Líneas de desnudo. 160. Siempre nos quedará el poema. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 160

Siempre nos quedará el poema
Por Manuel Pérez-Petit

Con motivo del Día Internacional de la Poesía

Encontrarnos; vernos sin habernos mirado, escucharnos sin habernos oído, tocarnos sin haber estado juntos, sin habernos abierto como una rosa en un mismo jardín, conocernos sin saber nada del otro..., eso es la magia... 
            Luego está la magia que llaman de cerca y las demás disciplinas que se caracterizan por tener truco, y cuyas definiciones se pueden ver en cualquier libro o enciclopedia.
También llamamos magia a otras cosas que son solo la Providencia, que no tienen truco, que son auténticas y definitivas, que tienen una fuerza descomunal y nos hacen más grandes. Algunos le dicen ángel, que es otra trascendencia. En realidad, son los milagros, a los que podemos también aplicar el nombre o el efecto de la magia, lo que, eso sí, sería un reduccionismo. Por ejemplo, Dios existe. Y está en nosotros, y nos alumbra, incluso aunque no queramos... 
Tener conciencia de la presencia de Dios –el dios que sea– nos permite ser cada vez más honestos y crecer en valores y principios morales. Nadie que esté en presencia de Dios puede faltar a su palabra ni juzgar a los demás. Cuando Dios se nos pierde –y sin Dios no hay amor–, perdemos el norte, el equilibrio, el sentido y hasta a veces la cordura, y comienzan a hacerse hueco en nosotros la desesperación y el desorden. Conozco casos cercanos en que esto ha ocurrido y producen mucho dolor a uno mismo y a los demás.
Pasa igual cuando la magia se extravía –lo cual solo es fruto de un descuido de uno mismo–, cuando todo se vuelve áspero y escuece hasta el respirar, todo se ennegrece y ensucia, la desesperación campa por sus respetos y solo puede transmitirse dolor, autoconmiseración y, en el mejor de los casos, ausencia de transparencia, sin la que no podemos entender la luz, a su vez la clave para vivir.
Ahí ya no es posible enamorarse, con lo que comienza en realidad la muerte en su peor versión, porque sin amor no hay vida, y sin vida no hay plenitud. En la plenitud de Dios y/o del amor –en el fondo, lo mismo– solo es posible morirse para volver a la vida, en un renacer total. Hoy abundan, por desgracia, muchos muertos que andan por las calles, con las cuencas del alma vacías, sin magia, sin Dios y sin nada.
Pero siempre nos quedará el poema que, si es auténtico, nos llena de luces, nos abre de lleno a la magia y a Dios, y nos reconcilia con la vida.
Los poemas son luces en la oscuridad
Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.

Líneas de desnudo. 159. De naufragios y milagros. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 159

