, en la que todo es considerado “cosa”, creada y controlada de forma artificial. 
            En un caso parecido al de Blade Runner (1982, Ridley Scott), The Matrix se convirtió de inmediato en más que una película de culto, se popularizó de manera espectacular y hasta ha dejado su legado en la cultura popular, teniendo una incidencia clara en la filosofía, la literatura y el cine desde entonces, así como en las más diversas industrias. No en vano, tanto su planteamiento filosófico y ético como sus referencias provienen de la más potente tradición de la literatura de ciencia ficción y la filosofía, llegando a plantear de una manera fehaciente la cuestión de lo que es o no es real. No hay duda de que se trata de una película en alto grado filosófica ante la que continuamente el espectador se ve obligado a plantearse cuestiones o problemas más propios de la ontología que del entretenimiento. Y aún así, entretiene y hasta divierte. Cualquiera de las tres partes. Y ojo que ya se anunció la cuarta...
            Pero deseo volver a Neo. Desconocedor de su potente naturaleza y condición, en su vida cotidiana va observando que hay cosas que no funcionan, que su mundo no es del todo el que debiera ser, lo cual le predispone a buscar fuera, sin ni siquiera saber qué hay. En ésas, se le presenta la ocasión de conocer a Morfeo, circunstancia en la que éste pone mucho empeño, por otra parte, lo cual facilita que se den las cosas. El pobre Neo ni se imagina por lo que pasará antes de convertirse en el líder de la revuelta, y además no tiene ni la conciencia de serlo ni la voluntad. Lo demás en las películas es de una lógica aplastante –hasta hay un traidor en las filas de Morfeo que, desde el primer momento, hace por sabotear su cruzada– y solo sorprende en parte, pues quizá nunca la intención de las realizadoras de la saga fuera sorprender al espectador por la vía de los giros inesperados o de la complicación argumental. Y está bien así, y a los resultados me remito. Pero Neo –que en ningún momento imagina lo que le espera y que refuerza luego su papel de cabeza de proyecto con una historia de amor relativamente convincente–  nunca dejará de ser un pirata para el que el fin justifica los medios. Por tanto, y poniendo este caso como ejemplo, el DRAE quizá se equivoque al definir la voz ‘elegido’ solo hablando de virtudes o refiriéndose a “lograr la gloria”. O quizá se equivoque este cronista al entender que la gloria y la miseria van de la mano. En el caso de Neo, la miseria pesa más en la gloria que la gloria misma, pues la alcanza a cualquier precio. En definitiva, consideremos a Neo un elegido frío, distante y contradictorio, de los que no sirven como modelo de vida, pues con el todo vale que él practica de manera magistral no se consigue luchar contra la maldad ni contra ningún totalitarismo. Y menos modelo aún como para enfrentarse al poder omnímodo del nuevo statu quo de la Era Distópica, en la que ya estamos inmersos. Una lástima. Sigamos buscando elegidos y reflexionando acerce de lo que es y supone serlo... 

(... Continuará…)

 __________
Nota del autor
Comienzo con este artículo una serie acerca del concepto de el elegido, que tiene muchos perfiles y por el que pasaré por la literatura, las artes y el cine en búsqueda de modelos que puedan incluso ser válidos para nuestra nueva tesitura en el mundo, pero también al margen de ello. Alternaré esta serie con la de la distopía o con la “de mi carpintería”, así como con otros artículos que dedico a otros asuntos. Reconozco tener muchos temas pendientes –varios de los cuales han sido comprometidos por mí mismo en mis artículos, que iré desgranando poco a poco. No duden en echarle un vistazo a mi espacio martes, viernes y domingo, días de su publicación. Agradezco la creciente correspondencia que, por diversos medios, recibo a colación de mis textos. Ojalá tenga la capacidad de dar satisfacción a todos mis amables lectores.
 
   
 “©M. P.-P., 2009”
Fotografía:  “©M. P.-P., 2009”

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 19. La oración definitiva de tus ojos. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 19

La oración definitiva de tus ojos

Por Manuel Pérez-Petit

 Pues si de llenarnos de alegría se trata ante lo que se nos viene encima, un 28 de abril no de ese mismo año del que hablábamos ayer sino del siguiente publiqué: "El poema perfecto yo me encuentro desplegando y mi aliento por tus montes al encontrarme, amor, y si te encontrara, al encontrarte así en nuestro hallazgo, en estos paraísos imposibles, inencontrable luz y así encontrada en nuestra arquitectura y los susurros, encontrado en tu cuello y empapado y reencontrada tú entre mis ojos (...)”, e indiqué que era un fragmento del poema "Yo quiero ser de musgo y caramelo ", escrito en abril, poema que, con mis naufragios y despojos, hoy está perdido –y me temo que para siempre y que sea inencontrable–, y un par de años después escribí este poema en versículos blancos de treinta sílabas cada uno sin signos de puntuación ni mayúsculas que ubiqué en mi serie El aura de tu tez, fechado en Lima, Perú, en mayo de 2012, que acabo de encontrar:
 
     soy la cicatriz y me limpio sin pudor en un poema eterno repleto de meandros silenciosos
     capaz de alzar las aguas de todos los océanos y colocar uno a uno cada pez en cada estrella
     de convocar y reunir en un arca cubierto de brotes a todos los seres de luz más palpitantes
     más allá de cualquier siempre conocido en los confines de tus piernas o en los pliegues de tus largos sueños
     de prender el candil que permanezca fiel a sus raíces y cuyos brazos se levanten en el templo
     con una exigua cantidad de aceite llenos de reconquista y luminarias y de afán de poner orden
     de recoger las espinas de mi carne con la soltura que transita por estos cauces de mis sienes
     como se yergue un cóndor sobre tus ojos al momento en que te echas a bailar y rebrota de tus labios
     de beber el caldo de la muerte que se cocina en peroles en todas las esquinas y transformarlo
     en tu néctar filosofal que convierte en vida todo lo que toca en tanto todo gira en torno a ti
     de ser el lazarillo de mis brazos en mi ceguera gracias a la gracia de tus labios que me donas
     en este ir a ti rodeado de luciérnagas y temblores y caricias que pronuncian solo un nombre
     de vivir en la mirada atenta y feroz de nuestro perpetuo calendario aún más allá de los pliegues
     rodeado de alcaravanes a cielo abierto y de los delfines que se ríen y juegan en tus faldas
     de estar cubierto por los rojos y arracimados ceibos de tus avenidas deliciosas y sembradas
     como el que camina rumbo a su abrazo favorito lleno de preñez cosido a tus llamas y tus ríos
     de beberte bajo el manto del gallo que me alza y me corona con radiante sol sobre campo de plata
     abriendo de paso el grifo de la luz que es y que contiene el óvalo enmarcado entre el olivo y el laurel
     de reconocer que esto nos resume pese a que sabemos que el mundo está por levantarse todavía
     una balanza un cerro un caballo y un buey dentro de cuatro cuarteles esmalte azul lazo celeste y sol
     de conocer que en este parto en que ahora por fin soy con mi fe me adentro en la fortaleza de este monte
     sobre las aguas cuajado de dolor y tiburones para hallarte sin pausa en este eterno buscarte
     de habitar en la estación en que evacuo los resquicios de mi muerte junto a la memoria de tus jaguares
     muertas las dentelladas de las llanuras que te circunvalan no tan llenas ya de pumas ni avestruces
     de hervir a zarpazos de besos imposibles mi sangre y elevar la oración definitiva de tus ojos
en tanto habitan en los humedales de mi espalda tus caimanes preferidos y cardiosaludables
     de recorrer la senda que atraviesa los continentes y en la que todo se dirige a ti y así te nombra
     hallarte por fin para hallarme y de una vez nacerme de una vez y bendita seas por para nosotros
     todos los territorios se rindan claridad sin cercas rellena de cantos en los dones que hoy nos brotan
     flora y fauna de este reto de la patria sin bandera con sentido abiertos en canal para ensartarnos
     desnudos de una vez sin tiempo posible en esta hora en punto y son estos tus anhelos los míos los nuestros
     plenitud de creer crecer crear es la mirada la que nos dice amor y con valor cierto se asoma
     de nuestro vientre al mundo nuestro ser con su cuerpo completo y sin cicatrices y limpios por fin joder
     hechos uno solo e inmunes y decididos en esta ecuación que nunca nadie pudo saber que supo
     con esta carta de naturaleza de nuestra condición original total mítica y pentatéutica
     que nuestra casa en que habitamos no tiene muros ni puertas ni ventanas sino extensiones tan abiertas
     que nuestra nueva enseña rayas azules acostadas se proyectan diáfanas en extensas alfombras
     y cuchillas que apenas se hacen seres por la soltura de tu acción y la gracilidad con que te empleas
     en tu continuo hacer y deshacerme en tu labor de catequista por la nueva vida en que somos uno
     y así de este modo ya embarcados en el gozo preferido que pueda llegar el día en que podamos
     decirnos con voz clara de una vez ya que ha llegado la hora exacta de nacer y de un beso ya nazcamos
__________
Nota del autor
Si no llenamos los tanques de nuestras propias vidas de amor estaremos perdidos. No es una premonición sino una realidad. Aún así, a mis lectores les digo que ya empieza a preocuparme mi índice de azúcar, por lo que volveré enseguida a las andadas.
 
