Voces ensortijadas 73
Por María Gabriela López Suárez
El trabajo colectivo
Josefina y Ricardo eran muy buenos amigos desde la adolescencia, desde ahí habían coincidido en compartir el gusto por el arte culinario. Esa coincidencia fue llevada al ámbito profesional y ambos decidieron estudiar Gastronomía.
Hasta donde la memoria de Josefina alcanzaba a recordar además de su amistad, siempre había hecho un buen equipo con Ricardo, no solo habían alcanzado excelentes resultados al cocinar platillos sino también compartido sugerencias, ideas, propuestas y las experiencias poco gratificantes de las que sin duda tenían aprendizajes.
Josefina decidió emprender su camino como chef en un restaurante, sabía que los retos eran grandes y estaba dispuesta a enfrentarlos, finalmente amaba su profesión y la ejercía con amor y pasión.
Así que esa tarde que recibió la noticia que su solicitud de trabajo había sido aceptada no solo agradeció desde el corazón la buena nueva, era algo que deseaba tanto, sino que la compartió con su familia, incluido Ricardo que no solo era uno de sus mejores amigos sino que también formaba parte de ella.
Cuando habló con Ricardo no dudó en pedirle que le compartiera algunas sugerencias para llevar a cabo su nueva encomienda. La charla tardó más de lo que Josefina esperaba, en ella recordaron no solo anécdotas de sus primeras experiencias en la gastronomía sino que también Josefina fue encontrando en ella las sugerencias que le había pedido.
Una de las reglas de oro que le mencionó fue tener siempre presente la sencillez con todas las personas, en especial ponerlo en práctica con su equipo de trabajo.
—Recuerda Josefina, si algo hemos compartido es que ser sencillos no solo abre puertas sino que nos muestra la calidad de personas que somos y con las que podemos interactuar.
Después de haber escuchado atentamente a Ricardo, Josefina se quedó pensando que además de las reglas de oro que le había recordado, un ingrediente esencial en su nueva labor sería el trabajo en colectivo, ahí podría poner en práctica no solo las reglas que conocía sino parte de lo que había llevado a cabo desde sus inicios en la gastronomía.
Finalmente, dentro de su filosofía de vida contemplaba partir del reconocer los talentos de las demás personas, a través de eso creía que el trabajo no solo podía tener mejores resultados sino la posibilidad de interactuar y aprender de cada persona.
El sonido de su teléfono la hizo regresar a su momento actual. Era Angela, una de sus primas, seguro que se había enterado de su nuevo empleo.

Sobre la autora:
Maria Gabriela López Suárez
Doctora en Estudios Regionales por la Universidad Autónoma de Chiapas y Doctora en Dirección y Planificación del Turismo por la Universidad de Alicante. Docente investigadora en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH). Es integrante de la Red Internacional de Investigadores en Turismo, Desarrollo y Sustentabilidad (RITURDES), del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Colectivo Fotográfico Tragameluz y del Colectivo Reminiscencia, este último aborda el tema de los feminicidios. Desde 2008 colabora en diferentes medios en Chiapas. Fue corresponsal en Chiapas de la Agencia Informativa Conacyt. Actualmente es productora del programa radiofónico de la UNICH, Los Colores de la Voz; colabora también en la Red de Comunicadores Boca de Polen. A.C.
Un verdadero gusto leer tus anécdotas si sin duda el trabajo en equipo y es muy importante conocer los talentos de los demás datos
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¡Muchas gracias por leer la columna y comentar! El trabajo colectivo es una experiencia que merece vivirse lo más que se pueda.
Saludos Rocío.
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