Líneas de desnudo. 14. Distopía VII: La nueva era (2). Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 14

Distopía VII: La nueva era (2)

Manuel Pérez-Petit

 
‘Ahí Troya’, sí, en el sentido que el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) indica: “para dar a entender que solo han quedado las ruinas y señales de una población o edificio, o para indicar un acontecimiento desgraciado o ruinoso”. Esto es lo hay, sin más adornos. Y ya que nuestros paternales dirigentes del mundo se aplican en lo de ‘arda Troya’, si, arda, tal como lo leen, ‘arda Troya’, que, según el DRAE, es otra expresión coloquial que “Denota el propósito o determinación de hacer algo sin reparar en las consecuencias o resultados”, porque así están actuando, sin casi excepción alguna, esto es lo que tenemos, y quizá hasta nos lo hayamos ganado. 
          Siguiendo con el famoso listado de veinte puntos de la revista The Economist sobre el nuevo mundo que nos toca, en el que ninguno de nosotros hemos sido arte ni parte pero con el que nos toca tragar por las buenas –digo por las buenas, porque por las malas, ojo, nos puede condenar a ser desterrados a una isla, al modo de Un mundo feliz, o a tomar soma, o sabe Dios si incluso a desaparecer del mapa...–, estamos aviaos.
            Veíamos ayer –bueno, en el último artículo–, cómo en la primera mitad del listado brillaban por su ausencia dos palabras: “persona” y “libertad”. Claro, esto tiene su sentido por cuanto esos dos conceptos lo normal es que queden anulados si de hacer un totalitarismo global –por razón del “bien común”– se trata, y yo estoy convencido de que de ello se trata, pues todo lo indica. Como en las mejores fantasías de ciencia ficción, la tecnología lo dirigirá todo, bajo el gobierno implacable de oscuros personajes en aún más oscuros despachos… El punto once dice: “La educación nunca regresará igual. Se vuelve presencial pero tecnológicamente adaptativa. Cada quien lo que necesita. Estudiar offline y online será lo normal. Las escuelas y universidades se transforman en un esquema híbrido para siempre. Se regresa al esquema de contratar gente muy preparada para llenar puestos importantes, pero se aceptan candidatos sin título universitario, para puestos menos importantes, que tengan la experiencia necesaria”. ¿No es distópìco? ¿De verdad me van a decir que no lo es? Yo les diré lo que es: una aberración de bulto redondo. A ver, no les pita en el oído ese “Cada quien lo que necesita”. ¿Quién va a dictar lo que necesite cada quién en su educación? Piensen. O hay que tener muchos hijos que sean capaces de romper con el nuevo estatuto impuesto o no tener ninguno… 
            Tragar, tragar y tragar, porque es al final de lo que se trata, como se expresa en el punto trece: “La economía personal se contrae, se utilizan nuevas formas de generar transacciones comerciales y la gente ahorra más. Un porcentaje alto del gasto familiar se destina a actividades que antes no se pagaban y viceversa. La compra de artículos como ropa elegante se sustituye por prendas casuales. Sigue la transformación radical de hábitos en 2021. La electrónica sigue siendo el producto más apreciado y adquirido por un año más”. A ver, recapitulemos, hasta el momento: la tecnología toma un protagonismo central en nuestras vidas, alguien –o alguienes– deciden por nosotros en todos los ámbitos las decisiones que son solo nuestras, el desempleo es y será devastador, aunque podremos vivir en donde queramos y hasta nos dedicaremos a ahorrar –de la risa que me entra me tengo que poner babero–,  no tenemos derecho a equivocarnos –pues alguien, como ya ha quedado dicho, designa sin réplica posible nuestra educación, nuestros hábitos y hasta cada minuto de nuestras vacaciones–, no tenemos derecho a vestirnos como queramos –siguiendo con fidelidad este punto trece el designio es claro–… La era Distópica es el fin del género humano. Ya comprendo con peras y manzanas por qué esas dos palabras –”persona” y “libertad”– ya no existen.
