Polvo del camino/ 177
Árbol-Jaguar/ 6
Creer en el génesis
Héctor Cortés Mandujano
Al fin y al cabo, las personas son la sal de la tierra
Sebastião Salgado
Ya conocía las fotografías de contenido social del célebre fotógrafo brasileño Sebastião Salgado (Aimorés, Minas de Gerais, 1944) cuando compré el voluminoso y espléndido Génesis (2013), cuya intención es, simplifico, mostrar la naturaleza no habitada por el hombre, aunque en las últimas páginas haya seres humanos que viven y conviven con ambientes ásperos, helados.
Ver después el documental La sal de la tierra (2014), dirigido por Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, hijo de Sebastião, me pareció que me iba a dar más información, más imágenes dolorosas y maravillosas del hombre y su entorno.
Y así fue.
Sin embargo, la tercera parte del documental supuso mi mayor sorpresa. Sebastião fundó con su esposa Leila el Instituto Terra, en Brasil, con la intención de transformar el rancho familiar Bulcao, de Aimorés, donde Sebastião vivió de niño.
A su regreso, después de andar por el mundo ejerciendo su oficio y su vocación de “pintar con luz”, el fotógrafo descubrió que su familia, por su dedicación a la ganadería, había deforestado totalmente la selva que él recordaba en su hacienda.
Donde habían existido antes miles de árboles, plantas, animales, había sólo tierra seca, erosionada, yerma.
La apuesta de Leila y Sebastião fue recuperar la selva perdida.
Lo consiguieron después de más de diez años.
Dice Wikipedia: “Actualmente el Instituto Terra ha recuperado más de 297 especies de árboles nativos. En un total de 710 hectáreas ha acogido de manera natural a diversos animales, y hoy en día es un foco permanente de difusión por la conservación del planeta. La hacienda cuenta con asesoramiento para agricultores y un programa educativo que difunde los beneficios de la conservación de los bosques y el agua, creando conciencia ambiental”.
No he visto de nuevo el documental, pero recuerdo que Salgado dice que cuando los árboles sembrados fueron naciendo, creciendo, fueron surgiendo a la par otros árboles, otras plantas, hasta que un día nació un arroyo aparentemente salido de la nada y otro día apareció un jaguar…
Hay quienes, desde la religión, sólo están obsesionados por el apocalipsis y hay, por suerte, aquellos que no han cesado de creer en el génesis. Hay los que son veneno y los que son, para bien de todos, la sal de la tierra.

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com