Líneas de desnudo/ 100
De Yolotepec a Yunuén y más allá Por Manuel Pérez-Petit
El día que cumplí 10 años experimenté una emoción especial, pues alcanzaba un hito que, en principio, me acompañaría toda la vida: una edad de dos cifras. Hoy, que cumplo 100 artículos en este admirable e irreductible proyecto de Roger Octavio Gómez Espinosa, Letras, ideaYvoz, mi sensación es la misma. Vaya mi gratitud por delante. Escribir estos textos que publico acá es para mí incluso más que un ejercicio de salud mental; es el proceso de prueba y error y de autoconstrucción –muchas veces de auto-reconstrucción– más grande que nunca pude concebir. Por eso, quiero dedicar este artículo a la mayor fuente de alegría que conozco junto al ejercicio del periodismo, que es la misión de mi vida.
M. P.-P.
El 2 de junio de 2011, en que fue inaugurada la biblioteca que lleva mi nombre en Yolotepec, comunidad otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, fue el día en que tomé conciencia de mi lugar en el mundo. Durante años, gracias a la maestra Mónica Castro Moreno, estuve acudiendo con regularidad, humildad y discreción a ese lugar ubicado a las orillas de la México-Laredo a declarar mi amor por esos niños, esa gente y el mundo rural mexicano, tan dejado de la mano de Dios como de la de los gobernantes. En ese proceso de compromiso y servicio descubrí que había que hacer más, y armé la causa Libros por Yolotepec para la promoción del libro y la lectura enfocada en la recolección de libros en donación por parte de particulares, instituciones y empresas para bibliotecas y espacios de lectura indígenas de los ámbitos rural y marginal urbano de México, y para aportar al impulso y la creación de éstos en los lugares en que aún no los haya, así como también para aquellos lugares ya preexistentes que no reciben ayudas ni apoyos por parte de ninguna institución pública o privada para la consecución de sus fines. Sé que es la misión de mi vida, y el pasado 2 de octubre de 2022 fue refrendada y reforzada con la inauguración de otra biblioteca con mi nombre en la isla de Yunuén, Michoacán. Hoy, para celebrar mis cien, quiero compartir lo esencial de lo que dije ese día. “Yunuén es la isla de la media luna –comencé–, en la que desde tiempos ancestrales nacieron, se enraizaron y difundieron las leyendas fundacionales purépechas, pueblo indígena indomable con idioma propio que cuenta en la actualidad con cerca de ciento cincuenta mil hablantes repartidos por todo Michoacán y algunos otros lugares del mundo y cuyo centro neurálgico es precisamente este lago. En mayo de 2022 esta iniciativa comunitaria y de compromiso social que hoy, aquí, inauguramos, nació como una inquietud por traer libros a la comunidad. Algunas personas se movilizaron entonces para hacer posible este sueño, que ya a finales agosto cristalizó cuando cuajó la idea no solo de traer libros sino de crear un espacio multicultural permanente que tuviera como epicentro el libro y el fomento de la lectura.” Valoré el esfuerzo conjunto por el que nacía la biblioteca, “cuyo fin es que la comunidad de esta isla tenga un espacio desde el cual fomentar con eficiencia la cultura del libro, que trabaje de manera permanente en favor de una educación multilingüe, buscando la dignificación de nuestras lenguas originarias y de los pueblos originarios como fundamento esencial y fundacional de la nación mexicana y que convierta a Yunuén y a la isla vecina de Pacanda en particular y, en general, al lago de Pátzcuaro y su entorno, en un faro indispensable de cultura, dignidad humana, convivencia y paz”. “El día de hoy –continué–, estamos aquí reunidos a fin de cortar la cinta de la Biblioteca de la Isla de Yunuén, la cual está concebida con un carácter generalista y contará