De naufragios y milagros
Por Manuel Pérez-Petit

Yo creo en los milagros, que se alcanzan con empeño y trabajo. El lema de Sediento Ediciones, mi antigua editorial mexicana, era ese: Libros para creer en los milagros. Sediento cerró, pero mi fe sigue intacta. El milagro somos nosotros, sin excepción, que estamos vivos, que podemos reinventarnos... Que sepamos ser agradecidos y asumir nuestro corazón y el corazón de los demás es clave para vivir. 
            Con tanta gravedad como me ando en los últimos tiempos ya me toca partirme de la risa, y por esta razón escribo estas líneas con gestos de gato de Cheshire y un montón de naipes rojos. Me he sentido sin cabeza, vacío mi bote de pintura, y a punto he estado de llegar tarde, como siempre, a comerme mi galleta. Nunca fue de mi predilección el té, aunque siempre me gustaron los sombreros...
Me muero, ésa es la cuestión. Nos pasa a todos, pero yo me muero en grandes cantidades y con una recurrencia asombrosa, disparatada y ciega. Me muero, por ejemplo, cuando siendo grande quiero pasar por la puerta pequeña –como tantas veces siempre–, y acaso por ello la tanta y tan sesuda gravedad con que me expreso en los últimos tiempos se deslinda en carcajadas sometida a los antojos de una existencia que cada vez comprendo menos y más amo. 
Me iré una tarde bendecida con una brisa leve que marque un punto de referencia en mis mejillas, cuando aúllen los relojes y no queden fechas en el recuento de arañas de mi espalda, cuando el ángel y el demonio que luchan en mi nuca se declaren la paz y ya no me quede armisticio alguno al que someterme.
”No tengo dudas de que este sevillano que deambula por América como un holandés errante entre diputaciones e imprentas, entre amoríos y sonetos, corre con las ventajas que su fe le brinda, pagana fe de idealista consumado” escribió de mí hace unos años el gran Flavio Crescenzi desde mi Buenos Aires querido, y reconozco que soy un solitario, un viajero incansable, alguien dispuesto a aportar para hacer posible lo que parece imposible, que mi fe es incurable, que he ido regando el mundo de compromisos, afectos y reconocimientos imperecederos con personas, ideas, realidades y sueños que me han ido tocando el corazón, y por eso puedo decir que mi vida, además de un nido de naufragios, ha sido y es un compendio de milagros. Y lo seguirá siendo.
S/t, 2025.
Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.

Líneas de desnudo. 158. Lo demás son debates. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 158

Lo demás son debates
Por Manuel Pérez-Petit

Guillermo de Ockham (circa 1287-1347), en el siglo XIV, negó los universales, pese a que para él “el conocimiento intuitivo es aquel en virtud del cual sabemos que una cosa es, cuando es, y que no es, cuando no es”, y echó por tierra para medio mundo la obra de Tomás de Aquino (1225-1274), quien, un siglo antes, había sistematizado el conocimiento creando una síntesis de Aristóteles y otros pensadores clásicos, islámicos, judíos y escolásticos, poniéndola al servicio de la fe, con una trascendencia indudable. Paracelso (circa 1493​-1541) interpretó, entre los siglos XV y XVI, que Dios creó el mundo incompleto y encomendó al hombre la tarea de completarlo, para lo cual era necesaria la Piedra filosofal. Nunca la encontró, y concluyó que no existía. Me recuerda a Anaximandro (circa 610 a.C.-circa 546 a.C.), que a los cuatro elementos –tierra, agua, fuego, aire– sumó un quinto, el apeiron, que era el principio de todas las cosas. Sus teorías no les sobrevivieron, pese a lo cual ellos trascendieron, como padre de la toxicología y por ser el primer naturalista. 
            La historia no es lineal ni constante y se ve sometida a procesos diversos, en que los relojes solo dan fe de la medición del tiempo, convención a la que le ocurre lo que a las demás. Como al metro: principal unidad de longitud del Sistema Internacional de Unidades, que en su origen se estableció como la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre a su paso por el ecuador, y hoy, con más precisión, tras muchas idas y venidas, como la longitud del trayecto recorrido en el vacío por la luz durante un tiempo de 1/299 792 458 de segundo, lo cual está muy bien, pero, ¿de qué vale saber lo que es el metro o el segundo cuando, a veces, de un metro o de un segundo depende la propia vida?
Hoy todo son mediciones, estadísticas, objetividades y clasificaciones, sacralizadas y negadas a la vez, y el relativismo, el afán de experiencias y de conocimientos, el exceso de información y el determinismo construyen una sociedad desorientada, como Karl Popper (1902-1994) denuncia en “El universo abierto” (ed. Tecnos, 1986): un mundo en que todas las manos y voces que se alcen son necesarias para apostar por seres humanos de carne y hueso, con ganas de vivir y, sobre todo, de amar, que es el motor de todas las cosas.
Lo demás, son debates.
«Clave de luz», ocaso en San Miguel de Allende, estado de Guanajuato, México, 2025.
Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.

