Cómo ser un estóico
Triste, como pensaba Spinoza (a quién se le refiere como el “Dios de Einstein”), rechazo (por lógica) a un Dios milagroso, y dejo a la existencia humana como experiencia sensible y parte de la naturaleza.
Disfruto las lecturas cuando el escritor es más consciente de ello, cuando utiliza a la razón para lograr esa sensibilidad humana; pero, ¿de dónde se sostiene? Automáticamente pienso en la filosofía.
Salve decir que los años me han cambiado. En prepa (o secundaria), imagínense, no recuerdo ni en qué grado se dan estas asignaturas, bueno, pues en aquella época jamás puse atención ni a la filosofía ni a la ética. Mi comportamiento se basaba en la educación de casa (jamás de la escuela). Confieso que fui educada por dos estoicas: mi madre y mi nana (ellas no lo saben y yo apenas lo sé). Fueron raciónales y compasivas y esto las llevó (y nos llevaron —a mis hermanos y a mí—, aunque a veces no logramos ) a un pragmatismo de parábolas personales.
Por poner un ejemplo, Delfina, mi nana, quedó huérfana de padre a los cuatro años. Su madre los dejó en casa de su hermano y su cuñada. Se fue, me dice que a trabajar lejos (ha de ser terrible utilizar la palabra “abandono”). Cada día, esa tía postiza, le pegó. Cada día. Aún hoy no entiende porqué si ella nada más molía el maíz y acarreaba agua. Su cama era un cartón sobre dos rejas de refrescos. Y cada noche se metía entre su cuerpo un gato lleno de pulgas —Beba, Beba, estaba toda picoteada—. Y cuando decía esto, arrugaba los ojos y meneaba la cabeza. Para solucionar el problema, un día tomó al gato de las cuatro patas y lo sumergió en un tambo de agua hasta que dejó de moverse. Terrible.
¿Por qué un acto así podría volverla estoica? El estoicismo es un camino, no siempre inicia en una senda tersa, y quizá nunca termina por alcanzarse, pero el fin es volverse cada día una mejor persona siguiendo adelante a pesar de las equivocaciones.
El mayor bien de un estoico son estas cuatro virtudes: sabiduría, valor, justicia y templanza. Además debe seguir a la naturaleza (es decir, poner en práctica la razón). Y entender “la cosa” a base de una dicotomía del control: o puedo solucionar este suceso o no puedo (aquí es cuando está fuera de nuestro control, y lo aceptas).
Es bueno leer a Massimo Pigliucci, un estoico moderno. Ojalá, se pudiera actuar en base a estos principios. Mi mamá, intuitiva y sabia, lo logró.

Sobre la autora:
Ilse Ibarra Baumann. Es Licenciada en Lengua y Literatura Hispanoamericanas por la Universidad Autónoma de Chiapas, México. Máster en Creatividad Literaria en Español por La Universidad de Salamanca.
En 2023 su novela Gotas de adelfa fue seleccionada por el Consejo Editorial de CONECULTA Chiapas para ser parte de su programa editorial.