Líneas de desnudo/ 34
El oficio de editar VI Por Manuel Pérez-Petit
A ver si nos aclaramos, y que alguien me diga quién está capacitado de verdad para ser juez. Expondremos un par de casos y una anécdota en relación a lo que venimos hablando. Caso 1: El “nefasto” Yordi Rosado, que ha vendido en México desde 2005 más de tres millones de ejemplares de sus ocho libros publicados –¡más de tres millones!–, todos enfocados a los adolescentes y a sus padres desde diversos puntos de vista –para comprenderse, para emprender, para mejorar su convivencia...– y todos de autoayuda, por lo cual podríamos denostarlos, pero resulta que hay un claro consenso entre terapeutas que califican en su conjunto la obra de este productor y conductor televisivo como muy buena y de gran valor…, y aunque sean libros con un público objetivo limitado resulta que todos ellos han estado durante años entre los más vendidos en las librerías mexicanas. Y ayudando a mucha gente, no en vano este personaje por el que montaron hace cerca de cinco años un escándalo de enorme magnitud funge en sus ratos libres como voluntario para promover la agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyo razón de ser es dar a conocer los Objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de dicha organización, en especial en lo relativo al Reto del Hambre Cero. No pretendo ponerle una medalla –y tampoco gano nada por intentar ponerlo en su sitio–, pero lo cierto es que este señor ha conseguido que haya más lectores en los últimos 7 años que todas las editoriales alternativas de México juntas, y no hace falta mirar las estadísticas. Y puede que esos mismos lectores, que quizá no tuvieron nunca contacto con un libro hasta encontrarlo, por la razón de haberlo descubierto luego se interesen por otros libros de otro corte y otra naturaleza, en beneficio de muchos. Este Rosado tiene un libro, por ejemplo, del que deberíamos aprender todos, mecachis. Se trata de “¡SIN PRETEXTOS! Cambia el pero por el puedo”, que su editorial explica del siguiente modo: “Lo que eres es mucho más que suficiente para ser… todo lo grande que quieras ser. Sabías que no puedes regresar al pasado para volver a empezar, pero puedes empezar ahora y cambiar el futuro. Cuando crees de verdad en algo, tu mente encuentra la manera de lograrlo. Tus logros no te definen, te define lo que superas. Las crisis son la mejor oportunidad para crecer, pues la vida te las pone enfrente para que hagas algo que jamás te hubieras atrevido...”. No sé ustedes, pero yo creo en ello. Es más, estoy por ir a buscarlo. En relación a la capacidad que los “puristas” elevados, aristócratas de la “alta alcurnia literaria”, capaces de condenar al infierno o elevar al cielo a una obra publicada o a un autor –incluso sea cual sea su obra–, está un segundo caso, que, por cierto, no ha aparecido antes en mis artículos –ni creo que vuelva a aparecer al no ser de mi interés particular, aunque no lo desprecio–. Veamos, pues, el caso 2 que vengo a proponer a la reflexión general: Paulo Coelho. Me echo a temblar de solo pensarlo, y me río hasta de mi sombra. Reconozco no haber leído a este brasileño que vende libros como churros. Traducido a 83 lenguas, ha vendido más de 350 millones de ejemplares en 170 países desde 1987… ¿De verdad que alguien me va a intentar convencer de que hay más de 350 millones de “tontos” en el mundo dispuestos a leer –ya que leen– tal “bazofia” –pues, desde luego, todo lo suyo lo es, según los opinadores más sesudos–? No sé ni cómo escribe –jamás he leído una página suya–, pero algo hará bien, pues me resulta demasiado pretencioso por parte de cualquiera despreciar el muy grande bien que este señor ha hecho al sector editorial con su trayectoria, y no solo a la multinacional que le publica, sino, por extensión a todos los editores. Gente, por ejemplo, que nunca hubiera ido a una feria del libro y que van a por libros