Voces ensortijadas. 309. Saber esperar. María Gabriela López Suárez

La fotografía es ee MGLS.
Voces ensortijadas  

Saber esperar
María Gabriela López Suárez

A todas, todos mis guías en la vida, gracias.


Eran las 5:30 de la tarde, don Augusto tenía cita médica con la dentista a las 6 de la tarde y Ernestina su hija mayor lo acompañaría. Después de la consulta médica irían a comprar la despensa y algunos obsequios que doña Rosalía, esposa de Augusto y madre de Ernestina, les había encargado para las piñatas que donaría en la posada de la cuadra donde vivían.

Llegaron al consultorio a las 5:45, había varias personas en la sala; se sentaron y comenzó la labor de la espera. Dieron las 6 de la tarde y aún no le tocaba el turno a don Augusto. Ernestina no dejaba de ver el reloj mientras se entretenía con el celular. El tiempo seguía su curso, 6:15 y no había movimiento de pacientes.

−¡Oye papá aún no has pasado y llevamos 15 minutos de retraso! ¿Quieres que pregunte qué pasó? −dijo Ernestina, en voz bajita y tono desesperado.

−No Tina, ten calma. No han de tardar en llamarme –fue la respuesta de don Augusto, mientras la abrazaba.

Como por acto de magia, al cabo de unos 5 minutos llamaron a turno a don Augusto. El rostro de Ernestina mostró un gesto de alivio. Siguió distraída con el celular mientras su papá estaba en la cita médica. Venía la segunda etapa de espera.

Eran las siete de la noche y Ernestina ya no hallaba sosiego ni con el celular. Decidió guardarlo en su bolsa. Observo a su alrededor, el único paciente que se había movido era su papá. La sala permanecía intacta con el resto de personas. Fijó bien su mirada, cuántos consultorios había ahí, solo el de la dentista. Es decir, que las 8 personas que aún estaban ahí, sin contar a ella, estaban por pasar a consulta.

Nuevamente hizo un repaso y empezó a deducir que había pacientes que como su papá iban acompañados. No toda la gente pasaría a cita. Eso le generó una especie de alivio. Pero de nuevo, le volvió la preocupación por el tiempo. La persona que estaba en la recepción era una chica como de unos 22 años. Estaba entretenida en la computadora y en una libreta de notas. Siguió observando qué hacía la gente para no desesperarse, algunas personas platicaban entre sí. Nadie tenía celular en mano, algo raro para ella. Su mirada se detuvo en un señor de edad mayor, alrededor de setenta años, estaba concentrado en la lectura. Ernestina tuvo curiosidad por saber qué libro leía. Se levantó despacito y dio unos pasos cerca de la silla del señor, pero no alcanzó a leer el título. Volvió a su lugar y siguió observando al señor, su rostro era sereno, nada lo desconcentraba de su lectura. Hasta alcanzó a percibir que su respiración era tranquila.

Volvió la mirada hacia ella, nunca había pensado que era importante saber esperar. La idea de llevar un libro le pareció magnífica. Ver al señor le había generado esa sensación de calma que tanto necesitaba en ese momento. Le vinieron varias preguntas a la mente, ¿era la lectura lo que generaba esa sensación de calma en el señor? ¿Era la experiencia del paso de los años? ¿Esperar era acaso una habilidad reservada solo para algunas personas? Respiró profundamente, deseo tener una revista con sopa de letras o crucigramas para llenar. Saber esperar le parecía todo un reto, pero quería aprender a enfrentarlo. En eso estaba que no se percató que su papá ya había salido y estaba pagando los honorarios en la recepción.

−¿Lista Tina? Ya nos vamos a hacer los pendientes −le dijo don Augusto con una gran sonrisa.

−Sí, vámonos papá, ya es hora −señaló ella, devolviendo la sonrisa, mientras volteaba a ver al señor, quería identificar el título del libro. Se quedó con la duda, el señor había pasado a cita después de don Augusto.
La fotografía es ee MGLS.
La fotografía es de MGLS.

Sobre la autora:

Maria Gabriela López Suárez

Catedrática, periodista, escritora y comunicadora

Apasionada de la escritura, la lectura, la radio y el aprendizaje de idiomas. Doctora en Estudios Regionales por la UNACH y Doctora en Dirección y Planificación del Turismo por la Universidad de Alicante. Maestra en Educación Superior y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNACH. Profesora-investigadora en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), en la Licenciatura en Comunicación Intercultural y la Maestría en Estudios Interculturales. Asesora en el Instituto de Evaluación, Profesionalización y Promoción docente en Chiapas y en el Instituto de Educación Superior en Desarrollo Humano Sustentable. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1, del Sistema Estatal de Investigadores, de la Red Internacional de Investigadores en Turismo, Desarrollo y Sustentabilidad (RITURDES) y de la Red de Formadores en Educación e Interculturalidad en América Latina (RedFEIAL). 

Sus líneas de investigación son: Comunicación, Comunicación Intercultural, Educación, Identidades, Juventudes, Periodismo, Radio Comunitaria, Turismo Comunitario, Patrimonio Cultural. 

