Líneas de desnudo. 97. Lo que continua. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 97

Lo que continua
Por Manuel Pérez-Petit

Algo más de cuarenta días con sus respectivas algo más de cuarenta noches han pasado desde el aunque pueda parecer lo contrario no tan lejano 13 de marzo en que saqué mi Locos con Rusia, que tanto predicamento y debate tuvo… En realidad ha sido una parada en boxes –si se me permite el símil automovilístico–, un ‘en esta bajo, hasta luego que vuelva a subirme’ en mi Líneas de desnudo que siempre ha tenido, como bien siempre dije, vocación de repositorio definitivo para toda mi obra breve e incluso para más cosas. Y al fin el fin de ese hasta luego no anunciado pero tácito ha llegado. Regreso, pues, a la casa común de este “mi” Letras ideaYvoz de mi entrañable amigo y admirable escritor y promotor de la lectura Roger Octavio Gómez Espinosa, del que nunca me fui, maravilloso enclave en que un día encontré el lugar en que encontrarme, un lugar para mis palabras. Y por no pocas razones.

El autor
Mi cuarentena –léase mi ausencia– ha dado de sí como si fueran años. Es un signo de nuestro tiempo: el vértigo. Porque el mundo está loco, qué barbaridad, pero el mundo somos nosotros... ¡Qué de cosas han pasado y no durante tan solo algo más de cuarenta días...! Las hay que siguen siendo como antes y las hay que no, pero hoy voy a señalar tres de las primeras, pese a que podría de unas y otras describir trescientas...
            Continua sin caer a día de hoy la desconocida hasta hace bien poco ciudad de Mariúpol en Ucrania, que mantiene su particular resistencia numantina desde hace semanas ante el feroz y lleno de crueldad asedio de los ejércitos rusos de Putin, en un capítulo que pasará  la historia de la humanidad como ejemplo de resiliencia, equiparando a esta ciudad ucraniana a la Numancia atacada por los romanos, que Escipión tomó y destruyó en 133, o, en tiempos recientes, a los de la Alepo siria antes de su destrucción total a manos también de los rusos putinianos en 2016, o la llamada por entonces Leningrado del asedio nazi que terminó en enero de 1944, nevada por completo, sin haber caído en manos de los de Hitler. Y mientras sigue el asedio, se ha confirmado en esta maldita guerra que el objetivo del Kremlin es tomar todo el sur de Ucrania y conectar su territorio con el de Transnistria, región oriental de Moldavia, ya controlada por las hordas rusas desde hace tiempo, lo cual evidencia de manera definitiva el carácter de simple y vulgar matón de barrio de Vladímir Putin, en cuya prepotencia va a estar su derrota.
            Continua en la Presidencia de México, como debe ser por mandato constitucional –y a qué cuento viene poner en duda el mismo–, Andrés Manuel López Obrador, a quien se le ocurrió la idea –permítanme decir en conciencia y con respeto que bananera, aunque sé que esto me reportará algunos insultos y enemistades– de someterse a un plebiscito popular para continuar en su puesto, en la línea, impropia de una nación como México, de un populismo de perfil bajo que, de haber salido vinculante –se necesitaba una participación del cuarenta por ciento del censo, pero esta fue solo del veinte en el referéndum celebrado el pasado 10 de abril–, hubiera conducido a una profunda reforma del país, cuya Constitución consagra el principio de no reelección como inalienable. La última ocurrencia de López Obrador, en consecuencia, ha sido abrir la puerta a reducir la participación mínima para hacer vinculantes próximos referéndums. 
            Y continua, a mi pesar esta vez en la memoria, la bicicleta pintada en la pared de la casa de Kolaval en Pachuca, porque ya no existe, pues la propiedad del edificio –con un criterio de muy dudosa naturaleza, entre otras cosas porque con lo fea que es la colonia, la bicicleta era al final una especie de patrimonio cultural a preservar incluso por las autoridades, un elemento mucho más que decorativo– la ha cubierto con una saña ejemplar, nocturnidad y alevosía, con una especie de espuerta de cal como si fuera un Ignacio Sánchez Mejías cualquiera, muerto en la plaza a la cinco de la tarde, en forma de pintura plástica de blanco maldito inmaculado –allá que el polvo se lo coma–, y debo porque no puedo ni quiero evitarlo ponerme a cantar tal afrenta al buen gusto como si yo fuera un Federico García Lorca cualquiera –que más quisiera yo–. Sirva también este último elemento como elegía, pues en estos próximos días haré una mudanza que me llevará lejos del panteón en que un día estuvo “mi” bicicleta. 
            Son tres situaciones las de hoy aquí y podrían haber sido otras y muchas más, tantas cosas como se amontonan en la olla exprés que llevo sobre mis hombros, desde antes y durante estos algo más de cuarenta días y noches. Pero una vez puesto en marcha el changarro de mi escritura breve, les seguiré contando en medio del mundo de la locura, tanta que hasta el Real Betis de mis entretelas ha ganado la Copa de S.M. El Rey en España. ¡Viva el Betis!
Ante la bicicleta pintada en la pared de la casa de Kolaval en Pachuca de Soto, Hidalgo, México, solía yo poner muchos fines de semana y con motivo de algunas celebraciones festivas, una mesa de venta de libros y otros enseres, en un bazar sin fecha fija que siempre recibió muchas visitas. Esta vez traigo a acá esta foto de un día en que vinieron a visitarme mis amigos y autores Marisa D’Santos y Óscar Baños Huerta.
Fotografía:©M. P.-P., 2021.

