Polvo del camino. 142. ¿Usted es la culpable? Héctor Cortés Mandujano

Apuntes de oído/ 10
¿Usted es la culpable?

Héctor Cortés Mandujano

Estoy en tercera persona, como dice Borges:

como afiebrado, aunque sin fiebre

Adolfo Bioy Casares, en Borges

Una de las famosas dificultades en la escritura es decir algo creíble, verosímil, usando la segunda persona: el , el usted, incluso el ustedes. 
         Hablar de uno mismo no tiene muchos problemas, es decir, usar el yo (leo, camino, me emborracho… son fáciles de creer), lo mismo que usar la tercera persona (él, ella, ellas, ellos), porque casi siempre vemos lo que los demás hacen y con eso basta para referir actos de fulano (se agarró a golpes) o zutana (sólo usa pantalones). En narrativa se dice que si usamos el yo, estamos dentro de la historia, y con la tercera persona estamos fuera. Es decir, nos movemos en aguas tranquilas.
          La segunda persona tiene un problema de credibilidad: ¿cómo sabes lo que dices saber de una segunda persona, que es un intermedio entre el adentro y el afuera? En general, aunque se use la segunda persona, si no sabemos lo que hacemos, en realidad estamos hablando de la primera. El ejemplo obvio -y ya me meto en canciones de once varas, que de eso va esta columna- es el famoso bolero “Usted”, de José Antonio Zorrilla, autor de la letra, y Gabriel Ruiz, compositor de la música.
           Evidentemente, la canción nunca da voz a la persona referida, sino sólo al que habla: “Usted es la culpable, de todas mis angustias y todos mis quebrantos. Usted llenó mi vida de dulces inquietudes y amargos desencantos”. Es decir, no habla el usted (la segunda persona), sino el yo (la primera). Y lo que dice la canción puede o no puede ser culpa de la persona oculta en el usted, porque no sabemos qué piensa o siente de la pasión que ha despertado. Culpar a alguien de nuestra desgracia es una decisión del yo, no del tú, no del usted: “Y hasta la vida diera por perder el miedo de besarla a usted”.
          Es difícil escribir bien con el tú, aunque en la canción popular abunden varias historias mal contadas con su uso. La lista sería enorme, por eso ni lo intento. Si se hace explícito desde el principio, se puede jugar con ello, como en “Universos paralelos”, de Jorge Drexler (del disco Bailar en la cueva, 2014), quien dice: “Mi anhelo no está, mi anhelo se fue detrás de ti, siguiéndote por la avenida. […] ¿Qué le voy hacer? Se trata de ti, y en eso él y yo, ya lo sabes, opinamos diferente: yo contigo mantengo las distancias, mi anhelo las rompe, alegremente”. Drexler, pues, tiene un yo desdoblado: es él y al mismo tiempo su anhelo, como si fuera una parte independiente, un universo paralelo.
           La canción que según yo logra usar muy bien el tú es “Fallaste corazón”, de Cuco Sánchez, quien hasta el estribillo, y con más claridad al final, revela su doble identidad. Desde principio hasta casi terminar parece un reclamo de una persona a otra: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo. Y tú que nunca fuiste capaz de perdonar. Y cruel y despiadado de todo te reías, hoy imploras cariño, aunque sea por piedad. A dónde está el orgullo, a dónde está el coraje…”.
           Las hirientes palabras se vuelven incluso impiadosas: “¿Por qué hoy que estás vencido mendigas caridad? Ya ves que no es lo mismo amar que ser amado, hoy que estás acabado, qué lástima me das”.
           Aquí está el quid en el uso del tú: ¿Cómo puede conocer los sentimientos tan íntimos de una persona? Se los contó, podríamos decir. Pero podrían ser falsos, porque no sabemos si alguien nos miente o nos dice la verdad. “Fallaste corazón” acierta, porque don Cuco también tiene un discurso dividido: una cosa es lo que él piensa (y por eso no se mide con las reclamaciones) y otra lo que su propio corazón siente. A ese es a quien se la pasa regañando.
           Estamos ante el caso de un hombre y su corazón, como si fueran dos entidades distintas, como a veces son; por eso hay que tener cuidado cuando metemos nuestros sentimientos en la ruleta de las pasiones. Por eso puede decir don Cuco su frase hiriente a una parte de sí mismo: “Fallaste corazón, no vuelvas a apostar”. Y con tequilas entre pecho y espalda, eso suena mucho más canijo.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com.       

Ilustración: Héctor Ventura**




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

**Sobre Héctor Ventura:

(Jiquipilas, Chiapas, 1920), Héctor Ventura Cruz creció y descubrió la pulsión plástica por la vida en Tuxtla Gutiérrez, la capital de su estado. Ahí conocióal Maestro José María de la Cruz, único mentor entonces de pintura y dibujo en la localidad. El encuentro con el maestro “Chemita” significó el atisbo del primer referente técnico y la certeza de la constancia en el oficio. 
Merecedor del Premio Chiapas en Artes en 1980.

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