Desde 2008 colabora como periodista cultural independiente en diferentes medios chiapanecos.  En 2018 fue corresponsal en Chiapas en la, antes llamada, Agencia Informativa CONACYT. Es autora de la columna periodística Voces ensortijadas, desde 2017, actualmente se publica en la revista electrónica Letras, idea y voz y en el portal Chiapas Paralelo.  Es productora del programa radiofónico de la UNICH, Los Colores de la Voz. Actualmente es aprendiz de la Lengua de Señas Mexicana.

Polvo del camino. 308. La vida de los sueños. Héctor Cortés Mandujano

La ilustración es de Luis Daniel Pulido.

Polvo del camino/ 308

La vida de los sueños
Héctor Cortés Mandujano

En las entrañas de la línea sueña una mujer

Juan Gelman,
en “CCLXXI”

A mis amigas Damaris, Mónica y Rocío

Ella me escribe un mensaje por whatssap y me cuenta que me soñó. Es domingo. Un colibrí se acerca a mi ventana como si intentara tomar la miel de mi pensamiento para compartirlo con otro de los suyos que también aletea velozmente buscando la corola de una flor en el jardín.
Preparo un regalo. Recorto figuras de un elegante libro de pinturas: un unicornio, una nube, un árbol, un ojo enorme, el mar... El libro era de mi mamá y ella ya no puede reclamar el uso que doy a volumen tan cuidado. Haré un collage sobre una tela azul, afelpada. Luego le pondré una resina que un amigo que sabe de esto me recomendó. Será un brillante, un resplandeciente cuadro de ensueño.
Pongo sobre la tela, al centro, el ojo, como elemento divino. La nube hasta abajo, para proponer que el cielo está aquí, con nosotros, no arriba…
Hago con cuidado la distribución, sin todavía fijar ningún elemento; sin embargo, mi gata brinca y tira todo, incluso la resina que había dispuesto en mi mesita de trabajo. Los elementos se desarreglan, es decir, se arreglan de otro modo. El azar es un maestro: me encanta como quedó. Así quedará.
Debo apurarme, porque una periodista –mi amiga Damaris– vendrá a entrevistarme. Ella no sabe que yo sé que es su cumpleaños. Me llamó para acordar esta charla y le dije que sólo podía hoy y ningún otro día.
Mi estudio está pintado de blanco y la entrada está llena de enredaderas cuajadas de flores.
Recibo un mensaje de Mónica. Me dice: “Te soñé. El sueño era millonario y feliz”. Antes me ha visitado Rocío y me contó que, en sueños, vio la representación de una de mis obras, La divinidad del monstruo, en un elegantísimo teatro de Europa.
Estoy muy soñado en estos días.
Acabo de poner los últimos toques al cuadro, cuando sueña (es decir, suena) el timbre de la entrada. Es Damaris.
Nos saludamos con un abrazo y un beso.
—¿Cómo estás? –Me dice.
—Millonario y feliz –le respondo–. ¿Qué mayor tesoro que la amistad?
Le doy su regalo y ella se siente –sus gritos de entusiasmo lo demuestran–, igual que yo.
La ilustración es de Luis Daniel Pulido.
La ilustración es de Luis Daniel Pulido.




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

Trabajo en alturas. 43. Apuntes de insular. Roger Octavio Gómez Espinosa

Ilustración cortesía de Casa Conejo Café.

Apuntes de insular
Roger Octavio Gómez Espinosa

A Pippo Bunorrotri, seguidor de Letras, IdeaYvoz
Amable lector de continentes lejanos a quien le

llegan nuestras botellas de náufragos.

El 3 de octubre de 2025 presentamos en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en Casa Conejo, bajo el amparo de mi estimado Alfredo Espinoza, el libro 21 Canciones, de la que soy coautor junto con Luis Daniel Pulido y Héctor Cortés Mandujano, además de los ilustradores: Juan Ángel Esteban Cruz, Juventino “Tito” Sánchez, Alejandro Nudding y Adriana “Agreste” Gómez Ronzón. Recordé la lectura que había hecho Ángel Esteban, la relectura de “Tito” al ilustrar mis textos. Me dieron el micrófono e improvisé algo sobre islas, náufragos y botellas en el mar.

El siguiente texto es sólo un apunte de las ideas que solté, no las recuerdo con exactitud:

Mi amigo y gurú, Héctor Cortés Mandujano publicó, por ahí de 2019, en su columna Casa de citas, una que se titula “Me llamo Nadie y vivo en una isla”. El texto estaba dedicado a la presentación de un libro de cuentos mío. Se refería tanto a mis personajes como a la fascinación que tengo por la Odisea de Homero y también a que Héctor, además de leer libros, sabe leer a las personas. Leyó en mí esa costumbre que heredé de mi padre y él a su vez de mi abuelo, de vivir en nuestras propias islas.
Parto de mi isla muy de vez en cuando. Balsas, navíos, trirremes. Marino de mis océanos, es curioso que cada vez que mis embarcaciones se hunden amanezco en las mismas playas. El mismo aroma, los mismos vientos. Los náufragos de profesión sabemos que es necesario mandar mensajes en botellas. Y los envío cuando la marea cambia. Me duermo. En mis sueños las botellas viajan raudas hasta tocar continentes lejanos, donde hay gentes que leen los mensajes firmados por un tipo que gobierna un islote rodeado de mares y que lleva por nombre: Nadie.
El mar que me rodea es a veces una muralla brava, otras abismo transaparente o burbuja de sal oscura. Hay ocasiones que me parece que ese mar está conformado por sedales invisibles que descifran la salida de mis laberintos azules.
Hoy que los veo, como luz, ante este libro terminado, recipiente de palabras, me digo: ¿estaré, de nuevo, soñando?