Líneas de desnudo. 157. El Todo que lo reúne todo. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 157

El Todo que lo reúne todo
Por Manuel Pérez-Petit

Abundando aún más en mi reflexión, el debate entre filosofía y literatura, que es tan antiguo como el conocimiento humano, es una batalla que ya en Platón (circa 427-347 a. C.) se resolvió a favor del logos del pensamiento filosófico, aunque, con posterioridad, en el Renacimiento italiano y a partir del siglo XIX, con Goethe (1749-1832), Kierkegaard (1813-1855) o Nietzsche (1844-1900), volvió a un primer plano.  
            El artista, el poeta, es el ser que aspira a la luz –incluso aunque la niegue–, a ser la zarza ardiente que no se consume y que se renueva, en este incendio pavoroso e inevitable que es vivir. El poeta –que hoy ya no pertenece a una casta y que lejos de ser un ser superior es uno más entre nosotros y es cualquiera de nosotros–, tiende a convertirse, de este modo, en vitral –para los españoles, vidriera–, a fin de dejar pasar la luz a través de sí mismo y multiplicarla y esparcirla sin límite, en este fuego que nos contagia –o debería contagiarnos– a todos. Para los egipcios, el sol –puro fuego– era un ser viviente, más viviente, incluso, que los hombres, por su no sometimiento a la historia. Y esto nos lleva en tiempos modernos a Octavio Paz (1914-1998), que también escribió que la obra de arte “es vía de acceso al tiempo puro, inmersión en las aguas originales de la existencia”.
En la cultura subyacen las ideas filosóficas y acaso toda cultura es ideológica. En las primeras manifestaciones literarias de todas las culturas, el arte, la literatura y la Weltanschauung o idea del mundo se han fusionado en la misma cosa, como pasó en Homero (circa s. VIII a.C.). Más tarde, se estableció la dicotomía entre dos realidades diversas. Y aunque no en todos los casos ha ocurrido así, en la cultura occidental venció, como apuntábamos ya desde Platón, la filosofía. Como consecuencia de este predominio de las ideas, el acceso a la poesía, a la obra de arte, se ha visto y ve amenazado por múltiples peligros que destruyen la unidad de fondo y forma, entre los que destacan el diletantismo, que exalta el fondo, y el esteticismo, que materializa de forma principal la forma. Sin embargo, lo que distingue a la obra de arte de otras actividades humanas es su capacidad connotativa, la clave que la conduce hacia los caminos de lo irracional y verdadero, con la meta de fondo de alcanzar el “Todo que lo reúne todo”, la condición y el lugar en que de verdad nos encontramos todos a nosotros mismos.
Paraje de bosque en Mineral del Chico, estado de Hidalgo, México
Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.

Líneas de desnudo. 156. ¿Por qué se escribe? Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 156

