Líneas de desnudo/ 117
El ángel que siempre va conmigo Por Manuel Pérez-Petit
Escribo convaleciente, al comienzo de una convalecencia que me durará toda la vida y que comenzó hace justo una semana, cuando me encontré con la muerte, llegada por ensalmo con nocturnidad, soledad y alevosía para quedarse ya conmigo. Puede que el corazón sea el asiento del alma, como me ha recordado que es posible que sea Ladislao, y yo estoy convencido de que el ángel que siempre va conmigo sacándome esta vez del trance no ha hecho más que confirmar que soy el instrumento de una misión que es solo mía y no es delegable, que no llegó mi hora sino el momento de reaccionar, tomar por fin el toro por los cuernos, levantarme de mi propia limitación y desterrar lo accesorio, y más habida cuenta de que pareciera que tengo más vidas que un gato, como me decía Roberto, pero en el convencimiento de que de ningún modo puedo jugar con el objetivo de ser cada día de manera más plena yo mismo, y mucho menos en éste, del cual tengo conciencia de que es el último tramo de mi existencia.
El pasado sábado 26 de agosto tuve por la tarde un golpe de dolor en el pecho y ambos brazos, que se disipó en unos minutos. Me encontraba en Toluca, en el marco de la Feria Internacional del Libro del Estado de México (FILEM), atendiendo el estand de la casa editora de mi querido Eduardo Villegas Guevara, Cofradía de Coyotes. No le di mayor importancia al hecho y quedé convencido de que era un golpe de ansiedad. Un par de horas después, mientras cenaba, me volvió ese dolor, esta vez más fuerte, que me duró como quince minutos y también pasó. Llegué a mi hotel, deshice la maleta y me preparé para dormir. Sobre las once y media de la noche, el dolor regresó para no irse. Nunca he sentido un dolor tan brutal ni asfixiante. Ya no solo afectaba a mi pecho y a mis brazos, sino también a mi cuello y, al rato, a mis antebrazos. Seguí sin darle importancia, pasé por el baño, hice ejercicios de respiración e intenté en vano conciliar el sueño en varias posturas diferentes. Comenzaron a dolerme las manos y ya entré en alerta. Busqué en internet, tomé conciencia de lo que me pasaba. Con calma rehice mis maletas, me puse ropa cómoda y bajé a la recepción. A las tres de la madrugada estaba llamando a la ambulancia. A las cuatro ingresé por urgencias al Centro Médico Adolfo López Mateos de Toluca... El lunes fui sometido a una angioplastia mediante la cual me implantaron un stent, dispositivo consistente en una malla metálica en forma de tubo que, colocado en un vaso sanguíneo, corrige el estrechamiento que pueda presentar, en la arteria coronaria izquierda, que tenía una obstrucción del 98 por ciento, quedando para mejor ocasión aunque no muy lejana intervenir la coronaria derecha, que presenta dos obstrucciones de menor consideración que la anterior. Podría parecer técnica la descripción, aunque si leyeran el informe médico...
Escribo, pues, convaleciente, después de haberme visto cara a cara con claridad juanramoniana aunque en nada lírica con la muerte, sabiendo que padezco una cardiopatía isquémica que ha de conversar siempre conmigo, cambia la voz con la que vivo y determina mis pasos definitivos. Yo no quería hacerlo público de momento y confiaba en el boca a boca, pero alguien tuvo la ocurrencia de publicarlo en una red social, y así como de ese modo se enteraron muchas personas queridas a las que tarde o temprano yo les iba a decir también se enteró quien yo no quería que lo supiera, y menos de ese modo, mi madre, quien ahora está más tranquila, pero que a sus lúcidos 93 años pasó uno de los peores días de su vida. Gracias a Dios todo quedó en calma, igual porque ese ángel que siempre va conmigo me iluminó para saberle explicar lo que me ha pasado...
__________
Nota del autor
Cuando a punto estoy de mandar el presente artículo a la revista, me entero de un maravilloso texto que mi dilecto Roger Octavio Gómez Espinosa ha tenido a bien dedicarme, titulado Indómito de corazón, y me ha emocionado. Gracias de todo corazón. Siempre hay que permanecer en pie, en efecto, y si uno se cae con más razón todavía. Y ya les contaré lo de que tuve que escaparme de la clínica para dar noticia a mis amigos...

Mi arteria coronaria izquierda antes y después de la intervención.
Fuente de la fotografía: Archivo personal de M. P.-P.
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Periodista, editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado gestor cultural. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano.
Vaya experiencia, deseo que ese ángel le ayude a sanar por completo ese corazón ya abierto. Pronta recuperación.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias, querida América, por tus palabras. Hace tiempo que no sé de ti, y espero que todo vaya bien contigo. Un abrazo grande
Me gustaLe gusta a 1 persona
Habia perdido mi acceso a WordPress y hasta hace apenas como tres semanas que lo recuperé, pero todo bien por fortuna, gracias. Abrazo de vuelta.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Casi no abro nada, hoy me sorprende lo que leo.
¡Abrazo fraterno para ti!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es la vida, querida Martha Olivia. Recibo tu abrazo en lo que vale, que es mucho y te lo regreso duplicado.
Me gustaMe gusta