            —Manuel, que se saltó usted el punto doce…
            —¿El doce? Ah, pues sí, pero fíjese, y luego no se me queje, en su tenor literal: “El sistema médico se adaptó a lo digital con tecnología a distancia para siempre. Una cita médica en teleconferencia será lo normal. La gente seguirá con pruebas de Covid rápidas por todo 2021 para sentirse seguros. La vacuna se acelera mucho pero encontrará grandes retos en el camino. Los grandes hospitales replantean su operación por las crisis económicas que han sufrido por el Covid 19. La gente se enferma menos de virus, bacterias y enfermedades por mal manejo de alimentos gracias a una limpieza recurrente del individuo común”. Ya ve, es un punto equis. Los que peor lo tienen son los ciudadanos de los países carentes de un sistema público universal de salud, pero eso no es novedad, pues si tendremos menos dinero, ¿cómo podremos pagar salud privada? Vayamos al sistema de salud al que vayamos, público o privado, nadie se librará en el fondo de ser cada vez más conejillo de indias. Estamos vendidos, pero eso no ha cambiado: ya lo estábamos antes..
            —Es usted un agorero…
            —No sé, mi amigo. Si ser realista es ser agorero, haga lo que le decía en el artículo anterior, la del avestruz, y meta su cabeza en un agujero, a ver si eso le libra de lo que pasa… Continúo con el catorce, pues, que abunda en otros anteriores: “El comercio sigue creciendo pero en línea; entran jugadores como Facebook, Tik-Tok y YouTube a competir con Amazon. Cierra un porcentaje cercano al 50% de tiendas físicas globales. Las tiendas sobreviven gracias a ser experiencias y show rooms, pero el comercio real para finales del 2024 será mayor en línea que presencial en muchos rubros. Los grandes centros comerciales quedarán atrapados en el tiempo. Muy pocos sobrevivirán a largo plazo”. Bien, siempre he sido partidario de los mercados, las tiendas de barrio y el pequeño y mediano comercio…
            —¿Pero no se ha enterado usted que esos comercios están condenados a desaparecer?
            —Ostras, Pedrín, tiene otra vez usted toda la razón, mi amigo… ¿Sabe qué le digo? En efecto, lo tendremos que comprar todo por internet, dando nuestros datos y hasta nuestra sangre y sudor… Estaremos controlados hasta la extenuación… ¿Y mis aguacates? ¿Quién escogerá mis aguacates? ¿Por qué tendré que aceptar que otro, en el peor de los casos un androide, elija mis lechugas o mis plátanos?
            —Pero si a usted no le gustan las lechugas…
            —¿Y quién le ha dicho eso? Ahora me encantan más que nunca las lechugas, ea, y por lo que veo tendré que cultivarlas yo mismo para no tener que comprarlas… ¡Qué desastre!
            —Si usted lo dice…
            —Sí, lo digo, y no dude que estoy pensando en romper mi smartphone y recuperar mi viejo nokia analógico, a ver si me encuentran. Y si me encuentran, romperé el nokia y volveré al teléfono de centralita, si es que existe aún, o me haré de un palomar con palomas mensajeras… 
            —Cálmese, que está usted volviéndose loco.
            —Puede ser, amigo mío, puede ser, pero no sé qué reacción tendría usted si hubiera leído el punto quince de la lista…
            —¿Y qué dice?
            —Ahora verá. Se lo leo literal, como los otros, para que no falte ni una coma. Escuche atento: “El cambio climático será un tema muy hablado y apoyado. Grandes industrias seguirán en la transformación y se utilizará la A.I. para comprenderlo y operarlo mejor. La adopción de bicicletas como transporte principal seguirá creciendo gracias a la transformación de las ciudades. Pasaremos del tema Covid al del Cambio Climático como tema principal de forma natural. Una oportunidad de unión global para ayudar a transformar y resolver los grandes temas”. Toma ya, ahora nos dicen en qué debemos desplazarnos, como en la China comunista de los años duros, y que conste que me encantan las bicicletas; incluso hay una pintada en la fachada de mi casa… Pero es que ya tenemos hasta plan de estado único. Digo yo que le podrían llamar Huxley a la nueva unión global en cuya concepción, desarrollo e implantación por decreto esos tipos sin rostro se frotan las manos.