¿Por qué se escribe?
Por Manuel Pérez-Petit

El poeta checo en lengua alemana Rainer María Rilke (1875-1926) definió el amor como un homenaje mutuo de dos soledades que se cercan y se dan calor, y confesó: “Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad”. Despreciaba el paso del tiempo y exaltaba la virtud de la paciencia en el artista –elementos éstos que hacen falta hoy como el comer–, y dejó una estela de incalculables dimensiones, hasta el punto de estar en la base de gran parte del pensamiento contemporáneo. El escritor argelino Albert Camus (1913-1960) aseguró: “No puedo vivir sin mi arte”. La poeta española Gloria Fuertes (1917-1998) hizo constar también que no podía “vivir sin escribir”. El periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) comentó en cierta ocasión que para escribir sólo necesitaba tener calor y el estómago lleno. La filósofa española María Zambrano (1904-1991) dijo: “Escribir es defender la soledad en la que se está, es una acción que sólo brota desde un aislamiento efectivo, pero desde un aislamiento comunicable, en que, por la lejanía de toda cosa concreta, se hace posible un descubrimiento de relaciones entre ellas”. Le preguntaron una vez al novelista argentino Osvaldo Soriano (1943-1997) que por qué escribía, y contestó: “Para compartir la soledad”. Tiempo después, el escritor uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) se hizo eco de esta respuesta y publicó el 1 de noviembre de 1987 en el diario madrileño El País “La soledad comunicante”, un artículo a cuyo final se inquiría: “¿Qué es, después de todo, la soledad sino un homenaje al prójimo?” El poeta español Gabriel Celaya (1911-1991) proclamó en 1944: “Para salvar la poesía, como para salvar cuanto somos, lo que hay que transformar es la sociedad. Y a esto debemos consagrarnos con todo y, por de pronto, si damos en poetas, con la poesía como arma cargada de futuro”. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) afirmó: “La sociedad necesita de poetas como el cielo de estrellas”, poco después de que Isidore Lucien Ducasse, conde de Lautréamont, (1846-1870) predijera que un día la poesía sería hecha por todos, y si bien el alemán apelaba a la necesidad de poetas verdaderos, el francés –nacido, por cierto, en Uruguay– se reía de una sociedad en que proliferaban los escribidores de poemas...
Un día hablaremos de la Revolución francesa, que está en el origen del desastre al que asistimos hoy en día y desde hace más de doscientos años, pero cuando hoy uno escribe necesita hacerse la pregunta de por qué, que nunca en la historia anterior de la humanidad fue necesaria.
Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera, con tratamiento en Canva por M. P.-P.

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.

Líneas de desnudo. 155. El club de los descubrimientos tardíos. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 155

El club de los descubrimientos tardíos
Por Manuel Pérez-Petit

Toda obra artística, en general, o literaria, en particular, por su origen y su naturaleza, es poesía. Y la obra de arte, por su estatuto enigmático, es libre, fruto de la individualidad, resultado de un “proceso” espiritual, abierto y de conjunción de técnica e impulso, de esfuerzo y de contemplación y acción. En un estado adánico y primigenio, nadie necesitaría del arte ni de las palabras. Pero no es el caso y, ante la realidad, el artista representa la rebeldía, traspasando las fronteras de lo cognoscible, llegando al deber ser, lo inasible, lo imaginario, y asentándose en la vida vivida, sin la que nada es posible, crea –o recrea, si se prefiere–. 
            La creación artística y la experiencia de la obra de arte “se dan en la historia, son historia y niegan la historia”, según defendió Octavio Paz (1914-1998). El legado del arte son las obras de arte. Da igual –de verdad– como se llamen sus autores ni cuándo vivieron o cuáles fueron los avatares de sus vidas, pero algunos, por alguna circunstancia desconocida y misteriosa, ahondan tanto en lo suyo –con mayor o menor grado de consciencia– que llegan a ese lugar incognoscible pero reconocible en el que mora lo común, entrañable y permanente en alguna de sus obras, en un acto “milagroso” en que se halla la misteriosa razón por la cual éstas se convierten en clásicos. No hay prisa para que esto ocurra, pero ocurre, y eso explica que a veces se tarden siglos en otorgar a ciertas obras literarias y/o artísticas el lugar que les corresponde. Al entrar en el subconsciente colectivo, aportan con determinación a la visión general del mundo, y lo agrandan, y de qué manera...
El club de los descubrimientos tardíos tiene una nómina excepcional. A la lengua y al arte español, sin ir más lejos, le costó tres siglos reconocer a dos poetas y a un pintor, Juan de Yepes Álvarez (1542-1591) –más conocido con San Juan de la Cruz–, Luis de Góngora y Argote (1561-1627) –pese o quizá a que su “ande yo caliente / y ríase la gente...” arraigara desde el primer día en el habla y la sabiduría popular– y Diego de Silva y Velázquez (1599-1660) como lo que hoy son de forma definitiva a la poesía y al arte, no solo en español sino del universo mundo. Son solo dos casos de entre miles, lo cual me da que pensar que, pese al tiempo que vivimos, aún nos queda incluso por descubrir la vida.
Detalle de «Rescatando la memoria», obra de la colección permanente del Museo Memoria y Tolerancia de la Cdmx.
Fotografía: Infinito, © Mayté Flores Ayala Mancera

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.