   
  “Antequera bajo un cielo que se abre, ©M. P.-P., 2009″
Fotografía: “Antequera bajo un cielo que se abre, ©M. P.-P., 2009"

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 18. Vivir es amar. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 18

Vivir es amar

Por Manuel Pérez-Petit

 
De vez en cuando la vida nos besa en la boca –permítanme que comience con el primer verso de aquella canción maravillosa de Joan Manuel Serrat, “De vez en cuando la vida”–, pues en días como éste uno es besado, en la boca, en la frente o en la mano, que es lo mismo, por la magia con mayúsculas que nos alumbra, y quizá por ello querría haber comenzado hoy con otra frase. Muy parecida, pero otra… En fin, lo intentaré…
            De vez en cuando la magia nos besa en la boca… 
            Queda bien. 
            Sigo adelante, y me pregunto: ¿Qué diferencia hay entre la magia y la vida, y más en días como éste, en la que la vida a colores se despliega/ como un atlas,/ nos pasea por las calles/ en volandas…?
            —¿Que te pasa hoy, Manuel?, ¿tan enamorado estás? Si yo ya lo sé...
            —Pues sí, la verdad, pero lo que tengo sobre todo es alegría de vivir.
            —A ver, lo nuestro marcha, corazón, no te preocupes, aunque no te entiendo bien del todo. Tú mismo vienes escribiendo últimamente artículos llenos de pesimismo y alerta ante lo que se nos viene encima…
            —Es verdad, y después de mucho meditar he llegado a la conclusión de que hay que recuperar eso, la alegría de vivir, enamorarse hasta los tuétanos, como la clave para enfrentarse a los efectos del nuevo orden de la Era distópica que nos aflige.
            —¡Qué lindo eres!. Sigue, sigue, a ver a dónde nos llevas.
            —Pues verás. Yo creo en los milagros, creo en la vida, y en que la vida es un milagro y en que el milagro es la magia, y por eso entiendo que entre magia y vida en realidad no hay diferencia… Y creo que la magia es encontrarnos, vernos sin habernos mirado, escucharnos sin llegar a oírnos, sentirnos abrazados a miles de kilómetros, llorar juntos y convertir nuestras lágrimas en alimento del alma, reír como descosidos sin razón aparente en gestos espontáneos llenos de sentido, conocernos… Eso, conocernos es la vida, el milagro, la magia…
            —Ay, mi vida…
            —Pero también llamamos magia a otras cosas que son solo fruto de la Providencia, que tampoco tienen truco, pues no te hablo de la prestidigitación sino de la misma vida, de los milagros, del fuego que nace en nuestras manos por las buenas, sin aviso, de las perlas irrompibles de tus ojos, de que por nuestro amor hasta Dios se hace presente en nosotros, pues en Dios no hay ilusión ni ensoñación sino realidad palpable y tangible, e incluso aunque no lo queramos en nuestras existencias Dios se hace presente… Ay, mi amor precioso, ¡qué difícil lo hacemos todo!, ¡cómo nos complicamos! ¡Cómo nos hemos complicado siempre…! 
            —Pues sí. Pero nos queremos tal como somos y nos tenemos el uno al otro...
            —Es una seguridad, desde luego…, pero uno no desea tanto la seguridad como la plenitud. Y de eso también estamos servidos, milagro de mi vida, y, con todo, mira, mi anhelo, recién en estos días he recuperado varios fragmentos de lo que yo llamo mi carpintería y los leo y me quedo perplejo con cómo antes me lo planteaba todo. Fíjate cómo fue, en parte, mi 2010. El 28 de enero escribí: “El pecado es enamorarse. Lo que nos queda es vivir. Y a algunos a los que ni casi eso, nos queda, al menos, escribir, y seguir luchando... Y enamorarnos…, ay…”
            —¿”El pecado es enamorarse”? Qué fuerte, Manuel, ¿por qué?
            —Espera, espera, que continúa. En mis cuadernos no hay nada desde ese día hasta el 17 de marzo, en que anoté: “En la isla en que el águila devora a la serpiente, sobre el lago que ya no existe pero tiembla, mi Anáhuac, mi también posible patria prometida, estará en la tierra, en el agua, en el aire, en el fuego, en lo inasible... En la dignidad, que nace de uno mismo, en la fe, que es el motor que me impulsa en este trasiego en que arrastro por el mundo mis escombros de luz y lo que soy, en la capacidad de amar y ser amado…”
           —Claro, fue poco después de que llegaras a México....
           —Exacto, pero ese mismo día publiqué otra cosa. Te la leo: “No habrá bestia que me tumbe, ni conjuro ni alquimia que pueda turbar mi caminar seguro y firme hacia la muerte, el momento en que el amor se hace inhumano por gigantesco, por entrar en Dios definitivamente... Y así he de morirme –y no corre prisa–: en la condena de amar, loco reloco de amor sin medida... Y así es como vivo, y ésa es mi fuerza y mi victoria sobre el daño: amo, y porque amo soy invencible…”
           —Estabas enamorado ya entonces.
           —Mucho. No recuerdo hasta ahorita, mi amor, haber estado tan enamorado en toda mi vida como entonces. Pero fíjate en la secuencia que continuó, y todas son publicaciones de Facebook que hoy ya no existen: El 2 de abril : “Te quiero porque me quiero y soy en y contigo más yo que en mí mismo”. El 4 de abril: “Eres la Geografía, nuestra fertilidad; este milagro nuestro, la tierra prometida... Y resucito en ti para que nazca el Fuego... Eres yo y en ti soy y para vivir muero…” 
            —Es muy bello…
            —Fíjate que yo vivía varios metros sobre el suelo, ido y viviendo una fantasía, hipersensible e inmaduro, como el 5 de abril, que pasó algo que ni recuerdo por lo que escribí: “La nada es una realidad y una condena. La nada es lo que hay... Reconocer la nada es un espanto... Cada día es más terrible la palabra, cualquier palabra que tenga vocación de vida... ¿Cuántas veces ha de tener uno que bajar a los infiernos? ¿Cuántas levantarse? ¿Cuántas resistir esta galerna que se repite y repite y que no cesa?” 
            —Pues sí que estabas neurótico.
            —Como la mayor parte de mi vida, y así nunca pude ser un hombre adecuado para ninguna mujer. ¿Ahora comienzas a comprender lo que te digo? Verás, el 9 de abril, repuesto, por lo visto, de la contrariedad del día 5, escribí: “... por elevación te encuentro y en el silencio lleno de palabras que sólo nosotros conocemos ya somos uno..., y un instante es, desde siempre, siempre en cada uno de tus besos…”, y el 18: “Soy un hombre y un escritor lleno de gozo que cree, crece, crea, muere y renace continuamente, creyendo, creciendo, creando y volviendo a morir en cada uno de tus besos... Nuestra lluvia nos empapa de fuego desde el 5 de marzo de 2010, fecha de nuestro nacimiento. Te amo. Y hasta conocerte no he sabido nunca qué era amar y ser amado... Tu Manuel”. 
            —Ya eras “minero” entonces, como bien dices…
            —Sí, pero aquella historia pasó, y por eso la puedo recrear. El 11 de mayo alguien puso en el muro de ella: “El amor, a quien pintan ciego, es vidente y perspicaz, porque el amante ve cosas que el indiferente no ve, y por eso ama (José Ortega y Gasset)”. La verdad es que no cotejé la cita, pero me sirvió para declararle definitivamente mi amor de la manera más cursi y ñoña que puedas imaginar… Sí, sí, no te rías, que aún apenas 5 días después, volví a publicar: “En ti soy el hombre más dichoso, más feliz, más completo y más grande que pueda imaginarse..., en nosotros... En nuestro siempre, que es el siempre más siempre que nunca ha sido…” Y la verdad es que hoy me resulta hasta ridículo haber sido el autor de esas frases, que me parecen de esas que escriben las adolescentes en sus carpetas de apuntes de clase…
            —No seas tan duro contigo, amor, son etapas por las que uno pasa…
            —Ya, pero luego, el 14 de junio, publiqué: “ Mas no debo mirar al cielo, porque al verte me vuelvo ciego, y no es la ceguera que anhelo, pues ya siendo tu prisionero sólo tus ojos ser yo quiero (Coplilla improvisada y sin medir. M. P.-P., junio 2010)”
            —Estabas contento entonces…
            —Claro que lo estaba, y mucho, como un perdido, y, sin embargo, el 5 de julio publiqué: “Hoy me declaro en huelga de emociones”. No sé qué pasaría, pero algo pasó, sin duda.
            —Alguna discusión. El amor tiene esas cosas.
            —Pues no, fíjate que tengo una teoría. Hace once años yo no era capaz de amar, ni como ahora ni de ningún modo. No tenía ni la madurez ni la entidad como ser humano para ello. Aunque la tenía presente al menos en teoría, ni percibía la magia inherente a la vida. No era capaz de asirla con mis manos.
            —Pero ya tenías más de cuarenta años.
            —Pues ni aún así. Y por eso antes me preguntaba; ¿Qué diferencia hay entre la magia y la vida?, en tanto tomaba prestados los primeros versos de la famosa y hermosa canción de Serrat... Yo no sabía andar de puntillas, y, por tanto, no me podía aplicar a mí mismo aquella estrofa de la canción que dice: De vez en cuando la vida/ se nos brinda en cueros/ y nos regala un sueño/ tan escurridizo/ que hay que andarlo de puntillas/ por no romper el hechizo, claro, y rompía el hechizo, éste y todos, una y otra vez, con tanta facilidad como idiotez manifiesta. Por eso yo no podía ser feliz como un niño/ cuando sale de la escuela, ni podía tomarme un café con la vida, ni darme cuenta cuando ésta se soltaba el pelo y me invitaba a salir con ella a escena, y me sobraban palabras por todas partes...y sin saber qué pasaba, yo me encontraba a mísmo, chupando un palo sentado sobre una calabaza, porque nunca tuve en cuenta que De vez en cuando la vida/ afina con el pincel:/ se nos eriza la piel/ y faltan palabras/ para nombrar lo que ofrece/ a los que saben usarla.
            —Pero ahora es diferente. Eres un gran hombre, y por eso te amo.
            —Uno setenta y cinco, que tampoco es para exagerar. Cincuenta y cuatro años, que ya me vale y aún no aprendo. Un irredento soñador, por si fuera poco. Empeñado en hacer lo que todos desaconsejan. Y casi acabo de nacer, pues siento que por fin me ha llegado la hora, aunque siento que aún estoy en el camino. No sé, lo que sé es que te amo.
            —Yo también te amo…
            —Allá tú, mi cielo precioso. Espero que no quieras que te escriba un poema o algo así, porque cuando uno ama es cuando es menos fecundo de verdad. Tan cerca está de la magia y de Dios que se vuelve estéril. En fin, que de vez en cuando la magia –perdón, la vida– te besa en la boca y es tan colmadora que no hay poema que pueda compararse con vivir, pues vivir es amar. 
   
