Líneas de desnudo/ 65
Brillar en la ocuridad Por Manuel Pérez-Petit
Antes de ayer fue el solsticio de invierno en el hemisferio norte y pasado mañana es Navidad en todo el planeta. Entre éste último día y hoy, 23 de diciembre, media la Nochebuena, roja y brillante en la oscuridad como carbunclo, símbolo de luz, que tanta falta hace hoy.
A comienzos del milenio pasado se puso muy en boga peregrinar a Compostela –’campo de estrellas’; otra vez la luz– desde los más remotos lugares del centro y el norte de Europa. En aquellas tierras el pan es de centeno desde siempre, y este cereal sufría por aquellos tiempos de una plaga causada por un gorgojo que lo parasitaba. Ese pan de centeno, al ser comido, provocaba un oscurecimiento de la piel que derivaba en una especie de gangrena, la cual, como es lógico, generó la alarma entre la población. Por esa razón se intensificaron las peregrinaciones al sepulcro del apóstol Santiago el Mayor, en busca de un milagro curativo.
Fue por entonces que se trazaron los diversos caminos compostelanos europeos, desde la remota Rusia o los países escandinavos, las cercanías del mar Negro o desde Las orillas del Danubio o del Elba o del Rhin, y, desde luego, desde la península itálica, Francia o las islas británicas, para entrar al camino principal por Jaca o por el mítico Roncesvalles, lugar en que habían tenido lugar tres siglos antes los acontecimientos legendarios de la retaguardia del ejército de Carlomagno del que nació el “Cantar de Roldán”, el cantar de gesta más antiguo en lengua romance, escrito en francés antiguo por esas mismas fechas.
De este modo, todo el mundo se dirigía a Galicia a venerar la tumba del apóstol de Jesús, pero fueron especialmente relevantes las peregrinaciones del centro y norte de Europa, que veían en ese viaje la posibilidad de curarse del mal que les aquejaba cuyo origen por entonces desconocían. Y, en efecto, conforme viajaban hacia el sur y comenzaba a comer pan de trigo, los efectos de la plaga se iban mitigando, hasta desaparecer ya en la península ibérica..., de tal modo que al postrarse ante la tumba estaban curados por completo. La plaga del centeno desapareció en no mucho tiempo, y todo el mundo creyó de buena fe que fue por la intercesión del santo, agrandando de manera universal la devoción por recorrer ese camino, que hoy está vigente. Al fin y al cabo, es un camino hacia la luz.
Desde el siglo XII, los años en que el 25 de julio, festividad católica de Santiago Apóstol, cae en domingo se celebra un Año Santo Jacobeo. Cada siglo tiene lugar esto catorce veces. Por causa de la p. pandemia, en 2021 y 2022 se está celebrando dos años seguidos, por lo que estamos a mitad de una celebración doble.
Podemos tener fe o no tenerla, pero no podemos desdeñar celebración alguna de la luz, dada la oscuridad de los tiempos que corren. Antes de ayer, decía, fue el solsticio de invierno en el hemisferio norte, que se celebra de muy diversas formas y en muy diversos lugares como fecha de purificación y ofrenda, de resurgimiento y de luz. Y pasado mañana, se celebra la Navidad, de la que huelga contar cualquier cosa en cualquier lugar del mundo.
Y, por eso, hoy, 23 de diciembre, a mitad de camino entre el solsticio de invierno del hemisferio norte y la Navidad, podríamos proponernos ser luz, y brillar en la oscuridad como carbunclo, palabra con la que en tiempos antiguos designaban al rubí, esa piedra preciosa que por su color y forma se asemeja a nuestro corazón.
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Nota del autor
Con mis mejores deseos de paz y luz para todos en estas fechas. ¡Feliz Navidad!

Fuente de la fotografía: Retrato de M. P.-P. junto al Via Lattea, en el corazón de la colonia Roma de la Ciudad de México. 2013. © de la foto: Norma Ascencio.
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.
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