Polvo del camino/ 86
Vida marital Héctor Cortés Mandujano
Yo busco, yo persigo, yo reboso
fuerza de amor, que de mi forma vierto:
Vivo extra-mí: mi cuerpo sin reposo, vertido ya en el amor, es cuerpo muerto.
José Martí, en «La ví ayer, la ví hoy»
En el canto X, “De cómo Brunequilda fue recibida en Worms”, de El cantar de los nibelungos, escrito en el siglo XIII, Gunter quiere tener intimidad por primera vez con Brunegilda, su esposa, una guerrera muy fuerte, quien sólo pudo ser vencida (condición para casarse) por Sigfrido, el héroe de los primeros cantos, y posterior cuñado de Gunter, quien ordena su muerte y desencadena la brutal venganza que es la parte más impactante de la historia. Cuando Gunter quiere poseer a Brunegilda, decíamos, ésta no quiere; él intenta obligarla, ella lo vence y lo ata sin mayor esfuerzo; Gunter cuenta a Sigfrido su humillación y éste, invisibilizado por un sortilegio (se pone un casco del tesoro de los nibelungos), lucha con ella y es casi muerto. Pero la derrota y Gunter finalmente la toma, la hace suya. Brunegilda cree que su marido es poderoso y se somete. [Leer El cantar de los nibelungos es toda una experiencia; en especial por los cantos finales donde hay tanta matanza descrita, tantas luchas cruentas con espada, tanta sangre… Espeluznante.] La cinta Malcolm y Marie (2021, dirigida por Sam Levinson) me recordó esa vieja historia. Malcolm es un director de cine, que ha triunfado con su primera película y Marie, su mujer, le reclama que haya usado su historia como argumento, que no le haya agradecido públicamente y que, siendo ella actriz, no la haya contratado para interpretarse a sí misma. No tienen intimidad esa noche, claro, y aunque tal vez sigan juntos, la discusión ha abierto muchas heridas, que quién sabe cómo se cierren. En La buena esposa (The Wife, 2018, dirigida por Björn Runge), la actriz Gleen Close representa a la esposa de un escritor que ha ganado el Premio Nobel de Literatura. Él comienza a marearse por la fama hasta que somos testigos de la escena explosiva del matrimonio donde nos descubren la verdad: la escritora es ella, a quien no le interesa figurar, y él sólo se ha aprovechado, con el acuerdo de ambos, del talento de su mujer. En la vida real, Sofía Adréyevna Tolstáya (1862-1910) fue esposa de León Tolstói y copiadora de su obra. Uno de los varios problemas que cruzó este matrimonio (que tuvo trece hijos) fue que Sofía, dado que copiaba los libros de su marido –y que también era escritora– quiso, quería poner su nombre en las portadas como coautora. No le faltaba algo de razón, pues copió siete veces la voluminosa y genial Guerra y paz, y algo le habrá agregado, seguro. En varias funciones de mi obra de teatro La divinidad del monstruo, y a veces a pregunta expresa, he dicho que la obra se llamó inicialmente La patria de la irrealidad; para que la gente no pensara que tenía contenido político, decidí rebautizarla y le propuse a mi mujer dos títulos, para ver cuál le gustaba. Ya los olvidé, pero en uno estaba la palabra divinidad y en otro la palabra monstruo. Mi mujer escuchó mal, unió justamente esas palabras y me regaló un título que me encanta. Gracias, mi vida. Contactos: hectorcortesm@gmail.com

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com