Tomando café con Pat/ 5
Tengo roto el corazón
Por Patricia Muñoz Díaz
La decepción, según el DLE (Diccionario de la Lengua Española), del latín “tardío” deceptio, ōnis. femenino, es el pesar causado por un desengaño. Sinónimos: desencanto, desilusión, chasco, frustración, desencantamiento. Y cuando alguien dice la frase “tengo roto el corazón” de inmediato pensamos en una relación romántica, pero ahora sabemos que es más que eso.
Un día, cuando mi hijo pequeño tenía unos tres años, regresó cabizbajo a casa y mi dijo:
—Mamá, estoy triste, Yoana ya no es mi amiga.
—¿Por qué?
—Porque me rompíó el corazón.
De inmediato, pensando en algún tipo de mal entendido debido a su corta edad, insistí en el tema para saber lo que había ocurrido.
—No te puedo decir, pero me rompió el corazón —su tierna carita triste también resquebrajó el mío.
Su padre, su hermano y yo tratamos de llegar al fondo de la cuestión, pero mi hijo pequeño insistía en que no debía decirnos, pero no dejaba de decir que “Yoana le había roto el corazón”.
Un par de días después, mientras comíamos en familia, habló:
—Mamá, ¿quieres saber porque Yoana me rompió el corazón?
—Sí —respondí emocionada por conocer aquel incidente que lo tenía tan agobiado.
—Es que Yoana con sus manos me pegó aquí... —señalando su pecho justo donde está el corazón —por eso me rompió el corazón, porque me dolió mucho.
Me relajé, sin duda era importante para mí conocer la razón por la cual mi hijo estaba tan desolado y me quitó un gran peso de encima saber que no era nada grave al menos para mí, aunque él estaba dolido y con el tiempo solucionó ese sentimiento y conflicto con su amiga.
Las relaciones personales son tan complejas que podemos pasar de tener mucho cariño y confianza con una persona a un distanciamiento absoluto por algún malentendido, una traición o un desengaño.
¿A dónde quiero llegar? Sin querer, nuestro corazón sufre varias rupturas con el paso del tiempo. Un regaño de papá, mamá o la maestra del kinder de pequeños. Cuando nuestro mejor amigo o amiga nos cambia por alguien más en la adolescencia o hasta cuando nuestro hermano nos gana el último caramelo de un dulcero.
Consciente o inconscientemente estamos expuestos a ello y está en nosotros tomar las cosas con sabiduría, diplomacia, empatía o una absoluta inmadurez.
Las heridas nos fortalecen, pero también es nuestra responsabilidad cuidar esas heridas y no dejar que crezcan. Nuestro “corazón” puede ser muy fuerte para enfrentar una crisis o tan frágil como para tumbarnos a llorar por varios días.
Yo lo veo de la siguiente manera: la familia –hijos, padres hermanos–, las amistades -la familia que nosotros escogemos-, la gente que está en nuestra vida diaria -compañeros de trabajo y conocidos-, son nuestra red de conexiones, nosotros les asignamos muchas o pocas de ellas según la importancia que tienen en nuestras vidas.
Nuestros corazones están expuestos a ser amados o rechazados por las personas en cualquier momento y la mayoría de las veces, ni siquiera es por un asunto personal. Si te hizo mala cara, si estaba de malaleche, si amaneció de buenas o todo lo contrario, debemos entender que es un tema absolutamente personal y las personas que lo hacen personal es porque han sido heridas y no han logrado que estas cierren completamente.
Cuando reconoces que tienes roto el corazón, es el primer paso. Después debes hacerte a la idea de que, según la gravedad de la herida, tendrás que curarla. Algunas heridas cicatrizan con rapidez, las más pequeñas, otras pueden tardar toda una vida y dolerán siempre si no haces algo para sanarlas, porque con el tiempo puede infectarse, crecer y este dolor se convierte en todo, menos en amor.
Así que sí, a veces tengo roto el corazón, pero esta cicatrizando, porque he encontrado un ungüento maravilloso, que se produce solo dentro de mi alma y se llama perdón.
Instagram y Facebook: @patmunozescritora

Imagen: Noppol Nahawanjam
Fuente: Canvas https://www.canva.com/photos/MAFBNDXtOuo-broken-heart-background-3d-rendering-/
*Sobre el autor:
Patricia Muñoz Díaz
Escritora y cuentacuentos
“Escritora por vocación, cuentacuentos por convicción y parlanchina afición”.
Pat Muñoz (1978), también conocida como «Pat Pat cuentacuentos», es una escritora y narradora oral originaria del estado de Guanajuato, México.
Estudió la licenciatura de Ciencias de la Comunicación en la Universidad De la Salle Bajío, en León Guanajuato (1996-2001).
Ha incursionado en varias disciplinas artísticas desde joven, (teatro, danza y canto, por mencionar algunas) encontrando en la narración oral y las letras su gran pasión.
Actualmente se dedica a escribir novela romántica, cuentos juveniles e infantiles, es cuentacuentos, conferencista e imparte talleres de estimulación creativa con el objetivo de difundir y promover la lectura.
Ha dirigido algunos colectivos como “Claroscuro cuentacuentos” y escrito y dirigido teatro escolar e infantil.
Tiene publicadas en medios digitales algunas novelas, destacando los títulos “El amor llega, y tú no estás” y “¿Dónde tiro a mi Ex?”, comedia romántica..
Tiene un podcast titulado “Tomando Café con Pat” donde narra cuentos para toda la familia título que comparte para esta columna y sus redes sociales comparte su pasión por esta bebida tan especial.