不要忘记 (Minificción) Héctor Cortés Mandujano
Como a millones en el mundo, el libro de fotografías de Xuan Peng, No olvidar, editado y distribuido en su lengua original, me dejó impactado. Eran, son imágenes de guerra. En éstas el fotógrafo parece estar a centímetros de lo que su cámara muestra. Sin duda, la secuencia más terrible es la serie de diez fotos donde vemos “correr”, huir desesperadamente a un hombre joven, delgado, oriental, a quien falta un brazo y no puede usar una de sus piernas. La imagen capta a la perfección el movimiento externo y la desesperación interna; en la cuarta foto, como muestra de su prodigiosa técnica, el fotógrafo toma el momento exacto en que una bala se impacta en el muñón del brazo; aun así, con remarcado gesto de dolor, el muchacho continúa su escape. El nuevo impacto, en la fotografía número siete, le da en la espalda y lo derrumba; la ocho es su rostro agonizando, la nueve es ya la muerte tomándolo por completo y la diez, como complemento lógico de la tragedia (si hay lógica en matar a un ser humano desarmado, a un ser humano), es una fotografía –sin duda tomada con zoom– del soldado que baja el rifle asesino y sonríe satisfecho. La secuencia se volvió un libro en sí misma. En América Latina se hizo una edición de gran formato a la que titularon simplemente “Asesinato”. Luego se hizo una película y una novela de filiación filosófica, que basaba su argumento en la Crítica de la razón pura, de Kant, donde, en términos generales, la guerra se etiquetaba como fenómeno y la fotografía como noúmeno. Curiosamente, aunque la obra fue atacada por filósofos, porque era imprecisa en la aplicación de los términos kantianos, se volvió un fenómeno (kantianos abstenerse) de ventas. Lo llamativo de todo el boom que inició con las fotografías es que se identificó al asesinado y se le hizo un homenaje, se atendió las necesidades de su familia; se identificó al soldado y se le condenó a cadena perpetua, pero Xuan Peng logró evadir las hordas que lo buscaban y se volvió una especie de fantasma. Sí había fotos suyas de escuela y cosas así, pero no se le conocía suficientemente, pese a la fama que le había venido encima como un alud. Yo, por supuesto, fui un seguidor de esta escalada mediática (compré varias versiones del libro, vi la película, leí la novela) y nunca esperé que en mi carácter de oficinista de provincia un día iba a vivir lo que viví. Soy un fotógrafo aficionado y cuando iba a casa –vivía en ese tiempo, decía, en un poblado provincial, lejano de multitudes– un hombre frente a mí cayó como fulminado. Fui a auxiliarlo con rapidez; me di cuenta de inmediato que estaba muerto. Marqué al número oficial para hacer el reporte y para no dejar el cadáver solo, decidí quedarme; en la espera me nació la idea de tomarle una foto. Luego de una lucha interna sobre lo ético del acto, lo hice. Se llevaron el cadáver y poco a poco se desenredó la madeja. El muerto era Xuan Peng y mi fotografía se volvió oro molido. Ahora, gracias a eso, soy una celebridad. Esa es mi historia. Contactos: hectorcortesm@gmail.com.

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).
Lo puedes seguir en su columna Casa de citas.
Correo electrónico: hectorcortesm@gmail.com
de México y el extranjero.