Líneas de desnudo. 154. Arder y callarse. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 154

Arder y callarse
Por Manuel Pérez-Petit

El concepto y la práctica de la ficción, en el arte, en la literatura, mediante la cual una “mentira” se hace verdad y más verdad que la verdad que está al alcance de los ojos, compartible, comunicable, es el elemento clave sobre el que pivota buena parte del peso de mi reflexión acerca de la literatura –el arte, en general– y la filosofía.
            El lenguaje de esta es denotativo: no deja nada por decir o sobreentendido u obviado. Se ocupa del ser, en sus justos términos, y esto ocurre sin tener en cuenta el método que use. La literatura, el arte, por su parte, se ocupa del deber ser, de lo inasible, incognoscible, imaginario, de aquello que cobra vida propia en el contexto de las cosas que rodean al ser humano, y, por tanto, su lenguaje es connotativo. En la filosofía no cabe la ficción, salvo cuando se incluye en una perífrasis, un circunloquio o alguna otra figura retórica, y lo normal es hacerlo con carácter explicativo o ilustrativo, dicho esto sin menoscabo de lo que pueda dar de sí el método intuitivo. La hipótesis podría ser un tipo de ficción con bases y fines científicos, pero como ficción, pura ficción, no sirve. Y la verdad es que no existe tropo alguno que sea de utilidad real a la filosofía. La comunicación de la experiencia, de la vida vivida, es, en cualquier caso, común a ambas disciplinas. De hecho, la experiencia es la principal forma de conocimiento. En este sentido, la comunicación del conocimiento es una labor compartida por ambas. Sin embargo, esto es harina de otro costal, y ya habrá tiempo de dedicarse a ello. 
En dos ramas del mismo tronco, el de la palabra, valgan estas reflexiones. Porque el caso es que en la calma –la filosofía– siempre se habló de la tempestad, y en la tempestad –la literatura, el arte– sólo hubo tiempo de hablar de la tempestad. Lo que al final queda en común a todo ello es el fuego, el que habita en las manos, como le dijo en una ocasión Federico García Lorca (1898-1936) a Gerardo Diego (1896-1987) afirmando que el poeta lo que hace es mostrarlo.
Se percibe de forma intuitiva en un primer instante, aunque luego se pueda poner en duda mediante el análisis y el enfrentamiento a ella desde otras perspectivas. Se podría reflexionar acerca del fuego –aquello que, por tanto, es común a todos– por una eternidad, pero recuerdo aquello de Goethe (1749-1832), “Escribir es un abuso de la palabra”, de lo cual tomo nota, y dado que cada día más amo el fuego y el silencio, por de pronto ardo y, al menos por hoy, me callo.
Tarde en rayas. San Miguel de Allende, Guanajuato, México, junio de 2022.
Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera
Archivo de Kolaval, propiedad de M. P.-P.

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.

Líneas de desnudo. 153. Un camino marcado. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 153

Un camino marcado
Por Manuel Pérez-Petit

A la gran escritora y humanista mexicana y, sobre todo, amiga de muchos años, Cristina Harari, a quien le debo la inspiración de este artículo.

