Polvo del camino. 281. El mar y la oscuridad. Héctor Cortés Mandujano

Polvo del camino/ 281

El mar y la oscuridad
Héctor Cortés Mandujano

El otoño recorre las islas (SEP-Era, 1985), de José Carlos Becerra, contiene todos los poemas que escribió este poeta tabasqueño antes del accidente que, en Brindisi, Italia, lo llevó a la muerte.
El libro agrega varios textos más. En uno de ellos, Becerra entrevista al gran Carlos Pellicer y éste le dice (p. 273): “El primer acontecimiento importante de mi vida fue cuando yo tenía cinco años: mi madre me llevó por primera vez al mar”.
Curiosamente, yo también fui con mi madre por primera vez al mar cuando tendría quizás seis años. No recuerdo los detalles de ese raro viaje que hicimos en un autobús donde iban (lo intuyo en realidad) padres y madres de familia, niñas y niños de mi escuela rural. No sé cuál fue la razón de ir al mar ni cómo mi mamá (que a veces tenía una timidez enfermiza, que yo aprendí y reproduje durante un tiempo) decidió ir conmigo.
Nunca he sido muy amiguero, de modo que no recuerdo a nadie de mi salón ni de mi escuela; a nadie del pueblo. Ni idea de quién y cómo era el chofer.
No hay en mi memoria nada del camino, ni siquiera de mi primer encuentro con aquel vasto universo líquido. Es curioso que incluso de mi mamá recuerde tan poco. ¿Cómo iba vestida, cómo era físicamente en ese entonces? En una clase de neurociencias, en la Universidad Veracruzana, nos pidieron que comentáramos algo de nuestra infancia que nos hubiera dado felicidad y sin pensarlo mucho yo recordé ese viaje y lo conté como algo fabuloso. Mi sorpresa fue que en cierto momento se me quebró la voz. Fue un instante. Me sonreí y seguí contando ya sin melodrama, divertido, porque de lo que se trataba era de recordar más bien las impresiones no los hechos.
Como suelo darle vueltas a mis emociones (y de eso iba el curso), me di cuenta de que ese fue el único viaje nuevo, largo, sorpresivo, al que fui a solas con mi madre. ¿Y por qué lo he olvidado casi todo? No sé.
Sin embargo, hay algo que se me quedó grabado y es lo que conté en nuestra sesión universitaria: mi mamá y yo íbamos caminando por la playa y de pronto, no sé quién fue el primero en hacerlo, hallamos una moneda, y luego otra y otra. Fue una sensación exultante. Hallar dinero tirado se me hacía como un cuento de Las mil y una noches que ya había empezado a leer o ya me habían contado.
Le pregunté algo así como:
—Mamá, ¿esto es un tesoro?
—Sí –me dijo–, aquí cerca se debe de haber hundido un barco y el mar está sacando el dinero que la gente llevaba.
—¿Y qué le pasó a la gente?
—Se ahogó.
No sé qué le hicimos a las monedas, en qué las gastamos. Tampoco sé cuánto tiempo estuvimos en el mar y a qué oscuridad se fueron los recuerdos que me trajo el recuerdo de Carlos Pellicer…
     
Ilustración: HCM.
Ilustración: HCM.




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

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