Líneas de desnudo. 110. La muerte del cacique. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 110

La muerte del cacique
Por Manuel Pérez-Petit

A vueltas con la tan celebrada entrevista que a la maestra Maricruz Patiño realicé para Temas y +temas del pasado viernes día 7, decía la poeta que a Carlos Fuentes cuando escribió “La muerte de Artemio Cruz” le pudo haber pasado como a Octavio Paz con “El laberinto de la soledad”. “Carlos Fuentes era un tipo fino –comentaba Patiño–, de clase social más o menos acomodada, y de pronto escribe ‘Artemio Cruz’... ¿De dónde le salió el cacique? Pues del cacique que todos los mexicanos llevamos inoculado en nuestro inconsciente colectivo”.
            El Diccionario de la Lengua Española (DLE) cuenta con cuatro definiciones para la voz ‘cacique’. La primera de ellas (“Gobernante o jefe de una comunidad o pueblo de indios”) no viene al caso respecto de este artículo, como tampoco la cuarta (“Mujer del cacique”), pero sí la segunda (“Persona que en una colectividad o grupo ejerce un poder abusivo”) y la tercera (“Persona que en un pueblo o comarca ejerce excesiva influencia en asuntos políticos”). Anótese que en estas dos últimas se usa un adjetivo (“abusivo” en la primera y “excesiva” en la segunda). ¿Puede deducirse, pues, que si todo mexicano lleva en la sangre un cacique todo mexicano es excesivo y abusivo? No lo creo, pero sí estoy convencido de que todo mexicano que sea cacique lo es.
            Ninguna feria del libro del mundo, por ejemplo, aun teniendo una cabeza es personalista. Eso solo pasa en México. Los méritos de Raúl Padilla López (1954-2023), que falleció por voluntad propia hace unos días, son indudables. Sin él, por ejemplo, la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que sigue siendo el evento de promoción del libro y la lectura más importante del idioma español en el mundo, no sería lo mismo, como tampoco lo sería la Universidad de Guadalajara, Jalisco, México, y debo reconocer sentirme impactado con la de ríos de tinta que ha supuesto la desaparición del cacique –perdón, prócer– jalisciense. Es imposible hoy no encontrar en dónde leer acerca de Padilla, por lo que me lo ahorro, y debo reconocer que el personaje lega, a partes iguales, luz y oscuridad, incluso en su afán de demostrar quién lleva las pistolas, cosa de la que hizo gala hasta el mismo momento de su muerte, dejando incluso una nota, como los poetas malditos, de despedida que sigue siendo un misterio. Fue el paradigma del afán de protagonismo que todo cacique que se precie debe llevar a gala. Pasa en un buen montón de ferias de libro mexicanas, que llevan por bandera el nombre de alguien sin el que el acontecimiento no parece ser posible. Personas concretas que por lo general se aferran al sillón como si el mundo dependiera de ellos. Me ahorro también nombrar casos, para evitar los efectos de mi providencial capacidad de hacer amigos, pero desde cualquier punto de vista es inconcebible que al frente de un acontecimiento público de gran magnitud pueda estar la misma persona durante diez, quince, veinte o más años, cosa que ocurre solo en México, donde el caciquismo es una forma de vida, pues en el resto de países que uno conoce los eventos de esta naturaleza son dirigidos por consorcios, agrupaciones o comités integradores de los agentes del sector. Y no digamos las universidades, que no tienen un dueño fijo con nombre y apellidos, como también ocurre aquí. 
            Ante la muerte del cacique tenemos en México la oportunidad de oro de evolucionar a otro tipo de organizaciones de los grandes eventos, al menos en lo que se refiere al libro y la lectura, al punto de que estoy convencido de que con el deceso de Raúl Padilla, que descanse en paz y descansemos, con todas las incógnitas e incertidumbres que genera, se acaba la era del cacique cultural lleno de testosterona y puede comenzar la modernidad en la gestión cultural mexicana, que ya es hora.
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Nota del autor
He sido crítico con la gestión de de la FIL en los últimos años, como puede comprobarse en mis "Por qué hoy prefiero el “¡Oh, Juan Miguel!” a la FIL" y "¿Adónde vas, FIL?", publicados el 12 y el 13 de diciembre de 2021, y en "El misterio del documento de la FIL", del 11 de marzo de 2022, que están en comunicación directa con este de hoy, y a través de los cuales pretendo aportar mi granito para una nueva era cultural sin caciques, pese a lo bueno, que es mucho, y a lo malo, que no es menos, que conllevan, en México.  
   
Cartel de la FIL 2023, la primera de la era post Padilla.
Fuente de la fotografía: https://www.fil.com.mx/media/carteles.asp

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado gestor cultural. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.

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