Ilustración cortesía de Casa Conejo Café.
Ilustración cortesía de Casa Conejo Café.

*Sobre el autor:

Roger Octavio Gómez Espinosa

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 1974.

Tiene el grado de Maestro en Estudios Humanísticos por el ITESM y Máster en Creatividad Literaria por la Universidad de Salamanca, donde se graduó con mención honorífica.

Autor de Acrofobia (Tifón, 2022); La lluvia en las hojas del platanar (Ediciones Animal, reeditado por Kolaval, España); Soltar las riendas (2019, Tifón). Anhelo de reposo. Antología poética (Coordinador editorial, Tifón, 2019). Bruñir la palabra frente a la hoguera (Autor antologado, Tifón, 2018). Mamá no va a llamar (Tifón, 2018).

Su cuento El rostro de marina, obtuvo dos primeros lugares en su adaptación radiofónica en la Tercera Convención Internacional de Radio y Televisión 2018, Varadero, Cuba.

Liminar 7. Hablar. V. Balltre

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Liminar

Hablar
V. Balltre

Cuando hablamos, no son solo palabras vacías que brotan de nosotros. Es todo aquello que sentimos y le damos forma con voz.
Cuando estamos tristes, toman forma de gota como lágrima; quizá de susurro como aire o; de suspiro como si fuésemos copas de árboles abrazados por el viento. En la rabia, suenan a relámpago y truenos como gritos, se escucha como un tornado azotando en la playa con discusiones golpeando como tsunamis.
Si estuviésemos felices, hablar sonaría como rayos de sol si estos tuvieran melodía, quizá acompañados de una risa como un arcoíris con mil colores asemejando tonos de voz. Estar feliz y hablar es siempre un reflejo de paz y armonía en nuestro corazón. Hablar, nunca será sinónimo de vacío; es opinión, emoción, pensamiento y sentimiento, hablar es, y será siempre: un reflejo de nosotros, quizá en superficie o en profundidad según el tópico.
Por otro lado, escribir siempre me gustará más, porque es más sencillo expresarse en letras que en voz cuando quizá la tristeza nos implanta un nudo en la garganta, pero hace fluir las palabras en papel con suavidad y fluidez cual neblina en clima de invierno.
Escribir es, y me será a la eternidad; un camino, una salida, un desvío de la realidad en donde embellecer en letras es el resultado de sentimientos sin identificar y de palabras sin brotar en voz, pero sembradas y florecidas en prosas, escritos o poemas.
Hablar, escribir, escuchar, leer. Todos son hijos de palabras; productos del lenguaje naciente de una necesidad de expresar, de ser, de sentir sin callar como canal de nuestra intrínseca necesidad de ser notados en un mundo ruidoso.
Cuando el silencio interno suena más fuerte que cualquier sentimiento allá afuera, explota en voz cuando el pecho y la garganta ya no lo pueden retener más. Me gustaría hablar como escribo, pero es al escribir que mi alma guía y no mi mente pensando las palabras que brotarán de mi antes de darles forma en melodía.
Quisiera pronunciar en voz con la facilidad con la que esbozo en caligrafía y poder expresar con palabra dicha lo que mi alma guarda y resguarda en las escritas.
Quisiera hablar además, en muchos idiomas, pronunciar el francés tan fluido como escribo de París y el anhelo en mí. O poder parlar italiano sabiendo que es el idioma de mi corazón y por fin tiene presencia en voz.
Quisiera saber cómo sueno enamorada en latín, y si es el mismo sentimiento que en griego. Quisiera no hablar solo de sueños y romance en español que me queda corto el idioma. Por otro lado, no quisiera saber del anglosajón pues, si bien lo dijo Xacobe Substack: “¿Cómo no van a ser bárbaros si su idioma no distingue el ser del estar ni el querer del amar?”
Liminar es una puerta de entrada para escritores emergentes que nos han brindado sus escritos para colaborar con este ejercicio de generosidad que implica la escritura. Bienvenidos.

*Sobre la autora:

V. Balltre

Escritora emergente

Valeria Trejo, para conocer en el mundo literario como V. Balltre, es una escritora emergente
originaria de Chiapas. Su obra se centra principalmente en la poesía, los cuentos cortos y las
prosas, formatos con los que explora las emociones y la cotidianidad de manera profunda.
Aunque su trayectoria es aún incipiente y se podría considerar amateur, ha realizado algunas
publicaciones en páginas web y ha creado un compendio de libros propios aún inéditos. Para V.
Balltre, este espacio representa un importante paso en su camino literario.
Sus escritos se nutren de las pequeñas cosas de la vida diaria y onírica, que ella transforma ya sea en belleza o en melancolía, plasmando esas sensaciones en sus textos con sinceridad y sensibilidad.