suyos, paseando, de paso, por el resto del recinto…, en lo que pueden comprar otra cosa. Me dirán ustedes que un llavero… Vaya por Dios, y yo les contestaré que bien podrían cambiar “el pero” por “el puedo”, que ya estuvo. Recuerdo una anécdota en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Fue en 2011, el año del vigésimo quinto aniversario de la FIL, el más importante evento de promoción del libro y la lectura del ámbito del idioma español en el mundo, el primero en que Sediento Ediciones tuvo estand, gracias a la invitación que con suma amabilidad me hizo el Consejo Editorial del Estado de México (Ceape), invitación que me volvió a realizar año tras año hasta 2015, en que decidió prescindir en su pabellón de los independientes y yo ya comencé a buscar y a encontrar otros acomodos para que Sediento siguiera estando presente. Mi entonces editorial estaba aún en sus comienzos, con apenas medio año de vida y un catálogo de algo más de treinta títulos. Había que hacer algo para que esos días no fueran en realidad una pérdida de tiempo, dada la marabunta de editoriales y ofertas que por doquier llenaban –y espero que vuelvan a llenar pronto– las instalaciones de la Expo Guadalajara. Tracé el plan de tirarme a los pasillos, que es jugar al límite del reglamento, hablar con la gente, llevar siempre libros en la mano… Entre otros motivos porque nadie iba a venir a buscarme… En una de esas, me encontré con una señora, a la que ofrecí alguno de mis títulos… —Es que vengo a buscar otra cosa… —Lo comprendo, es natural. Si viniera a buscar algún título de Sediento, yo se lo regalaría… —la señora se echó a reír —Voy a Gandhi a por el último de Paulo Coelho. —Desgraciadamente, yo no tengo ninguno, ni de segunda mano, y tampoco tengo alguno que se parezca a los que escribe ese señor, pero fíjese usted: de que yo venda un libro, uno solo, de los que hago, a usted, por ejemplo, depende que en un futuro pueda tener uno en mi catálogo de ese autor o de otro que alguien como usted venga a la FIL a buscar, sin saber ni siquiera que yo existo. Se quedó pensativa por un momento, se acercó mi espacio, miró complacida varios títulos –ya no tenía prisa alguna–, se los expliqué, y, al final, me compró una novela y yo le regalé un libro de poemas. Días después escribió a la editorial agradeciendo mi atención para con ella y comentando que le habían encantado los libros. Y al año siguiente vino a buscarme, a ver qué nuevos títulos había publicado. En la próxima entrega les hablaré desde un kiosko de prensa, que tanto bien –creo yo– y tanto mal –creen muchos– ha hecho al mundo editorial. Sigan atentos a sus pantallas. __________ Nota de autor Sediento Ediciones paró máquinas entre el último trimestre de 2016 y el primero de 2017, tras cinco años y medio de actividad, habiendo consolidado un catálogo de 156 títulos de más de doscientos autores de 14 países, para un total de más de medio millón de ejemplares producidos y vendidos en dos continentes, de los cuales hoy apenas quedan –ya no para su venta– algo más de mil quinientos. La editorial no hubiera podido durar tanto tiempo si no fuera por su reiterada presencia tanto en la FIL como en otras grandes ferias, de la mano del Ceape. Quede el dato aquí a efectos de reconocimiento y gratitud.

Fotografía: Estand de Sediento Ediciones en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), 2011. Foto de M. P.-P. con autores. En la imagen, de izquierda a derecha: Javier Allard (con su novela Los ojos de Luna y el fin de los Cometas, que unos años después publicó Alfaguara), Lydia Martínez (con su novela Kozlak y el libro del Arcano. Crónicas góticas I, uno de los proyectos más ambiciosos de la historia de Sediento), M. P.-P. y Elia Vargas Sastré (con su obra de teatro La muerte irredenta, con la que se demostró durante años que la dramaturgia de calidad sí vende).
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.