Líneas de desnudo/ 129
Los milagros
Por Manuel Pérez-Petit
Pudiera ser que pudiera darse el caso de que los sueños en sueños –dicho sea de la forma más simple– se quedaran, pero lo cierto es que los sueños, por el mero hecho de ser eso, sueños, son realidades –complejas y mayúsculas– por las que merece la pena darlo todo, jugársela y apostar; yo diría que son casi las únicas aspiraciones de cuantas en el mundo pudieran hallarse por las que habría que dar la vida.
Pudiera ser que la suerte pudiera existir, pero yo lo veo en muy alta probabilidad improbable porque el azar niega por su naturaleza por completo la libertad, que solo puede ser ejercida desde la identidad, por lo cual podemos afirmar que somos personas, seres humanos, y yo al menos no estoy dispuesto a cercenar ni a que cercenen ni en el más mínimo ápice mi libre albedrío, mi condición.
Pudiera ser que el ejercicio de la libertad, aun siendo inconsciente como en la mayor parte de los casos es cuando es verdadero, nos pudiera liberar –dicho sea en un plano simple– cuando en realidad nos esclaviza –en el sentido más libérrimo y pleno del vocablo–, nos llena de gloria y a la vez de servidumbre, ya que la libertad consiste en darse, en negar con plenitud la propia libertad.
Pudiera ser, y bien que pudiera, que el mundo, que es eso que anda por su cuenta mientras nosotros hacemos lo que podemos envueltos por él, nos diera la razón de manera inopinada un día cualquiera y elevara su plegaria, si es que la tiene, al son de palabras ecuménicas y plenas de sentido, lo cual no tiene mucho sentido viendo cómo son las cosas y los caminos por los que el mundo se regocija.
Pudiera ser que, en efecto, toda oscuridad –que es aquello que no existe– volviera a su ser y fuera, como le corresponde, luz, pues no debemos olvidar que la luz existe por sí misma y la oscuridad existe porque existe la luz, y no al revés, y así todo volviera al sentido en que el caos ya no existiera y todo fuera hecho de armonía, como en el instante anterior al que a Dios le dio por mover sus manos por primera vez.
Pudiera ser que ya no fueran necesarias, por ejemplo, las tablas de la Ley, cuyo contenido al fin solo es la positivización de la ley de leyes que es la Ley Natural, aunque solo fuera por el mero hecho de que somos hechos a imagen y semejanza de Dios, por lo que nada expresado en la Ley sería necesario, al ser imposible que pudiera darse, pero también sabemos que un estado adánico sería inviable, y lo sería porque incluso para Adán fue insuficiente, pero tampoco podríamos olvidar que gracias a Adán tenemos redención, y que la redención depende de nuestros sueños, del ejercicio de nuestra libertad, de la luz que seamos capaces que soportar, de nuestra capacidad de ser nosotros mismos y de ser traslúcidos, pues nuestra capacidad de amar, que es la clave de todo, depende de nuestra transparencia.
Y tanto pudiera ser que es que un día como hoy un dios, cualquier dios pues todos los dioses son Dios, se transforme de luz y nos redima –en el más pleno sentido de la palabra–, o que seamos capaces de ser de una vez dios y redimirnos al fin, lo cual solo pudiera ser si estamos en disposición de recibir la gracia y aquello que no cae del Cielo sino que depende de nosotros mismos y que no son otra cosa que los milagros.

Fuente de la imagen: Archivo personal de M. P.-P.
Autor de la portada: Eric Marváz.
*Sobre el autor:
Manuel Pérez-Petit
Periodista, editor, escritor y gestor cultural
Sevilla, España, 1967.
Periodista por la Universidad de Navarra y diplomado en pedagogía en lengua y literatura por la Universidad Complutense de Madrid, es especialista en literatura comparada y un experimentado docente y gestor cultural. Es editor desde hace más de 30 años, habiendo tenido a su cargo en proyectos propios y ajenos más de medio millar de ediciones de títulos de todos los géneros. En 2010, se trasladó a México y fundó Sediento Ediciones. Ha dirigido proyectos editoriales y culturales de ámbito latinoamericano y dictado conferencias y cursos en países de Europa y América desde hace 20 años. Como periodista trabaja desde hace muchos años en diarios y publicaciones periódicas de España y México y medios de internet y radio. Es profesor invitado en la Bluefields Indian & Caribbean University (Bicu), de Bluefields, Nicaragua. Desde junio de 2011, la biblioteca de Yolotepec, comunidad indígena otomí de Santiago de Anaya, Hidalgo, México, lleva su nombre, y desde octubre de 2022 también la biblioteca de la comunidad indígena purépecha de la isla de Yunuén, Pátzcuaro, Michoacán, México. En 2017 fundó la causa Libros por Yolotepec, para la recolección de libros en donación para bibliotecas y la promoción de la lectura de los ámbitos rural y marginal urbano de México. Es autor de nueve libros individuales en poesía y narrativa. Su obra ha sido publicada, antologada o premiada en media docena de países. En 2020 fundó Kolaval, plataforma, agencia literaria y editorial de ámbito hispanoamericano. Desde diciembre de 2023 es director editorial de Almuzara México.