Voces ensortijadas. 308. Sé feliz, chiquilla. María Gabriela López Suárez

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Voces ensortijadas  

Sé feliz, chiquilla

María Gabriela López Suárez

En memoria de Pepe Verduzco. Gracias por tu amistad,
por siempre en mi corazón.



Rosario estaba tan concentrada haciendo labores de jardinería, en el patio de la casa de la tía Bertha, que no se percató de la llegada de Socorro, su prima adolescente. Tía Bertha había pedido a Rosario que le hiciera favor de cambiar la tierra a las macetas, que verificara por qué algunas de sus plantitas estaban tristes, o al menos así las veía ella.
La tía Bertha sabía que Rosarito, como le llamaba de cariño, amaba el cuidado de las plantas. En sus ratos libres de universitaria, solía estar apapachando sus flores, sus plantas medicinales y también las de su familia, cuando le pedían.
Socorro se asomó con cautela para no desconcentrar a Rosario, quien al verla la saludo con gran asombro.
̶ ¡Hola Socorro! Por poco me espantas niña. ¿Qué milagro que te veo por acá? ̶ dijo Rosario sin dejar de hacer su labor.
̶ ¡Hola primita! Pasé a saludar, vinimos a visitar a la tía Berthita. Te vi tan ocupada que me acerqué despacito para no distraerte. ¿Qué tanto haces con estas macetas?
̶ Cambio de tierra a las macetas y estoy encontrando hermosos regalos, la tía se pondrá feliz.
̶ ¿Dijiste regalos, Rosario? ¿En serio? ¿Cuáles, dónde? Yo quiero regalos, fíjate que estaba buscando unos súper tenis que quiero que me compren para Navidad.
Rosario escuchó con atención a Socorro, detuvo su labor un momento. Tomó con mucho cuidado un par de hijuelos de una planta de romero, los colocó sobre su mano y volvió el rostro dirigiendo su mirada a su prima. Le mostró los hijuelos, eran algunos de los regalos que había hallado y pondrían contenta a la tía Bertha. El rostro de Socorro mostró desconcierto, Rosario se dio cuenta. La invitó a que le ayudara a trasplantar esos hijuelos, buscaron unas macetas pequeñas y Socorro aprendió a sembrar plantas.
Mientras hacían esta labor Rosario le explicó a Socorro que los regalos en la vida no solo son materiales, le puso algunos ejemplos, contemplar el cielo con sus infinitos paisajes, sentir las caricias del viento, recibir y dar abrazos, tener salud, tener seres queridos, disfrutar de una linda plática con alguna amistad, escuchar el canto de las aves, respirar conscientemente.
Socorro escuchó con atención. Luego le mostró a Rosario si las plantitas habían quedado bien sembradas.
̶ Muchas gracias por tu ayuda Socorro, mira qué bonitas quedaron las nuevas plantitas. Se las mostraremos a tía Bertha. Pero antes de eso, quiero pedirte que recuerdes esta conversación de los regalos, los que nos dan la verdadera alegría. Siempre ten presente: sé feliz, chiquilla, lo material no llena el corazón.
Socorro no pudo articular palabras, sintió varios nudos en la garganta. Se acercó a Rosario y la abrazó fuerte. A lo lejos se asomó la tía Bertha, quien con paso lento avanzaba hacia ellas.
Photo by Gustavo Fring: https://www.pexels.com/photo/close-up-shot-of-person-putting-soil-in-potted-plant-5622470/
Photo by Gustavo Fring: https://www.pexels.com/photo/close-up-shot-of-person-putting-soil-in-potted-plant-5622470/

Sobre la autora:

Maria Gabriela López Suárez

Catedrática, periodista, escritora y comunicadora

Apasionada de la escritura, la lectura, la radio y el aprendizaje de idiomas. Doctora en Estudios Regionales por la UNACH y Doctora en Dirección y Planificación del Turismo por la Universidad de Alicante. Maestra en Educación Superior y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNACH. Profesora-investigadora en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), en la Licenciatura en Comunicación Intercultural y la Maestría en Estudios Interculturales. Asesora en el Instituto de Evaluación, Profesionalización y Promoción docente en Chiapas y en el Instituto de Educación Superior en Desarrollo Humano Sustentable. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1, del Sistema Estatal de Investigadores, de la Red Internacional de Investigadores en Turismo, Desarrollo y Sustentabilidad (RITURDES) y de la Red de Formadores en Educación e Interculturalidad en América Latina (RedFEIAL). 

Sus líneas de investigación son: Comunicación, Comunicación Intercultural, Educación, Identidades, Juventudes, Periodismo, Radio Comunitaria, Turismo Comunitario, Patrimonio Cultural. 

Desde 2008 colabora como periodista cultural independiente en diferentes medios chiapanecos.  En 2018 fue corresponsal en Chiapas en la, antes llamada, Agencia Informativa CONACYT. Es autora de la columna periodística Voces ensortijadas, desde 2017, actualmente se publica en la revista electrónica Letras, idea y voz y en el portal Chiapas Paralelo.  Es productora del programa radiofónico de la UNICH, Los Colores de la Voz. Actualmente es aprendiz de la Lengua de Señas Mexicana.

Polvo del camino. 307. Lo que hubiera quedado en el tintero/ 1. Héctor Cortés Mandujano

La ilustración es de HCM.