  «©Carlos Franco, dibujo con retrato para el cartel del recital “Poesía en tres dimensiones”, de M. P.-P., lápiz sobre papel, 21 x 29 cms., 2004» 

Ilustración:   © M. P.-P., 2004 

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 17. Escribir de amor. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 17

Escribir de amor

Por Manuel Pérez-Petit

 
Escribir no es inevitable. Para mí, por ejemplo, lo es como un ejercicio de la voluntad; quiero decir, escribo porque quiero, no porque no pueda evitar escribir, que puedo hacerlo –evitarlo–, que nadie tenga la menor duda. Es mi manera de ser libre. Y además pienso que eso de escribir porque no se pueda no escribir tendría que ser catalogado como patología, como el coleccionismo, pues de algún modo no dejaría de ser una especie o subespecie del trastorno obsesivo-compulsivo y tener, en consecuencia, su consiguiente espacio en los manuales de los psicoterapeutas, cuando no en los de los psiquiatras…
          Buen comienzo éste, pienso, para hacer amigos, jejeje, pero tal como lo pienso lo escribo, quizá esta vez porque no pueda no escribirlo.
          Escribir de amor es otra cosa. Cierto que el enamoramiento trastorna la percepción de la realidad, pero es algo de lo que nadie puede sustraerse. Enamorarse te lleva a una dimensión distinta. Escribí una vez hace muchos años que enamorarse te vuelve bobo, y creo aún hoy que es una afirmación cierta. Escribir por amor lo ha hecho todo el mundo alguna vez, pero eso no convierte a todos en escritores. Confieso que estando enamorado es cuando más trabajo me ha costado escribir algo. Después ya no, pues soy amigo de cocinar mis obras en frío. Cuando se trata de escritores de verdad – o sea, que trabajan en el oficio de escribir con constancia y consistencia– que, al enamorarse, escriben también de haberse enamorado, de la flor de loto de su amada o de cómo el cielo, el agua, la tierra, el fuego y hasta el canto de los pájaros que, de repente, se hacen diferentes a sus sentidos por el embaucamiento del amor florecido como por ensalmo y sin razones demostrables sino porque sí… Eso de que las cosas surjan porque sí, como un milagro, que donde no había nada de repente surja la Vida, sí, la vida con mayúsculas, por la posibilidad –que uno entiende real, pero quién sabe– de plenitud en otro con quien se aspira a ser uno solo, o que ese amor, como en el caso de Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez (1927-2014), sea ya un estigma –si no obsesión–, para toda la vida, me resulta un disparate. Hermoso, inspirador y hasta envidiable, pero disparate, y más en un día como hoy, con San Valentín, flores, libros y bombones por todas partes, dispuestos como venimos estando todos a la fantasía. Como bien debería saberse, pues su lectura tendría que ser generalizada, en El amor en los tiempos del cólera se cuenta la historia de Florentino Ariza, un empleado de telégrafos en un pueblo costero colombiano, en época de guerra civil y epidemia de cólera, quien, con solo un golpe de vista y una correspondencia posterior, se enamora de la hija de un hacendado, al punto de declararle: “su fidelidad a toda prueba y su amor para siempre”, y ella, Fermina Daza, su “diosa coronada”, lo acepta, pero el padre de ésta los descubre y se lleva a la chica lejos, a fin de que olvide ese amor... No les haré lo que llaman spoiler, pero el drama está servido… Florentino ama a Fermina toda la vida, pero su juramento...
          El amor tiene su miga y es muy trastornante, en efecto, lo digo por experiencia. Me costó muchos años adquirir nervios de acero y temple para evitar sucumbir sin lucha a los cantos de sirena del amor. Yo era muy enamoradizo, y eso no es conveniente, lo aseguro, como tampoco lo es, ni sano siquiera, no enamorarse nunca. Como Odiseo –héroe al que conocemos por lo general como Ulises, que es la versión latina de su nombre– en La Odisea, atribuida a Homero, la primera historia de amor jamás escrita, no me hice atar sino que yo mismo me até al palo mayor de mi deriva –perdón, de mi nave– para no caer en las trampas que para mí fue siempre enamorarme. Como bien se sabe, La Odisea narra el viaje de regreso de Troya a Ítaca de uno de los líderes griegos victoriosos de la famosa guerra que por el amor de Paris a Helena determinó el devenir en el Mediterráneo oriental hace unos tres mil años. Fue Odiseo, además, el caudillo de las tropas que ingresaron a la ciudad de Troya metidas en el gigantesco caballo de madera que tanta fama tiene hasta nuestros días.
            Curiosos personajes, Florentino y Odiseo, como curiosos también Fermina y Penélope, que aunque, de algún modo, hicieron, en el interín de muchos años –una más de cincuenta y la otra unos veinte–, su vida –Fermina entregándose a su marido, Juvenal, y luchando por su dignidad frente a todo, dado que su corazón era de Florentino, y Penélope buscando una tras otra la excusa, tejiendo y destejiendo el sudario para el rey Laertes que era la condición que puso a sus pretendientes que la acosaban como paso previo a aceptar a alguno de ellos, de entre los que debía elegir, dado que se daba por segura la muerte de Odiseo en batalla y, por tanto, se le consideraba a la reina libre de su compromiso matrimonial–, en el fondo de sus corazones permanecieron fieles a su amor verdadero… Curioso que Florentino distinga entre fidelidad y lealtad, por ejemplo, y bien que lo hace, o que Odiseo busque más regresar –no sin distraerse– a su isla y su trono que el amor de su esposa, a qué engañarnos. Todo héroe tiene sus miserias. Es más complejo el caso de Ariza, pues de igual modo distingue alma y cuerpo en cuanto a lo que al amor se refiere.
            Si hablamos de amor, siempre recuerdo a Rainer María Rilke (1875-1926), quizá el poeta más importante de su época y, desde luego, el más trascendente a toda la poesía posterior en muchas literaturas. Nacido en Praga, actual República Checa, pero de lengua alemana, tuvo gran reconocimiento en vida, al punto de viajar por gran parte de Europa y hasta mantener una muy abundante correspondencia con todas las figuras culturales y artísticas de su época. Como es natural también recibía muchas cartas de personas desconocidas para él. A finales de otoño de 1902, Rilke recibió una carta de un joven poeta desconocido, de nombre Franz Xaver Kappus, que le enviaba sus ensayos poéticos a fin de recibir una opinión sincera. Fue el comienzo de una correspondencia de diez cartas, la primera de las cuales, fechada en París el 17 de febrero de 1903, ha resultado ser, del mismo modo, la más famosa. En la misiva, Rilke le dice al joven aprendiz de poeta: (...) No escriba versos de amor. Rehuya, al principio, formas y temas demasiado corrientes: son los más difíciles. Pues se necesita una fuerza muy grande y muy madura para poder dar de sí algo propio ahí donde existe ya multitud de buenos y, en parte, brillantes legados. Por esto, líbrese de los motivos de índole general (...) (traducción de Luis López Nieves). No escriba versos de amor… Es un consejo que quizá deberíamos seguir todos, pero debemos rendirnos a la evidencia de que los versos de amor son los más abundantes y prolíficos de la historia de la literatura… No en vano, el amor es la fuente más pura de la fecundidad. Yo, que escribo de amor, puedo, de igual manera, atestiguarlo. El amor, siendo cierto, es de esas pocas cosas milagrosas que aún con su naturaleza permanente nunca dejan de asombrarnos. Es la vida. Y el diverso y generalizado legado literario universal del amor es incontable e inagotable. El amor es donación, o así lo entiendo; negación de uno mismo y a la par entrega en el otro para la construcción de un nuevo yo plural que, a su vez, deberá ser incontable e inagotable...
            Valga como reflexión a la “frivolidad” –dicho sea con respeto– de la celebración del Día del amor, que, todos los años tal fecha como la de hoy, 14 de febrero, festividad de San Valentin, celebramos con alborozo, aunque a veces olvidamos que el día del amor debería ser todos los días, como el día de escribir para todos los escritores de verdad. Pero está bien así. 
   
 ©M. P.-P., 2009
Fotografía:  ©M. P.-P., 2009

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 16. Amor en alejandrinos. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 16

Amor en alejandrinos (un poema inédito)

Por Manuel Pérez-Petit

 
Mi amor...
 
