Mi hermana Andrea (Minificción) Héctor Cortés Mandujano
A mi querida amiga Tere Argueta
Salvo tareas y alguna nota sin importancia, creo que no escribí en vida ni siquiera una carta. Ahora, además, tampoco puedo hablar; sin embargo, el estar muerta me da una perspectiva tan completa que, aleluya, puedo incluso usar palabras que nunca me imaginé que existían. Lo otro también es fantástico: puedo conocer y conozco el hilo genético del que provengo, que prácticamente pasa por miles de personas. Pese a eso, hoy sólo quiero hablar de dos personas, aunque en mi historia haya muchas alrededor. Bueno, una es persona, la otra ya no. La una es mi hermana Andrea. ¡Dios, cómo la admiraba y cómo la quiero! Era tan erguida, tan alta, tan femenina; con tanta bondad en su mirada y tanta belleza en el rostro. Su cabello era largo, precioso, negrísimo. Si no fuera porque vivíamos en un pueblo, hubiera sido hallada por una gente de cine y se hubiera vuelto un mito su hermosura. Pero en ese pueblo lo único menos peor que podía pasarle es que el hijo del terrateniente se enamorara de ella y la buscara como amiga, luego la pidiera como novia y después como inminente esposa. Él, de hecho, era de buena pinta: alto, musculoso, aunque con el vicio de carácter que tienen todos los que han sido consentidos por la fortuna, es decir, celoso, caprichoso, violento. Una discreta mirada de mi hermana hacia algún muchacho que no fuera él, se volvía una sarta de recriminaciones, una escena explosiva, un montón de amenazas. Mis padres pensaban que el futuro de mi hermana con ese hombre era imprevisible, como una tormenta en el mar (que nunca conocí cuando vivía). Mi hermana nunca nos contó por qué decidió no ir al baile en el parque (me enteré ya muerta que había terminado con él, porque esta vez hubo algo más que sospechas: mi hermana dio un beso al joven del que sí estaba enamorada, alguien los vio y le contaron al loco de su novio). Mis papás sí querían ir y yo también. Mi hermana me peinó como acostumbraba ella y me dio prestado uno de sus vestidos de salir: yo sentí que, adamada como quedé, nada me podría hacer más feliz. Estaba sentada, al lado de mis padres, cuando sentí que algo ardiente penetraba, por detrás, el hueso de mi cabeza. Fue un instante de dolor supremo y luego nada. Cuando pude entender lo que había pasado descubrí que el novio de mi hermana nos confundió y pensando que yo era ella me dio un primer balazo en la cabeza y luego descargó un par de tiros más de su pistola sobre mi cuerpo, frente a mis padres, hasta que se dio cuenta de su error, y huyó. Yo tenía trece años. Desde este lado del espejo de la vida vi cómo mis padres mandaban a mi hermana lejos y cómo poco a poco ella, joven y bella, volvía a vivir, aunque llevaba mi desgracia como un animal oscuro agazapado en su corazón, y también vi como su novio, luego de emborracharse, drogarse, llorar y pedir perdón a gritos, se colgaba de una soga y moría sin encontrar consuelo. Yo me adapté muy pronto a este modo de estar y no estar, y soy feliz, especialmente cuando veo que a los míos, aunque con nostalgia por mí, les llegan ráfagas de alegría, de buena suerte, de amor. Nació una bebé de mi hermana, a quien pusieron mi nombre. A veces, para sentir de nuevo la vida, me meto en su espíritu y juego con mi hermana, y con mis papás-abuelos. El asesino de Andrea no vino a este no lugar donde no vivo. Sé que sufre donde está y también sé que sufrirá… eternamente. Contactos: hectorcortesm@gmail.com.

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com
**Sobre Juventino Sánchez Vera:
(Tapachula, Chiapas; 1983).
Ganador del premio al mejor diseño gráfico en el Begegnungsfest, Appenzell, Suiza, 2021.
Ha trabajado como diseñador e ilustrador en medios como El Heraldo de Chiapas (2004-2008), Noticias Voz e Imagen de Chiapas (2012-2016) y en instituciones educativas como el Tecnológico de Monterrey, Campus Chiapas (2008-2010).
Amante del futbol. Sería el mejor jugador de México, pero, gracias a sus dos defectos, nunca lo pudo conseguir: su pierna izquierda y su pierna derecha.
Actualmente imparte talleres sobre diseño e ilustración en Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal y Comitán de Domínguez. Fue editor de Almada Broders, editorial independiente (2009-2011) y actualmente es director general de la editorial Tifón, que lleva publicado hasta el momento más de 15 títulos, entre poesía y narrativa.