Trabajo en alturas. 15. El año de las tormentas II. Roger Octavio Gómez

El año de las tormentas II

Por Roger Octavio Gómez Espinosa

[Reseña a La vida es el príncipe de los misterios, de Manuel Pérez-Petit]

El año de las tormentas II. La vida es el príncipe de los misterios


Mas las tormentas no se detienen porque un simple humano les ordene detenerse, menos las que son originadas por los torbellinos emocionales. Los recuerdos acuden una y otra vez. 

Hay una segunda entrega que escribe Manuel Pérez-Petit de El año de las tormentas. El segundo volumen se subtitula: La vida es el príncipe de los misterios. En la lid del volumen anterior, muchas figuras retóricas y poéticas sirven para ir describiendo las sensaciones que el personaje va percibiendo. La estructura se mantiene, hay un flujo de conciencia que coquetea con el juego poético y que se recrean con figuras del lenguaje, imágenes. 
	Ya en el volumen uno nos enterábamos del nombre de la mujer que evoca el personaje: Antea. Mas es en este volumen donde se despliega el significado real, por sobre las etimologías, de lo que ese nombre signifique. Antea es una de las ciudades ofrecidas por Agamenon a Aquiles, en la Iliada, también significa Flor y es, además, según nos dice el texto, una estrella, ¿se referirá a Astrea? Para el personaje de esta novela Antea es también una jitanjáfora que produce el ansia por expresar el arte en palabras y es la tortura. ¿Una musa? ¿Una maldición? Un amor que, gracias a que no fue culminado, persiste más vivo en la idealización que en la materia. 		
	“La vivencia del arte te lleva al corazón de las tinieblas”, dice Manuel Pérez-Petit a través de su personaje. Para acercarse al corazón de las tinieblas que explora esta novela hay que estar cerca de los linderos de la locura, pero con un pie algo plantado en la cordura. Antea es, en mi opinión, Dulcinea. Manué, el hombre con alma de poeta que se parece al Manuel de carne y hueso, es un quijote que se ha bebido muchos libros, películas y música; que arremete esgrimiendo citas, no contra gigantes sino contra eso que se llama vida, la que consume todo, para exponernos también su particular visión de lo que el arte y la lectura son cuando se tiene una musa con la que nos lleva a viajar en tren, o quizá sólo estemos viajando por un librero, pero vemos a través de sus ojos desde la Europa hasta el nuevo mundo que se le revela en la “piedra de sol“ en México, siempre acompañado de libros o de escenas entrañables del cinematógrafo que fungen como un Sancho Panza fragmentado.  
	Antea es también un fantasma que escucha atento en la charla insomne del poeta desvelado, del lector que cita versos en el aire, y es el crisol donde cada palabra es decodificada porque ese fantasma es el lector ideal que encuentra el camino hacia las más espesas tinieblas que moran en el alma de Manuel, ¿de cuál de los Manueles? Por momentos es difícil discriminar entre el personaje y el autor.
	Manuel abraza a su musa porque no puede arrancarla de sí mismo. Y si pudiera, se abalanzaría tras ella en el mismo momento en que retirada de él la sintiera. 
	Llega la aceptación. La reconciliación que le da la confesión. Redención, no en ella sino la del poeta en el mundo, con su Dios y con los Dioses de los otros, con la ambición de ser cura y con el mismo autor de la novela con quien comparte la afición por el Betis, por los comics, el Capitán Trueno, Astérix, Obélix y Moebius. El poeta sopesa la reconciliación con la naturaleza, como verdadero romántico, no ya con el romántico que mal entiende el amor cortés, sino con del Hombre contra lo inhóspito, que se pierde en los sublime, la búsqueda del monstruo ese que llena de oxígeno los pulmones, que se agita respirando la vida misteriosa que lucha en cada pulso por arrebatarnos el aliento.  


Roger Octavio Gómez Espinosa
Tlaquepaque, Jalisco, México, julio de 2020.



[El presente texto corresponde al borrador de una reseña a El año de las tormentas II. La vida es el príncipe de los misterios, de Manuel Pérez-Petit, que preparé en 2020 para ser leído ante algún público en España. El año de la pandemia impidió que yo pudiera realizar ese viaje y conocer al público al que se lo leería. Les comparto aquí la parte uno de los textos que encontré en el equipaje de es viaje no realizado.]
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