La fealdad metafísica del sapo Héctor Cortés Mandujano
Aurora (Editores Mexicanos Unidos, 1986), de Federico Nietzsche, aunque dividido en cinco libros o capítulos, está en realidad conformado por 575 fragmentos numerados que no necesariamente tienen relación entre sí, ni progresión: abren y cierran un tema, a veces con poquísimas palabras Dice Nietzsche en el prólogo (escribió Aurora entre 1879 y 1881) que (p. 5) “este libro es la labor de un hombre subterráneo, de un hombre que cava, horada, que mina” y que de esa oscuridad “ha de salir mañana su propia redención, su propia aurora”. Dice en el fragmento número 9 (p. 12-13) que “en todos los estados primitivos de la humanidad lo malo equivale a lo intelectual, a lo libre, a lo arbitrario, a lo desacostumbrado, a lo imprevisto, a lo que no puede calcularse de antemano. […] ¿Qué es la tradición? Una autoridad superior, a la cual se obedece, no porque mande cosas útiles, sino porque manda” En el número 31 reflexiona sobre algo que hemos perdido, lamentablemente (p. 26): “No se avergonzaban los hombres de descender de animales o de árboles y hasta se consideraban honradas con estas leyendas las razas nobles. Se miraba al espíritu como algo que nos unía a la Naturaleza, no como algo que nos separase de ella”. Dice en el 83 (p. 51): “Una gota de sangre más o menos en el cerebro puede hacer nuestra vida en extremo miserable y desdichada”. Con el 117 quiere dejar claro que nadie habita el mundo, sino un rincón nada más (p. 72): “Alrededor de cada ser se extiende un círculo que le pertenece. Medimos el mundo con arreglo a estos horizontes en que nuestros sentidos nos encierran”. El 223 lo lanza a quien le quede el saco (p. 129): “Lo que más temen los artistas, poetas y escritores, es un ojo que descubra las menudas supercherías del oficio, que se dé cuenta de una ojeada de si han llegado o no a la meta, antes de entregarse al placer pueril de glorificarse a sí mismos o de caer en fáciles efectos”. El 262 también es un dardo (p. 136): “El demonio que atormenta a los hombres no es el deseo, ni la necesidad, sino el amor al poder”. El 361 se titula (todos los fragmentos tienen un título) “Peligros de la inocencia” y afirma (p. 147): “Aquel que ama a un ser o cosa sin conocerlos se convierte en la presa de algo que no amaría si pudiera conocerlo”. El 499, “El malo”, cita a Diderot (p. 183): “No es malo más que el hombre solitario”. Y unas líneas del 538 para cerrar esta página, cuyo título también corresponde a este libro poliédrico (p. 191): “Las tres cuartas partes de lo malo que se hace en la tierra se hace por miedo, y el miedo es ante todo un fenómeno fisiológico”. A éste y no al otro deberíamos llamar Federico el Grande. Contactos: hectorcortesm@gmail.com

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com
**Sobre Juan Ángel Esteban Cruz:
**Juan Ángel Esteban Cruz. Cintalapa, Chiapas, México. Diseñador gráfico, maestro en mercadotecnia y publicidad. Su trabajo se ha publicado en numerosos diarios, libros y revistas de México y el extranjero.