Polvo del camino. 273. Desnudez andrógina. Héctor Cortés Mandujano

                                         
        Polvo del camino/ 273

Desnudez andrógina
Héctor Cortés Mandujano

De todo corazón,
siempre he detestado las citas y los epígrafes

Efraín Huerta

Transa poética (Era, 1980), de Efraín Huerta, es un libro escrito por alguien que jugaba con las palabras y hacía con ellas malabares y maravillas. En poemas que parecen no tomarse en serio hay líneas profundas y en poemas serios hay un dejo de burla. El título, por eso, es santo y seña del autor.
Dice en “Donde la locura…”, su prólogo (p. 9): “Ya dije alguna vez que me complace de manera formal ser un desordenado y un antipoético por excelencia. Es que, la verdad, nunca le pedí permiso a nadie para escribir lo que malamente escribí”.
Escribe en “La rosa primitiva” (p. 27): “Ama con sencillez, como si nada./ Sé dueño de tu infierno, propietario absoluto/ de tu deseo y tus ansias, de tu salud y tus odios./ Fabrícate, en secreto, una ciudad sagrada”.
De “Sandra sólo habla en líneas generales” es este verso que parece uno de sus poemínimos y se refiere a la susodicha (p. 40): “Lo virginal no quita lo caliente”. Me encantan las líneas inexplicables de ciertos poemas. En “El encarnizado” está ésta (p. 41): “La desnudez andrógina de las doce del día”.
Va en un autobús y describe su viaje en “Juárez-Loreto” (p. 47): “La del piernón bruto me rebasó por la derecha;/ rozóme las regiones sagradas”; enumera sus cualidades físicas y resume: “Es un jazmín angelical, maligno,/ arrancado del zarzal en ruinas”, y luego se define: “como amante siempre he sido pan comido”. El largo poema muestra su facilidad de enamoramiento (p. 49): “Adoro tu nalga derecha, tu pantorrilla izquierda,/ tus muslos enteritos, lo adivinable y calientito, tus/ pechos pachones/ y tu indigno, antideportivo comportamiento”.
En “Protestas y rendimientos” pide (p. 93): “Necesito tiempo para chillar mi protesta./ Necesito una hora de pavor para rendirme./ (Que haya una amante más,/ ¿qué importa al mundo?)”. Y más adelante, emulando el lenguaje militar: “labios en ejercicio (de frente: ¡besen!)”.
Está con sus amigos en una cantina en “Barbas para desatar la lujuria” y se refiere a Sabines y Pacheco (p. 100): “ahora llega Jaime con ojos de tigre/ ojos de dios en celo tumba tarumba tum/ dios tzotzil jaimebundo/ pérezjoloteando ginebra ron poemas”, y “pa traducir a Baudelaire aquí estoy yo/ musitó José Emilio”.
En su “Manifiesto nalgaísta/ Aleluya cocodrilos sexuales aleluya” se cuestiona, a propósito de un título famoso en aquellos años (p. 106): “Soy acaso el hijo de Sánchez de la poesía”. Sabe además, perfectamente, cómo es su país y así lo expresa en el final de “Amor, patria mía”, que es también el final de este libro breve e intenso (p. 132): “la temerosa y vibrante/ llanura de sombras que es/ nuestra patria”.

Ilustración: HCM.
Ilustración: HCM.




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.

Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com

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