En relación a mi Soñar con que todo llegue a todas partes, publicado el pasado 30 de enero, lo cierto es que los localismos nos enriquecen, y todos esos matices y variantes del idioma español no nos separan de ningún modo sino todo lo contrario, pues convierten al idioma de Cervantes en, sin ir más lejos, el de mayor riqueza lexicográfica de las lenguas existentes en el mundo. 
En mi texto, yo hablaba de ciertos nacionalismos que impiden, entre otras causas, de algún modo, una difusión global en nuestro ámbito hispánico de lo que se publica, y apostaba por el sueño utópico hoy de que todo se conozca en todas partes, poniendo como ejemplo lo que ocurre en el ámbito anglosajón.
Y desde luego me preocupa nuestro a veces exacerbado nacionalismo, del que es culpable en gran medida nuestra madre patria, la que fue las Españas y es hoy solo España. ¿No nos debería llamar la atención que, por ejemplo, una novela escrita en Buenos Aires en rioplatense cerrado puede ser leída y comprendida a la perfección por un señor de Burgos, España, castellano hasta en los rasgos de su rostro, que habla y escribe de manera diferente, y más todavía cuando observamos que, pese a esa globalización anglosajona en apariencia tan modélica y eficiente, una novela de un australiano, escrita en su inglés, aunque se distribuya en Londres, en Los Angeles o en Nairobi, es hoy por hoy casi ininteligible para un londinense, un angelino o un keniano? ¿Qué tienen que ver entre sí un misquito, un mapuche, una persona que hable quechua o náhualt u otomí –hñähñú para mis queridos habitantes del valle del Mezquital, Hidalgo, México-, un chiapaneco de lengua tsotsil o chol o un yaqui o un guaraní? Nada. Solo tienen en común el haber convivido durante siglos con el idioma español sin haber perdido su propia lengua, en una simbiosis de enriquecimiento mutuo sin antecedentes ni parangón en la historia, por lo que tienen como propias nada menos que dos lenguas, que los unifica en un universo propio que ocupa casi un tercio del planeta. Y esto, que es también de herencia hispánica –miren por dónde–, nos marca un camino.
14 de julio de 2017_ En la entrega de libros al Telebachillerato comunitario 022 El Salto Grande, Atoyac de Álvarez, Guerrero, México, en la 1ra campaña de la causa Libros por Yolotepec, hoy Libros por Yolotepec y Yunuén.
Fuente de la imagen: Archivo de la causa Libros por Yolotepec.

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

eriodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.

Líneas de desnudo. 152. Escribir de verdad. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 152

Escribir de verdad
Por Manuel Pérez-Petit

El paradigma de Laswell –"¿Quién dice qué?, ¿a quién?, ¿por qué canal?, ¿con qué efecto?"–, conocido como “5 W" –que por derivación son seis: Quién, qué, cuándo, dónde, cómo, por qué– y que se aplica con el término de "pirámide invertida", mediante el cual en la noticia periodística –el género informativo por excelencia, el más breve y conciso, el más eficaz en la transmisión de la información– lo expuesto está dispuesto en orden decreciente a su importancia, es el modelo de texto más entendible que existe, y se disfruta por su condición de relato –objetivable– de un punto de vista en relación a un hecho. El texto periodístico goza de cierto predicamento, pero un buen periodista no es de manera necesaria un buen escritor. Muchos escriben como hablan o como piensan, y eso es porque les falta distinguir entre los registros lingüísticos del pensamiento, la oralidad y la escritura, lo cual solo se da cuando se es lector. 
Ningún escritor es de manera necesaria un buen escritor. Para serlo se requiere mucho más que escribir. El lenguaje es inmediato al ser humano y, por tanto, todos creen que pueden, y pueden, pero no por eso lo hacen bien. Los hay que buscan una finalidad. La ventaja del escritor de verdad no es que controle, que no controla –y en ello encuentra la virtud–, sino que no sirve a ningún objetivo práctico, al menos en tanto que escritor, y esto aun siendo el mundo casi solo mercado, que es una maldición de nuestros días, o ideología, que es hasta peor. Ahí radica su fuerza y su debilidad. En muchas ocasiones vemos como muchos miran más hacia afuera que hacia adentro –como ocurre en las redes sociales, lacra de nuestro tiempo, peor aún que el mercado o la ideología como motor de la acción–, en ese nuevo marco en que el mundo parece haber encontrado su horma y su confusión en el pensamiento único por medio de las plataformas para la dominación por parte de quienes emiten y controlan el lenguaje conveniente a sus dictados, la versión que sin tener que serlo se convierte en el arquetipo de la perversión del propio lenguaje y de la vida.
Hay menos escritores de lo que a simple vista parece, pero este es otro asunto del que hablaremos otro día. En todo caso, quizá también por ello a estas alturas cobra más sentido que nunca la apuesta por la escritura de verdad, la que no va a ninguna parte y busque solo la sabiduría. Se escriba lo que se escriba.
Junio de 2015. M. P.-P. impartiendo su taller de escritura creativa en el Centro de las Artes de Querétaro, México.
Imagen: Archivo personal de M. P.-P.

