Polvo del camino/ 298
Evocadas páginas de otro libro/ XVIII
Asfódelos de la sombra
Héctor Cortés Mandujano
¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,
de que está hecho el olvido?
Borges
Pregunté por él en algún momento de mi infancia, creo. Me dijeron que era francés. Su padre o su abuelo, en esas versiones, había llegado aquí y se cambió el apellido porque el original, Courtois, era difícil de escribir y pronunciar.
Otra persona, mucho después, me dijo que en realidad era judío, quizás de Polonia. El mismo asunto: se cambió el apellido porque aquí Kertész generaría confusiones.
Florentino Cortés Mendoza era mi abuelo paterno. No lo conocí. Cuando nací, él ya había muerto y sólo he visto una fotografía suya, donde tiene una camisa a rayas y una expresión ambigua: ¿Indiferente, serio, retador? No sé. Dicen que tenía los ojos verdes. Quién sabe. La fotografía es en blanco y negro.
Nunca he estado interesado particularmente en mi genealogía, pero a veces, cuando encuentro a alguien que pudo conocerlo, pregunto por él y siempre me he quedado con agua entre los dedos.
Borges escribió sus versos para otro. Podría yo dedicarlos a ese abuelo: “¿Dónde está la memoria de los días/ que fueron tuyos en la tierra, tejieron/ dicha y dolor y fueron para ti el universo?”.
Mariano Mandujano Corzo fue mi abuelo materno. Tampoco lo conocí. Cuando nací ya lo habían matado, nunca se supo quién. Su cadáver fue hallado en uno de los potreros de la finca. Lo ultimaron a balazos. Para mí es, lo mismo que el otro, sólo un nombre, una sombra.
Dice Borges: “Dieron a otros gloria interminable los dioses,/ inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;/ de ti sólo sabemos, oscuro amigo,/ que oíste al ruiseñor, una tarde”.
Dice Wikipedia de los asfódelos: “se han difundido hoy por todo el mundo como plantas ornamentales, por sus grandes flores, la facilidad de su cultivo (y) el poco requerimiento de nutrientes”. Sigue: “En la antigua Grecia, los asfódelos se colocaban en la tumba de los muertos y se empleaban en las ceremonias fúnebres, en la creencia de que facilitaban el tránsito de los difuntos a los Campos Elíseos, que se creía tapizado de estos. También era costumbre comerlos días antes cuando iban a entrar en batalla”.
Sigue Borges, como si hablara de mis abuelos: “Pero los días son una red de triviales miserias,/ ¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,/ de que está hecho el olvido?”.
[Escribió Homero en el Canto XI de la Odisea, sobre cómo recuerda Ulises su charla con los muertos: “Vi después al gigantesco Orión, el cual perseguía por la pradera de asfódelos las fieras que antes matara en las solitarias montañas, manejando irrompible clava toda de bronce”. Escribe Borges en “Un poeta menor de la antología”: “Entre los asfódelos de la sombra, tu vana sombra pensara que los dioses han sido avaros”.]

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com