Polvo del camino/ 254
Las canciones de Comala
Héctor Cortés Mandujano
¿Qué edad tenía Eva cuando fue sacada de la costilla de Adán?
Nicolás Grimaldi,
en Breve tratado del desencanto
I
En una de las muchas lecturas que podemos hacer del poema homérico, una deducción sería que Helena fue botín sexual de su marido Menelao y de su amante Paris. La disputa por su posesión provocó una guerra cruenta y continuada. “Los dioses duermen/ mientras el malhechor/ se pone la capucha y afila su cuchillo”. Si Menelao se hubiera fugado con otra mujer, no habría habido desgracias ni muertes ni destrucción de pueblos.
La fábula bíblica que de entrada niega la infancia a Eva, la vuelve parte, posesión, propiedad del hombre que, en un contrasentido, la pare, la da a luz. Eva fue hecha para regocijo de Adán. No al revés.
En estos tiempos, en una calle oscura, en un parque solitario, una mujer se convierte en material de uso y desecho, de abuso sin límite: del piropo a la violación y a la muerte. La Biblia, la Ilíada, la Odisea, desde hace mucho, nos contaron lo que va a pasar, lo que sigue pasando: “La manada incesante/ de filosos colmillos/ olfatea en las madrugadas”.
Elda Pérez Guzmán nos lo cuenta ahora en “Donde habita el olvido”, el primer apartado de Las otras Evas. Y habla de aquel y de este tiempo: “Adonde vaya Sara o Elena/ la hidra puede arrancar su candorosa risa”, en esta ciudad y en todas, que son la misma: “Una ciudad triste y polvorienta/ de mujeres extraviadas,/ acosadas, vigiladas,/ ausentes, calladas… […] ciudad sin tiempo,/ ciudad de todas partes”.
II
“Ya no seré más tu paraíso/ tu Eva esclavizada” declara Elda, en “Ataduras”, del segundo apartado, “Con olor a hierbas”. El verso intenta ser una fórmula para terminar con “la maldición de los Adanes”, hombres aferrados a la tradición bíblica de parir a Eva para su disfrute, y culparla después de hacerlos comer la manzana y perder las canonjías divinas.
Eva y Helena –coprotagonistas del libro sagrado y del libro poético– son las culpables del desastre, una por curiosa y la otra por coqueta. Pero también la bruja (“fui desterrada”) y la curandera (“me condenaron y llevaron a la hoguera”) son acusadas y castigadas. Mejor ponerse vestidos largos y pensar “que algún día/ podré desnudarme,/ meterme al mar/ sin miramiento alguno/ […] sin velos ni atavíos sombríos”.
Y aparece, por fin, Lilith, la rebelde, quien “dominó con astucia la pasión,/ controló sus miedos,/ se liberó de cualquier atadura”. La ama de casa, por suerte más Lilith que Eva, puede decir con todas las letras: “¡No soy tu mujer!”, si eso significa trabajar al servicio de los hijos y el marido, sin deseo, sin recompensa, sin ilusiones…
En los poemas de este apartado, Elda Pérez Guzmán piensa con Rosario que debe haber “otro modo de ser” que no se llame sor Juana (la peor de todas), por ejemplo, y que sí sea jugar, “desnudarse los hombros, enseñar la espalda,/ ser sensual”.
III
“Esa mujer soy yo” cierra el libro. Y no toca alegres notas, sino canciones de Comala que, ya se sabe, se especializan en soledades, ausencias, olvidos… No cuenta historias maravillosas, sino cuentos donde la princesa no recibe la vista del príncipe: “Dejé de ser Eva para ti”.
Llegó el amor y volvió paraíso la cama del pecado; luego el amante y el amor, con la maldición del tiempo, se fueron marchitando, se volvieron polvo.
Y en la princesa también, que asomó tantas veces su rostro joven al espejo, fueron naciendo arrugas…
IV
Las otras Evas, de Elda Pérez Guzmán, es la muestra de una escritura que no sólo busca la belleza en las palabras, sino también el pensamiento y la luz. Continente y contenido. No es únicamente el colibrí libando flores: es medusa meditando en la mitad de la noche. Este es un libro de versos y de ideas. Una y otra y muchas Evas.
[Prólogo del libro Las otras Evas, de Elda Pérez Guzmán.]

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com