Polvo del camino/ 307
Lo que hubiera quedado en el tintero/ 1

Zazil y la muñeca azul
Héctor Cortés Mandujano

Sus padres se divorciaron cuando Zazil era una bebé. Pero los dos se llevaban bien y ella vivía con ambos, en un arreglo que no siempre entendía: a veces una semana con su mamá, a veces un mes con su papá.
Ambos se encargaban de su alimentación, su ropa, sus juguetes, sus paseos y sus estudios. Los dos, equitativamente, pagaban las colegiaturas de la escuela y los gastos de su clase de ballet. Sin embargo, ella, a sus siete años, se había acostumbrado a conseguir ciertos gustos sólo en las fechas tradicionales: cumpleaños, día de las niñas y los niños, Navidad, Santos Reyes…
Su madre trabajaba en una oficina y su padre era pintor.
Un día de agosto acompañó a su papá al supermercado de una plaza llena de negocios y vio en el aparador de la juguetería, de paso, una muñeca que le encantó: era de piel azul, con un vestido verde y unos cabellos color rosa. Le pareció genial, fantástica.
Sus padres eran muy cuidadosos con los gastos, porque ninguno de los dos tenía altos ingresos. Por eso no le pidió a su papá que le comprara la muñeca y decidió hacer un plan y un presupuesto. La muñeca costaba $2, 768.50.
Su plan era hacer dibujos para que su papá los pusiera en venta en Facebook, con precios bajos y sobre un tema que ella conociera bien. Decidió dibujar su cochinito rojo (tenía uno en cada casa, porque mamá y papá la habían enseñado a ahorrar) con seis variaciones de ese color y otros seis con distintos tonos de azul.
12 en total. Buscaría venderlos a $250.00 cada uno, de modo que, si los vendía todos, tendría tres mil pesos. Ese era su presupuesto ideal.
Sólo tomaría el importe de la muñeca y el resto ($231.50) se los daría a su papá para pagar por las hojas recortadas, de papel acuarela, de 25 cm por 25 cm, y la pintura que usaría para echar a andar su plan presupuestario.
Contó a su papá su idea y apenas llegar a casa él puso en su mesa de trabajo los pinceles, la pintura y comenzó a recortar las hojas. Zazil puso manos a la obra.
No hizo todos los cerditos del mismo color, porque se le antojó mientras pintaba el primero hacer uno rosa, otro dorado, uno más color plata, y con otros inventó combinaciones hasta llegar a tonos que a ella le parecieron bellísimos.
Su papá puso fotografías de las ilustraciones en su Facebook, apenas iban saliendo de manos de Zazil, y sus amigos y familiares las fueron adquiriendo a la misma velocidad. Llegó a su meta sin ningún tropiezo.
Con el dinero recaudado fueron a la juguetería y Zazil se puso feliz, porque, además, cuando el dueño del negocio se enteró de lo que había hecho (su papá se lo contó), le hizo un descuento del 10%. La muñeca le costó, entonces, $491.65 menos.
¡Qué emoción, ya era suya! Zazil tenía una nueva amiga y decidió bautizarla como Vrozul. En el camino de vuelta a casa, comenzó a contar a la muñeca sobre las muchas ideas formidables que pasaban por su mente.
Otra buena noticia esperaba a Zazil: su papá le dijo que el cambio, después de pagar su muñeca, lo pusiera en su cochinito, como agradecimiento por su ayuda, por servir de modelo. Así lo hizo Zazil.
En la noche, acostó a Vrozul en su almohada. Y se durmió contenta, sonriente.
Aquel había sido un gran día.

[Mi amigo Juventino Tito Sánchez me pidió que escribiera un cuento sobre niños (usé a Zazil, su hija, como modelo), relacionado con la economía y el ahorro. Era para un concurso de ilustraciones, convocado por un banco. Lo escribí y Tito no hizo las ilustraciones. Tan tan. Este es el arranque de una nueva sección en mis columnas para publicar lo que pensaba no publicar: Lo que hubiera quedado en el tintero...]
La ilustración es de HCM.
La ilustración es de HCM.




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

Valle de tinta 8. Pájaros de arcilla. Miguel Isaac Zavala Flores

Photo by Juan García: https://www.pexels.com/photo/imposing-stone-sculpture-against-mountain-landscape-31646172/

