Líneas de desnudo/ 157
El Todo que lo reúne todo
Por Manuel Pérez-Petit
Abundando aún más en mi reflexión, el debate entre filosofía y literatura, que es tan antiguo como el conocimiento humano, es una batalla que ya en Platón (circa 427-347 a. C.) se resolvió a favor del logos del pensamiento filosófico, aunque, con posterioridad, en el Renacimiento italiano y a partir del siglo XIX, con Goethe (1749-1832), Kierkegaard (1813-1855) o Nietzsche (1844-1900), volvió a un primer plano.
El artista, el poeta, es el ser que aspira a la luz –incluso aunque la niegue–, a ser la zarza ardiente que no se consume y que se renueva, en este incendio pavoroso e inevitable que es vivir. El poeta –que hoy ya no pertenece a una casta y que lejos de ser un ser superior es uno más entre nosotros y es cualquiera de nosotros–, tiende a convertirse, de este modo, en vitral –para los españoles, vidriera–, a fin de dejar pasar la luz a través de sí mismo y multiplicarla y esparcirla sin límite, en este fuego que nos contagia –o debería contagiarnos– a todos. Para los egipcios, el sol –puro fuego– era un ser viviente, más viviente, incluso, que los hombres, por su no sometimiento a la historia. Y esto nos lleva en tiempos modernos a Octavio Paz (1914-1998), que también escribió que la obra de arte “es vía de acceso al tiempo puro, inmersión en las aguas originales de la existencia”.
En la cultura subyacen las ideas filosóficas y acaso toda cultura es ideológica. En las primeras manifestaciones literarias de todas las culturas, el arte, la literatura y la Weltanschauung o idea del mundo se han fusionado en la misma cosa, como pasó en Homero (circa s. VIII a.C.). Más tarde, se estableció la dicotomía entre dos realidades diversas. Y aunque no en todos los casos ha ocurrido así, en la cultura occidental venció, como apuntábamos ya desde Platón, la filosofía. Como consecuencia de este predominio de las ideas, el acceso a la poesía, a la obra de arte, se ha visto y ve amenazado por múltiples peligros que destruyen la unidad de fondo y forma, entre los que destacan el diletantismo, que exalta el fondo, y el esteticismo, que materializa de forma principal la forma. Sin embargo, lo que distingue a la obra de arte de otras actividades humanas es su capacidad connotativa, la clave que la conduce hacia los caminos de lo irracional y verdadero, con la meta de fondo de alcanzar el “Todo que lo reúne todo”, la condición y el lugar en que de verdad nos encontramos todos a nosotros mismos.

Fotografía: © Mayté Flores Ayala Mancera
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Periodista, editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Ha sido director de Comunicación en el Servicio Andaluz de Salud, director editorial de intereconomia.com, adjunto a la presidencia del Instituto Europeo de Márketing, Comunicación y Publicidad, director de opinión de France Telecom España, director de relaciones públicas de la Fundación Leo Matiz o director editorial de AlmuzaraMéxico, entre otros puestos de responsabilidad. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. En la actualidad se dedica a la consultoría de alta dirección y a la docencia. Mantiene la columna Líneas de desnudo en la revista mexicana de fomento a la lectura Letras, ideaYvoz, en la que escribe tres artículos a la semana.