Voces ensortijadas
Saber esperar
María Gabriela López Suárez
A todas, todos mis guías en la vida, gracias.
Eran las 5:30 de la tarde, don Augusto tenía cita médica con la dentista a las 6 de la tarde y Ernestina su hija mayor lo acompañaría. Después de la consulta médica irían a comprar la despensa y algunos obsequios que doña Rosalía, esposa de Augusto y madre de Ernestina, les había encargado para las piñatas que donaría en la posada de la cuadra donde vivían.
Llegaron al consultorio a las 5:45, había varias personas en la sala; se sentaron y comenzó la labor de la espera. Dieron las 6 de la tarde y aún no le tocaba el turno a don Augusto. Ernestina no dejaba de ver el reloj mientras se entretenía con el celular. El tiempo seguía su curso, 6:15 y no había movimiento de pacientes.
−¡Oye papá aún no has pasado y llevamos 15 minutos de retraso! ¿Quieres que pregunte qué pasó? −dijo Ernestina, en voz bajita y tono desesperado.
−No Tina, ten calma. No han de tardar en llamarme –fue la respuesta de don Augusto, mientras la abrazaba.
Como por acto de magia, al cabo de unos 5 minutos llamaron a turno a don Augusto. El rostro de Ernestina mostró un gesto de alivio. Siguió distraída con el celular mientras su papá estaba en la cita médica. Venía la segunda etapa de espera.
Eran las siete de la noche y Ernestina ya no hallaba sosiego ni con el celular. Decidió guardarlo en su bolsa. Observo a su alrededor, el único paciente que se había movido era su papá. La sala permanecía intacta con el resto de personas. Fijó bien su mirada, cuántos consultorios había ahí, solo el de la dentista. Es decir, que las 8 personas que aún estaban ahí, sin contar a ella, estaban por pasar a consulta.
Nuevamente hizo un repaso y empezó a deducir que había pacientes que como su papá iban acompañados. No toda la gente pasaría a cita. Eso le generó una especie de alivio. Pero de nuevo, le volvió la preocupación por el tiempo. La persona que estaba en la recepción era una chica como de unos 22 años. Estaba entretenida en la computadora y en una libreta de notas. Siguió observando qué hacía la gente para no desesperarse, algunas personas platicaban entre sí. Nadie tenía celular en mano, algo raro para ella. Su mirada se detuvo en un señor de edad mayor, alrededor de setenta años, estaba concentrado en la lectura. Ernestina tuvo curiosidad por saber qué libro leía. Se levantó despacito y dio unos pasos cerca de la silla del señor, pero no alcanzó a leer el título. Volvió a su lugar y siguió observando al señor, su rostro era sereno, nada lo desconcentraba de su lectura. Hasta alcanzó a percibir que su respiración era tranquila.
Volvió la mirada hacia ella, nunca había pensado que era importante saber esperar. La idea de llevar un libro le pareció magnífica. Ver al señor le había generado esa sensación de calma que tanto necesitaba en ese momento. Le vinieron varias preguntas a la mente, ¿era la lectura lo que generaba esa sensación de calma en el señor? ¿Era la experiencia del paso de los años? ¿Esperar era acaso una habilidad reservada solo para algunas personas? Respiró profundamente, deseo tener una revista con sopa de letras o crucigramas para llenar. Saber esperar le parecía todo un reto, pero quería aprender a enfrentarlo. En eso estaba que no se percató que su papá ya había salido y estaba pagando los honorarios en la recepción.
−¿Lista Tina? Ya nos vamos a hacer los pendientes −le dijo don Augusto con una gran sonrisa.
−Sí, vámonos papá, ya es hora −señaló ella, devolviendo la sonrisa, mientras volteaba a ver al señor, quería identificar el título del libro. Se quedó con la duda, el señor había pasado a cita después de don Augusto.

Sobre la autora:
Maria Gabriela López Suárez
Catedrática, periodista, escritora y comunicadora
Apasionada de la escritura, la lectura, la radio y el aprendizaje de idiomas. Doctora en Estudios Regionales por la UNACH y Doctora en Dirección y Planificación del Turismo por la Universidad de Alicante. Maestra en Educación Superior y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNACH. Profesora-investigadora en la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), en la Licenciatura en Comunicación Intercultural y la Maestría en Estudios Interculturales. Asesora en el Instituto de Evaluación, Profesionalización y Promoción docente en Chiapas y en el Instituto de Educación Superior en Desarrollo Humano Sustentable. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1, del Sistema Estatal de Investigadores, de la Red Internacional de Investigadores en Turismo, Desarrollo y Sustentabilidad (RITURDES) y de la Red de Formadores en Educación e Interculturalidad en América Latina (RedFEIAL).
Sus líneas de investigación son: Comunicación, Comunicación Intercultural, Educación, Identidades, Juventudes, Periodismo, Radio Comunitaria, Turismo Comunitario, Patrimonio Cultural.
Desde 2008 colabora como periodista cultural independiente en diferentes medios chiapanecos. En 2018 fue corresponsal en Chiapas en la, antes llamada, Agencia Informativa CONACYT. Es autora de la columna periodística Voces ensortijadas, desde 2017, actualmente se publica en la revista electrónica Letras, idea y voz y en el portal Chiapas Paralelo. Es productora del programa radiofónico de la UNICH, Los Colores de la Voz. Actualmente es aprendiz de la Lengua de Señas Mexicana.