            —Bueno, Manuel, ya me voy, le dejo en paz.
            —Es usted inteligente, se va cuando llega lo mejor… ¿Sabe usted que el punto dieciséis dice: “Nuevos modelos de información y noticias por suscripción con más transparencia ayudarán a dar contenidos sin tanto “Fake news”. La credibilidad y transparencia será la piedra angular de todas las empresas. La gente está cansada de tanta información y prefiere sistemas curados por expertos para interactuar. La inmediatez seguirá siendo muy valorada”. Igual los “Fake news” han sido una tendencia orquestada desde los de arriba para sumar una excusa más que justifique, en su afán de control, la implantación de la nueva Era…
            —Ya está usted delirando…
            —¿Delirando? No lo digo yo, lo dicen estos sabihondos pontífices que además tienen en sus manos no solo el timón sino el mango de la sartén en que usted y yo nos encontramos…
            —No lo creo…
            —Pues luego no se sorprenda cuando nos rocíen con aceite, porque fíjese usted en lo que dice el punto diecisiete: “La salud mental se vuelve un tema recurrente y grandes plataformas ayudan a la gente a sobrellevar las situaciones de agresividad, soledad y angustia que han vivido al estar aisladas. Uno de los grandes costos de 2020 es la complicación para trabajar nuevamente en equipo. Mucho que trabajar, mucho que replantear. Las crisis de liderazgo en las empresas cada día serán más comunes”. ¡La salud mental! A ver, si la salud mental es una especie en vías de extinción, por Dios. Ya verá usted que todos al final vestiremos igual, tendremos lo mismo, llevaremos un número en el pecho, obedeceremos como autómatas…
            —Me está usted pintando la cosa, Manuel, como para salir corriendo.
            —Eso habrá que hacer, al menos los que puedan… Y agárrese a la silla, porque le voy a leer el dieciocho: “Las grandes problemáticas como la educación, la salud, la energía, la seguridad, la política, la destrucción de la clase media, toman los reflectores y se desarrollan soluciones por parte de las empresas tecnológicas. Se invierten grandes capitales al hacer el bien, mientras que se resuelven los problemas globales. Emprendimiento social en su máxima expresión con resultados económicos muy sustanciosos”. Para “hacer el bien” dice, ¡para “hacer el bien”!, y que “se resuelven los grandes problemas globales”... A lo que se ve, la unión global esa tan cacareada es una nueva versión del Imperio, y que yo sepa Luke Skywalker no está entre nosotros…
            —Bueno, bueno, pues ya que está, léame, por favor, el diecinueve y el veinte de una vez.
            —Hoy no lo haré mi amigo, porque son para echarles de comer aparte… Espero que los lea en mi próxima entrega de Líneas de desnudo, pero le aseguro que estamos perdidos. Lo vengo diciendo y nadie me pela… Que arde Troya es lo único que tenemos seguro, ya mismo, delante de nuestras narices. Que no habrá piedra sobre piedra. Los mismos que matan son ya los jueces del asesinato. Eso sí, hoy ya somos los más limpios y desinfectados de la historia.
            —Eso es bueno al menos, ¿no?
            —¿Para qué, mi amigo, queremos ser más limpios y desinfectados que nunca si no es para meternos en un laboratorio y que hagan con nosotros lo que quieran? No lo digo yo, lo dicen los expertos de The Economist. Tome nota y espere a mi próximo artículo. Si creíamos que nuestro mundo era retorcido, el nuevo mundo, además de suponer una involución de más de doscientos años para la Humanidad, es el summum de lo retorcido. Como bien dice el DRAE, “una cosa que no se puede superar”.

 (… Continuará…) 
 
   
Fotografía:  © M. P.-P., 2009

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

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