Polvo del camino. 148. Viene de lejos para decir algo. Héctor Cortés Mandujano

Apuntes de oído/ 11
Viene de lejos para decir algo

Héctor Cortés Mandujano

¿A qué le llaman distancia?

Eso me habrán de explicar:

Sólo están lejos las cosas

que no sabemos mirar. […]

Si el mundo está dentro de uno,

afuera pa’ qué mirar

Atahualpa Yupanqui, en «A qué le llaman distancia»

No sabía qué tenía tanto en común con el cantor argentino Atahualpa Yupanqui (1908-1992): se llamaba Héctor (Héctor Roberto Chavero), como me llamo yo; nació en el campo, como yo; fue a la escuela a caballo, como yo; su padre domaba potros, como el mío…
	Veo su entrevista en A fondo (en Youtube), del 27 de septiembre de 1977, el mítico programa conducido por Joaquín Soler Serrano. Y allí también explica cosas sobre los caballos: no es lo mismo domar un equino para una señora gorda, que para un niño, que para un vaquero, etcétera, y eso lo saben los domadores, lo preguntan antes de empezar la doma. Me pareció el hombre incluso simpático, sonriente, pese a que en sus canciones siempre se le ve triste, reconcentrado, nostálgico.
	Dice mi tocayo que en su tiempo había 72 millones de vacas pastando en la pampa, “con una hierba tan alta que apenas se veían los pitones de las vacas […] Y donde hay vacas tiene que haber quien las cuide, y a caballo, y allí viene el gaucho. Gaucho viene de gauderio: ‘cuidador de ganado’ ”.
	Los gauchos, cuenta Atahualpa, cantan por la noche, después de trabajar todo el día, con la guitarra desgastada y vieja que cargan; a veces lo que quieren es contar algo íntimo, de su sangre, a un par de amigos (los demás lo entienden y se van; saben que no es audición, es confidencia). Dicen que una vez preguntaron a Justino Leyva, un gaucho, qué era un amigo y él respondió: “Un amigo es uno mismo, pero con otro cuero”.
	De adolescente salió del campo y en Tucumán conoció -aparte del violín y la guitarra, que practicó desde niño- el arpa, la flauta y, entre otros, el sonido del bombo; dice que la tradición define este sonido con una de esas mentiras que inventan los hombres y que suenan a poesía antigua: “El bombo no hace más que imitar la respiración jadeante de la tierra cansada de dar frutos”.
	Su padre, dice, peón de trenes, era “pobre con libro”, un poco el poeta de la aldea. A los catorce años Héctor Roberto empezó a escribir como Yupanqui; su padre, sus tíos, su abuelo, hablaban quechua, lenguaje de indios, aunque ellos no lo eran y Yupanqui es, en quechua, “has de contar, narrarás”. Le agregó después Atahualpa (Ata, viene; hu, lejos; alpa, tierra): “Viene de lejos para decir algo”.
	Cuando empezó dice que decían de él, desdeñosamente: “Pero cómo, si es el negrito de la vuelta de casa”. Escribió varios libros: Piedra sola, El canto del viento, El payador perseguido, Cerro Bayo, Aires indios… y grabó y le grabaron muchísimos discos, muchísimas canciones, se volvió una leyenda.
	Fue a París y estaba en casa del poeta Paul Eluard; un día le dijo que vendría alguien para quien quería que tocara su guitarra y cantara. Era Edith Piaf. Ella contrató el teatro para cuatro conciertos y lo puso en el programa. La enorme y genial cantó la primera parte (como si fuera la menos importante) y le cedió la segunda a él, un desconocido total: “Extraordinario honor, que no podré pagar jamás”. Se le abrieron las puertas y a partir de esa presentación con la Piaf dio 60 conciertos más y se volvió famoso. Le ofrecieron grabar de inmediato.
         Se quedó a vivir en París y eso se lo criticaron mucho sus coterráneos. Él dice: “No tengo nostalgia por mi país. Cuando me hace un ruidito dentro mío mi tierra, cojo la guitarra y está el paisaje conmigo: Tengo la pampa, tengo la selva, tengo la montaña”: ¿A qué le llaman distancia?

Contactos: hectorcortesm@gmail.com.       

Ilustración de Juan Ángel Esteban Cruz**




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

**Sobre Juan Ángel Esteban Cruz:

**Juan Ángel Esteban Cruz. Cintalapa, Chiapas, México. Diseñador gráfico, maestro en mercadotecnia y publicidad. Su trabajo se ha publicado en numerosos diarios, libros y revistas de México y el extranjero.

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