 
Quizá por nuestro amor estoy hinchado de sequía
y están mis avenidas y calles anegadas,
y así me imanto a ti y al lugar para morirme,
el único placer en que me hallo y yo soy puro,
y acaso sea incapaz la tormenta con sus pelos
de aguarme en un instante el instante que nos dura
mi vida en su dureza y nos dure mi existencia
en esta eternidad, de este modo, eternamente...
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de ser roble,
besarte siendo vientre en murmullos espasmódicos,
al fuego que nos ata armado de fiereza
al palo principal y en la fórmula que guardas,
y así naufrago en ti para ser de nuevo líquido,
y en este caminar de las plumas tembloroso
en flujos desatados unimos nuestros seres
al viaje que en tus gozos nos funde y nos amarra;
mi amor, y si es que es cosa de darte así mis llaves ,
de darte mi jornada y mi ayuno en la vigilia
negarme a consumir de una vez mis propias sombras,
saciado de esta luz de caricias y milagros,
caer en tus molinos, perderme en tentaciones
que pones con balandros en parques de tu esclavo,
besando de este modo dolores agridulces
que surgen de tu boca distinta y alevosa
y en medio de los árboles, árbol levantarnos.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de volar
profundo, reafirmar las raíces que eclosionan,
mirar todos los cielos que tapan nuestros cielos 
de un golpe que distinga un lucero de los otros,
ponerlos a la lumbre, que todas las estrellas
conozcan los encantos del cosmos, y cocinen
secretos encendidos que guardas en arcones
con todas las cucharas del libro en que trazando
un taco de almanaque me creas y me eriges;
mi amor, y si es que es cosa de entrarnos y envolvernos
en círculos que exploten, vibrar en negro y blanco
exactos conociéndonos todos los colores,
capaces como somos de hacer todas las cosas
por nuestra decisión suave y firme de ser otros
y ser nosotros mismos, libérrimos y osados,
indómitos delfines dispuestos a invadirnos,
siguiendo tus decretos fielmente y sin enmiendas.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de ser prisma,
pirámide mayor y jamás imaginada,
guardar nuestro sudor en los frascos transparentes,
dejar estos corales al mundo, ser cristales
cayendo en pedrerías simplísimas e ignotas,
que dejen la constancia fehaciente de mis rotos,
de cómo muerdo el polvo en las guerras que libramos
y pierdo una tras otra batallas y preguntas;
mi amor, y si es que es cosa de verbos y exhibirnos
mostrar urgente a todos los átomos de mí,
semillas de este rayo de Adán en que renazco,
y dar a conocer que soy tuyo, que soy nuestro,
y cómo me deshago en trofeos que te guardas,
hacer el laberinto y jugar y deshacerlo
en mangas de camisa y pudores, y en manzanas
del árbol que ya es tuyo y nos cubre con sus hojas,
reinar amamantados por ti en tu regazo.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de embarcarnos
colmados en tu higuera, vendándonos los ojos
con tino para vernos y ver nuestro misterio,
y ver entre tus pliegues de magia y de maíces
la alquimia del quehacer progresivo de tus frutos,
tu acción de encantamiento que crece como crece
la casa que muy juntos hacemos con miradas
raciales y destreza y absenta y tus albures;
mi amor, y si es que es cosa de hacernos y aprehendernos,
de ser como el trasfondo profundo de tus fotos,
tu raza, tus caprichos de diosa y tus diademas,
vencer con las miradas abiertas en el cruce
crucial la tentación, chocolate, de ser piedra,
sabernos de memoria lecciones escondidas,
y hacer con metalurgia la playa hoja de parra
uniendo nuestras manos de océano invencible,
y en mar coleccionable acostarnos y ser higos.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de enterrarnos
en caldos y en bizcochos que crecen por sí solos
en ti y en tus mareas descritas en el cielo
que es mío y permanente, y tu huerto en que cultivo
mi ser con tus abonos al borde de entregarme,
donado al nuevo día, y, sereno doblemente,
hacer nuestro "de" "efe" sin cielos ensuciados,
construir estos lúcidos azules de ataraxia;
mi amor, y si es que es cosa de agujas y alfileres,
Distrito Federal, primavera que rezuma
las luces de tu boca y sus ecos de tormenta,
surcar la inflamación de tus flores y costuras,
fundar esta odisea de amarnos y reírnos
batiendo nuestra marca y la toda transparencia
recrear y establecer nuestro canon indeleble
pintando el mapamundi, la diana de mis dardos,
la nueva edad de amor que nos toca inaugurar.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de escribir
también con el aliento, las vísceras, las huellas...,
jugándonos denarios del alma y de la sangre,
sangrando a borbotones sin tiempo y sin demora,
que en nuestro transitar, proveniente de los mares,
supimos que no existen más dioses que galopen
a lomos de caballos, que paren los relojes,
decreten el registro y el censo de la risa;
mi amor, y si es que es cosa de todos los despojos,
morir ya de una vez, de una vez resucitar,
poción de eternidad y de acero, la ecuación
perfecta en esta sed en que somos inmortales,
la nueva realidad sin piedad inauguremos
con fiestas desplegadas, carteles y ambrosías,
la historia de las flores rehagamos opulenta,
de cómo comenzó nuestro reino la locura,
que sobre los obstáculos siempre ya reinamos.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de placeres
en tazas de café y en tequilas muy derechos,
de faros con su filtro que es causa saludable,
felices celebrar el big bang de nuestras horas,
la música inaudita que sacia sin saciar,
los trozos de mi cuerpo que sobran y son todos,
tus ríos ordinarios de imanes que me enhebran
mecido en las musgosas veredas de tus labios;
mi amor, y si es que es cosa de luces y portentos,
de alzar con convicción nuestra copa de ángel roto,
las alas atrevidas que mecen nuestras faltas
mortales permisibles que llevan su visado
de fábrica y nos llevan al mismo Paraíso,
la paz establecida por fin en la unidad
de nuestra identidad, y ecuménicos perdidos
los versos componemos, diabluras cardinales,
visiones que amanecen en plena elevación.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de leernos
lo nuestro del revés y leer la biblioteca
que es nuestra del revés y de hablar en cien idiomas,
quedándonos desnudos de golpe y del revés,
absortos en la suite favorita y capicúa
que ausencia tan celosa nos guarda aunque ya sepa
que somos los grumetes, que nunca volveremos,
que estamos navegándonos lejos de su entorno;
mi amor, y si es que es cosa de hablar así esta noche,
volcados en la lluvia y para que no cese,
conscientes como somos que Dios somos nosotros,
que Dios mismo bendice los gestos que son nuestros,
con este atrevimiento atrevido que cargamos
en aras de coser la bandera y atrevernos
a dar la vuelta al mundo al derecho y del revés
y ver como fumar nos carece de sentido
sin risas, decidir de una vez hoy suicidarnos.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de este exilio,
volver a nuevo ser, regresar y navegar
así nuestros conjuntos y redes descaradas,
palacio y monumento de vida y de lujuria,
mi gula favorita, soberbia que me engancha,
me adhiero sin demora y a golpes a tu sede,
fervor yo te declaro y cruzo el Rubicón,
tus olas, tus timones, tus ojos astrolabios;
mi amor, y si es que es cosa de naves y veleros
que surquen coronados miserias, las expulsen,
aparten y eliminen, llegar entoloachados,
consciente así de ser otro ser ya peregrino,
con guisos perdurables crecer y hasta engordarnos
en sangre, refrescarnos por grutas y misterios
gloriosos que son tuyos, en zócalos picantes
pasear por tus vahídos y senos de guanábana,
tan ebrios que tus trucos empapan nuestras llamas.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa de tesoros,
el yelmo encasquetarme, la mina descifrar
y ser tu adorador y tu atlante y adentrarme
por todo lo que Dios y nosotros bien sabemos
que guardas y atesoras, tu clave indescifrada
y aún no vista y rauda unidad de este misterio
de ser y de sentido que clava esta verdad
clamando minería de mí y matemática;
mi amor, y si es que es cosa de alzarnos en campañas,
de entrar en rebelión, escribir cuantos libelos
reclamen tus patrones, hacer revolución
de aldabas sediciosas, que somos incurables,
llenarnos de ternura, de humor, de claridad,
palabras connotantes de nuestra independencia,
llenándonos de carne y coraje, declarando
total soberanía de ti sobre mi pecho,
que soy tu abanderado y lidero tus legiones.
 
... Mi amor, y sobre todo si es cosa militante,
de hallarnos, descubrirnos en salsas de este gozo,
que somos comestibles, que el árbol de la ciencia
se encuentra en nuestros cuerpos floridos por tus aguas,
que nuestros manantiales del lecho de tu espalda
renacen, que se rinde el arcano en tu presencia,
que somos tus volutas convulsas e invencibles,
y somos nacimiento perpetuo de tus ojos;
mi amor, y si es que es cosa de montes y llanuras,
de cuerpos que se niegan a ser antigüedades,
geógrafos de seda y salinas ambiciosas
al norte de las cosas del mundo y sus confines,
de pieses que son alas que muestras y hago mías
contigo y con tus gemas, del sol y tus dominios,
ya hechos transparencia anhelarnos y anhelar
con todas nuestras fuerzas tu nuevo ser nosotros,
que llegue sin tardanza el momento de morirme.
 
Es ésta mi hidropía, ya ves, eternamente...
No niego que no tengo remedio, dictadora,
que apenas sobrevivo, que soy tu servidumbre,
que soy eternamente..., ya sabes, un sediento
de todo lo que es tuyo... Ya ves, mi vocación:
morir –y es para siempre– y me muero para siempre,
y hoy muero más que nunca y me muero porque vivo,
y más que nunca, y más que ya nunca vivir quiero...
 
 
 
México, Distrito Federal, abril-junio de 2010 

__________
 
Nota del autor
Traigo aquí este poema de 203 versos alejandrinos blancos como comienzo de una serie de tres publicaciones diversas que dedicaré nada menos que al amor, eso de lo que nadie puede sustraerse. Se trata de trece estrofas, siendo la primera y la última compuesta de ocho versos y las centrales de diecisiete, en dos partes unidas de ocho y nueve versos cada una. Pertenece a la serie Mexicaminerías, incluida en mi libro Sin Tierra soy (Tintanueva ediciones, México, 2013), del que se excluyó a última hora este poema, por entender mi editor, el gran Federico Corral Vallejo, que merecía una publicación aparte. Debo reconocer que el amigo Federico me ha buscado varias veces para hacer realidad ese propósito, pero que siempre me he escabullido de esa posibilidad por mi indolencia y desapego con respecto a mi propia obra. Tardé en escribir este poema dos meses, y ha permanecido inédito hasta el día de hoy. En parte por pudor y en parte por desidia. Sé que es una barbaridad, pero quede como regalo a los lectores y, sobre todo, a este proyecto maravilloso de Letras, ideaYvoz y a su gran jefe, Roger Octavio Gómez Espinosa, que me da la oportunidad de estar aquí. Sirva para descansar un poco de la muy dura serie acerca de la distopía, a la que regresaré la siguiente semana, y con no pocas curvas. Sale y vale. 
   
Ilustración: “Portada de Sin tierra soy, de Manuel Pérez-Petit (Tintanueva ediciones, México, 2013)"

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 15. Distopía VIII: La nueva Era (3). Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 15

Distopía VIII: La nueva Era (y 3)

