Líneas de desnudo/ 55
Un deseo para Cuba (1) Por Manuel Pérez-Petit
La revolución defiende la libertad
Fidel Castro, 1961
En un famoso discurso pronunciado en 1961, titulado Palabras a los intelectuales, como conclusión de unas reuniones con los intelectuales cubanos que tuvieron lugar en la Biblioteca Nacional de Cuba, en La Habana, Fidel Castro Ruz (1926-2016) reflexionó: “(...) El problema que aquí se ha estado discutiendo es el problema de la libertad de los escritores y de los artistas para expresarse. El temor que aquí ha inquietado es si la Revolución va a ahogar esa libertad, es si la Revolución va a sofocar el espíritu creador de los escritores y de los artistas. (...) La cuestión se hace más sutil y se convierte verdaderamente en el punto esencial de la cuestión cuando se trata de la libertad de contenido. Es ahí el punto más sutil, porque es el que está expuesto a las más diversas interpretaciones. Es el punto más polémico de esta cuestión: si debe haber o no una absoluta libertad de contenido en la expresión artística. Nos parece que algunos compañeros defienden ese punto de vista. Quizás el temor a eso que llamaban prohibiciones, regulaciones, limitaciones, reglas, autoridades para decidir sobre la cuestión. Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser (...)”. Ahora que el personaje –Fidel Castro– ya no está con nosotros, he vuelto mis ojos hacia Cuba, que a día de hoy se rige por los mismos principios y teorías, llevadas siempre a la práctica en su sentido inverso, con una coherente política respecto a los creadores de cultura: la negación de la libertad. Y eso que una de las cabezas más significadas de la Revolución era un artista, Ernesto Che Guevara (1928-1967), cuyo vuelo creador literario terminará teniendo hueco a buen seguro –cuando la crítica la deslinde de su compromiso y acción políticos– en la historia de la literatura latinoamericana. En el ámbito literario, que es el que aunque sea un poco conozco, grandes figuras como José Lezama Lima (1910-1976), Virgilio Piñera (1912-1979), Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), Raúl Rivero (1945-2001), Heberto Padilla (1932-2000) o Reinaldo Arenas (1943-1990) fueron críticos con la Revolución cubana, unos más y otros menos, todos sin excepción sufrieron algún tipo de represalia, prisión o exilio, y de igual modo fueron objeto de escarnio por parte del régimen, tratados con apelativos como “gusanos”, “farsantes” o “erróneos” en alguno o en muchos momentos de sus trayectorias, y no solo por sus críticas sino también por cuestiones como su condición sexual o la lectura de unos poemas. Ni ellos ni muchos otros se libraron de estar sometidos a ese concepto de libertad tan pregonado por la Revolución y tan férreo a la vez en su lucha contra la libertad, lo cual es paradójico, pues en el sistema educativo cubano la lectura siempre tuvo un papel protagonista, al punto de que quizá los niños de varias generaciones cubanas sean los que más hayan leído de todos los países del mundo en la segunda mitad de la centuria pasada. Lezama Lima fue ostrado por su novela Paradiso, una de las cumbres de la literatura en español del siglo XX, y sufrió la prohibición de la edición de sus obras o la omisión incluso de su nombre en los medios cuando se puso en marcha el llamado "Quinquenio gris" (1971-1976), un período en el que el intento de imponer el realismo socialista desde los organismos culturales oficiales provocó una ola de persecución y censura a escritores y artistas considerados "contrarrevolucionarios", como él, Heberto Padilla (cuyo encarcelamiento por la lectura de unos poemas provocó la ruptura del mundo intelectual internacional con la Revolución) o Virgilio Piñera y Reinaldo Arenas, éstos últimos por su condición sexual. El caso de Reinaldo Arenas, poeta de largo aliento y narrador importante, fue especialmente llamativo, sobre todo a raíz de la publicación de su novela autobiográfica Antes que anochezca, que tuvo gran impacto internacional desde el primer momento, por cuanto pasa por ser el testimonio más desgarrado de la vivencia de un artista bajo el régimen cubano. Su afamadísima adaptación al cine, dirigida por el aclamado Julian Schnabel, pintor y director de cine estadounidense de origen judío, y protagonizada por el actor español Javier Bardem –su actuación le valió una nominación al premio Oscar al mejor actor–, no hizo más que refrendar el impacto mundial de la obra. El asunto de Raúl Rivero es diferente, y también muy conocido. Periodista de profesión, adepto como tal a la Revolución en primera instancia, no tardó mucho en desvincularse de ella, reclamando libertad de conciencia, por lo que fue encarcelado, pero la presión internacional consiguió su liberación y su posterior exilio en España. Como poeta se encuadró en una corriente coloquialista de gran auge en Cuba en los años setenta y ochenta del siglo pasado, por lo que también fue objeto de censura... Fíjense, en un país cuya cabeza pensante dijo: “que la Revolución defiende la libertad”... (Continuará...)

Fotografía: Archivo de Cubanet. https://www.cubanet.org/destacados/a-55-anos-de-las-palabras-a-los-intelectuales/
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista de carrera, lo dejó todo para dedicarse profesionalmente a la gestión cultural y el mundo editorial hace 15 años. En 2010 se trasladó a México, fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido diversos proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano en los siguientes años y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), de Bluefields, Nicaragua. La biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre desde 2011. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, enfocada en la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de espacios de lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa, su obra ha sido publicada, antología o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.
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