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 46. I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021: Intervención de Antonio Florido en la presentación de La lluvia en las hojas del platanar. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 46

I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021: Intervención de Antonio Florido en la presentación de La lluvia en las hojas del platanar
Por Manuel Pérez-Petit

De nuevo, con todos los permisos que corresponden, me permito hoy reproducir el texto de Antonio Florido en el evento de presentación de la novela La lluvia en las hojas del platanar, del autor chiapaneco radicado en Jalisco, México, Roger Octavio Gómez Espinosa, número dos de la colección Biblioteca Hispanoamericana Kolaval (BHK), que tuvo lugar el pasado sábado día 10 de abril en el marco del I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021.

La lluvia en las hojas del platanar

            Como dice Karen Armstrong, “La novela, como el mito, nos enseña a ver el mundo de un modo diferente; nos muestra cómo mirar en el interior de nuestro corazón y cómo ver el mundo desde una perspectiva que va más allá de nuestro propio interés”.
            La novela que presento, La lluvia en las hojas del platanar, comienza así, “La costumbre esa de buscar explicaciones te hacía suponer que soñabas…”.  
            Sólo una frase. Una frase que engancha sobremanera a cualquier lector que busca lo diferente, porque nos alerta de lo sutil y complejo de la actividad artística y, en general, de toda actividad creadora. Busca y sueño, el constante desasosiego del hombre reflexivo que toma por bandera de vida la duda, la constante duda.  
            Condenado a buscar el regreso, el ansia constante por la perdura, por conseguir la eternidad en un instante, como afirma Roger Octavio.
            Estamos ante una historia de amor, en un contexto duplicado, entre el cielo y la tierra, mirando a los santos y demonios, al sufrir de los hombres clavados en la tierra. 
            Heráclito Ñuca o Heráclito González. Juego del nombre de todos los nombres. Sulivana será la encargada de contarnos esta historia, por mandado del viejo, que terminó de hablar y así se lo encomendó. 
            Nuestro autor es conceptual, más místico que racionalista, y con su palabra llega a conclusiones que la lógica no puede alcanzar.   
            La terquedad de un hombre-tierra, Heráclito, que se impone la obligación de cultivar unas tierras yermas. Nos habla de su trabajo, siempre con el arado por delante, cueste lo que cueste. Nos sumerge, así, en el eterno mito de Sísifo, trabajando como el primero para conseguir los favores de don Anastasio. Busca el consentimiento de este hacendado para casarse con Alejandra, su hija, pero la vida es difícil y difícil se le van presentando las circunstancias, el rechazo, la diferencia de estatus sociales. 
            El autor nos coloca por delante el mundo mágico y mítico de santos y demonios, que hacen lo que hacen, a su manera. Relación de dos mundos para dar un sentido ontológico a una novela que va más allá de los usos actuales.
            El lector se podría preguntar: ¿Estoy leyendo a Rulfo? ¿A Onetti? ¿A Quiroga? ¿A Juan José Arreola? ¿A Márquez? Y no lo podría asimilar porque nuestro autor bebe de todos y de nadie, es singular en su manera expresiva. Salvaje con las palabras y tiempos, a los que domina de una forma realmente sorpresiva.
            Ponerle veladoras a los santos ayuda, al menos eso cree el imaginario colectivo donde se desarrolla esta historia atemporal. 
            Cobra una especial importancia el sueño, lo más inviolable que tiene lugar en el interior del ser humano. En los sueños los santos y demonios viven. Nos desvían el destino y las decisiones a su antojo, una lucha sin cartel entre unos y otros; sin embargo, sobre la tierra está erguido el personaje de la narración, muriendo y volviendo a la vida de una forma recurrente, el eterno retorno de Nietzsche.
            Ya el título de la novela, La lluvia en las hojas del platanar, es hermoso hasta el crujido, pero uno avanza por ella y la belleza de las palabras le sorprende a cada instante; los sonidos y la liturgia que anida en sus párrafos; la continuidad de la prosa con algunos revoques de flashbacks. Juega con los tiempos de manera magistral, pero uno no se pierde porque ya entró, ya es parte, como lector, de Santa Lucía, de doña Candelaria, de Alejandra. 
