El retorno del soñador
Escribo esto mientras suena Hold On Tight de la Electric Light Orchestra, tema recomendado por un viejo amigo que, curiosamente, siempre tiene las palabras adecuadas ante la adversidad. Y no es secreto que llevo varias semanas con la incesante idea de abandonar el camino de las letras. Lo mencioné en mi entrada anterior: decidí, irrevocablemente, seguir adelante. Fue Puccini quien me permitió enfrentarme al espejo y detener en seco esos pensamientos derrotistas. No obstante, hoy encontré una razón más para abrazar el sendero que inicié, de forma inconsciente e intuitiva, hace ya 20 años.
Mmm, hold on tight to your dream, yeah
Hold on tight to your dream, yeah
Esta mañana llegó a mis manos —de la forma más aleatoria y absurda posible— un ejemplar de El Retorno del Rey, la tercera parte de El Señor de los Anillos (sobra citar al autor; todos saben de quién hablo). Es una edición mexicana de Minotauro de 1993. Al principio, estuve tentado a dejar que ese libro prosiguiera su errático destino hacia las manos de algún coleccionista, un curioso, o quizás un lector distraído. Sin embargo, al hojear las primeras páginas, descubrí un dato que me golpeó el pecho con un significado inexplicable: la primera edición de ese libro data de mayo de 1984, el mes y el año en que nací.
When you see your ship go sailing
When you feel your heart is breaking
Hold on tight to your dream
Casualidad, sí, probablemente. ¿Coincidencia? No lo sé. Alguien dijo alguna vez que uno no debe confundir coincidencias con destino. Lo más seguro es que no haya nada mágico en ese hallazgo, pero para mí lo significa todo. Mi trilogía favorita, la que me empujó a escribir por primera vez en aquella oficina de diseño arquitectónico donde pasaba horas sin nada que hacer —corría el año 2004—, me ha dado una bofetada en el rostro. Una que me exhorta, con brutal claridad, a no claudicar, a tener fe en mí mismo y a confiar en el proceso.
Hmm, it's a long time to be gone
Oh, time just rolls on and on (hold on)
When you need a shoulder to cry on
When you get so sick of trying
Just-a hold on tight to your dream
En el colofón de mi novela publicada por Almuzara México, se menciona que mi primer intento literario fue algo titulado El Oráculo de Gaia, una obra de la que no queda prueba alguna —y qué alivio me provoca eso—. Aquella historia no fue más que mi versión propia de El Señor de los Anillos, una novela breve, escrita en menos de 200 páginas de Word y almacenada en un disquete que hoy sería un objeto de museo; ningún lector óptico moderno podría revivirlo. ¿Por qué escribir mi versión de una obra universal, sagrada e intocable? Porque tenía apenas 20 años y no veía nada de sacrílego en contarme a mí mismo una historia, una versión moldeada con fragmentos propios, personajes nuevos y situaciones distintas. El Oráculo de Gaia no tenía hobbits, por ejemplo. No es que los deteste, pero a esa edad mis intereses giraban en torno a héroes irredentos, dilemas maniqueos, los conflictos del amor imposible y la búsqueda desesperada de la aprobación de una doncella inalcanzable. Escribí esa historia para mí, sin intención alguna de mostrarla al mundo. Y aunque jamás saldrá a la luz, no me arrepiento de su concepción. Sin proponérmelo, aquella narración me puso en el camino de la escritura, un camino que decidí recorrer de fondo en 2007, con una historia que llevaba años atormentándome la cabeza.