Manuel Pérez-Petit

 
Sin preámbulos, al grano, que es gerundio. El punto diecinueve de la lista de veinte de The Economist dice: “Todo se va a lo natural y saludable. Comida, experiencias y forma de interactuar. 100% natural es lo de hoy. Producir los propios alimentos, meditar y ejercitarse, pasan a ser parte del día a día. La permacultura y los sistemas de producción personales eficientes crecen exponencialmente. Cada quien quiere poder satisfacer sus necesidades comestibles sanas personales. Consumir local pero real. Ser más sano es el “nuevo lujo”. Los productos suntuosos pierden valor y justificación. El reciclado regresa con mucho más fuerza después de un año de desperdicios incontrolables, ahora con grandes tecnologías que inician y resuelven realmente los problemas generados en el pasado”, y tiene toda la lógica del mundo. A ver, si la mayoría se va al desempleo, la clase media está condenada a la desaparición y las diferencias entre los muy pocos muy ricos y los muy muchos muy pobres –que además estaremos obligados a ahorrar– es más grande que nunca, lo normal es que, en efecto, yo tenga que terminar cultivando mis propias lechugas. En consecuencia, todo será “100%” natural y saludable. Tendremos mucho tiempo disponible, por lo que “producir, meditar y ejercitarse” será parte de nuestro día a día. A ver, volvemos no ya al siglo XVIII sino al Neolítico, al origen mismo de la civilización, al tener que asumir nuestra nueva función social: seremos agricultores y autoabasteceremos nuestras necesidades –dice porque “cada quién quiere poder satisfacer sus necesidades”, toma ya–, pero en lo que no podamos autoabastecernos, iremos al mercado local, y no deberá extrañarnos si, tal como indica la nueva realidad, tendremos que acudir al intercambio de bienes y/o servicios. Un kilo de tomates por un par de plátanos…, dado que será más fácil tener una tomatera que un platanar en la propia casa… Y claro que será real, comeremos lo más ricos y reales tomates y plátanos que nunca hayamos comido, las mejores berenjenas, los más deliciosos higos… ¿Los lujos? Ya no habrá lujos, que es un dislate. Y la tecnología, pese a todo, tendrá también un carácter protagónico en todo ello, aplicando su ley en nada menos que un mundo mejor –el que dictan los nuevos dirigentes, gurús de la nueva esperanza–; mejor dicho, más limpio y sano. El reciclado de los desperdicios, en esta nueva vida bucólica, pastoril y campestre será una estrella del nuevo marco del bienestar general. Y esto es lo que nos espera. Punto pelota. Ajo y agua, que diría el castizo –a joderse y a aguantarse, para los no iniciados–. Esto es lo que ya comenzamos a tener encima. Y el que no se consuele será porque no quiera. 
          Ahora permítanme que abunde en lo esencial: Si vamos a ir en bicicleta a todas partes, con la consiguiente reducción del parque vehicular, la fisonomía de nuestras ciudades cambiará. Como muchos viven en edificios de departamentos, pienso yo que habrá que asignar trozos de calle para otorgar a cada ciudadano un terreno suficiente a fin de que cultive sus alimentos, sobre todo a los que no puedan irse al campo –la mayoría– o a los que no les llegue con las azoteas de sus casas –porque carezcan de ellas o porque haya tantos vecinos en el edificio que no haya terreno suficiente para todos–. Y todo a precios muy asequibles y de muy cómoda amortización. Ya no será lo normal ver capas asfálticas en nuestras calles. De este modo, así como a la muerte de la democracia, de la libertad, del estatuto humano de la persona y del poder del pueblo, asistimos, de paso, de igual modo, con la misma alegría y alborozo, por dictado de quien corresponda, al renacimiento de aquello de, y de manera literal, “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, pero a lo bestia, sin solución de continuidad, y no solo porque lo digan los expertos de The Economist, que, al fin y al cabo, solo son voceros de alto standing. 
            Habrá una gran mayoría que no solo se quede desempleada, se vea obligada a ahorrar, a hacer trueques para obtener lo necesario para vivir, a vestir siempre igual, a estar super tecnificada y super controlada, a obedecer…, sino que, además, seremos nuestros propios agricultores, “señores” de nuestra propia tierrita –que pagaremos, trabajaremos y cuidaremos como dios manda, y de cuyo rendimiento también tributaremos de manera religiosa y puntual tal como las nuevas leyes impongan, aunque ni siquiera sepamos que es una legona –palabra con que se designa a la azada o azadón, instrumento esencial en el trabajo del agricultor, en muchos lugares de la España rural–. Estaremos obligados, por si fuera poco, a hacer meditación y a ejercitarnos. Haremos realidad los designios de una raza humana más alta, más bella, más fuerte. Lógicamente, todo lo tóxico deberá ser proscrito, salvo, claro está, el soma que nos den para reconducirnos. Podremos en efecto, meditar, pero pensar ya no; pensar es terrible para la nueva Era. Al que piense habrá que, de manera paternal e implacable, ponerlo en revisión y hacia el buen camino, el de la docilidad, porque si no somos dóciles el sistema nos reprenderá y corregirá...
            Claro, ahora caigo en el veinte –expresión no recogida en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), así que tranquilos– de por qué los veinte famosos puntos de The Economist me ponen los vellos de punta –igual a los demás, que no lo creo, les trae sin cuidado–. No hay nada más que ver que a los veinte le sobran diecinueve, dado que todo está condensado en el último: “El mundo está viendo este año como un nuevo inicio. Un renacimiento. La gente replanteará sus metas personales, de trabajo, de salud, de dinero y espirituales. Vienen grandes oportunidades para satisfacer todos esos requerimientos y cambios de pensamiento. Un nuevo inicio con valores más reales. Muchos comportamientos se transforman y nunca regresarán. Acumular, consumir y vivir por lo material pasa al lado negativo de la conversación”. Lean bien, dice: “El mundo está viendo…” ¿No les entran ganas de salir corriendo? Habla de un “renacimiento” y dice que la gente “replanteará su vida”... Yo me la llevo replanteando mucho tiempo sin que me digan lo que yo, como parte del mundo, estoy viendo. Pero se refiere a la gente –insisto, ya no a las personas, sino a la masa, que es lo que conviene al sistema que imponen–. 
Muerta la democracia, muerta la libertad, muerto el ser humano individual, muerta incluso la conciencia –pues ellos, los que sean, la sustituyen con el nuevo discurso–, muerta la espontaneidad –que no cabe en un sistema tan avanzado–, muerta, para colmo, la posibilidad de la locura… Solo cabe en el nuevo mundo de la Era distópica ser cordero, estar en el rebaño, obedecer… Qué lindo panorama. La vida será como hacer flan sin huevo ni leche ni azúcar, y casi sin molde.
            Pero es más, por si no tuviéramos ya bastante, la lista de los pontífices de The Economist añade un párrafo adicional, con el que ya me quedo sin palabras: “La innovación, la tecnología, lo natural y el pensamiento lateral son la base de la nueva realidad. Seguir haciendo lo mismo sin replantearse en 2021 es ir directo al desfiladero. Todos están a tiempo de encontrar nuevos caminos. Las directrices están definidas. Simplemente hay que encontrar las nuevas rutas personales o empresariales”.
            Alguien me preguntó el otro día acerca de las curvas que se nos venían y que yo había anunciado sin enunciar en otro artículo de esta misma serie dedicada a la distopía. ¿Les parecen pocas las que tenemos encima? Y ojo a lo del desfiladero, que ahí es en donde nos darán soma. Y hasta que se nos salga por las orejas. No en vano, “Las directrices están definidas”. No le deseo este mundo mejor a nadie. Ni aunque se pueda llamar Huxley. Y me pregunto en dónde estará el puerto del que salir hacia el exilio. 

 (… Continuará…) 
 
   
Fotografía:   © “Escapando al mar, M. P.-P., 2009"

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 14. Distopía VII: La nueva era (2). Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 14

Distopía VII: La nueva era (2)