            Muerte y renacimiento construidos con los ladrillos de la magia de Roger Octavio, un maestro que comienza a brillar como se merece.
            El autor nos vuelve a sorprender con el uso de las tres voces. A veces narra en primera persona, otras en segunda o tercera, adaptando la voz apropiada a la necesidad de lo contado. Difícil trabajo de creación que le da más valor, aún, al texto.
            “No soportas la soledad…”, nos dice, en una agonía constante, en un susurro develado. Alejandra murió y se ahogó Heráclito, pero ¡qué importan estos hechos cuando sabemos, cuando sentimos en el pozo de nuestras inquietudes, que el hombre es todos los hombres del mundo, y que tras Heráclito vendrá otro nombre, otro hombre distinto, o quizás el mismo. 
            Nos habla del Heráclito niño, de su abuelo, encadenando las generaciones y formando un destino que sólo la mitología y las creencias podrían cambiar. 
            Inundaciones, sequías, desvelos y angustias…sueños, soñar que se vive o vivir soñando, el Uno en el Todo, como un huso acromático que busca el infinito.
            También encontramos en esta novela reminiscencias de La nostalgia de Dios, de Pieter van der Meer.
            “Se acomodó el sombrero y pudieron ver su rostro. Yo soy Heráclito González. Ya estoy de vuelta”, 
            Sulivana de Ñuca nos afirma más todavía en el deseo de conocer a ese tal Heráclito, y a su vida toda, a su esposa e hijos, a su suegro con los desaires y con el orgullo por el hombre al que nunca quiso conocer. Sulivana espera mientras Heráclito mata a Nacho Tacuache, la huida, el lloro por la desdicha de su destierro… 
            La narrativa de Roger Octavio abunda en misterios y magia, cuando un hombre que se ahoga vuelve a la orilla y más que se ahoga y todavía más que regresa. Sus hijos mayores oyeron hablar de su padre, el tal Heráclito, y le ven en pena y el padre llora por la suerte de sus propios, por la palidez de su Alejandra, a la que solamente puede ver en sueños.
            “Hace siete años que moriste. Estás muerto y Alejandra te ha olvidado”, confiesa el narrador de la historia. “Alejandra-Penélope sigue tejiendo la red hablando consigo misma”. Aunque las fuerzas de la naturaleza se desaten en bruscas tempestades, la esperanza siempre perdura en la esencia de esta maravillosa novela.
            “Vivir casi siempre vale la pena. Morir también…”. 
            Termina la historia con el mensaje bellísimo del amor inmenso entre Heráclito y Alejandra, con la grandeza del enorme grano de maíz, representando esas noches en que tus abuelos te cuentan historias y tú te las crees y luego tú mismo se las cuentas a tus hijos y así de manera indefinida pero eterna.
Roger Octavio nos ha escrito una historia maestra no sólo para leerla una vez y otra sino para gozarla como yo he tenido la fortuna de hacer.

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Antonio Florido Lozano es un escritor español.
 
   
 Flyer del evento de presentación de La lluvia en las hojas del platanar.
Fotografía:  Flyer del evento de presentación de la novela La lluvia en las hojas del platanar, de Roger Octavio Gómez Espinosa, en el marco del I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021

https://youtu.be/pw8eutcBaEg

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 45. I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021: Intervención de Alejandro Ramírez-Arballo en la presentación de Las canciones de Eve. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 45

I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021: Intervención de Alejandro Ramírez-Arballo en la presentación de Las canciones de Eve
Por Manuel Pérez-Petit

Con todos los permisos que corresponden, me permito hoy reproducir el texto de Alejandro Ramírez-Arballo en el evento de presentación del libro de poemas Las canciones de Eve, del autor de Sonora, México, Ramón I. Martínez, que tuvo lugar el pasado jueves día 8 de abril en el marco del I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021.

