Polvo del camino/ 59
¿Por qué no te suicidas? Héctor Cortés Mandujano
En “Conmoción”, el capítulo quinto de la quinta temporada de los Peaky Blinders (serie británica creada por Steven Knigh), Barney ha permanecido durante diez años en un manicomio, porque fue soldado, un gran tirador, y todas las terribles experiencias de la guerra le hicieron perder contacto con la realidad. Va a visitarlo Tommy Shelby, el líder brutal y complejo (actuado por el enorme actor Cillian Murphy) de los Peaky. Barney está confinado en una celda miserable y tiene puesta permanentemente una camisa de fuerza. Así ha estado por años. Tommy necesita su fría sangre asesina y su puntería para terminar con un enemigo poderoso. Antes le ofrece otra salida: una pastilla que combina el opio y el cianuro, que le dará sueño en un principio y lo matará después, sin dolor. Barney sabe que ese sería el fin de su vida inmunda, pero no quiere, no acepta la muerte como solución. Tommy le dice algo así: “Yo sé porque no quieres morir: recuerdas a aquella mesera francesa”. Barney se lo confirma y agrega: “Y también creo que las cosas pueden cambiar”. La escena es breve y eficaz. Pero es ficción. *** ¡Qué bello podría ser el mundo!, citado por Victor E. Frankl En El hombre en busca de sentido (se publicó por primera vez en 1946; mi edición es de Editorial Herder, 1999), el psicoanalista Vicktor E. Frankl cuenta cómo sobrevivió a los campos de exterminio nazi: tenía la certeza de que algo iba a cambiar, pese a que lo habían convertido en un número y ya no tenía emociones de asco, piedad u horror. Con su experiencia vital y profesional fundó la logoterapia, que busca justamente hallar un sentido a la vida (p. 138): “La logoterapia mira más bien al futuro, es decir, a los cometidos y sentidos que el paciente tiene que realizar en el futuro”. Gordon W. Allport, en el prefacio, asegura que Frankl preguntaba generalmente a los pacientes con múltiples padecimientos (p. 9), “¿por qué no se suicida usted?”, como la pregunta inicial para hallar el sentido de vivir. El psicoanalista, vuelto el animal más maltratado, más sobajado, aprendió mucho de su naturaleza (p. 72): “El ‘tamaño’ del sufrimiento humano es absolutamente relativo, de lo que se deduce que la cosa más nimia puede originar las mayores alegrías”. Dice Frankl (p. 101): “La pregunta que a mí, personalmente, me angustiaba era esta otra: ¿tiene algún sentido este sufrimiento, todas estas muertes? Si carecen de sentido, entonces tampoco lo tiene sobrevivir al internamiento”. Así (p. 110): “El prisionero que perdía la fe en el futuro -en su futuro- estaba condenado”. Otra pregunta (p. 126): “¿Qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es”. Por eso (p. 147): “Los campos de concentración nazi fueron testigos […] de que los más aptos para la supervivencia eran aquellos que sabían que les esperaba una tarea por realizar”. Mucho que aprender. Contactos: hectorcortesm@gmail.com

Ilustración: Juventino Sánchez
*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com