Polvo del camino/ 98
Écfrasis Héctor Cortés Mandujano
Dice Renoir, citado en El impresionismo (Editorial Hermes, 1957), de Peter de Francia, con 24 reproducciones seleccionadas por Viktor Griessmaier (p. 5): “Una mañana estábamos pintando cuando uno de nosotros se quedó sin negro y empleó en su lugar el azul… El impresionismo había nacido”. El impresionismo no buscaba la fotografía perfecta, sino comunicar la impresión del pintor ante lo que miraba. No fue fácil al principio, porque (p. 7) “la imagen más bien resume que explica y la pintura tiene una cualidad que la hace parecer instintiva”. La gente quería que la pintura fuera bonita, fiel al modelo, y por eso (p. 8) “el impresionismo señala el comienzo de una violenta aceleración del divorcio radical entre el público y el artista”. En la lámina 11, “Le Pont Neuf”, de Auguste Renoir, escribe el crítico: “Realistas en su temática, los impresionistas lo eran aún más en sus esfuerzos por transcribir ese elemento de la naturaleza que es el más realista y a la vez el menos expresable, el más fugaz: el espacio expresado en términos de atmósfera”. Sobre el mismo tema leo-veo el libro de gran formato, con reproducciones en fino papel, en vivos colores, El salón de los impresionistas: Pissarro, Manet, Degas, Monet, Renoir, que forma parte de la colección Los grandes maestros de la pintura universal (Fabbri Editori, 1980), en donde cada selección de reproducciones (catorce de cada uno) es acompañada por una biografía y un ensayo. Cita Dario Durbe en su ensayo lo que Edouard Manet dijo luego de no ser comprendido como artista durante su accidentada vida (p. 35): “No me disgustaría poder leer finalmente, mientras aún vivo, el extraordinario artículo que me dedicarán apenas muera”. Claude Monet (“Pinto como canta el pájaro”), dice Alberto Martini, pintaba sin los detalles que requiere la mirada atenta y diferenciadora, puntillosa y clínica. Cézanne dijo de él (p. 104): “Monet solamente es un ojo, pero ¡mi Dios, qué ojo!”. Una anécdota define su interés (p. 107): “Cuando Renoir lo lleva al Louvre a estudiar a los maestros él prefiere mirar por la ventana y anotar sobre la tela las impresiones que la naturaleza suscita directamente sobre él” (el cuadro está en el libro, se llama Saint-Germain l’Auxerrois). Pierre Auguste Renoir también se sentía muy atraído por la naturaleza. Dice Alberto Martini en su ensayo (p. 132) “Ante la elección de la representación de una flor o de una ‘idea’, Renoir no duda en elegir la primera”. Cita directamente a Renoir (p. 134): “A mí me gustan los cuadros que me provocan el deseo de pasearme dentro de ellos si representan paisajes, de acariciarlos si representan mujeres”. Lo dicho aquí, claro, es sólo écfrasis (“descripción precisa y detallada de un objeto artístico”, según la RAE); lo ideal será, lector, lectora, que mires los cuadros, que te metas a ellos, que los sientas y, si quieres, hagas tu propia écfrasis. Te abrazo. Contactos: hectorcortesm@gmail.com.

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com