Poesía, geografía y territorio

            Buenos días o buenas tardes, según sea su uso horario, según sea el día y la hora en los que escuchen mi voz. Quiero empezar esta breve reflexión agradeciendo a Ramón por haberme invitado a presentar su libro y a Manuel Pérez Petit por publicar “Las canciones de Eve”, un libro que le he pedido a Ramón escribir por los últimos veinte años más o menos, y esto que digo no es una exageración. Él, aquí presente, no me dejará mentir. Siempre he creído que la poesía que escribe Ramón Martínez merece una mayor producción y continuidad; aprovecho, pues, este momento para volver a recordárselo. Mi deseo es que después de este libro vengan otros más. Espero también que Editorial Kolaval no lo deje ir y lo presione para que siga escribiendo y compartiendo sus versos con todos nosotros. 
            Yo a Ramón lo conozco desde 1996 aproximadamente y desde entonces y a pesar de la distancia hemos mantenido un contacto directo gracias a la bendita tecnología; por aquellos años él y yo y algún amigo nuestro más nos encontrábamos ebrios por el descubrimiento de la poesía; creo que lo vivíamos todo con cierta inocencia, con esa sencillez con la que los niños juegan imaginando mundos que no existirán jamás por fuera del universo de su imaginación. Desde entonces, pues, he admirado su obra brevísima, sobre todo porque me gusta pensar que guarda en algún sitio muchos poemas que aún no ha publicado y que tarde o temprano verán la luz para regocijo de todos. 
            Ramón es un poeta que ejerce la poesía y lo hace con pleno dominio de sus poderes. Es además un poeta bien interesante y les voy a explicar por qué. Se trata de uno de esos pocos seres, si me apuran diría elegidos por los dioses de la lírica, que escribe desde un convencimiento profundo y no desde un mero formalismo; Ramón no sirve a otro amo que no sea el propio verso sobre la página. Pero hay más, todavía hay más: estamos en presencia de un poeta que abraza la poesía como ejercicio de autoconocimiento crítico no exento de belleza. En mis tiempos de juventud recuerdo a muchos poetas, entre los que probablemente me encontraba yo mismo, que repetíamos “mantras” que a esas alturas (estoy hablando a principios y mediados de los años noventa) ya estaban muy superados: la poesía del lenguaje. Todos los poemas que escribíamos por entonces se ajustaban a este modelo metapoético muy propio del siglo XX y que en el contexto finisecular, como digo, ya era una antigualla, pero como éramos jóvenes, provincianos y muy ignorantes, al menos yo, pues insistíamos en ello porque nos parecía que era el camino a seguir. Ahora recuerdo estas cosas con cierto enternecimiento.
            Los años que representan siempre experiencia, hacen que nuestra lectura del mundo cambie, casi siempre de un modo inconsciente. De tal manera que los poetas se transforman con el paso de los años, se transfiguran, se vuelven siempre otros. Nada me parece tan sospechoso como esos poetas que pasan toda una vida escribiendo una y otra vez el mismo poema. Y es que sucede que la poesía es sobre todo testimonio, el más profundo testimonio de la realidad interior de los hombres. Sin que nos demos cuenta, al escribir un poema estamos convocando fuerzas que han permanecido durante mucho tiempo largamente ignoradas y que de pronto se manifiestan, se formalizan y saltan desde la página.
            Ustedes se estarán preguntando hacia dónde voy con todo esto. ¿Se habrá confundido Alejandro y pensará que está en una de sus clases? Pues no, no es eso. Esta referencia es necesaria para entender algo que sucede con Ramón y con su más reciente libro. Me refiero a que su poesía ha transitado desde la página a la vida. Ha seguido el camino que debe seguir toda obra que, como suele suceder con las obras que valen la pena, se nutra de los poderes del mundo, de la realidad humana que nos rodea. 
            Las canciones de Eve es un libro de amor, es una declaración de amor y es también y ante todo un libro donde florece la poesía. Decir lo que se ama es honrarlo, pero decirlo desde el furor poético es redimirlo del desgaste natural de los días, volverlo único, irrepetible, imperecedero. 
