Líneas de desnudo/ 144
Y nazcamos
Por Manuel Pérez-Petit
Soy el embrión y me limpio sin pudor en un poema interminable de meandros silenciosos, capaz de levantar las aguas de todos los mares y poner uno a uno cada pez en cada estrella, de convocar y reunir en un arca cubierto de brotes a todos los seres luminosos que palpiten, más allá de cualquier siempre conocido en los confines de tus piernas que miran largamente, de prender el candil que permanezca fiel a sus raíces y sus brazos se levanten en el templo, ebrios de reconquista y de luces y de afán de poner orden, de recoger las espinas de mi carne con la soltura que transita por los cauces de mis sienes, como se yergue un cóndor sobre tus ojos cuando bailas por las calles y rebrota de tus labios, de beber el caldo de la muerte que se cocina en peroles en todas las esquinas y transformarlo en tu néctar filosofal que convierte en vida todo lo que toca en tanto todo gira en torno a ti, de ser el lazarillo de mis ojos en mi ceguera gracias a la gracia de tus labios que me donas en este ir a ti rodeado de luciérnagas y temblores y caricias que pronuncian solo un nombre, de vivir en la mirada atenta y feroz de nuestro perpetuo calendario más allá de los pliegues, rodeado de alcavaranes a cielo abierto y los delfines que se ríen y juegan en tus faldas, de estar cubierto por los rojos y arracimados ceibos de tus avenidas deliciosas y sembradas como el que camina rumbo a su abrazo favorito hecho de preñez, cosido a tus llamas y a tus ríos, de beberte bajo el manto de este gallo que me alza y me corona con sol sobre campo de plata, abriendo el grifo de luz que es y que contiene el óvalo enmarcado entre el olivo y el laurel, de reconocer que esto nos resume pese a que sabemos que el mundo está por levantarse todavía, de saber que en este parto que ahora por fin soy con fe me adentro en la fortaleza del monte sobre las aguas del océano cuajado de dolor y tiburones para hallarte en este eterno buscarte, de habitar en la estación en que evacuo los resquicios de mi muerte y la memoria de tus jaguares y colibríes, en mi anhelo de libar el néctar de tus flores, las dentelladas de las llanuras que te circundan no tan repletas ya de pumas y avestruces, de hervir a dentelladas de besos imposibles mi sangre y hacer la oración definitiva de tus ojos en tanto habitan en los humedales de mi espalda tus caimanes preferidos y cardiosaludables, de recorrer la senda que atraviesa los continentes y en la que todo se dirige a ti y te nombra, hallarte por fin para hallarme y de una vez nacerme de una vez bendita seas por para nosotros. Los territorios se rinden, claridad sin cercas llena de cantos, en los dones que hoy nos brotan, en este reto patria sin bandera, abiertos en canal para ensartarnos desnudos de una vez sin tiempo en la hora en punto y son estos tus ojos los míos los nuestros, y la mirada nos dice amor y se asoma de nuestro vientre al mundo, de nuestro ser con su cuerpo sin cicatrices, por fin, joder, hechos uno, poderosos, inmunes, decididos en la ecuación que nunca nadie pudo saber que supo, con la carta de naturaleza de nuestra condición original, mítica, pentatéutica, definitiva, que la casa en que habitamos no tiene muros, puertas ni ventanas; tiene extensiones tan abiertas que nuestra nueva enseña con rayas azules acostadas se proyecta en extensas alfombras y cuchillas que apenas se levantan por la acción de tu soltura, la gracilidad con que te empleas en tu continuo hacer y deshacerme, en tu labor de catequista para la nueva vida en que somos uno y, así, de este modo, inmersos en un gozo inevitable, que llegue el momento en que podamos decirnos ya que nacemos. Y nazcamos.

Imagen: Autorretrato (fragmento), @Mayté Flores Ayala Mancera
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Periodista, editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.