 
Pájaros de arcilla

El viento de oeste rompía contra las rocas del pueblo de San Juan, el árido suelo junto al calor sofocante parecía formar el carácter de las personas que vivían ahí. Los habitantes se dedicaban a la alfarería, por lo que los hombres eran fornidos, acostumbrados a cargar grandes cantidades de materia prima.
José, por el contrario, era un joven escuálido, nacido con dificultades en su habla prefería quedarse callado la mayoría del tiempo. Era un observador innato y le gustaban las aves. A veces, se imaginaba a sí mismo en esas parvadas sincronizadas volando al ritmo de la vida. Sus padres decían que era medio tonto, sus amigos lo apodaban como “el mudito” y sus maestros se habían cansado ya de su silencio.
El padre de José le enseñaba en casa la importancia del oficio de la alfarería, le mostraba cómo uno era capaz de moldear el destino de la arcilla con los finos toques de sus manos. Hacía especial hincapié en la fuerza, esa que era tan necesaria para cargar con el barro y para llevar a buen puerto cada pieza terminada. Le mostraba los beneficios obvios del trabajo, como una casa de dos pisos, como un cuarto propio para él mismo.
Él estaba interesado en otras cosas, parecía divertirse mirando las nubes y de vez en cuando corría agitando sus manos como si se emocionara. Observaba los pájaros por horas e incluso se sabía de memoria las características distintivas de cada especie. La hermosa ventana en su cuarto, aunado a que se encontraba en el segundo piso, le permitían disfrutar de su pasión en plenitud.
—Nació mal el niño —decían las hermanas de su madre—. Lo cuidarás toda la vida.
José no hablaba mucho pero su oído era fino, prestaba suma atención a cada palabra, por eso le dolían sus apodos, por eso se sentía una carga para su padre, por eso no saludaba a sus tías. José no lloraba, no sabía cómo hacerlo, razón por la cual las lágrimas se le iban al pulmón, razón por la que tosía todas las noches tratando de sacarse la tristeza de dentro.
En mitad de una sesión de alfarería José fue demasiado brusco con el barro y ensució todo el taller. Su padre furioso comenzó a gritarle con intensidad mientras señalaba la falta de seriedad y de interés por parte de José, comenzó a recriminarlo y a desahogarse de todas esas veces que deseó no haberlo tenido en su vida, que deseó tener a un hijo normal. José sólo tapaba sus oídos, le molestaban los ruidos fuertes.
Una noche sin tos José se escabulló al taller de su padre, sacando las fuerzas más grandes de toda su vida comenzó a cargar con la arcilla y, usando la finura más perfecta, comenzó a moldear sus sueños en el barro. Pasaron una, dos, tres horas. Pasaron las risas de sus compañeros por su mente, el desprecio de su familia, los aleteos limpios y gráciles de los corvatos.
Una vez terminada su obra decidió usarla, mostrarle al mundo de lo que realmente era capaz, enseñarles la belleza que llevaba por dentro.
Cuando la madre de José sacó la basura aquella mañana dio un grito ensordecedor, su cara tenía una mueca de horror. Ante ella se encontraba la imagen del cadáver de José junto a un par de hermosas alas de barro.
Valle de tinta es el espacio donde crecen las historias que Miguel Isaac Zavala Flores cultiva.

*Sobre el autor:

Miguel Isaac Zavala Flores

Cuentista y ensayista

Miguel Isaac Zavala Flores, nacido en el año 2003 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Es un escritor mexicano, ávido lector y amante de las letras desde chico. Fue ganador de un par de concursos literarios en su bachillerato y desde muy pequeño encontró un amor por la literatura, tan grande, que no puede parar de escribir. Hechizado por libros clásicos y contemporáneos, busca constantemente devolverle el favor a la literatura, el favor que le hizo al salvarlo. 

Voces ensortijadas. 307. La poesía nos une. María Gabriela López Suárez

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Voces ensortijadas  

La poesía nos une
María Gabriela López Suárez

A todas las generaciones, amantes de la poesía.

No recuerdo cuándo fue mi primer acercamiento a la poesía. Lo más probable fue en la educación formal; la educación en casa alimentó mi interés por la literatura de cuentos, leyendas, novelas. Lo que si tengo claro es que desde la secundaria me gustaba escribir, frases sueltas, reflexiones y en el bachillerato comencé a hacer intentos de poesía, con rimas.

Es en la etapa universitaria cuando de nuevo tuve acercamiento con la poesía; al ingresar a la licenciatura se ofertaron talleres distintos, los días sábados. No sabía por cuál decidirme, así que asistí a varios, uno cada sábado. Pasé por el de teatro, donde tuve debut y despedida. En mi primera sesión me tocó ser la protagonista de una historia, de espectadora pasé a actriz. No era lo mío. El segundo taller fue el de poesía; llevaba mi libreta con algunos textos escritos. El maestro era un experto en la materia, lo percibí también muy estricto. Escuché los comentarios que hacía al texto de otro chico, demoró bastante y a partir de eso decidí que no leería mis textos. No regresé al taller. Mi tercera opción fue periodismo y ahí es donde continué.

En la licenciatura tuvimos mucho acercamiento a la literatura, sobre todo novelas; Jaime Sabines fue uno de los poetas al que leímos y analizamos algunos de sus escritos. De nuevo estaba en contacto con la poesía. Muchos años después, ya en la vida laboral, escuchaba poesía ocasionalmente, en eventos culturales, casi como al azar.

Hace alrededor de tres años la poesía y yo nos volvimos a encontrar, de manera más constante, en distintos espacios, presenciales y virtuales. Si de algo estoy convencida es que no es fácil escribir poesía, de ahí que no escribo poemas. Sin embargo, en este nuevo encuentro me he deleitado con escuchar poesía. Una aliada fundamental ha sido la maestra Chary Gumeta, gestora cultural, poetisa, amante de las letras, a quien con mucho cariño agradezco hacerme partícipe de eventos donde la poesía se hace presente. Escucharla, así como a las voces de otras mujeres como Damaris Disner, Susy Bentzulul, Adriana del Carmen López Sántiz, Karen Liliana Pérez, Nadia Arce y varones como Risckobal Velasco, Marco Von Borstel, Roger Octavio Gómez, Rodrigo Tarabillo, Pedro Licona, por citar algunos ejemplos, me ha resultado no solo una experiencia grata sino una bella y cálida forma de reanimar el andar cotidiano, en este mundo tan ajetreado; la poesía brinda la manera de encontrarnos a través de las voces de otras personas.