            Que nadie se deje engañar por el título de este libro. Lo poemas cantan a la amada, es verdad, pero también cantan siempre a algo más; es natural que así sea. Los poetas entienden quizá como nadie más que el amante desea que su amor lo toque todo, lo despierte todo, lo transfigure todo. No es casualidad que sea así, el amor nos muestra la unión profunda que subyace a todas las cosas. Amar es escuchar el diálogo callado que sostiene la materia con sus formas. El poeta, pues, escucha y transcribe. No resisto decir una obviedad: la poesía es el lenguaje del amor.   
            La pregunta que tenemos que hacernos ahora mismo y siguiendo la lógica de mi exposición es la siguiente: ¿qué otras cosas ama y canta el poeta en este libro? Bueno, la respuesta ya se ha señalado en el prólogo que he escrito para este libro. El territorio. La voz poética que atraviesa todos estos poemas es siempre evocadora, se demora en la descripción plástica del paisaje: “Al filo de la tarde, frente al mar contemplo su desierto ondulado donde el oleaje de las gaviotas rompe dulcemente”. Este motivo se repite una y otra vez. La geografía bruta se convierte, por efecto de la palabra poética, en territorio, es decir, pertenencia vital, querencia pura dadora de sentido. El cuerpo de la amada es territorio y la geografía del desierto sonorense, citado literalmente “mar de Guaymas”, se yergue sobre sí mismo, con sensualidad, y danza y canta y habla, y responde al llamado de quien lo nombra desde la nostalgia. 
            Hay un concepto propio de la geografía cultural que recuerdo ahora mismo: el biosímbolo. Es decir, se trata de aquellos lugares que adquieren un valor simbólico para un grupo humano, como los santuarios o sitios históricos, por ejemplo; pues bien, la poesía de Ramón está llena de estos biosímbolos que deben ser leídos en clave y que nos proporcionan una gran cantidad de información sobre la propia biografía del poeta. Esto parece confirmar una vieja idea que repito desde hace muchos años: el único género auténticamente biográfico es la poesía. Las canciones de Eve parece demostrarlo.
            A pesar de todo lo dicho, a pesar de haber hablado aquí de la evidente transformación de la poesía de Ramón, es menester señalar que hay elementos estilísticos y temáticos que permanecen, que vuelven reconocible el rostro de su autor. Me detengo en dos características esenciales, una de carácter estilístico y la otra de tema y tono. La primera de ellas es que la poesía de Ramón propende a la brevedad precisa de quien utiliza el adjetivo como un pincel que se utiliza no para el trazo grueso sino para el retoque; el mundo de las cosas, es decir, el mundo de la materia se vuelve visible y auténtico en los detalles mínimos, en las sutilezas del observador ensimismado, si me permiten el término, un tanto fenomenológicamente. La anatomía femenina y la geografía pactan bajo la mirada de una voz poética que observa la realidad con el arrobo natural del que se deleita en la contemplación. Este carácter de embelesamiento me lleva al segundo punto: Ramón es un poeta místico en el sentido más amplio del término, en el sentido más noble, me atrevo a decir. La mística aquí es la sensualidad de un pacto vital con la vida; el místico busca siempre puntos de encuentro, de analogía, para decirlo en términos tomistas, que nos revelen la red de relaciones de sentido subyacente a lo que se nos muestra a los sentidos como algo dispar. El místico recupera esa vinculación última que comprueba que la vida no es caos sino terso flujo de acontecimientos. Comprende la verdad, la vive y la encarna; frente a ella no puede sino balbucear algo, ese no saber que es luz definitiva, como dijera San Juan de la Cruz.
            Me es fácil no pensar en este poemario como en una liturgia que acompasa ese tiempo sin tiempo de la conciencia poética. Eve y Ramón, como la pareja primordial, inauguran un tiempo sucesivo y un mundo mortal en el que todos somos peregrinos. No es casualidad que Ramón recupere elementos propios de la tradición veterotestamentaria: el exilio, la ceniza, el desierto y el árbol.
            Podemos decir, pues, según me lo parece, que Ramón ha sido sobre todo un poeta prudente. Ha sido capaz de escribir lo necesario, esperar, vivir, comprender hondamente su oficio. Su poesía es ahora mismo una poesía decantada que, como los ríos, vuelve siempre a su origen: la vida. Estos poemas han de leerse con gozo, con la dicha dolorosa de sabernos vivos para la muerte, es verdad, pero vivos, radicalmente vivos para que el amor opere en nosotros todos sus misterios. Poesía de profunda reconciliación, poesía que es al mismo tiempo un canto y una plegaria, una búsqueda apasionada de la comunión.

