Un instante en la vidad de Raúl Ortega Héctor Cortés Mandujano
Si llegase a decirle a ese instante «¡detente, eres tan bello!»
podrás entonces cargarme de cadenas
Goethe, en Fausto
La pretensión del arte –consciente o surreal, no importa– es eternizar un instante, detener el tiempo. Si así no fuera, ¿para qué conservar Las señoritas de Avignon, y me refiero a Picasso no a los museos que lo siguen usufructuando; qué sentido tendría Pedro Páramo si no fuera un libro publicado y constituido como uno de los pilares de nuestra literatura; por qué no dejar enlatada, sin estrenar, El ciudadano Kane? [Hay construcciones fugaces para la memoria: la danza, la puesta en escena teatral que no se fija en una grabación; que sucede, desaparece y se vuelve recuerdo, a veces, de la gente que vio y que la puede confundir con un sueño. Pero ahí están, muertos y sin embargo vivos, Isidora Duncan y David Garrick, ejemplos conspicuos e incombustibles de esas artes.] La obra artística nace como un ser extravagante que quizás viva eternamente o tenga renacimientos, vidas sucesivas. Tal vez fue un fracaso en su irrupción en la realidad, como Moby Dick, y nuevas mentes, nuevas lecturas, años más tarde, la hagan vivir de nuevo ya no como derrota, sino como éxito de la condición humana, en otro instante. La obra, pues, está en el tiempo y el tiempo pudre las hojas, mata a la gente, y a la misma vez reinventa y revive el mundo. La obra, proteica en sí misma, como las mágicas nubes, parecía una cosa y ahora es otra; mañana tal vez vuelva a mutar… Nada mejor para este ejemplo que la fotografía. El fotógrafo ve algo que está pasando, que se está moviendo, y con un solo movimiento de su dedo un fragmento de esa realidad en movimiento queda en pausa y se vuelve otra cosa. El mundo sigue. La fotografía en cambio ha detenido el tiempo, la ha vuelto un instante eterno: dos jóvenes que huyen de un tremendo aguacero en La Habana, el grafiti de una cara monstruosa en una pared escarapelada de Barcelona, un árbol deshojado ante la casi oscuridad del atardecer… Y estamos aquí para celebrar a uno de esos magos, de esos artistas, que ha mostrado a tantos ojos muchísimas fotografías magistrales: Raúl Ortega. Raúl ha tenido muchos reconocimientos y premios por su trabajo constante; ha realizado exposiciones varias, y dado pláticas, talleres y conferencias en disímbolos espacios y lugares. Su obra es extensa, riquísima, diversa y, en muchos casos, perfecta. Es una suerte que viva en Chiapas y que haya documentado, también, varias de sus fiestas y sus luchas; es una fortuna personal que sea mi amigo y mi compadre; y ha sido y es una gran idea de nuestro amigo Julio César López bautizar con su nombre una parte de este espacio libérrimo donde se puede comer, tomar, jugar y ver tanta buena fotografía colgada de sus paredes. Raúl Ortega, decíamos, ha detenido muchos instantes de la vida y las ha vuelto imágenes inmarcesibles. Hoy la vida hace una pausa para que sea su nombre el de este espacio de exposiciones en “La Resistencia”. Quiero mucho a Raúl y deseo de todo corazón que este instante se detenga desde ahora, en su memoria, como un momento de felicidad y plenitud, y que su vida siga llena de emociones y nuevas experiencias. ¡Muchas gracias, Julio, por tu idea! ¡Muchísimas gracias, compadre, por tu vida, tu amistad y tu obra! [Palabras leídas en “La resistencia”, ubicada en Melchor Ocampo esq. Cuitláhuac, Barrio La Merced, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, el jueves 13 de octubre de 2022.] Contactos: hectorcortesm@gmail.com.

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com
Sobre Raúl Ortega:
Raúl Ortega (1963). Fotógrafo independiente. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en México, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda, Francia, España y Estados Unidos. Su trabajo se ha publicado en numerosos diarios y revistas de México y el extranjero.
Entre otros reconocimientos, recibió en 1994 el Premio Especial del Jurado en la I Bienal de Fotoperiodismo; en 1996, el Premio del Público en la VI Bienal de Fotografía de Bellas Artes; en 1999, el Premio Individual de Vida Cotidiana en la III Bienal de Fotoperiodismo; en 2001 el Premio Fotoperiodismo Individual y Premio del Público en la IV Bienal de Fotoperiodismo.