Polvo del camino. 145. Vargas Llosa y Borges. Héctor Cortés Mandujano

Vargas Llosa y Borges

Héctor Cortés Mandujano

Hechas las sumas

y las restas:

el escritor más sutil y elegante

de su tiempo

Mario Vargas Llosa, en su poema «Borges o la casa de los juguetes»

Para los editores fue, supongo, muy fácil armar el libro Medio siglo de Borges (Alfaguara, 2020), de Mario Vargas Llosa, pues este Premio Nobel de Literatura 2010 escribe pronto y bien, incesantemente. 
	El libro lo constituyen textos de distinta índole (entrevistas, reseñas, artículos, conferencias) que Vargas Llosa ha dado y escrito en distintos años (de 1963 a 2018) y desde los distintos lugares a donde lo ha llevado su peregrinar: Lima, París, Buenos Aires, Marbella, Washington, Madrid y Mallorca. 
        Los textos mayormente han sido publicados antes. Medio siglo de Borges es, pues, una recopilación. 
	De siempre, Vargas Llosa ha escrito con admiración sobre Borges. Dice en su prólogo (p. 14): “La perfección de su prosa me hizo tomar conciencia de las imperfecciones de la mía”.
	También MVLL, como se abrevia cuando entrevista a JLB, es un ferviente adorador de Flaubert (sobre cuya obra escribió el espléndido ensayo La orgía perpetua) y sobre él inquiere a Borges (en “Preguntas a Borges”), quien responde (p. 19): “Creo que uno de los libros que yo leído y releído más en mi vida es el inconcluso Bouvard y Pécuchet”. Cuando le dice sobre qué cinco volúmenes se llevaría a una isla desierta, Borges dice (p. 21): “La Historia de la declinación y caída del imperio romano de Gibbon, […] una edición de dos volúmenes; La introducción a la filosofía de las matemáticas de Russell; […] podría llevar un volumen cualquiera, elegido al azar, de una enciclopedia; […] no de una enciclopedia actual, sino de una enciclopedia publicada hacia 1910 o 1911, algún volumen de Brockhaus, o de Mayer, o de la Encyclopedia Britannica; […] para el último, voy a hacer una trampa, voy a llevar un libro que es una biblioteca, es decir, llevaría la Biblia”.
	En otra entrevista, “Borges en su casa”, dice JLB, a pregunta expresa de MVLL (p. 38): “No me gustaría ser otra persona”, y como respuesta a otra, responde: “Creo que uno vive esencialmente todas las cosas y lo importante no son las experiencias, sino lo que uno hace con ellas”.
	En “Las ficciones de Borges”, escribe Vargas Llosa (p. 47): “Sé lo transeúntes que pueden ser las valoraciones artísticas; pero creo que en su caso no es arriesgado afirmar que Borges ha sido lo más importante que le ocurrió a la literatura en lengua española moderna y uno de los artistas contemporáneos más memorables”.
	Agrega a esa valoración, en “Borges en París” (p. 72): “El estilo de Borges es inteligente y límpido, de una concisión matemática, de audaces adjetivos e insólitas ideas, en el que, como no sobra ni falta nada, rozamos a cada paso ese inquietante misterio que es la perfección”.


Contactos: hectorcortesm@gmail.com.       

Ilustración: Héctor Ventura**




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

**Sobre Héctor Ventura:

(Jiquipilas, Chiapas, 1920), Héctor Ventura Cruz creció y descubrió la pulsión plástica por la vida en Tuxtla Gutiérrez, la capital de su estado. Ahí conocióal Maestro José María de la Cruz, único mentor entonces de pintura y dibujo en la localidad. El encuentro con el maestro “Chemita” significó el atisbo del primer referente técnico y la certeza de la constancia en el oficio. 
Merecedor del Premio Chiapas en Artes en 1980.

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