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Alejandro Ramírez-Arballo es profesor de cultura y literatura latinoamericanas en la Pennsylvania State University, poeta y escritor mexicano.
 
   
 Flyer del evento de presentación de Las canciones de Eve.
Fotografía:  Flyer del evento de presentación del libro de poemas Las canciones de Eve, de Ramón I. Martínez, en el marco del I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021

https://youtu.be/3xStYwAHZYU

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

Líneas de desnudo. 44. I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 44

I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021
Por Manuel Pérez-Petit

Con el debido permiso de mi querido editor en Letras ideaYvoz, Roger Octavio Gómez Espniosa, usaré por una temporada mi Líneas de desnudo para dar noticia del I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021: 
Del martes día 6 de abril al domingo 20 de junio de 2021:
44 eventos en vivo, más una sesión inaugural y una sesión de clausura.
75 participantes de 10 nacionalidades: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Nicaragua y Perú, para 166 intervenciones.
19 mesas de debate:
            ● Actualidad de la literatura.
            ● El sujeto en la lengua y la literatura de los pueblos originarios.
            ● Actualidad de las editoriales alternativas.
            ● Literatura escri:a por mujeres.
            ● Promoción de la lectura.
            ● Mitos, fantasía y literatura.
            ● La muerte y la literatura.
            ● La nueva literatura.
            ● Ciencias ocultas, terror y literatura.
            ● Ideas sobre la narrativa actual.
            ● Cine y literatura.
            ● Música y literatura.
            ● Literatura infantil y juvenil.
            ● Historia, ciencia y literatura.
            ● Nuevos caminos de la edición de libros.
            ● Periodismo y literatura.
            ● De los monstruos clásicos a los del espacio.
            ● Los géneros en la literatura.
            ● La distopía.
11 presentaciones de libros y proyectos:
            ● Las canciones de Eve, de Ramón I. Martínez (Méx). Poesía.
            ● La lluvia en las hojas del platanar, de Roger Octavio Gómez Espinosa (Méx). Novela.
            ● Los bordes del Paraíso, de Karina Barrionuevo (Arg). Poesía.
            ● Espíritu jaguar / Xch’ulel Balam / Vivir como fuego / Kuxinel bit’il k’ajk’, de Antonio Guzmán Gómez (Méx). Poesía en edición blingüe tseltal–español.
            ● El aroma agridulce del pasado, de Reyna Hinojosa Villalva (Méx). Miscelánea de prosa y verso.
            ● La tierra de Drácula, de Alberto Zuckermann (Méx). Novela-crónica.
            ● Quién vendrá a mi entierro, de Antonio Florido (Esp). Novela.
            ● Ciclo narrativo El año de las tormentas, de Manuel Pérez-Petit (Esp). Tetralogía. Novela y poesía.
            ● La cuarta Brontë, de Eve Gil (Méx). Novela.
            ● Vida y hechos del Ingenioso Cavallero Don Quixote de la Mancha, compuesta por Miguel de Cervantes Saavedra. Parte Primera/Parte segunda (Lisboa, à custa de los hermanos du Beux, Lagier y Socios, Mercaderos de Libros, 1775). Edición en cinco tomos: dos facsimilares, uno de estudio crítico y dos de la transcripción de la edición original.
            ● Mapa de la historia, de Álvaro Ybarra Osborne (Esp). Mapamundi histórico.
6 conferencias:
            ● La noche de Walpurgis: brujas, aquelarres y otras perspectivas desde el cine y la literatura, por David Hidalgo (Esp).
            ● Memorias de una hija de un preso político del México de los setenta, por Melba Gutiérrez (Méx).
            ● Alguien tiene que hacer la revolución: hacia una nueva poética en la dramaturgia contemporánea del tercer milenio, por Brenda Mitchelle (Méx/Esp).
            ● Mitos, literatura y misoginia, por Elsa D. Solórzano (Méx).
            ● Actualización de los libros de caballerías, por Aurelio Vargas Díaz-Toledo (Esp).
            ● ¿Existe la literatura afroamericana en español?, por Delia Mc Donald Wollery (Crc).
5 mesas de lectura.
3 eventos especiales:
            ● Encuentro con el autor: Francisco Alejandro Méndez (Gua), premio nacional de literatura de Guatemala. Evento en colaboración con Ediciones Periféricas.
            ● Lectura de los Premios Guanajuato 2020: Rodrigo Díaz (Méx) y Pablo Berthely (Méx). Evento en colaboración con Ediciones Periféricas y Ediciones La Rana del estado de Guanajuato, México.
            ● Homenaje a Esther Calvillo Nieto (1926-2016), autora y pionera de la radiodifusión mexicana.

