Polvo del camino/ 226
¿Todos somos monstruos?/ 4
(Cuatro y última)
Héctor Cortés Mandujano
Marshall Applewhite, “Do”, y Bonni Nettles, “Ti”, se conocieron en los años 70 y fundaron un grupo que creció y duro más o menos 20 años bajo su influencia. Convencieron a sus seguidores de abandonar familias, posesiones, trabajos, drogas y sexo, porque, les dijeron, los seres humanos, en especial ellos, no lo eran. Su identidad real estaba en lo extraterrestre.
Algunos fanáticos incluso se castraron, porque el sexo era humano, demasiado humano.
La idea central de su discurso era que debían renunciar a todo lo que los vinculara con la humanidad, porque ellos no morirían: cuando estuvieran preparados vendría una nave que los llevaría a vivir, en la vida extraterrestre, una existencia eterna. Sin embargo, ups, murió “Ti”. “Do” encontró la explicación: no había muerto, sólo se había adelantado para arreglar todo allá y recibirlos.
En su comunidad, Heaven’s Gate, escribieron un texto para que quedara claro que ellos no eran humanos, sino elegidos. Después autorizaron que les quitaran la vida. Hubo 39 homicidios consensuados.
Shoko Asahara, japonés, abrió en 1984 un centro para practicar yoga y meditación. También era, dicho por él mismo, un salvador del mundo.
Es difícil que el círculo cercano no sé dé cuenta de la verdad. Uno que quiso rebelarse fue ejecutado por sus propios compañeros y desaparecieron el cadáver: lo mismo pasó con otro que quiso contar lo que pasaba verdaderamente con Shoko. Decidió el líder que debían salir al público para conseguir más dinero y poder, y fundaron un partido. Él y su pandilla de delincuentes fueron los candidatos. Perdieron las elecciones con casi cero votos, estrepitosamente.
Shoko decidió vengarse de la población civil y con un químico, que era parte de sus incondicionales, hizo un gas venenoso y lo dejó salir en el metro de Japón. Murieron varios, pero quedaron intoxicados una enorme cantidad.
La policía detuvo a Shoko y a sus huestes. Los ajusticiaron.
Dentro de los líderes hay encarcelados, deportados, suicidados y ejecutados. Nada de eso pasó con Sun Myung Moon (bueno pasó en la cárcel algunos meses, por evasión de impuestos). Vivió con toda la opulencia posible durante toda su vida e, incluso, después de su muerte, su mujer y dos hijos siguen usufructuando su idea.
No se quebró mucho la cabeza. Dijo que Jesús debió haber tenido hijos fuera del pecado. Como no pudo, él, su profeta, iba a dar continuidad a ese proyecto divino. Moon, muy hábil, entendió que debía hacerse un enlace entre la política, el dinero y la religión. Compró, hizo e impulsó muchos negocios, con trabajadores a los que no pagaba (eran sus seguidores). Cuando llegó a Estados Unidos se empezó a codear con los políticos (varios presidentes de EUA), a extender sus negocios y a volverse asquerosamente rico.
Fue el primero en llenar por miles los auditorios, canchas y demás. Casaba, como le daba la gana, a los hombres y mujeres que lo seguían, porque quería tener nuevas generaciones de esclavos. A los 92 años murió. Su Iglesia de la Purificación siguió, sigue, administrada por su esposa y sus dos hijos. No salvan almas: sólo se vuelven cada vez más millonarios…

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com