Manuel Pérez-Petit

 
‘Ahí Troya’, sí, en el sentido que el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) indica: “para dar a entender que solo han quedado las ruinas y señales de una población o edificio, o para indicar un acontecimiento desgraciado o ruinoso”. Esto es lo hay, sin más adornos. Y ya que nuestros paternales dirigentes del mundo se aplican en lo de ‘arda Troya’, si, arda, tal como lo leen, ‘arda Troya’, que, según el DRAE, es otra expresión coloquial que “Denota el propósito o determinación de hacer algo sin reparar en las consecuencias o resultados”, porque así están actuando, sin casi excepción alguna, esto es lo que tenemos, y quizá hasta nos lo hayamos ganado. 
          Siguiendo con el famoso listado de veinte puntos de la revista The Economist sobre el nuevo mundo que nos toca, en el que ninguno de nosotros hemos sido arte ni parte pero con el que nos toca tragar por las buenas –digo por las buenas, porque por las malas, ojo, nos puede condenar a ser desterrados a una isla, al modo de Un mundo feliz, o a tomar soma, o sabe Dios si incluso a desaparecer del mapa...–, estamos aviaos.
            Veíamos ayer –bueno, en el último artículo–, cómo en la primera mitad del listado brillaban por su ausencia dos palabras: “persona” y “libertad”. Claro, esto tiene su sentido por cuanto esos dos conceptos lo normal es que queden anulados si de hacer un totalitarismo global –por razón del “bien común”– se trata, y yo estoy convencido de que de ello se trata, pues todo lo indica. Como en las mejores fantasías de ciencia ficción, la tecnología lo dirigirá todo, bajo el gobierno implacable de oscuros personajes en aún más oscuros despachos… El punto once dice: “La educación nunca regresará igual. Se vuelve presencial pero tecnológicamente adaptativa. Cada quien lo que necesita. Estudiar offline y online será lo normal. Las escuelas y universidades se transforman en un esquema híbrido para siempre. Se regresa al esquema de contratar gente muy preparada para llenar puestos importantes, pero se aceptan candidatos sin título universitario, para puestos menos importantes, que tengan la experiencia necesaria”. ¿No es distópìco? ¿De verdad me van a decir que no lo es? Yo les diré lo que es: una aberración de bulto redondo. A ver, no les pita en el oído ese “Cada quien lo que necesita”. ¿Quién va a dictar lo que necesite cada quién en su educación? Piensen. O hay que tener muchos hijos que sean capaces de romper con el nuevo estatuto impuesto o no tener ninguno… 
            Tragar, tragar y tragar, porque es al final de lo que se trata, como se expresa en el punto trece: “La economía personal se contrae, se utilizan nuevas formas de generar transacciones comerciales y la gente ahorra más. Un porcentaje alto del gasto familiar se destina a actividades que antes no se pagaban y viceversa. La compra de artículos como ropa elegante se sustituye por prendas casuales. Sigue la transformación radical de hábitos en 2021. La electrónica sigue siendo el producto más apreciado y adquirido por un año más”. A ver, recapitulemos, hasta el momento: la tecnología toma un protagonismo central en nuestras vidas, alguien –o alguienes– deciden por nosotros en todos los ámbitos las decisiones que son solo nuestras, el desempleo es y será devastador, aunque podremos vivir en donde queramos y hasta nos dedicaremos a ahorrar –de la risa que me entra me tengo que poner babero–,  no tenemos derecho a equivocarnos –pues alguien, como ya ha quedado dicho, designa sin réplica posible nuestra educación, nuestros hábitos y hasta cada minuto de nuestras vacaciones–, no tenemos derecho a vestirnos como queramos –siguiendo con fidelidad este punto trece el designio es claro–… La era Distópica es el fin del género humano. Ya comprendo con peras y manzanas por qué esas dos palabras –”persona” y “libertad”– ya no existen.
            —Manuel, que se saltó usted el punto doce…
            —¿El doce? Ah, pues sí, pero fíjese, y luego no se me queje, en su tenor literal: “El sistema médico se adaptó a lo digital con tecnología a distancia para siempre. Una cita médica en teleconferencia será lo normal. La gente seguirá con pruebas de Covid rápidas por todo 2021 para sentirse seguros. La vacuna se acelera mucho pero encontrará grandes retos en el camino. Los grandes hospitales replantean su operación por las crisis económicas que han sufrido por el Covid 19. La gente se enferma menos de virus, bacterias y enfermedades por mal manejo de alimentos gracias a una limpieza recurrente del individuo común”. Ya ve, es un punto equis. Los que peor lo tienen son los ciudadanos de los países carentes de un sistema público universal de salud, pero eso no es novedad, pues si tendremos menos dinero, ¿cómo podremos pagar salud privada? Vayamos al sistema de salud al que vayamos, público o privado, nadie se librará en el fondo de ser cada vez más conejillo de indias. Estamos vendidos, pero eso no ha cambiado: ya lo estábamos antes..
            —Es usted un agorero…
            —No sé, mi amigo. Si ser realista es ser agorero, haga lo que le decía en el artículo anterior, la del avestruz, y meta su cabeza en un agujero, a ver si eso le libra de lo que pasa… Continúo con el catorce, pues, que abunda en otros anteriores: “El comercio sigue creciendo pero en línea; entran jugadores como Facebook, Tik-Tok y YouTube a competir con Amazon. Cierra un porcentaje cercano al 50% de tiendas físicas globales. Las tiendas sobreviven gracias a ser experiencias y show rooms, pero el comercio real para finales del 2024 será mayor en línea que presencial en muchos rubros. Los grandes centros comerciales quedarán atrapados en el tiempo. Muy pocos sobrevivirán a largo plazo”. Bien, siempre he sido partidario de los mercados, las tiendas de barrio y el pequeño y mediano comercio…
            —¿Pero no se ha enterado usted que esos comercios están condenados a desaparecer?
            —Ostras, Pedrín, tiene otra vez usted toda la razón, mi amigo… ¿Sabe qué le digo? En efecto, lo tendremos que comprar todo por internet, dando nuestros datos y hasta nuestra sangre y sudor… Estaremos controlados hasta la extenuación… ¿Y mis aguacates? ¿Quién escogerá mis aguacates? ¿Por qué tendré que aceptar que otro, en el peor de los casos un androide, elija mis lechugas o mis plátanos?
            —Pero si a usted no le gustan las lechugas…
            —¿Y quién le ha dicho eso? Ahora me encantan más que nunca las lechugas, ea, y por lo que veo tendré que cultivarlas yo mismo para no tener que comprarlas… ¡Qué desastre!
            —Si usted lo dice…
            —Sí, lo digo, y no dude que estoy pensando en romper mi smartphone y recuperar mi viejo nokia analógico, a ver si me encuentran. Y si me encuentran, romperé el nokia y volveré al teléfono de centralita, si es que existe aún, o me haré de un palomar con palomas mensajeras… 
            —Cálmese, que está usted volviéndose loco.
            —Puede ser, amigo mío, puede ser, pero no sé qué reacción tendría usted si hubiera leído el punto quince de la lista…
            —¿Y qué dice?
            —Ahora verá. Se lo leo literal, como los otros, para que no falte ni una coma. Escuche atento: “El cambio climático será un tema muy hablado y apoyado. Grandes industrias seguirán en la transformación y se utilizará la A.I. para comprenderlo y operarlo mejor. La adopción de bicicletas como transporte principal seguirá creciendo gracias a la transformación de las ciudades. Pasaremos del tema Covid al del Cambio Climático como tema principal de forma natural. Una oportunidad de unión global para ayudar a transformar y resolver los grandes temas”. Toma ya, ahora nos dicen en qué debemos desplazarnos, como en la China comunista de los años duros, y que conste que me encantan las bicicletas; incluso hay una pintada en la fachada de mi casa… Pero es que ya tenemos hasta plan de estado único. Digo yo que le podrían llamar Huxley a la nueva unión global en cuya concepción, desarrollo e implantación por decreto esos tipos sin rostro se frotan las manos.
            —Bueno, Manuel, ya me voy, le dejo en paz.
            —Es usted inteligente, se va cuando llega lo mejor… ¿Sabe usted que el punto dieciséis dice: “Nuevos modelos de información y noticias por suscripción con más transparencia ayudarán a dar contenidos sin tanto “Fake news”. La credibilidad y transparencia será la piedra angular de todas las empresas. La gente está cansada de tanta información y prefiere sistemas curados por expertos para interactuar. La inmediatez seguirá siendo muy valorada”. Igual los “Fake news” han sido una tendencia orquestada desde los de arriba para sumar una excusa más que justifique, en su afán de control, la implantación de la nueva Era…
            —Ya está usted delirando…
            —¿Delirando? No lo digo yo, lo dicen estos sabihondos pontífices que además tienen en sus manos no solo el timón sino el mango de la sartén en que usted y yo nos encontramos…
            —No lo creo…
            —Pues luego no se sorprenda cuando nos rocíen con aceite, porque fíjese usted en lo que dice el punto diecisiete: “La salud mental se vuelve un tema recurrente y grandes plataformas ayudan a la gente a sobrellevar las situaciones de agresividad, soledad y angustia que han vivido al estar aisladas. Uno de los grandes costos de 2020 es la complicación para trabajar nuevamente en equipo. Mucho que trabajar, mucho que replantear. Las crisis de liderazgo en las empresas cada día serán más comunes”. ¡La salud mental! A ver, si la salud mental es una especie en vías de extinción, por Dios. Ya verá usted que todos al final vestiremos igual, tendremos lo mismo, llevaremos un número en el pecho, obedeceremos como autómatas…
            —Me está usted pintando la cosa, Manuel, como para salir corriendo.
            —Eso habrá que hacer, al menos los que puedan… Y agárrese a la silla, porque le voy a leer el dieciocho: “Las grandes problemáticas como la educación, la salud, la energía, la seguridad, la política, la destrucción de la clase media, toman los reflectores y se desarrollan soluciones por parte de las empresas tecnológicas. Se invierten grandes capitales al hacer el bien, mientras que se resuelven los problemas globales. Emprendimiento social en su máxima expresión con resultados económicos muy sustanciosos”. Para “hacer el bien” dice, ¡para “hacer el bien”!, y que “se resuelven los grandes problemas globales”... A lo que se ve, la unión global esa tan cacareada es una nueva versión del Imperio, y que yo sepa Luke Skywalker no está entre nosotros…
            —Bueno, bueno, pues ya que está, léame, por favor, el diecinueve y el veinte de una vez.
            —Hoy no lo haré mi amigo, porque son para echarles de comer aparte… Espero que los lea en mi próxima entrega de Líneas de desnudo, pero le aseguro que estamos perdidos. Lo vengo diciendo y nadie me pela… Que arde Troya es lo único que tenemos seguro, ya mismo, delante de nuestras narices. Que no habrá piedra sobre piedra. Los mismos que matan son ya los jueces del asesinato. Eso sí, hoy ya somos los más limpios y desinfectados de la historia.
            —Eso es bueno al menos, ¿no?
            —¿Para qué, mi amigo, queremos ser más limpios y desinfectados que nunca si no es para meternos en un laboratorio y que hagan con nosotros lo que quieran? No lo digo yo, lo dicen los expertos de The Economist. Tome nota y espere a mi próximo artículo. Si creíamos que nuestro mundo era retorcido, el nuevo mundo, además de suponer una involución de más de doscientos años para la Humanidad, es el summum de lo retorcido. Como bien dice el DRAE, “una cosa que no se puede superar”.

 (… Continuará…) 
 
   
Fotografía:  © M. P.-P., 2009

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 13. Distopía VI: La nueva era (1). Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 13

Distopía VI: La nueva era (1)