con un acervo inicial de seiscientos once títulos (...), [entre los cuales, hay] libros de México, sobre México, y también en lenguas originarias, pues no hay que olvidar que nuestra patria mexicana, la de Morelos, que era purépecha como ustedes, cuenta con sesenta y ocho idiomas indígenas, todos ellos lenguas nacionales con igual valor y validez desde el 15 de marzo de 2003 en que se publicó la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas. Pero no solo esto; con sus variantes y dialectos, nuestras lenguas nacionales suman un total de trescientas sesenta cuatro lenguas vivas, y es nuestro deber como personas que amamos a México fomentarlas, cuidarlas y cultivarlas, pues si se diera el caso de que algún día, fruto de nuestro descuido o falta de interés, desaparecieran, perderíamos nuestra identidad y nuestra razón de ser”. Y para concluir, afirmé: “Y Libros por Yolotepec, mi causa, que nació a partir de la iniciativa que hace once años diversas personas pusieron en marcha para ponerle mi nombre a la biblioteca de Yolotepec, comunidad otomí del estado de Hidalgo, y que despertó mi sensibilidad y mi compromiso social, comunitario y cultural con México, con el México al que amé desde muy pequeño, al que siempre aspiré y del que espero ser algún día digno ciudadano, va a poner todo de su parte para sea posible este propósito. Por ello, por el pueblo purépecha, por Yunuén, por el lago de los sueños que es éste de Pátzcuaro y por México, erigimos hoy este faro para creer, crecer y crear.” Vaya esto, pues, hoy, no solo como muestra del camino de amor entre las dos “Ye” de mi misión, Yolotepec y Yunuén, que marcan el rumbo de lo que debe ser y es solo el principio, sino como celebración de mis cien artículos publicados acá, en medio de la ruina, como motivo esencial de alegría y esperanza, que tanta falta hace en medio de tanta tristeza. __________ Nota del autor Dedico este artículo a los millones de mexicanos marginados por causa de su lengua y de su condición étnica, a los apartados de facto de la primera fila de la sociedad civil, a todos aquellos que son más México que los que presumen de serlo, y, más en concreto, al corazón de Libros por Yolotepec: a las comunidades de Yolotepec, otomí, de Hidalgo, y Yunuén, purépecha, de Michoacán; a las niñas y los niños del Jardín Axayacatl y sus maestras y maestros, y, en especial a Benigna Ángeles y Magdalena Ibarra Primitivo, sus directoras de estos años; a Juana María Alarcón, Ana Beviá, Mónica Castro Moreno, Marisa D’Santos, Luis Moisés Delgado, Gabriela Díaz Medina, Leonel Diego, Rafael Diego, Yesenia Diego, Yanira García, José Luis Fernández Sepúlveda, Luis Manuel García Aguirre, Jorge Antonio Gómez Abarca, Irma Martínez, Rocío Martínez, Iván Menocal, Ali Messaoudi, Patricia Muñoz, Julio César Ocaña, Pedro Paunero, Pilar Pérez Gutiérrez, Xochitl Ramírez Venegas, Francisco Javier Ramos Sánchez, Isabel Roblas, Belén Rodriguez Taboas y Veronica Ruiz; a Abaleo Ediciones, Centro Cultural Enrique Ruelas, Ediciones Periféricas, Enk Ong Kar Centro de Yoga, Kolaval por Hispanoamérica, OIlinto Libros, Radio Expréss Jardín Colón y Sediento Ediciones, y a la parroquia de Nuestra Señora de la Piedad, de Huixquilucan, estado de México, a los telebachilleratos comunitarios 022 El Salto Grande, de Atoyac de Álvarez, y 027 Tutepec de Ayutla de los libres, ambos del estado de Guerrero, porque todos ellos, y muchos otras personas y entidades por cuya involuntaria omisión pido disculpas, son la causa de Yolotepec y Yunuén, mi causa. Con “ye” de más allá. Y porque la verdadera transformación de México vendrá siempre desde abajo.

*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado gestor cultural. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.