Líneas de desnudo. 96. Locos con Rusia. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 96

Locos con Rusia
Por Manuel Pérez-Petit

Hay una guerra en Europa en la que participan, de un modo u otro, casi todas las naciones del planeta. De esto a una III Guerra Mundial solo existe una distancia imperceptible: un “error humano”, que tiemble un dedo perdido sobre un botón inadecuado en el momento más inoportuno, o que un misil “despistado” caiga por unos metros adentro de Polonia o Rumanía, países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)... La inmensa mayor parte del mundo está tomando medidas contra Putin. No contra Rusia, aunque sean los rusos los que estén pagando, de momento, el desvarío iluminado de un tal Vladímir (1952) que se cree el zar Goliat de todas las rusias y al que le espera una brutal caída a los infiernos. Hay quién observa señales de que está enfermo –y no hace falta ser un genio para saber que lo está, del cuerpo o del alma o de ambos–, pero estoy convencido de que los propios rusos –o los oligarcas a los que amamantó o los chinos o el héroe Volodímir Zelenski (1978) al frente de su ejército de davides– lo quebrarán. Las condenas y sanciones van y vienen como buldóceres contra la madre Rusia, pero en realidad son contra Putin, al que parece, con su estilo de matón de barrio, que le da igual, pero ya veremos por cuánto tiempo. Mientras, a la mayoría se les llena la boca con la palabra ‘Rusia’.
            Es digno de observar: muchos no saben ni qué hacer para adquirir notoriedad y ser noticia ante esta barbarie que está teniendo lugar en Ucrania. Por muy importantes que se sientan o deseen llegar a ser, la idiotez anida en ellos con profundo arraigo. Con sus declaraciones y decisiones se califican a sí mismos y creyéndose más listos que el resto se convierten en el paradigma de la negación de la inteligencia y la ridiculez sin medida, y digo esto último porque encima defienden sus posturas dándose por ofendidos si uno no concuerda con sus ocurrencias, o, por ejemplo, les hace preguntas al respecto, como a mí me ha pasado, claro que yo no soy nadie para ellos, y, por tanto, mis preguntas las consideran impertinencias.
            Es el caso de la declaración de la ‘Conferencia de Directores de Ferias Internacionales del Libro’, que comunica la decisión de 14 ferias de 13 países de “suspender contacto con cualquier editor oficial de la Federación rusa e invitar a editores y autores de Ucrania a exhibir sus títulos en nuestras ferias sin costo alguno”, y que solo conocemos por unas declaraciones del secretario general de la misma, el guatemalteco David Unger (1950), publicadas en una revista de negocios especializada en la industria editorial y firmada por el editor en jefe de la misma, titulada: “Directores de ferias del libro sobre Ucrania: 'No podemos permanecer en silencio'”. La ironía es de manual –para lo que dijeron, ¿por qué no se quedaron en silencio?–. La peor parte le está tocando al pobre Unger, “obligado” a defender lo indefendible –igual fue una ocurrencia suya–, mientras ninguna de sus ferias dice ni esta boca es mía. No abundo en ello; lean o relean mi “El misterio del documento de la FIL” y, de paso, la reacción de Paco Ignacio Taibo II (1949)* a tal disparate, y también al de la Orquesta Filarmónica de Cardiff, que eliminó de su programa la obertura 1812 de Chaikovski, por la invasión... 
            Todos están borrachos de y con Rusia, y eso parece que justifica la sarta de ocurrencias que se está dando: puro homenaje a la estupidez. A ver, Rusia nada tiene que ver en esto. Todas las medidas tomadas contra ese país están encaminadas a que Putin detenga la guerra y, en última instancia, a que caiga de una vez de su poltrona. El mundo anda al borde de la madre de todas las catástrofes: una posible III Guerra Mundial... ¿Vamos a dejar de leer a Aleksandr Pushkin (1799-1837), a León Tolstói (1828-1910), a Borís Pasternak (1890-1960) o a Anna Ajmátova (1889-1966); de escuchar a Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908), a Ígor Stravinski (1882-1971) o al propio Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893); de ver películas de Andréi Tarkovski (1932-1986), de Nikita Mijalkov (1945) o de Serguéi Eisenstein (1898-1948)…, bueno, los pocos que en realidad lo hacemos, solo porque ahora haya tontos de capirote que sean tan incultos y tengan tanto afán de protagonismo como para proponer un veto, ¡un veto!, como si a Putin le importara lo más mínimo, nada menos que a la cultura rusa? 
            Lo que tendrían que hacer los de las ferias –los de éstas y todas las demás– es invitar a Zelenski, que, además de actor es guionista y, por tanto, escritor, miren por dónde, a todas ellas, y los de la orquesta galesa –y el resto de las orquestas del mundo– hacer solo conciertos con obras rusas y ucranianas. Ahora más que nunca, y en el ámbito de la cultura con mayor sentido, deberíamos leer rusos, escuchar rusos, ver cine ruso, estudiar Rusia, disfrutar lo ruso, promover lo ruso, que bien conocemos, y hacer lo propio con lo de Ucrania, que deberíamos conocer, y más que nunca..., e ignorar declaraciones extravagantes y desgraciadas o ir a conciertos de orquestas que ni saben lo que es la música. Esta sí es nuestra guerra, digan lo que digan, y nuestras armas son integradoras y no excluyentes, plurales, abiertas, universales. El cultivo y el aprecio de las artes y el pensamiento, con sus valores perennes de libertad, convivencia y tolerancia, es el germen de la paz en el mundo, no los vetos. A ver si se enteran: no es tiempo de tontos ni de locos, y tampoco de listos u oportunistas. Es el momento de arrimar el hombro todos a una y de aquello que, por lo visto, escasea demasiado: es la hora exacta de la grandeza de miras, el corazón y la inteligencia.

*https://elcomentario.ucol.mx/enfada-a-taibo-ii-censura-del-mundo-contra-los-creadores-rusos/ 
Volodímir Zelenski (1978), presidente ucraniano, una de las pocas personas que aún no ha dicho una sola tontería respecto a la guerra con que Putin pretender someter a Ucrania, actor y guionista que debería ser invitado a todas las ferias del libro del mundo. Retrato oficial (publicado bajo licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional).
Fuente de la fotografía: president.gov.ua. 

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

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