Manuel Pérez-Petit

Que entramos con este 2021 (año 1 p.p.) en la Era Distópica no es solo una conjetura, un hallazgo intuitivo o un capricho de agorero. Y tampoco que, en realidad, la Era Distópica es una regresión gigantesca para la Humanidad. ¿Quién cree hoy ya en la democracia si, a las primeras de cambio, en aras al terrible –y luego explicaré la razón por la que lo califico así– “bien común”, los dirigentes democráticos han sido capaces de tomar medidas impensables en una democracia, que atentan contra el sentido de lo democrático, por ejemplo, o hasta los expertos más sesudos reconocen, al menos de manera tácita, que estamos en el umbral de una nueva Era, como se ve en el famoso texto de veinte puntos basado en las opiniones de 50 expertos que la revista The Economist –oh, pontífices del mundo– publicó en noviembre del año pasado como quién descubre el hilo negro, como si en el fondo ya no lo supiéramos? Podemos meter la cabeza como el avestruz en un hueco cualquiera o taparnos ojos, bocas y oídos –por aquello de que ojos que no ven, corazón que no siente–. Podríamos apuntarnos al tan de moda negacionismo… ¿Negacionismo de qué? De lo que sea, faltaría más, y seamos como un “don meopongo”, un tipo que en el saber popular español siempre se opone a todo, o como “un contreras”, apelativo que el saber popular mexicano se aplica a todo aquel que siempre va contra lo que sea. Podríamos regresar al campo, irnos a vivir a la montaña, convertirnos en eremitas en el desierto, volver a coleccionar insectos como en la escuela –al fin y al cabo, los insectos son el mayor ejemplo de supervivencia que pueda encontrarse en la naturaleza–, o podríamos ser quizá más sanos y desterrar, verbigracia, la idea de “nueva normalidad” porque lo que nos arrastra –literal– es un “nuevo mundo”…
            Debo reconocer que estuve a punto de borrar el párrafo precedente, como sí hice con varios que había escrito con anterioridad para comenzar esta entrega de mi Líneas de desnudo, no en vano esto da hasta miedo. Veamos qué dice The Economist, ¡en veinte puntos nada menos!, de lo que nos espera: Comienza con un a mi entender ñoño y perverso axioma: “Los humanos deseamos volver a socializar”, y aplica de inmediato la mayor: “pero el trabajo a distancia básicamente se quedará igual”. 
            ¿Sabe alguien lo que eso supone? Pues por si no lo saben con certeza, yo mismo se lo digo: Los humanos –ya ni casi con la consideración de “personas”– ya no somos libres. Y The Economist me da la razón cuando continúa con ese primer punto, que, literal, concluye: “El modelo mixto de trabajo es irreal, simplemente seguiremos trabajando en línea desde nuestras casas cada vez más adaptadas y con reuniones en lugares divertidos y diferentes cada mes para socializar y conectar. Se crearán múltiples espacios para grandes juntas digitales con todas las soluciones resueltas. Nadie quiere vivir en el tráfico ni en esa vorágine de información y trabajo otra vez”. Con esto último parece querer la famosa revista encontrar un lado amable a lo anterior, sin indicar, como era esperable, quién es el vocero que establece lo que queremos los “humanos”, porque por lo visto queremos diversión y liberarnos de las incomodidades de la vida moderna. ¿Alguien preguntó a alguien? Curioso el dato, porque, de momento, en este primer número de la lista no se habla de “libertad” en ningún sitio. Pero vayamos al segundo: “Las oficinas cierran en un porcentaje altísimo y ese modelo atrasado es retomado por tecnologías disruptivas. Cada día tendremos más asistentes digitales para trabajar en forma eficiente. Esos grandes corporativos serán recordados por siempre como los enormes mamuts de 1980-2020 en extinción. La gente no siempre trabajó así y no trabajará por siempre en ese mismo esquema”. Aquí el vocablo “humano” ha sido sustituido por el más impersonal “gente”. Dato interesante, pues resulta ser este punto uno de los más amables de todo el listado. Está bien, ya no habrá “grandes corporativos” hacinadores de personal. En la Era Distópica lo que se aplica es la ley del palo y la zanahoria.
            El tercer punto se refiere también al trabajo, y curioso tema es este, pues, de darle al trabajo el protagonismo principal a la lista que pretende definir el nuevo mundo…: “Los hoteles de trabajo desaparecen en un 50% por lo menos. Nunca regresan los viajes, congresos o reuniones de trabajo como eran, si es que se pueden hacer en línea. El turismo de trabajo desaparece prácticamente. Las llamadas se convierten en videollamadas. Las juntas internacionales en juntas en línea. Los grandes congresos en sistemas tecnológicos. Nuevos lanzamientos de productos en forma digital y tecnologías novedosas. Congresos apoyados por A.I. para recibir experiencias personales”. Fantástica realidad, pues si se trata de hacer negocios esto funciona de maravilla y reduce los costos empresariales de manera exponencial. Que todo sea el capital. De los hoteles, qué decir. Que tengan suerte y se sepan reciclar. Es la vida.
            El cuarto punto nos habla a nosotros, menos mal, que ya era hora: “Las casas se vuelven más tecnológicas y adaptadas al trabajo diario. Muchas empresas se dedicarán a solucionar las necesidades de trabajar desde casa. La casa cambia de ubicación. Hoy se puede vivir fuera de una gran ciudad, trabajar igual y generar el mismo valor. La ubicación física pasa a un segundo término para las empresas, pero a un primer término para los trabajadores”. Bien, sigue sin aparecer la palabra “persona” y se refiere a la gente como “trabajadores”. Toma ya. Podría entenderse este punto por la posibilidad de elegir con libertad en qué lugar del mundo se desea vivir. Para mí, que soy un extranjero en toda tierra, es un sueño, desde luego, pero aquí importo poco. Lo que en realidad este cuarto punto indica es el engañabobos de la nueva realidad. Lo dicho: palo y zanahoria. No serás libre, pero podrás vivir en donde quieras, pendejo, claro que otra cosa es que puedas.
            El quinto vuelve a la carga con lo que parece primordial en el nuevo mundo: “La productividad ya no depende de un jefe que te revise, ahora es por medio de plataformas que te ayudan a medir resultados, KPI’s y tiempos eficientes. La forma de contratar personal se replantea. Contratar al mejor del mundo hoy es más fácil, económico y eficiente. No habrá diferencia entre contratar personal local y extranjero. Hoy todos somos globales”. Que Dios oiga a The Economist. Gracias. 
            El sexto se despacha ya en términos de distopía pura: “Todo lo repetitivo se vuelve virtual y en esquema de suscripción. Desde iglesias, arte, gimnasios, cines, entretenimientos. A veces iremos a cosas físicas pero los números no darán para mantener las infraestructuras físicas que se tenían antes. Menos lugares podrán mantener algunos modelos abiertos. Servicios sofisticados a domicilio por medio de VR llegarán muy pronto”. Se acabó, debo deducir, lo de ir a misa los domingos, por no ir más lejos. Es una especie en extinción, como ir al súper o a un concierto. Lo terrible de este punto es que vuelve a recalcar la negación de la libertad. Alguien, quien sea, está dictando qué debemos hacer. Ya empiezo a comprender por qué hasta el momento no se ha empleado la palabra “persona”.
            El séptimo es profético: “Las empresas que no inviertan por lo menos 10% en nuevas tecnologías desaparecerán. La empresa tradicional llegó a su fin en 2020. Ya solo queda esperar a su muerte definitiva. Con recursos limitados las empresas requieren más certidumbre y mejores inversiones. Una empresa tecnológica, nueva y fresca hoy, puede desbancar a una que lleva haciendo lo mismo en los últimos 50 años. Así como el modelo de “dark kitchen” ha crecido muchos servicios copiarán el modelo”. Menos mal que Kolaval –y permítanme que hable de mis cosas– sí es una empresa “nueva y fresca”, tanto que podríamos decir que se asemeja a una manzana. Y es que solo las empresas que parezcan verdura o fruta tienen futuro, al menos por lo que dice la revista.
            No puedo negar que el octavo punto es divertido: “El turismo por entretenimiento regresa totalmente fortalecido en el segundo semestre de 2021, siempre acompañado con mucha tecnología en su operación, desde la compra, la operación y las experiencias a recibir. La gente aprecia más que nunca visitar lo natural pero con soluciones altamente tecnológicas. Lugares más remotos, experiencias más auténticas apoyadas con asistencia digital 24/7. La interacción es la base del entretenimiento del futuro. Ser parte, experimentar algo auténtico y descubrir información en forma dinámica”, pero también es engañoso. ¿Nos quieren dar a entender que el turismo –actividad que desprecio pero que comprendo que sea del gusto general– que viene, a ver, viene a ser como el de “Jurassic Park”? Dios no lo quiera. Viajar, y lo digo por experiencia, es una de las mayores fuentes de gozo que uno puede tener en la vida, pero perderse viajando es una experiencia extraordinaria, poco recomendable si se busca y maravillosa si es azarosa. Yo, que me perdí de noche en un bosque en Laponia y puedo contarlo, lo puedo atestiguar. Es un ejemplo de miles, pero esa “ayuda” tan completa al viajero es también un control completo del viajero. Se está negando, de paso, la posibilidad de la locura.
            Y tan controlados intentarán tenernos a todos como el punto nueve consagra: “El manejo de datos personales se vuelve más delicado y las grandes plataformas cambiarán. La gente regresa a pagar cosas por suscripción por el sentido de transparencia que involucra. Prefieren pagar que regalar sus datos. Las grandes marcas hoy valen por su credibilidad. Todo se puede copiar o replicar menos el prestigio. El valor de la empresa hoy depende de muchos factores y no nada más de su venta anual”. Movidos por un sentido perverso –por cuanto negador de uno mismo– de la seguridad, parece que ahora no tendremos nada sin pagar ni dar nuestros datos, en un ejercicio de negación ya total de nuestra privacidad. Miedo da lo que nos espera, perdón, lo que ya tenemos encima. Y entre otras cosas lo que tenemos encima es precisamente la clave de nuestra nueva esclavitud, expresada –incluso con complaciente compasión– en el punto diez: “La fuerza laboral se reduce dramáticamente y se le dan muchas operaciones simples a la A.I. Para 2024 el A.I. ya manejará operaciones complicadas en millones de lugares. Pero la adopción general inicia en 2021. Se aproxima una temporada de despidos globales muy grande. El desempleo se da por razones multifactoriales y no solamente por la crisis económica”, dando en una de las razones principales que justifican la nueva Era: si las personas –palabra que sigue sin aparecer– ven reducidos sus recursos es más fácil dominarlas. Tan simple como sencillo. Ver para creer. 
            Seguiré con la lista de The Economist en mi próximo artículo, y aún le dedicaré otro más dentro de esta serie acerca de la distopía, pero quisiera abundar en un detalle cuya explicación anuncié al comienzo de este “artículo” –y pongo la palabra entre comillas porque hoy, por lo visto, todo vale, y desconozco incluso si se puede definir mi texto como artículo–. Me refería al “bien común” como terrible motivo en la toma de decisiones por parte de los dirigentes “democráticos” del mundo. ¿Por qué terrible? En mi opinión, porque nadie está capacitado para decidir lo que las personas necesitamos sin contar con las personas. La democracia, pues, es lo que ha muerto, en efecto. Como si volviéramos al tiempo de las monarquías absolutistas. Total, un nuevo mundo de hace más de doscientos años.
 
(… Continuará…) 
 
   
Fotografía:  © M. P.-P., 2009

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 12. Decálogo de mi pensamiento. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 12

Decálogo de mi pensamiento

Manuel Pérez-Petit

A todos ellos.

DECÁLOGO DE MI PENSAMIENTO
 
1. Renuncio a la prisa. No conozco el tiempo; no soy esclavo del reloj ni del calendario. Creo que la emoción, la acción y el pensamiento radican en la cabeza y se rigen por otras pulsaciones.
 
2. Apuesto por escuchar tanto o más que lo que hable. No hablaré, en consecuencia, más que lo suficiente, que siempre será mucho, pues hay mucho que aprender cuando se escucha a los demás.
 
3. Apuesto por apreciar la comunicación personal como vía de redención de ansiedades y deseos y alternativa eficaz para la exposición de tribulaciones, intereses y proyectos personales y/o colectivos.
 
4. Apuesto por valorar todas las opiniones como importantes. No me disculparé por decir lo que pienso, aportar mis propios planteamientos, referencias, materiales o ideas, o por poner mi corazón sobre la mesa.
 
5. Apuesto por ser yo mismo siempre, con todo lo que suponga, como siempre ha sido y debería ser, y seré consecuente, libre y leal, pues eso es lo que hace que las cosas merezcan de verdad la pena.
 
6. Apuesto por conocer a los demás. Sé que nadie tiene solo una sola dimensión, que todos valen mucho más incluso que lo que piensan de sí mismos, y la aventura de compartirse es una extraordinaria lección continua de vida.
 
