Polvo del camino/ 307
Lo que hubiera quedado en el tintero/ 1
Zazil y la muñeca azul
Héctor Cortés Mandujano
Sus padres se divorciaron cuando Zazil era una bebé. Pero los dos se llevaban bien y ella vivía con ambos, en un arreglo que no siempre entendía: a veces una semana con su mamá, a veces un mes con su papá.
Ambos se encargaban de su alimentación, su ropa, sus juguetes, sus paseos y sus estudios. Los dos, equitativamente, pagaban las colegiaturas de la escuela y los gastos de su clase de ballet. Sin embargo, ella, a sus siete años, se había acostumbrado a conseguir ciertos gustos sólo en las fechas tradicionales: cumpleaños, día de las niñas y los niños, Navidad, Santos Reyes…
Su madre trabajaba en una oficina y su padre era pintor.
Un día de agosto acompañó a su papá al supermercado de una plaza llena de negocios y vio en el aparador de la juguetería, de paso, una muñeca que le encantó: era de piel azul, con un vestido verde y unos cabellos color rosa. Le pareció genial, fantástica.
Sus padres eran muy cuidadosos con los gastos, porque ninguno de los dos tenía altos ingresos. Por eso no le pidió a su papá que le comprara la muñeca y decidió hacer un plan y un presupuesto. La muñeca costaba $2, 768.50.
Su plan era hacer dibujos para que su papá los pusiera en venta en Facebook, con precios bajos y sobre un tema que ella conociera bien. Decidió dibujar su cochinito rojo (tenía uno en cada casa, porque mamá y papá la habían enseñado a ahorrar) con seis variaciones de ese color y otros seis con distintos tonos de azul.
12 en total. Buscaría venderlos a $250.00 cada uno, de modo que, si los vendía todos, tendría tres mil pesos. Ese era su presupuesto ideal.
Sólo tomaría el importe de la muñeca y el resto ($231.50) se los daría a su papá para pagar por las hojas recortadas, de papel acuarela, de 25 cm por 25 cm, y la pintura que usaría para echar a andar su plan presupuestario.
Contó a su papá su idea y apenas llegar a casa él puso en su mesa de trabajo los pinceles, la pintura y comenzó a recortar las hojas. Zazil puso manos a la obra.
No hizo todos los cerditos del mismo color, porque se le antojó mientras pintaba el primero hacer uno rosa, otro dorado, uno más color plata, y con otros inventó combinaciones hasta llegar a tonos que a ella le parecieron bellísimos.
Su papá puso fotografías de las ilustraciones en su Facebook, apenas iban saliendo de manos de Zazil, y sus amigos y familiares las fueron adquiriendo a la misma velocidad. Llegó a su meta sin ningún tropiezo.
Con el dinero recaudado fueron a la juguetería y Zazil se puso feliz, porque, además, cuando el dueño del negocio se enteró de lo que había hecho (su papá se lo contó), le hizo un descuento del 10%. La muñeca le costó, entonces, $491.65 menos.
¡Qué emoción, ya era suya! Zazil tenía una nueva amiga y decidió bautizarla como Vrozul. En el camino de vuelta a casa, comenzó a contar a la muñeca sobre las muchas ideas formidables que pasaban por su mente.
Otra buena noticia esperaba a Zazil: su papá le dijo que el cambio, después de pagar su muñeca, lo pusiera en su cochinito, como agradecimiento por su ayuda, por servir de modelo. Así lo hizo Zazil.
En la noche, acostó a Vrozul en su almohada. Y se durmió contenta, sonriente.
Aquel había sido un gran día.
[Mi amigo Juventino Tito Sánchez me pidió que escribiera un cuento sobre niños (usé a Zazil, su hija, como modelo), relacionado con la economía y el ahorro. Era para un concurso de ilustraciones, convocado por un banco. Lo escribí y Tito no hizo las ilustraciones. Tan tan. Este es el arranque de una nueva sección en mis columnas para publicar lo que pensaba no publicar: Lo que hubiera quedado en el tintero...]

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com