Polvo del camino/ 229
Evocadas páginas de otro libro/ XV
Penélope y más de cien amantes
Héctor Cortés Mandujano
—¿Cómo puedes sentirte bonita o deseada cuando eres la hermana de Helena de Troya, la hermosísima, la mujer más bella del mundo?
Siempre me sentí un espantajo al lado de ella. Y no importaba que yo fuera más inteligente, con una conversación mejor, con capacidad para entender la desgracia de los demás, con estudiada prudencia para callar cuando era debido. Todo eso lo borraba Helena con sólo parpadear o sonreír.
Me pareció incluso que Ulises, mi marido, se casó conmigo sólo por estar en algunos momentos cerca de ella. Luego, ya ven, se fue a la guerra para tratar de rescatar un poco la maltrecha dignidad de mi cuñado, quien se sintió insultado cuando Helena decidió cambiar el lecho nupcial por las gracias eróticas de Paris. Ah, los hombres tan elementales. ¿De qué tamaño era la belleza de Helena que desató una guerra de diez años?
Diez años estuvo Ulises en la guerra y diez años más se tardó en regresar. 20 años sola. Bueno, sin él. Todos lo dábamos por muerto y porque soy la reina, y tengo muchas riquezas materiales, se me fueron acercando tantos pretendientes que rebasaron la centena.
Al principio, no hice caso a sus sugerencias, pero en alguna noche definitoria me sentí lúbrica, con un deseo que me pareció avasallante. Abrí los ojos y en ese momento me di cuenta que en ese instante yo era como mi hermana Helena: Los hombres estaban dispuestos a pelear por mí; los tenía allí, como bestias cebadas, y podía escoger a quien se me antojara. No era bella, era poderosa. ¿Por qué no hacerlo? Lo único que debía hacer es alejar un poco a mi hijo y conseguir la complicidad de mis doce criadas.
Decidí proceder con método y pedí a mis sirvientas (dos de ellas sabían escribir) que numeraran primero a mis pretendientes y luego ordenaran sus nombres por orden alfabético. Fueron 108.
Les dije, a través de mis criadas, que tendrían la oportunidad de conquistarme. Tendrían una noche para ello. El ganador obtendría mi promesa de casamiento, sería el rey. Debían venir bañados, perfumados y listos para poner en práctica sus mejores actos eróticos. Los que no fueran de mi agrado serían borrados en automático de la lista. Si hubiera muchos que llegaran a hacerme sentir dichosa, plena, satisfecha, habría una segunda ronda. Al final, tal vez hiciera una tercera exclusivamente con los mejores. De allí saldría el ganador.
Haría pausas en mis días menstruales o cuando así lo quisiera. Todos aceptaron, aunque hubo algunos que no se presentaron en la noche en que debían probar su sapiencia en alcobas. Sin duda, no era sencillo para ellos saber que iban a ser evaluados y eventualmente descalificados. Pobrecitos.
Recordé por mucho tiempo a los números 9, 25 (que estuvo conmigo hasta cinco veces y era maravilloso), 32, 47, 50, 53, 62, 81, 90, 101 y 107. Algunos eran expertos en el beso, otros en la caricia, algunos hablaban deliciosamente y decían cosas tan lindas, otros tenían instrumentos muy bien templados, tres o cuatro eran perfectos… Pero vino al final Ulises, mi marido, el rey, y mató a mis doce criadas y a todos mis pretendientes. Ni modo, me tuve que quedar con él que no era, por mucho, el mejor de mis amantes…
[En Las bodas de Cadmo y Harmonía (Anagrama, 1990), de Roberto Calasso, dice (p. 333): “Según otros, cuando Ulises regresó a Ítaca, Penélope ya había dejado pasar por su cuerpo los ciento ocho pretendientes. De ellos había engendrado a Pan”. En Penélope y las doce criadas, Margaret Atwood, hace decir a Penélope: “Las versiones más descabelladas sostienen que me acosté con todos los pretendientes, uno detrás de otro –eran más de cien”.]

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com