7. Apuesto por la verdad. La mentira es la negación de la inteligencia. Por ello, renuncio al cinismo, a la mentira, a la uniformidad, a la maledicencia, a la hipocresía, a la soberbia, al gregarismo y a imponerle a nadie mis ideas.
 
8. Apuesto por un axioma más: Me importan más las cosas que unen que las que separan. La diversidad, la desemejanza y la disparidad no solo no disgregan sino que que nos hacen más ricos y fuertes.
 
9. Apuesto por la confrontación como estímulo, por apreciar la diferencia, por respetar a todos. Por ser consciente de mi condición. La humildad será mi llave para crecer.
 
Y 10. Haré siempre lo que me dicte el corazón, que radica en la cabeza como todo lo demás, y esto me llevará siempre a superar las palabras y a desarrollar mi capacidad de amar con hechos. Extenderé sin pudor mis manos para “decir” con claridad que amo. Y seré libre.
 
Madrid, España, octubre de 2004.    


__________
 
Nota del autor
Algún día hablaré también de la TertuLía de los miércoles o de los doce, que promoví en la primavera de 2004 con los artistas plásticos españoles Carlos Franco y Manuel Franquelo y que fundamos en efecto entre doce (el poeta y traductor Antonio Bueno Tubía, los músicos y compositores Santi Vega, Javier Paxariño, Juan Antonio Lleó y Juan Manuel Ruiz, los artistas plásticos Sergio Sanz, Francisco Higuera y Modesto Trigo y el filósofo Ilia Galán, además de nosotros tres) bajo los auspicios iniciales de la actriz Lía Chapman –por quién acuñamos el nombre de "TertuLía"– y en cuyo restaurante de la calle Reina de Madrid comenzamos a reunirnos, como a ver qué pasaba y resultó tener un espíritu perdurable. Entre abril de 2004 y junio de 2005 estuve coordinando la TertuLía, que se reunió por aquel tiempo en diversos sitios de Madrid capital e incluso salió de la capital de España por algunos motivos extraordinarios. Por aquellos espacios tertulianos aparecieron personalidades que se fueron incorporando al grupo con la naturalidad con la que se respira: el poeta Marcos-Ricardo Barnatán, la periodista y escritora Rosa Pereda, el filósofo Ignacio Gómez de Liaño, la antropóloga Mari Carmen Caillot, los escultores Gonzalo Sánchez Mendizábal, Amador Braojos o Alberto Bañuelos Fournier, los artistas plásticos, visuales y/o experimentales Antonio Alvarado, Carlos Urbina, Julio Castellano, Lisi Prada, Carlos Ossorio García de Oteyza, Claudia Bonollo o Cecilia Canal, la crítica y poeta María Escribano, la galerista Belén Rivas García-San Miguel, el humanista, cineasta y escritor Joaquín Lledó, la fotógrafa Magali Berenguer, los editores Máximo Higuera o Jesús Tablate y una larga lista de personas excepcionales que sería interminable de enumerar, por no contar la de los invitados que tuvimos y con los que mantuvimos siempre conversaciones memorables que quedan para el recuerdo, pues nunca hubo registro alguno de las sesiones, ni de las sesiones abiertas que hacíamos a veces, una de las cuales está sirviendo como ilustración al presente texto. De todos se puede encontrar abundante información, por tratarse de personalidades del mundo de la cultura, por lo que ha sensación de ser un privilegiado por gozar de su amistad personal es aún mayor. Pese a los años transcurridos, hoy sigue vivo el espíritu de la TertuLía, aunque ya no tengan lugar reuniones hace mucho tiempo. Éste texto que traigo hoy aquí es de octubre de ese mismo año fundacional y nació de una necesidad que tuve en un momento determinado. Y lo publico por su, a mi entender, indudable valor para cualquiera. Al fin y al cabo, ya tiene 17 años. O sea, que está alcanzando su mayoría de edad. Y yo brindo por ello.


   
Fotografía: “Sesión abierta de la TertuLía, 2015. Archivo personal M. P.-P."

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 11. De mi carpintería (2). Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 11

De mi carpintería (2)

Manuel Pérez-Petit

Un día de hace una docena de años publiqué:
 
Ahora que estoy a punto de llegar al minuto cero por decisión propia –y estoy yo mismo sorprendido por este ejercicio de voluntad que ya hubiera querido para mí en otros momentos de mi vida; voluntad no de amar, sino de querer amar– o de repente se presenta ante mi ojos una ceguera que me permite cumplir el sueño de solo ver y no mirar..., 
 
ahora que ahora cobra más sentido que nunca –como si nunca hubiera sentido el sentido que, realmente, tiene, quisiera yo o no lo quisiera, o hay un sí que no requiere de palabras y que se planta ante mí insolente y me derrota...–, 
 
ahora que parece que llega de una vez el último viaje que Machado mencionó en su retrato: "y esté al partir la nave...", ¿lo recuerdas, al menos, por Serrat?…, o al menos ése es mi deseo y de torrentes de mí me he precipitado en el torrente "que nunca ha de tornar"..., 
 
ahora que brutales incendios forestales amenazan con destruir los últimos pilares de nuestra conciencia histórica verdadera o están devorando nuestros infértiles planes de dominio y vanidades..., me llega la conciencia de que siempre fui esclavo y ahora, de repente, soy, por vez primera, un hombre libre...,
 
ahora..., con una ejemplar indolencia, pues mi rendición es armisticio, por primera vez en mi vida escribo algo con intención y lo publico sobre la marcha, infringiendo mis más elementales principios operativos, estoy en el punto exacto de mi vida...,; 

ahora no os regalo un poema mío sino un poema mucho mejor que cualquiera de los que yo pueda escribir nunca.Y os lo regalo lleno de gratitudes; pidiendo perdón por mis torpezas y errores lamentables, con alegría, lleno de besos, temblando... Y pensando en que hasta mi sonbra se sonroja solo con verte...
 
Al día siguiente publiqué:
 
En una antigüedad muy remota, un hombre sin nombre cruzó el mundo y se encontró en Egipto y en Mesopotamia, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad no tan antigua pero también lejana, otro hombre sin nombre cruzó Asia y entró en América, mucho antes de que ésta fuera descubierta, y la pobló, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad ya más cercana, un hombre llamado Aníbal cruzó en elefante la península hispánica, para librar una batalla, a las puertas de Roma, que aún nadie ha olvidado, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad ya bastante familiar, un hombre, Julio César, cruzó el Rubicón con sus legiones, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad casi inmediata, Jesucristo, hombre y Dios en uno, se retiró al desierto y en él se mantuvo durante cuarenta días y cuarenta noches, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad ya con tres cifras en el calendario y en nuestra era, Mahoma se desplazó de Medina a La Meca, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad muy moderna ya, Cristóbal Colón se embarcó hacia las Indias, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
En otra antigüedad de un centenar de años, Lenin tomó un tren, haciendo un viaje que cambió el curso de la historia.
 
... Y ya hoy todo me parece antiguo, y es que hoy ya ha comenzado el viaje que cambiará el curso de la historia, lo más nuevo que podría suceder. 
 
Mañana llegará sobre media mañana. Ahora sí que todo anda por los aires. Cuando llegue, allí estaré yo, ligero de equipaje, lleno de luz como mazorca. Y nuestro abrazo será el principio de un viaje que cambiará el curso de la historia.
 
Así lo publiqué, sin pudor, mientras todos los temblores me hacían de merengue sin cuajar ante la sola idea de encontrarla, de encontrarme con ella. Cimbraba como un flan aún caliente y no había flama que me sostuviera en pie. Aquello no parecía tener cura...
     Y dos meses y ocho días después publiqué:
 
No volveré a sentir como palpitan los guisos de tus días que eran nuestros, ni el aleteo de tus manojos de boquerones que llevas por el mundo como pestañas que abanican todo aire respirable, aunque aún queda en mi boca el sabor de un baile de madrugada en el puerto de Castellón, los abrazos donostiarras y granadinos o la cálida humedad que nos envolvió en la sierra de Huelva o en el desierto de Almería, por no decir nada de ese arroz con carabineros en la Albufera, aquella ascensión a las cumbres andorranas, las interminables autopistas de levante, esas bravas madrileñas del barrio de las Letras o aquel rugir de olas en La Concha…, con que hicimos el menú a bordo de un coche de alquiler…

No volveré a cocinar con mis entrañas para ti y la alquimia de nuestro sudor no volverá a ser la fórmula secreta de la inmortalidad que era solo nuestra, en los tiempos en que todo eran gambas blancas de Huelva, cabo de Gata, pan de Antequera, paté ibérico, Port Lligat con los huevos de Dalí, ensaladas sin remolacha, salmorejo cordobés, playas de Sorolla, canciones de Nino Bravo o gótico de Burgos con bocatas de morcilla..., y era posible ser gourmet sin tener dónde caernos muertos...
            
No volveré a oír tu voz seguramente... Seguramente no volverás. Ya no regresarás, seguramente, y tampoco a tus silencios ni yo a mis intentos de pacto y protocolo ni la cadena de oro a tus tobillos, a la intensidad de las caricias, las cucharas de palo y mis lentejas de estrellas michelín. 

Poco a poco poco importa ya, o al menos tanto como que el archivo de la Armada española se encuentre a cientos de kilómetros del mar, junto a una plaza de toros cuadrada pero también a escasa distancia de la cuna del español más transatlántico de todos: Alonso Quijano, conocido por don Quijote... 
 
Creo en ti; eso me queda y me consuela, aunque en verdad no sé si creo o quiero creer, en un nuevo acto de voluntad de piedra. Pero con todo lo terrible creo, y aún así, si pudiera, te comería.
            
__________
 
Nota del autor
2009 fue un año extraño para mí. Intentaba salir de una deriva terrible que no viene ahora al caso relatar pero que durante los dos años anteriores, y especialmente el negro 2008, me habían llevado a tocar fondo, no se sabe incluso de qué forma. Aquel 2009 comenzó lleno de promesas, avanzó redentor como ninguno, y cuando el velamen de la nave de mi vida se levantaba ya con cierta gallardía y yo me sentía capaz por fin de navegar todos los mares, todo se cayó, como haciendo realidad el dicho popular aquel: “más dura será la caída”. Y lo fue. Lo que aún no sabía era lo que me estaba esperando, que dejo para otro día, y era cosa de nuevos horizontes.



   
Fotografía: © M P.-P., 2009

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.