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.

Líneas de desnudo. 151. La obra de arte. Manuel Pérez-Petit

Líneas de desnudo/ 151

La obra de arte
Por Manuel Pérez-Petit

A vueltas con mi reflexión acerca de la filosofía y la literatura, éstas no se diferencian por el objeto, pues ambas apuntan a lo esencial de las cosas, sino por el método. La filosofía es sistemática, racional o intuitiva si se quiere, pero busca conocer la realidad por sus causas. La literatura, por el contrario, está sometida a un estatuto enigmático, resultado de un proceso de otra naturaleza, en el que se completa la creación del mundo. Aquella se dedica al ser, enmarcándose en lo cognoscible, y ésta al deber ser, traspasando los límites de lo que puede conocerse y entrando en el terreno de lo incognoscible y misterioso. Ambas se interrelacionan en la medida en que sus sustancias pueden ser intercambiables, aunque nunca lo sea su planteamiento epistemológico, esto es, por los fundamentos y el método como vía de conocimiento. 
            El diccionario ideológico de Casares define la literatura como el “Arte que tiene por objeto la expresión de las ideas y los sentimientos por medio de la palabra”. Ideas y sentimientos... El debate entre filosofía y literatura, sin menoscabo de que cada una pueda contener ideas y sentimientos, es tan antiguo como el conocimiento humano. Está claro que cualquier obra literaria, y la poesía como la forma de expresión más pura de la creación humana –solo equiparable a la música–, refleja el estado de las ideas y los sentimientos de su autor, e incluso va más allá, pues su significante es tan connotativo que trasciende la intención de éste, dad9o, además, que su universo sabe más de lo intangible y mágico que de tautologías, silogismos o entimemas.
La obra artística es esencialmente libre, fruto de la individualidad, indiferente a que su autor pertenezca a una corriente de pensamiento o que obedezca a ideas heredadas o propias. En el fondo, lo que todo artista representa es la rebeldía del hombre ante su esclavitud. El filósofo, el intento de comprenderla y sistematizarla. Porque en un estado adánico el hombre no necesitaría ni del arte ni de las palabras.1 
En realidad, hoy no se requieren artistas, sino seres humanos libres que busquen su plenitud y, por tanto, sean de manera auténtica creativos. Tener conciencia de que el arte no es la verdad es un avance, pues acaba con el fanatismo y la utopía del arte, pero el arte abre las puertas de la verdad, la agranda y la expande, y sin dejar de saber que la obra de arte, per se, no puede ser ni verdadera ni falsa, se sabe que debe ser auténtica.
__________
1. Cfr. Alfonso Reyes: La experiencia literaria, Barcelona, 1986, p. 13
   
M. P.-P. participando en la lectura continuada de El Quijote en el Centro Cultural de España en México, el 24 de abril de 2015.
Fuente de la imagen: Archivo personal de M. P.-P.

*Sobre el autor:

Manuel Pérez-Petit

Periodista, editor, escritor y gestor cultural

Sevilla, España, 1967.

Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.