Polvo del camino. 13. Finales felices, finales desgraciados. Héctor Cortés Mandujano

Polvo del camino/ 13

 
 
Finales felices, finales desgraciados
Héctor Cortés Mandujano
 
Vi por tramos En busca de la felicidad (cinta dirigida por Gabrielle Muccino, en 2006, y con Will Smith a la cabeza del reparto), porque por curiosidad malsana quería saber hasta dónde podían exagerar la trama de este afroamericano a quien: a). la mujer deja con un hijo porque ya no soporta la pobreza, b). el casero desahucia y pone sus cosas en la calle, c). le roban los objetos que vende, d). no siempre dejan entrar a los hogares de vagabundos adonde llega a dormir con su hijo. 
            Antes, en este abecedario maldito de desgracias, en su descenso a los infiernos de la miseria, ha dormido en un sanitario de la terminal del metro… Lo atropellan, lo estafan, lo roban, todas las calamidades una tras otra. Uno se pregunta cómo le hace el actor para no soltar la risotada ante tanta exageración, porque hace con seriedad su chamba; incluso, me parece que protestó ante la Academia que no lo nominó al Oscar.
            No dudo que haya gente, en la vida real, que tenga tanta mala suerte como este personaje, pero visto en una película que busca burdamente tocar los sentimientos básicos del auditorio da penita ajena. Tiene final feliz, faltaba más.
            Verla me recordó una perla rara del cine mexicano, donde los actores principales eran cantantes: Javier Solís y Sonia López, acompañados de, él sí un actor con todas las letras, Fernando Soler. La película se llama Campeón del barrio (dirigida por Rafael Baledón, en 1964) y es una colección de problemas que nunca cuajan: el boxeador pobre se enamora de la hija de su entrenador; piensan que el papá se opondrá al romance y no, se alegra. No me extenderé en los tropiezos que se vuelven buenos sucesos, en el montón de dificultades que se van resolviendo como si fueran milagros. De eso va la peli. 
           Estaba emocionado, me acuerdo, de encontrarme un filme que desafiaba todos los cánones del melodrama, en su plena época cinematográfica. El boxeador, al final, hace la función donde, por lo que la película ha hecho hasta el momento e incluso por el título, se volverá con seguridad el campeón; sin embargo, en el momento cumbre, y esta es la última escena, cae muerto. La cámara toma algunos aspectos, hace un plano general, recuerdo, y aparece la palabra Fin. Qué cosa.
            Supongo que a las dos cintas les fue mal con la crítica, porque la colección de males que se vuelven felicidad y la sucesión de bonanzas que terminan en tragedias, parecen abortos de la compleja vida que nos da un poco de ambas, pero es de agradecer a esa gente que se lanza al vacío para contarnos algo que intentan pasar por real y que resulta la más pura fantasía…
Fotografía: Nadia Carolina Cortés Vázquez.

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