Les invito a que cuando tengan la oportunidad de escuchar o leer poesía lo hagan. La poesía nos da la oportunidad de conocer otras miradas, de reconocernos en ellas, de recordar que en la diversidad hay puntos en común en nuestros terruños distintos y también de sentir cómo nuestro corazón late de emoción al conectar con los textos. De ahí que puedo decir que la poesía nos une. Sí, nos une y nos reúne. Es una valiosa y potente herramienta para conectar corazones, pensares y llevarnos a reflexiones sobre distintas temáticas importantes y que, por ende, forman parte de las realidades en que estamos inmersas.

Para cerrar comparto un poema de Rodrigo Tarabillo, poeta boliviano, a quien tuve la oportunidad de escuchar en días pasados en la XVII edición del Proyecto Posh:

Apolo
Y al terminar la canción
Volveré a ser
Un simple humano.
Photo by Marco  Carmona : https://www.pexels.com/photo/cozy-bookstore-with-cat-and-chalkboard-sign-29380479/
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Sobre la autora:

Maria Gabriela López Suárez

Catedrática, periodista, escritora y comunicadora

Apasionada de la escritura, la lectura, la radio y el aprendizaje de idiomas. Doctora en Estudios Regionales por la UNACH y Doctora en Dirección y Planificación del Turismo por la Universidad de Alicante. Maestra en Educación Superior y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNACH. Profesora-investigadora en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), en la Licenciatura en Comunicación Intercultural y la Maestría en Estudios Interculturales. Asesora en el Instituto de Evaluación, Profesionalización y Promoción docente en Chiapas y en el Instituto de Educación Superior en Desarrollo Humano Sustentable. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1, del Sistema Estatal de Investigadores, de la Red Internacional de Investigadores en Turismo, Desarrollo y Sustentabilidad (RITURDES) y de la Red de Formadores en Educación e Interculturalidad en América Latina (RedFEIAL). 

Sus líneas de investigación son: Comunicación, Comunicación Intercultural, Educación, Identidades, Juventudes, Periodismo, Radio Comunitaria, Turismo Comunitario, Patrimonio Cultural. 

Desde 2008 colabora como periodista cultural independiente en diferentes medios chiapanecos.  En 2018 fue corresponsal en Chiapas en la, antes llamada, Agencia Informativa CONACYT. Es autora de la columna periodística Voces ensortijadas, desde 2017, actualmente se publica en la revista electrónica Letras, idea y voz y en el portal Chiapas Paralelo.  Es productora del programa radiofónico de la UNICH, Los Colores de la Voz. Actualmente es aprendiz de la Lengua de Señas Mexicana.

Polvo del camino. 306. La canción de la cobra. Héctor Cortés Mandujano

La ilustración es de Camilo Herrera Cortés.

  Polvo del camino/ 306

La canción de la cobra
Héctor Cortés Mandujano

Se vuelve de la inspiración como se vuelve de un país extranjero.
El poema es la narración del viaje

Federico García Lorca

La Editorial Cátedra, publicó en 1995, con edición de Allen Josephs y Juan Caballero, en uno de esos libros que tienen información clave para entender y desmenuzar contenidos, dos libros fundamentales en la obra del enorme Federico García Lorca: Poema del Cante Jondo y Romancero gitano.
Lorca, dicen los editores (p. 76), “comienza en Poema del Cante Jondo donde otros poetas no han podido llegar”. Este pequeño libro de poemas, escritos con lenguaje cercano y familiar, lo amigó a algunos lectores y lo alejó de otros cuando se publicó (en 1931). Dice en “¡Ay!” (p. 158): “El horizonte sin luz/ está mordido de hogueras”.
En “Tres ciudades” (Malagueña) escribe (p. 196): “La muerte/ entra y sale/ de la taberna. […] Y hay un olor a sal/ y a sangre de hembra”.
Poema del Cante Jondo, dicen Josephs y Caballero (p. 77), “es un libro interior, penetrante –ya lo hemos dicho, íntimo– que busca la esencia oculta y oscura del mundo del cante, que busca el detalle perfecto, el matiz específico, el efecto sugerente pero de plano limitado […] El Romancero, en cambio, representa la universalización del gitano –o la agitanización del universo–, el llevar a propósito al nivel de mito esa misma sensibilidad gitana-andaluza del cante”.
Romancero gitano fue publicado por primera vez en 1928. En una nota del célebre poema “Preciosa y el aire” (que quiere violarla) escriben (p. 229): “Clebert afirma que los gitanos ‘tienen un terror casi enfermizo al soplo y al viento. El viento, dicen, es el estornudo del diablo’ ”.
Escribe Lorca en San Miguel (Granada), p. 252: “Y el agua se pone fría/ para que nadie la toque”.
En el famoso (de este libro la mayoría de los poemas son muy conocidos) “Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla”, que se deja detener por la gendarmería sin oponer resistencia, escribe Lorca, alarmado por la pérdida de hombres bragados (pp. 263-264): “ Si te llamaras Camborio,/ hubieras hecho una fuente/ de sangre, con cinco chorros./ Ni tú eres hijo de nadie,/ ni legítimo Camborio./ ¡Se acabaron los gitanos/ que iban por el monte solos!/ Están los viejos cuchillos/ tiritando bajo el polvo”.
En “Romance de la Guardia Civil Española” dice algo muy lindo sobre su identidad (p. 283): “¡Oh ciudad de los gitanos!/ ¿Quién te vio y no te recuerda?/ Que te busquen en mi frente./ Juego de luna y arena”.
La escritura de Lorca es bella y sorpresiva. Dice en “Thamar y Amnón” (p. 297): “En el musgo de los troncos/ la cobra tendida canta”. El poema es sobre la violación. La sintetiza en un cuarteto prodigioso (p. 299): “Ya la coge del cabello,/ ya la camisa le rasga./ Corales tibios dibujan/ arroyos en rubio mapa”.
En un poema no incluido oficialmente en el Romancero, “Voto”, escribe (p. 304): “¡Corazón/ con siete puñales!/ ¡Ya es tarde!/ Vete por el camino/ de los ayes”.
Este poeta extraordinario fue asesinado por los soldados, por la dictadura, por la fuerza estúpida, en 1936…
La ilustración es de Camilo Herrera Cortés.
La ilustración es de Camilo Herrera Cortés.




