Desde acá, donde "da miedo caminar" Por Roger Octavio Gómez Espinosa
Lass, dunque debb’ io
mentre Orfeo con sue note il ciel consola
con le parole mie passargli il core? (…) *
Alessandro Striggio, «Messaggiera» en L’Orfeo de Claudio Monteverdi.
Pocos han sido los héroes míticos que han traspasado los umbrales del inframundo y vuelto, con cicatrices quizá, gloriosos. Se pueden contar con la mano. Pero hay de héroes a héroes, los hay con nobleza y los innobles, como Teseo o el malogrado Hércules, que fueron allá y pudieron dejar registro de sus hazañas y que regresaron con fama, a lo mejor, sin la gloria y la nobleza de quien se sumerge en el sino heroico sin buscarlo, sólo porque hay que hacerlo o porque era el camino que habría que tomar. Yo siempre quise estar en el lado de los héroes nobles, que son los más escasos. Los que crecen ante lo adverso. Odiseo, Eneas, Orfeo, Luis Daniel Pulido, por ejemplo. Odiseo fue al inframundo, desesperado por el ansia de volver a su patria, en busca del consejo de Tiresidas. Eneas, desesperado por construir una nueva patria, buscó a Anquises, su padre. Orfeo, por otro lado, fue en pos de Euridice acompañado por la Esperanza, quien no pudo traspasar la puerta del inframundo, y armado con una lira. Pienso que Luis Daniel Pulido, más parecido a Orfeo, fue en pos de Marco, acompañado por la Soledad, quien sí pudo traspasar el portal del inframundo, y armado con unos guantes de portero, un par de audífonos y la luz de sus palabras. No es fácil iluminarse con palabras, cuando se logra se generan rayos luminosos que pueden tocar a otros. Este libro, me ha tocado. Llegó a mi casa, por correo, el nuevo libro de Luis Daniel Pulido, De esto va el rayo que ilumina el cielo y las canciones de rock y la noche que cae en Coyoacán, México; un título largo que más adelante entiendo que es un lamento. La elegía a Marco Antonio Pulido Benítez. Hay duelo desde el título, una caída en los recuerdos, soledades, silencios, llanto y la desesperada búsqueda de alguien que pueda comprender la pena profunda. Mas no hay quien escuche, o que por lo menos lo conciba y, por eso, la escribe, la canta. El poeta se desplaza en sus recuerdos, visita lugares que ya no están, se desdobla en lo que fue mientras Marcos estuvo, siempre rodeado por un mundo indiferente en un país amenazante, como el nuestro, uno que da miedo caminar. Hay un descenso en el duelo de Luis Daniel, una caída tan profunda que nos lleva como en un “barquito inmutable en la corriente de un río” de versos hasta un lugar donde el poeta se despoja de de su esencia, donde abandona su lira, sus guantes de portero y su poesía. Al centro de su libro Luis Daniel escribe en prosa: “De por qué mi rayo es el rock”. Ha tocado fondo. Abajo no hay más; arriba, una inmensidad, el peso del abismo. "¿Por qué escribo esto?", se pregunta, como en un pataleo. En “La biografía no autorizada de Bart Simpson” seguimos en la desolación de la palabra despojada de figuras, es como si hablara otro. “¿Y ahora qué hago?”, se dice, y escuchamos el tenue Leitmotiv musical que anuncia al héroe. Porque en todo viaje heróico debe haber algún tema musical, rock en el caso de Luis Daniel, escuchamos un acorde largo. Estamos a la espera de algo que se avecina. Y llega lo que esperamos: la marcha triunfal del heroe que emerge, que vuelve. En “La nostalgia del astronauta cuando regresa a casa” debe haber un tema épico, porque percibimos el doloroso camino del retorno, con paliativos contra el dolor: “Lo que cura una sopa caliente”, y cicatrices: “¿Cómo he sobrevivido tanto con el corazón roto?” y ordena los papeles, y las servilletas, donde ha escrito sus poemas. Duelo aún. Dolor. Aceptación. Un “pan dulce para Ana” y una obra maravillosa. “Corpus”, el poema final, es para mí el equivalente a la pérdida total de Eurídice en el mito de Orfeo. Luis Daniel vuelve la mirada y sabe Marco no volverá, que está mejor allá a pesar del desgarro doloroso, herida de muerte, que eso significa en quienes de este lado lo amaron y seguirán amando. Siempre quise conocer a un héroe mítico. En De esto va el rayo que ilumina el cielo y las canciones de rock y la noche que cae en Coyoacán, México (Ed. Pinos Alados, 2023), por fin, lo he reconocido. Roger Octavio Gómez Espinosa, Tonalá, Jalisco, 2023 [*”Desdichada de mí, ¿debo entonces/ mientras Orfeo con sus notas al cielo consuela/ traspasarle el corazón con mis palabras?” (Mensajera en la ópera de L'Orfeo de Monteverdi y libreto de Alessandro Striggio.)]

- Trabajo en alturas. 37. Desde acá, donde «da miedo caminar». Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 36. Carta desde la isla de los feacios. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 35. Cápsula de escape. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 34. Arriaga, la de los grandes brazaletes de plata. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 33. Implotar al instante. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 32. Un camino terso. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 31. El escándalo de mañana. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 30. En la frontera de sí mismo. Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 29. ¿Qué sabrá él de alguien? Roger Octavio Gómez
- Trabajo en alturas. 28. Cada paso, una voz. Roger Octavio Gómez