Líneas de desnudo/ 94
Feminismo Por Manuel Pérez-Petit
A Karla Jara, Adriana Labardini, Maru Reyes o América Santiago, mexicanas excepcionales por su compromiso, su corazón y su inteligencia. Al nombrarlas, simbolizo en ellas a todas las personas que creen, crecen y crean en la construcción de un mundo no solo igualitario sino justo y completo, definitivo.
Conozco tanto a mujeres como a hombres admirables, de igual modo que conozco a mujeres y hombres detestables, realidades hermosas y también desoladoras, situaciones llenas de vida y entornos en que impera la muerte. La vida se da en todos por igual y la realidad es la misma para todo ser humano. Mi capacidad de entendimiento es limitada, como la de cualquiera, y lo mismo le pasa a mi capacidad de comprensión. En todo el planeta todos sin excepción somos iguales y debemos serlo, pero la igualdad, por mucho que tenga de ideal –en el sentido de propuesta, y quizá por ello–, no existe a pie de calle. La mayor de las lacras de la Humanidad desde siempre ha sido y es la desigualdad de género. Tiene sentido, pues, que exista el feminismo, y aún lo tiene más que los hombres, que tanto nos dedicamos a predicar y tan poco ejemplo ofrecemos, debamos ser o seamos feministas, porque estoy convencido de que debiéramos serlo si lo que queremos es un mundo mejor y más completo. O incluso, de manera más elemental, por una cuestión de Derecho natural. Para mí, el artículo ideal es el que se tarda en leer tres minutos, que es mi objetivo como autor, por lo que no me detendré aquí en aspectos históricos o en la desigualdad aberrante generalizada que se manifiesta en todos los órdenes, y ni siquiera en la muy pobre definición que de la voz ‘feminismo’ se da en el Diccionario de la Lengua Española (DLE) –con dos acepciones: “Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre” y “Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”–, como tampoco en qué se debe hacer para revertir esto y construir una sociedad igualitaria de verdad en todo el mundo, clave para alcanzar la justicia y el orden natural de la propia vida. No es lucha de sexos, y siendo una cuestión cultural no se trata tampoco ni de una revolución ni de un quítate tú que me pongo yo. Se equivoca el que lo vea como la tarea de imponer nada a nadie. No es una guerra en la que tenga que haber vencedores ni vencidos. Debe ser fruto de un convencimiento elemental del que ninguna persona puede sustraerse y al que todos y cada uno podemos llegar de forma desapasionada, solo con el uso de la razón y el ejercicio de nuestra humanidad. El feminismo no es solo asunto de las mujeres; debe ser de todos. Y fruto de la comunión en la condición humana, todos deberíamos tener como meta que llegue el día en que superemos el feminismo. Estamos muy lejos de ese reto esencial. Lo conseguiremos cuando la igualdad sea real, en nuestra diferencia y en nuestra complementariedad, desde el respeto más sagrado. Más aún, cuando por encima de ser mujer u hombre seamos, ante todo, personas. En ese momento, en el que de una vez la justicia en su más amplio sentido se haga carne de forma definitiva y el orden natural de las cosas prevalezca, el feminismo carecerá de sentido, y podremos afirmar que vivimos, por fin, en un mundo completo, en que mujeres y hombres vayamos de la mano en la construcción de un nuevo amanecer que dé lugar a un horizonte pleno y definitivo.

Fotografía: ©Mayté Flores Ayala Mancera.
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.
Hola Manuel, agradezco de todo corazón la mención en su artículo, siempre es grato saber que hay quien valora cualidades que uno considera importantes.
Respecto al tema de su artículo no sé aún si puedo considerarme feminista, pero sin lugar a dudas me ha tocado al igual que a otras mujeres de mi entorno, ir en contra de roles que en nuestro medio social, están fuertemente arraigados y afrontar los costos sociales que esto conlleva. Coincido con usted que no se trata de una lucha de sexos y en que antes que ser hombre o mujer, somos personas y que debemos enfocarnos en ser, independientemente de nuestro género, respetuosos de la dignidad humana ajena y luchar con todos nuestros medios para que se respete la propia.
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Mi muy estimada América, no es que la mencione sino que le dedico a usted este artículo, y en su nombre, como digo en la dedicatoria, «a todas las personas que creen, crecen y crean en la construcción de un mundo no solo igualitario sino justo y completo, definitivo». Usted es admirable y un ejemplo por sus cualidades para muchas personas, se lo digo desde el conocimiento que de usted tengo, que no es tan profundo, es cierto, pero sí es suficiente para mí como para estarle agradecido de todo corazón a usted.
Manuel Pérez-Petit
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Pues muchas gracias por la dedicatoria Manuel y gracias también por sus amables palabras, en verdad muchas gracias!
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