Trabajo en alturas. 31. El escándalo de mañana. Roger Octavio Gómez

El escándalo de mañana (1)
Por Roger Octavio Gómez Espinosa

Nunca mis ojos vieron a Kipling y es uno de mis recuerdos

más personales. Millones de hombres , de niños y de mujeres

podrán decir lo mismo…

Jorge Luis Borges en «Borges opina sobre Kipling»
Permíteme, estimado lector, dos preguntas: 1. ¿Puede una obra literaria ser tan buena que pueda superar las ideologías de su época para volverse universales en el futuro? 
          El libro de la selva, de Joseph Rudyard Kipling, por ejemplo, es claramente una historia occidental que representa la visión de un hombre superior que puede apropiarse de lo que en un principio le es adverso, bárbaro. 
         Hay que aclarar que, contrario a la idea que las versiones cinematográficas nos han legado, este libro es una serie de 13 cuentos muy bien zurcidos más el prólogo del autor. Y, que más que una historia de animales, como en las fábulas, hay en El libro de la selva un estudio sobre los conflictos, la guerra y una parodia de lo humano. 
           Los primeros cuentos de la obra, que versan sobre Mowgli, dejan la sensación de estar ante una novela donde vemos que tal personaje bien puede ser la representación idealizada del colono, o más bien, del criollo inglés, cuya dicotomía se representa en el libro por un personaje que, a pesar de estar arraigado a la selva, no puede ser aceptado totalmente por ella en su calidad de Hombre, y que es rechazado por “los hombres” en su calidad de “selvático”. Esta misma calidad de Hombre, sin embargo, lo hace parecer estar en un nivel más alto que el de las especies de la selva al punto que lo llegan a reconocer como señor y amo de los seres que la habitan. 
          Hay que aclarar también que el libro citado no habla sólo sobre Mowgli y sus peripecias.

En el cuento “Rikkit-tikki-tavi”, Kipling nos da un pequeño héroe que, al ser una mangosta, no conoce el miedo ya que su curiosidad es más grande. Una familia inglesa adopta al pequeño animal quien se enfrentará contra Nag y Nagaina, una pareja de cobras, salvando, desinteresadamente, la vida de la familia humana. 

Kipling crea un mundo en el que es posible que un hombre aprenda el lenguaje de los animales, pero marca como superstición y falsedad los mitos de personajes o grupos que parezcan ajenos a lo inglés. En un pasaje de la “La foca blanca”, los cazadores de focas piensan que la foca albina, Kotick, es la reencarnación de un miembro fallecido de la tribu; el autor deja claro que eso no es posible. La historia, sin que por esto pierda verosimilitud, se la contó un ave al narrador. En este cuento, Kotick salva a su “país” de la cruel cacería humana guiándolos hacia playas donde el hombre no pueda llegar. 

En el cuento “Quinquern”, el héroe humano salva a su pueblo al encontrar focas para cazar. Aquí, el narrador va desnudando la fantasía, desenmascara los mitos indígenas que cargan los protagonistas. Para los personajes cada suceso tiene que ver con leyendas, espíritus, seres mitológicos; para el narrador, cada cosa recibe una explicación. Nos mantiene en ese vaivén. El lector puede llegar a pensar que la mitología triunfará en la historia, que al fin el Quinquern se revelará, Kipling da una solución real. El brujo de la tribu, sin embargo, da una versión sobrenatural a los sucesos, pero el narrador occidental lo ha puesto contra nosotros y lo hace quedar como un mentiroso parecido al villano Bracman de “¡Al tigre! ¡Al tigre!”. 

En “Los sirvientes de su majestad”, un inglés que aprendió el lenguaje de los animales –lo que nos recuerda la “La fábula del asno, el buey y el labrador” de Las mil y una noches– narra una conversación entre animales de carga, donde los caballos representan a los soldados disciplinados pero intrépidos; los mulos, quizá de más bajo rango, como artilleros, y los camellos, la milicia salvaje; además hay bueyes y elefantes. Cada quien explica su especialidad en batalla, como una alegoría de los diferentes cuerpos de un ejército. En un momento de la narración se preguntan por qué pelean: “Órdenes”, responde Billy, el mulo. Kipling, al final, pone una moraleja expresa, que parece ir dirigidas a las naciones “salvajes” o “no-blancas”, tiene que ver con la obediencia, claro, desde una perspectiva occidental. 

Hay que tomar en cuenta que El Libro de la selva se publicó en 1895, y hoy es fácil sacarlo de contexto. Los narradores de Kipling, como recalqué en este pequeño ensayo, son muy europeos, occidentales, y su visión es las de un inglés que ve al mundo desde una óptica particular. 
          En el poema de Kipling titulado "If", podemos ver aquella imagen de un hombre Nietschezeniano que se rige por una ley suprema, pero apegada a la vida, como aquella de la selva que Baloo intenta trasmitir, que puede, si se lo propone, ser dueño de sí y de lo que lo rodea. Aunque Mowgli no es blanco, sí es un ser extraño, diferente, superior. 
        Hoy parece molesto que Kipling meta en sus textos, cada que puede, comentarios acerca de la superioridad blanca, también deja ver en Mowgli el alter ego de su “superhombre” y una visión del hombre superior que domaba a las naciones “incivilizadas”. 
En el famoso poema “La carga del hombre blanco” (que no pertenece al citado libro pero que fácilmente puede ser consultado en diversas fuentes), Kipling es explícito acerca de la “responsabilidad” que tiene occidente:

“…para servir, con equipo de combate,
a naciones tumultuosas y salvajes;
vuestros recién conquistados y descontentos pueblos,
mitad demonios y mitad niños…”

Su obra se situó en una época de conflicos bélicos y expansiones armadas, cuando la India era colonia y el mundo estaba convencido de que era necesario occidentalizar a las culturas “inferiores”; sin embargo, el problema que señalamos radica en que eso no molestaba a los lectores de aquella época, pero parece quedarnos a deber a lo que lo leemos ahora. Afortunadamente, la literatura de Kipling es tan superior que, sí, que ha superado las ideologías de su época para fluir hacia lo universal. 
	
Va mi segunda pregunta: ¿Qué tan claros de mente estamos hoy, también una época de conflictos bélicos y expansiones armadas, para que nuestras ideologías presentes no nos escandalicen mañana?

***

Te comparto bibliografía que te invito a consultar:

Kipling, Joseph Rudyard. ( ) El libro de la selva. (…)

Kipling, Joseph Rudyard. ( ) Puck, el de la colina de Pook. 

Kipling, Joseph Rudyard. (10-nov-2010) “El jardinero”. En Biblioteca Digital Ciudad Seva. Consultado el 30 de noviembre de 2012. Disponible en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/kipling/jardine.htm

Kipling, Joseph Rudyard (1985), Borges, Jorge Luis (Recopilador) La casa de los deseos. Siruela. Disponible en: http://www.tercerafundacion.net/biblioteca/ver/libro/10387

Kipling, Joseph Rudyard ( ) Kim. 

Barnes, Julián (2006) Kipling en Francia: viajes sentimentales. En Revista el Malpensante, No. 72, agosto-septiembre. Alberto, Román (Trad). Colombia: Ed. El Malpensante. Disponible en:
http://www.elmalpensante.com/index.php?doc=display_contenido&id=465&pag=2&size=n

Borges, Jorge Luis (2011) “Borges opina sobre Kipling” en Textos recobrados (1931-1955): 1931-1955. (En Diario Crítica, Buenos Aires, Año XXIII, N° 7822, sábado 18 de enero de 1936.) De Bolsillo. 

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