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

Valle de tinta 7. Mis gritos ahogados en rojo. Miguel Isaac Zavala Flores

Photo by Esdras Jaimes: https://www.pexels.com/photo/vibrant-diablo-congo-mask-in-portobelo-festival-31949078/

 
Mis gritos ahogados en rojo
Miguel Isaac Zavala Flores

Cuando la bala perforó mi esófago, no tuve oportunidad de gritar, reír o llorar. Me atraganté con la sangre que poco a poco se coagulaba. Mis gritos ahogados en rojo reclamaban una vida a medias, sin amores suficientes, con odios excesivos.
Mi madre me advirtió, me dijo que dejara este camino de pastillas y pistolas. Ahora soy un cadáver más, uno que no extrañarán, uno que, de hecho, celebrarán en mi agonía. Tal vez mi padre llore un poco, tal vez mi madre sea la única que realmente pueda recordarme. ¿Quién más lo haría? ¿Quién derramaría sus lágrimas por un criminal?
El tiempo pasa y mi cuerpo se siente frío, curioso, puesto que yo ya me creía en el infierno. Las almas de mis muertos me arrastrarán a su sufrimiento infinito, a su rencor insano. No pasa nada, el tiempo se detiene y empiezo a flotar, soy una gota de rocío, una mota de polvo, un átomo inestable.
Veo el surgir de las eras y los imperios, veo mis electrones ser onda y sonido, ser míos e impropios. ¿Qué soy? La muerte. Soy la fisión que igualó a los soles, soy el arma del soldado, soy el hambre de los pobres, soy la enfermedad del mundo. ¿Qué soy? La vida. Soy la reconstrucción de las ciudades, soy la hierba en el cemento, soy la unión de gentilezas, soy la cura de los pecados.
De repente veo vacío, veo el espacio inmaterial que nos habita, veo la sombra de la ausencia, el persistente deseo de existir. Veo el choque universal, veo la estrella de la que nací, de la que nació mi padre y su padre y su padre… Veo sin ojos y sin nervios, soy la nada, el todo, lo mucho y lo poco. Soy los distintos planos de existencia. Una estrella de protones, una sonrisa de amor. Un miedo absurdo, una onda gravitacional. Soy el tiempo y el espacio curvo, soy la carta que escribió Neruda.
Me paseo por las probabilidades infinitas, por el curso de las galaxias. Veo a la humanidad doliente y me creo un dios, veo los desiertos de bondad y me creo un demonio. Miro los secretos de la existencia, el polvo del polvo, los engranajes del destino. Intento encajarme en la escala universal y me doy cuenta, yo ya no existo.
Dejé de ser parte del cosmos, soy un extranjero de la realidad, un nómada de tiempos, un muerto para la vida. Los pedazos de mí vagan por el mundo. Mis órganos ahora son larvas, mis cabellos son polen, mi carne es abono, mi vida es un recuerdo de mi madre.
Con la tristeza del abandono me proclamo huérfano del existir. La oscuridad me cubre con su manto orfanatorio y me susurra “ven”. Me limpia las lágrimas y la mente, comienza a borrar mis recuerdos y mi voz. Todo es oscuridad, soy sólo un punto, un punto y final.

Valle de tinta es el espacio donde crecen las historias que Miguel Isaac Zavala Flores cultiva.

*Sobre el autor:

Miguel Isaac Zavala Flores

Cuentista y ensayista

Miguel Isaac Zavala Flores, nacido en el año 2003 en la ciudad de Guadalajara, Jalisco. Es un escritor mexicano, ávido lector y amante de las letras desde chico. Fue ganador de un par de concursos literarios en su bachillerato y desde muy pequeño encontró un amor por la literatura, tan grande, que no puede parar de escribir. Hechizado por libros clásicos y contemporáneos, busca constantemente devolverle el favor a la literatura, el favor que le hizo al salvarlo.