When you get so down that you can't get up
And you want so much, but you're all out of luck
When you're so downhearted and misunderstood
Just over and over and over you go
Hoy vuelvo a revisitar la trilogía cinematográfica de Peter Jackson (mis películas favoritas, indiscutiblemente) y no puedo evitar que la emoción me consuma hasta las lágrimas —síntoma inequívoco de que me estoy haciendo viejo, o quizás, más sensible—. Pero es precisamente esa emoción la que me impulsa a querer contar mi historia. Tolkien me ayudó a sentir esta pasión visceral por las letras; sus hobbits, elfos, enanos, orcos y hombres le dieron sentido a mi vida. Y aunque no hay seres de esa naturaleza en mis obras, ni tampoco un universo alterno, mágico o abrumador, lo que escribo está infectado de una realidad más cruda de la que yo mismo quisiera. Incluso en la ficción, mis páginas transpiran verdad. Si algo abunda en mi obra, es la pasión.
Accroche-toi à ton rêve
Accroche-toi à ton rêve
Quand tu vois ton bateau partir
Quand tu sens ton coeur se briser
Accroche-toi à ton rêve
Nací un 5 de mayo de 1984 en la Ciudad de México. El colofón de la trilogía fue editado por primera vez en México en ese mismo mes y año. Este ejemplar llegó a mí de la nada: mi madre lo tenía sobre su mesa de ventas, como si fuese un libro cualquiera, sin saber cómo había llegado ahí. Podría haber terminado en manos de cualquiera por apenas treinta pesos. Pero no. Aparecí yo, y lo descubrí. Allí estaba, una joya olvidada que mi madre exhibía con la indiferencia de quien vende ropa usada. Si eso no es una señal de que debo seguir escribiendo —a pesar de ser el peor autor de mi editorial, a pesar de no tener un solo centavo para pagar las cuentas ni las deudas, a pesar de sentirme estancado en esta vida—, entonces, ¿qué le atribuimos? ¿A una simple coincidencia? No, me niego rotundamente a creerlo.
When you get so down that you can't get up
And you want so much, but you're all out of luck
When you're so downhearted and misunderstood
Just over and over and over you go
“Es como en las grandes historias, Sr. Frodo. Las que realmente importaban. Llenas de oscuridad y peligro eran. Y a veces no querías saber el final. Porque, ¿cómo podía el final ser feliz? ¿Cómo podía el mundo volver a ser como era cuando había pasado tanto mal? Pero al final, es solo algo pasajero, esta sombra. Incluso la oscuridad debe pasar. Llegará un nuevo día. Y cuando el sol brille, brillará más claro. Esas eran las historias que se quedaban contigo. Que significaban algo, incluso si eras demasiado pequeño para entender por qué. Pero creo, Sr. Frodo, que sí entiendo. Ahora lo sé. La gente en esas historias tuvo muchas oportunidades de dar la vuelta, solo que no lo hicieron. Siguieron adelante, porque se aferraban a algo. Que hay algo bueno en este mundo, y vale la pena luchar por ello.”
Yeah, hold on tight to your dream, yeah
Hold on tight to your dream, yeah
When you see the shadows falling
When you hear that cold wind calling
Hold on tight to your dream
Ooh, yeah, hold on tight to your dream
Yeah, yeah, hold on tight
To your dream…

Sobre el autor:
Gabriel Mendoza García (Ciudad de México, 1984) escritor y creador de videos y contenido en redes sociales, fundamentalmente en la actualidad a través de la plataforma Alcance Tendencia Mx. Fan acérrimo del dúo musical europeo Lacrimosa, quienes representan su mayor fuente de inspiración, desde niño destacó por centrar sus esfuerzos cognitivos en mundos imaginarios y por valerse de su sensibilidad. Su primer intento literario fue El Oráculo de Gaia, una reinterpretación de El Señor de los Anillos, de la cual no queda ninguna evidencia. Su verdadera encomienda personal con la literatura es la saga Sofía, la única que tiene como epicentro la Ciudad de México, una obra coral, apocalíptica, empapada de misterio, acción, suspenso, drama, mitología, ciencia ficción, acción y aventura que, al modo de la mítica serie de televisión Lost, se centra en sus personajes y que comenzó a fraguarse en el otoño de 2007, cuyo primer fruto es Emanación. Es miembro del comité editorial de Almuzara México.