Cerca de tres mil minutos de emisión en vivo. La puesta de largo de Kolaval ante el mundo. Un logro de todos. A través del canal YouTube de Kolaval: https://www.youtube.com/channel/UCJqzvlw6ISzHDo5daGp_f8g/

#KolavalporHispanoamerica #CicloPrimaveraOtoñoKolaval2021

Y lo podemos hacer gracias a la impagable colaboración de Besarilia, Industria Cultural Creativa.

            ¿La motivación?: A un año de su fundación, Kolaval se plantea dar pasos para crear una gran plataforma de debate en torno al ámbito del idioma español, al que consideramos un idioma americano de origen ibérico, por lo que lo hacemos desde la consciencia de una patria común hispanoamericana en la palabra. 
            Bueno, ¿y qué es Kolaval?
            Kolaval es una plataforma de formación, difusión y compromiso social y comunitario, una agencia literaria y una editorial con compromiso cultural y social de ámbito hispanoamericano, que nace desde Sevilla, España, para cumplir sueños en español y en todas las lenguas americanas.
            La matriz del proyecto es la compañía española 'Kolaval por Hispanoamérica, la cultura y los valores, S.C.’, que tiene entre sus objetivos establecer alianzas con personas y organizaciones con la idea de crear red sumando voluntades y compromisos para llevar autores y obras más lejos de lo que nunca nos hubiéramos planteado desde el ámbito editorial alternativo o independiente.
            En la actualidad, estamos en México y España y trabajando en nuestra implantación en otros países.
           'Kolaval' es una palabra tsotsil, lengua derivada del maya que se habla en el sureste de México, en Chiapas, cuya traducción al español es 'gracias'. Y ése es el espíritu fundacional y el principal impulso que nos motiva: la gratitud.
            Agencia Literaria Kolaval
            Como agencia literaria, nuestra principal actividad, representamos obras literarias y autores, así como la compra-venta y mediación en el sector cultural internacional en materia de derechos editoriales. 
            Ediciones de la Agencia Literaria Kolaval
            Ediciones de la Agencia Literaria Kolaval cuenta con un catálogo compuesto por una combinatoria de autores y obras de primera fila y alternativos, reunidos en tres colecciones a publicar, producir, distribuir y promocionar en todos los países de implantación, además de apostar por coediciones con instituciones públicas y privadas, así como con otras editoriales.
            Plataforma cultural, social y comunitaria 
            Como plataforma de formación, difusión y compromiso social y comunitario, Kolaval pone a disposición, a través del Laboratorio creativo de Kolaval y otros medios y causas, que cuentan con la colaboración de profesionales acreditados en más de media docena de países, cursos, talleres, seminarios, conferencias y encuentros profesionales presenciales o no, medios propios de comunicación con fines divulgativos de la cultura y las artes, especialmente las literarias, y formación y capacitación de profesionales y cuadros técnicos de entidades públicas y privadas en materias culturales, sociales, humanísticas, filosóficas, organizacionales, lingüísticas, editoriales, artísticas y literarias, así como con la voluntad de convertirse en medio y plataforma para la colaboración entre proyectos culturales, editoriales y educativos de la sociedad civil, con participación activa y promoción efectiva de proyectos de desarrollo comunitario enfocados a la divulgación de la cultura, la convivencia y la paz.
            Lo que diferencia a Kolaval de otros proyectos es que nace sin capitalización y como fruto de la suma de numerosas voluntades en todos nuestros territorios, a fin de cumplir entre todos todos nuestros sueños y anhelos comunes.
            
I ciclo primavera-otoño de Kolaval 2021
Fotografía:  Cartel oficial del I ciclo primavera-otoño de Kolaval, realizado por la diseñadora española Eva Cellalbo.

https://youtu.be/3xStYwAHZYU

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.