Ser turista en el terruño María Gabriela López Suárez Bianca se despertó temprano como acostumbraba para ir a la preparatoria. Aunque el clima estaba muy frío, en casa ya había movimiento, Gregorio y Melissa, su papá y mamá ya estaban preparándose para ir a trabajar. Bianca fue a la cocina, preparó su taza de café y buscó pan. Melissa le había dejado una concha de chocolate, sabía que era uno de sus panes favoritos. Degustó la bebida y el pan, luego se arregló rápidamente, debía salir pronto para alcanzar el camión. Se despidió de Gregorio y Melissa deseándoles buen día, tomó una de sus bufandas, su mochila y fue rumbo a la parada. Caminó alrededor de dos cuadras y media, el autobús llegó puntualmente como cada mañana, eran las 6:20. A Bianca le gustaba irse en el camión de ese horario porque podía elegir el asiento para sentarse, no dudó en buscar ventanilla en la tercera fila del lado izquierdo. Se sentó, colocó su mochila sobre sus piernas, la abrazó y terminó de acomodarse. Se percató que sus orejas estaban muy frías, el clima estaba ideal para dormitar un ratito mientras llegaba a la escuela. Sin embargo, quiso aprovechar la ventana de su asiento y decidió prestar atención al paisaje, se le ocurrió que iba de turista en la ruta que le llevaría a la escuela. Bianca observó cada parte que iba pasando, descubrió cosas que no había visto, varios pinos de gran tamaño que estaban al fondo de una calle poco concurrida. Luego distinguió unas viviendas con más de tres pisos que tenían jardineras bellamente decoradas por flores de colores vistosos. Le agradó ver nuevos árboles plantados en algunos camellones y por otro lado, le entristeció ver muchos perros en la calle, intentando cruzar de una banqueta a otra y lidiando con personas que conducían sin darles espacio para pasar. —¿En qué mundo vivimos? ¿Por qué tanta indiferencia ante los perros que hay en la calle? —pensó para sí. El camión siguió el recorrido. Su ánimo volvió nuevamente al contemplar las montañas, con la densa neblina que las revestía de una manera majestuosa, imaginó que estaban posando para ella. Sintió muchas ganas de estar caminando rumbo a esas montañas para ascender y luego contemplar la vista desde la parte más alta. Se percató que faltaba poco para llegar a la escuela, se fue preparando para pedir la parada. Respiró profundo. Qué rápido se le había hecho el viaje, qué bonita experiencia la de ser turista en el terruño. Se acomodó la mochila en la espalda y se ajustó la bufanda. —Bajan en la parada, por favor —se escuchó la voz de Bianca. Mientras descendía y se dirigía a la escuela frotándose las manos, el clima continuaba helado.

Sobre la autora:
Maria Gabriela López Suárez
Doctora en Estudios Regionales por la Universidad Autónoma de Chiapas y Doctora en Dirección y Planificación del Turismo por la Universidad de Alicante. Docente investigadora en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH). Es integrante de la Red Internacional de Investigadores en Turismo, Desarrollo y Sustentabilidad (RITURDES), del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Colectivo Fotográfico Tragameluz y del Colectivo Reminiscencia, este último aborda el tema de los feminicidios. Desde 2008 colabora en diferentes medios en Chiapas. Fue corresponsal en Chiapas de la Agencia Informativa Conacyt. Actualmente es productora del programa radiofónico de la UNICH, Los Colores de la Voz; colabora también en la Red de Comunicadores Boca de Polen. A.C.